OPINI脫N de Mauricio Casta帽o H., Colombia.- Se gusta del esp铆ritu viajero inconforme, salir es desarraigarse, es perder un poco lo que somos o incluso lo que no somos, se rechaza lo mismo rutinario, eso otro ficticio que impone la cultura. El viajero se despoja de su sombra, se va lentamente para abrigar lo nuevo que se le presenta en su camino. Viajar es un poco sacudirse los fantasmas que llevamos dentro y que nos atormentan.Viajero tambi茅n el n贸mada inm贸vil sumergido en sus mundos imaginarios. Nuestros esp铆ritus errantes nos obligan a partir en busca de lo desconocido. Se sale entonces tratando de encontrar lo diferente, lo distinto. Por lo dem谩s, tanto la quietud como el aislamiento matan. ¿Por qu茅 tanto viajero va a las ruinas arqueol贸gicas? El planeta conoci贸 veinti煤n grupos culturales, por razones de batirse se fueron reduciendo al punto de tener hoy tan s贸lo tres grandes culturas en el mundo: Occidental Cristiana, Isl谩mica e Hind煤, a una de esas tres nos someten, ellas representan m谩s de lo mismo. Uniformidad por reducci贸n.
Nuestra pregunta particular se centra en las ruinas monumentales de Machu Picchu, de porqu茅 tantos esp铆ritus viajeros van encantados all铆. Se advierte del pueblo Inca que su escritura fue su propia obra, que se presenta en toda su riqueza para quienes saben leerla. Monumentales sus ruinas l铆ticas. Toda una ciudadela, toda una obra ingenieril que a煤n genera interrogantes de c贸mo se construye en empinadas y dif铆ciles monta帽as, c贸mo hicieron para construir en esas alturas, en esas monta帽as de dif铆cil acceso, ¿c贸mo hicieron para transportar o movilizar grandes y pesadas rocas sin haber conocido la rueda para el f谩cil transporte y el hierro para mayores eficacias?
Machu Picchu, hoy sus ruinas, la disposici贸n, la construcci贸n con piedras, evidencian t茅cnicas perfectas de riego: Terrazas en varias capas y contexturas para dosificar el riego h铆drico aprovechando al m谩ximo para sus cultivos y con el sistema de canaletas ganarlas para las necesidades de la existencia humana. La disposici贸n de las piedras en sus construcciones y figuras develan armon铆as geom茅tricas que dicen de conocimientos astron贸micos y creencias cosmog贸nicas, c谩lculos astrol贸gicos para aprovechamientos estrat茅gicos de los puntos cardinales, aprovechamiento de la salida y ocultamiento del sol, bloquear ruidos o favorecer equilibrios naturales con la disposici贸n de sus ventanales.
No nos gusta los sentimientos de pesadumbre, del mundo de las lamentaciones, descreemos de las f谩bricas de pa帽uelos, de creer que todo pasado fue mejor. Por eso recordar a Machu Picchu es repensarnos en lo que somos, en lo que dejamos de ser y en ese pasado que nos persiste, en lo diverso que somos en desmedro de los fascismos que nos quieren inculcar. Lo distinto, lo intercultural nos constituye en ese presente extendido. Nadie discute que lo latino nos diferencia de lo europeo, isl谩mico, incluso cristiano, aprendimos que lo r铆gido cristiano se abri贸 para lo festivo religioso espa帽ol, una religi贸n flexible que abarcara lo malicioso y pecaminoso de cada pueblo. Por eso cada cultura incorpora a la religi贸n aceptada o impuesta: lo festivo en la ceremonia f煤nebre en la cultura negra es distinto a lo triste y tr谩gico de otras culturas que lloran a sus muertos y no los festejan. El pueblo peruano tambi茅n fundi贸 sus antepasados incas con sus bailes y santos negros.
Para ese viajero que va en busca de respuestas, a su caminar pausado no favorece los visos de pol铆tica mercantil que quiere tomar el turismo en Machu Picchu. Quieren reducir el tour de un d铆a a dos horas, el simple negocio no puede opacar el esp铆ritu inquieto del viajero, acosarlo, arrearlo, apurarlo como hacen con el ganado. Ese patrimonio de la humanidad debe ser paseado con pausa para ir desapareciendo lentamente como lo hicieron los misteriosos Incas sin rastros ni respuestas al porqu茅 ni al c贸mo, es el encanto de esos viajeros ya idos de Machu Picchu.
Nuestra pregunta particular se centra en las ruinas monumentales de Machu Picchu, de porqu茅 tantos esp铆ritus viajeros van encantados all铆. Se advierte del pueblo Inca que su escritura fue su propia obra, que se presenta en toda su riqueza para quienes saben leerla. Monumentales sus ruinas l铆ticas. Toda una ciudadela, toda una obra ingenieril que a煤n genera interrogantes de c贸mo se construye en empinadas y dif铆ciles monta帽as, c贸mo hicieron para construir en esas alturas, en esas monta帽as de dif铆cil acceso, ¿c贸mo hicieron para transportar o movilizar grandes y pesadas rocas sin haber conocido la rueda para el f谩cil transporte y el hierro para mayores eficacias?
Machu Picchu, hoy sus ruinas, la disposici贸n, la construcci贸n con piedras, evidencian t茅cnicas perfectas de riego: Terrazas en varias capas y contexturas para dosificar el riego h铆drico aprovechando al m谩ximo para sus cultivos y con el sistema de canaletas ganarlas para las necesidades de la existencia humana. La disposici贸n de las piedras en sus construcciones y figuras develan armon铆as geom茅tricas que dicen de conocimientos astron贸micos y creencias cosmog贸nicas, c谩lculos astrol贸gicos para aprovechamientos estrat茅gicos de los puntos cardinales, aprovechamiento de la salida y ocultamiento del sol, bloquear ruidos o favorecer equilibrios naturales con la disposici贸n de sus ventanales.
No nos gusta los sentimientos de pesadumbre, del mundo de las lamentaciones, descreemos de las f谩bricas de pa帽uelos, de creer que todo pasado fue mejor. Por eso recordar a Machu Picchu es repensarnos en lo que somos, en lo que dejamos de ser y en ese pasado que nos persiste, en lo diverso que somos en desmedro de los fascismos que nos quieren inculcar. Lo distinto, lo intercultural nos constituye en ese presente extendido. Nadie discute que lo latino nos diferencia de lo europeo, isl谩mico, incluso cristiano, aprendimos que lo r铆gido cristiano se abri贸 para lo festivo religioso espa帽ol, una religi贸n flexible que abarcara lo malicioso y pecaminoso de cada pueblo. Por eso cada cultura incorpora a la religi贸n aceptada o impuesta: lo festivo en la ceremonia f煤nebre en la cultura negra es distinto a lo triste y tr谩gico de otras culturas que lloran a sus muertos y no los festejan. El pueblo peruano tambi茅n fundi贸 sus antepasados incas con sus bailes y santos negros.
Para ese viajero que va en busca de respuestas, a su caminar pausado no favorece los visos de pol铆tica mercantil que quiere tomar el turismo en Machu Picchu. Quieren reducir el tour de un d铆a a dos horas, el simple negocio no puede opacar el esp铆ritu inquieto del viajero, acosarlo, arrearlo, apurarlo como hacen con el ganado. Ese patrimonio de la humanidad debe ser paseado con pausa para ir desapareciendo lentamente como lo hicieron los misteriosos Incas sin rastros ni respuestas al porqu茅 ni al c贸mo, es el encanto de esos viajeros ya idos de Machu Picchu.