OPINI脫N de Javier Madrazo.- Vivimos tiempos convulsos, marcados por la incertidumbre y el miedo al futuro. El desempleo, la precariedad, los bajos salarios y la p茅rdida de poder adquisitivo conducen al ser humano a un estado de frustraci贸n, impotencia y desesperanza, dif铆cil de gestionar. El empobrecimiento de la llamada clase media y el declive de la socialdemocracia (Holanda es su 煤ltimo ejemplo), entendida como un modelo para promover mayores cotas de bienestar e igualdad, est谩n en el origen del auge de los movimientos populistas de extrema derecha, que se nutren de la xenofobia, el machismo y la homofobia.
A todo ello, se une la indignaci贸n y el hartazgo provocados por los abusos de poder cometidos por quienes ten铆an la obligaci贸n de proteger nuestros intereses y nuestros derechos. No ha sido as铆. La alianza entre la banca, las grandes empresas, los partidos pol铆ticos mayoritarios , la monarqu铆a y amplios sectores de la justicia, ha creado una aut茅ntica mafia, que ha logrado tejer una red consolidada de corrupci贸n y enriquecimiento il铆cito que ahora, por fin, estamos conociendo. Es seguro que quedar谩n muchos esc谩ndalos por descubrir y nunca conoceremos toda la verdad de lo ocurrido en Espa帽a desde la transici贸n, pero lo que si sabemos, sin duda alguna, es que en muchos consejos de gobierno y en muchos consejos de administraci贸n se ha actuado sin 茅tica, sin moral, sin conciencia y sin transparencia.
Debemos creer que la pol铆tica y sobre todo quienes la representan, sabr谩n tomar buena nota de lo ocurrido para no repetir los mismos errores del pasado. El primer paso l贸gico para alcanzar este objetivo ser铆a que quienes han ejercido el liderazgo en esta etapa negra sean apartados de sus cargos, p煤blicos o internos.
Lamentablemente, no parece que sea as铆. Los partidos, nuevos o viejos, tienden a mantener el control del “aparato” para perpetuarse en el poder, premiando a los fieles y relegando a quienes discrepan leg铆timamente. Lo hemos visto en el Congreso del Partido Popular, rendido ante Mariano Rajoy, en la defenestraci贸n de Pedro S谩nchez en el PSOE y en Vistalegre II, una escenificaci贸n del liderazgo de Pablo Iglesias, con 脥帽igo Errej贸n en el papel de perdedor. Las ideas quedan relegadas ante los personalismos y as铆 pierde siempre la ciudadan铆a.
La experiencia demuestra que no resulta f谩cil estimular el debate interno y garantizar, al mismo tiempo, la unidad de acci贸n y la convivencia pac铆fica en el seno de las formaciones pol铆ticas. Tenemos mucho que aprender acerca de pr谩cticas de democracia interna y sobre todo debemos saber priorizar las demandas de la sociedad sobre las luchas de poder. En muchas ocasiones, las apelaciones al consenso hechas desde quienes ostentan el control en los partidos, se entiende como unanimidad y uniformidad y, por tanto, como negaci贸n de la pluralidad e imposici贸n. Otra cosa distinta, es reivindicar el acuerdo, entendido como punto de encuentro entre posturas diferentes, tras un debate sereno, riguroso y 煤til. En Espa帽a caemos una y otra vez en la trampa del enfrentamiento, en lugar de trabajar por el entendimiento. En la mayor parte de las ocasiones no hay discrepancias pol铆ticas de peso y si fuertes personalismos, egos y vanidades, que poco o nada tienen que ver con la b煤squeda de soluciones a los problemas reales de la ciudadan铆a.
Es fundamental volver a hacer de las organizaciones pol铆ticas espacios de participaci贸n amable y positiva, frente a la din谩mica invivible de enfrentamientos y “batallas campales” que ahuyentan a las personas, sobre todo j贸venes, que se acercan con ilusi贸n buscando implicarse de forma entusiasta en la transformaci贸n de la sociedad. Es lo que viene sucediendo en estos momentos con la confrontaci贸n interna existente en Podemos o en el PSOE, que ha llevado a que las agrupaciones o los c铆rculos est茅n cada d铆a m谩s debilitados por la gran p茅rdida de militancia que se ha alejado huyendo de la “bronca” permanente.
Por desgracia, a la vista de los hechos, partidos nuevos y viejos act煤an del mismo modo. Y esto, cuando menos, es decepcionante. La pol铆tica es el mejor instrumento para trabajar por un mundo mejor. En ning煤n caso debe ser, como ocurre en la actualidad, un campo de batalla con ganadores y perdedores.
Despu茅s de tantas experiencias vividas, especialmente en el 谩mbito de la izquierda, se deber铆a saber que por el camino de la purga y de “podar” el 谩rbol, una y otra vez, s贸lo se avanza hacia la derrota y la p茅rdida de adhesiones ciudadanas. Es lo que sucede en este momento en el panorama pol铆tico de nuestro pa铆s con las fuerzas de progreso, que est谩n sumidas en la divisi贸n y la debilidad , por su falta de madurez para interpretar y encauzar las divergencias.
Precisamente, las diferentes posiciones deben servir como un aliciente en la definici贸n de las mejores respuestas a los grandes retos que debemos enfrentar quienes hacemos bandera de la igualdad, la justicia social y el desarrollo humano y sostenible, que nos acerque si no la felicidad, si, al menos, a la calidad de vida que merecemos, especialmente los sectores m谩s vulnerables.
Uno de los principales males que hay que erradicar en las fuerzas transformadoras, es el sectarismo que impide articular s铆ntesis superadoras de las discrepancias. Ello debe pivotar sobre el convencimiento de que es m谩s lo que une que lo que separa, a los afiliados-inscritos y a las distintas corrientes que conviven en el seno de las formaciones pol铆ticas. La suma fortalece; la divisi贸n debilita.
Apelar a la democracia interna, abrir la participaci贸n a simpatizantes, fomentar la transparencia a trav茅s de las redes sociales y reivindicar el derecho a decidir y a votar las grandes cuestiones en el seno de los partidos son pasos fundamentales que habr谩 que dar. Sin embargo, la clave est谩 en las personas que integran las formaciones pol铆ticas. Tenemos que fomentar de verdad valores como el respeto, la 茅tica, la confianza, la generosidad y el entendimiento si se quiere reconectar con la ciudadan铆a. No hay atajos en este camino.
Javier Madrazo Lav铆n
A todo ello, se une la indignaci贸n y el hartazgo provocados por los abusos de poder cometidos por quienes ten铆an la obligaci贸n de proteger nuestros intereses y nuestros derechos. No ha sido as铆. La alianza entre la banca, las grandes empresas, los partidos pol铆ticos mayoritarios , la monarqu铆a y amplios sectores de la justicia, ha creado una aut茅ntica mafia, que ha logrado tejer una red consolidada de corrupci贸n y enriquecimiento il铆cito que ahora, por fin, estamos conociendo. Es seguro que quedar谩n muchos esc谩ndalos por descubrir y nunca conoceremos toda la verdad de lo ocurrido en Espa帽a desde la transici贸n, pero lo que si sabemos, sin duda alguna, es que en muchos consejos de gobierno y en muchos consejos de administraci贸n se ha actuado sin 茅tica, sin moral, sin conciencia y sin transparencia.
Debemos creer que la pol铆tica y sobre todo quienes la representan, sabr谩n tomar buena nota de lo ocurrido para no repetir los mismos errores del pasado. El primer paso l贸gico para alcanzar este objetivo ser铆a que quienes han ejercido el liderazgo en esta etapa negra sean apartados de sus cargos, p煤blicos o internos.
Lamentablemente, no parece que sea as铆. Los partidos, nuevos o viejos, tienden a mantener el control del “aparato” para perpetuarse en el poder, premiando a los fieles y relegando a quienes discrepan leg铆timamente. Lo hemos visto en el Congreso del Partido Popular, rendido ante Mariano Rajoy, en la defenestraci贸n de Pedro S谩nchez en el PSOE y en Vistalegre II, una escenificaci贸n del liderazgo de Pablo Iglesias, con 脥帽igo Errej贸n en el papel de perdedor. Las ideas quedan relegadas ante los personalismos y as铆 pierde siempre la ciudadan铆a.
La experiencia demuestra que no resulta f谩cil estimular el debate interno y garantizar, al mismo tiempo, la unidad de acci贸n y la convivencia pac铆fica en el seno de las formaciones pol铆ticas. Tenemos mucho que aprender acerca de pr谩cticas de democracia interna y sobre todo debemos saber priorizar las demandas de la sociedad sobre las luchas de poder. En muchas ocasiones, las apelaciones al consenso hechas desde quienes ostentan el control en los partidos, se entiende como unanimidad y uniformidad y, por tanto, como negaci贸n de la pluralidad e imposici贸n. Otra cosa distinta, es reivindicar el acuerdo, entendido como punto de encuentro entre posturas diferentes, tras un debate sereno, riguroso y 煤til. En Espa帽a caemos una y otra vez en la trampa del enfrentamiento, en lugar de trabajar por el entendimiento. En la mayor parte de las ocasiones no hay discrepancias pol铆ticas de peso y si fuertes personalismos, egos y vanidades, que poco o nada tienen que ver con la b煤squeda de soluciones a los problemas reales de la ciudadan铆a.
Es fundamental volver a hacer de las organizaciones pol铆ticas espacios de participaci贸n amable y positiva, frente a la din谩mica invivible de enfrentamientos y “batallas campales” que ahuyentan a las personas, sobre todo j贸venes, que se acercan con ilusi贸n buscando implicarse de forma entusiasta en la transformaci贸n de la sociedad. Es lo que viene sucediendo en estos momentos con la confrontaci贸n interna existente en Podemos o en el PSOE, que ha llevado a que las agrupaciones o los c铆rculos est茅n cada d铆a m谩s debilitados por la gran p茅rdida de militancia que se ha alejado huyendo de la “bronca” permanente.
Por desgracia, a la vista de los hechos, partidos nuevos y viejos act煤an del mismo modo. Y esto, cuando menos, es decepcionante. La pol铆tica es el mejor instrumento para trabajar por un mundo mejor. En ning煤n caso debe ser, como ocurre en la actualidad, un campo de batalla con ganadores y perdedores.
Despu茅s de tantas experiencias vividas, especialmente en el 谩mbito de la izquierda, se deber铆a saber que por el camino de la purga y de “podar” el 谩rbol, una y otra vez, s贸lo se avanza hacia la derrota y la p茅rdida de adhesiones ciudadanas. Es lo que sucede en este momento en el panorama pol铆tico de nuestro pa铆s con las fuerzas de progreso, que est谩n sumidas en la divisi贸n y la debilidad , por su falta de madurez para interpretar y encauzar las divergencias.
Precisamente, las diferentes posiciones deben servir como un aliciente en la definici贸n de las mejores respuestas a los grandes retos que debemos enfrentar quienes hacemos bandera de la igualdad, la justicia social y el desarrollo humano y sostenible, que nos acerque si no la felicidad, si, al menos, a la calidad de vida que merecemos, especialmente los sectores m谩s vulnerables.
Uno de los principales males que hay que erradicar en las fuerzas transformadoras, es el sectarismo que impide articular s铆ntesis superadoras de las discrepancias. Ello debe pivotar sobre el convencimiento de que es m谩s lo que une que lo que separa, a los afiliados-inscritos y a las distintas corrientes que conviven en el seno de las formaciones pol铆ticas. La suma fortalece; la divisi贸n debilita.
Apelar a la democracia interna, abrir la participaci贸n a simpatizantes, fomentar la transparencia a trav茅s de las redes sociales y reivindicar el derecho a decidir y a votar las grandes cuestiones en el seno de los partidos son pasos fundamentales que habr谩 que dar. Sin embargo, la clave est谩 en las personas que integran las formaciones pol铆ticas. Tenemos que fomentar de verdad valores como el respeto, la 茅tica, la confianza, la generosidad y el entendimiento si se quiere reconectar con la ciudadan铆a. No hay atajos en este camino.
Javier Madrazo Lav铆n