OPINI脫N de Ram贸n Cotarelo/ Palinuro.- Cuando Rajoy “da por cerrada la v铆a de di谩logo con la Generalitat” est谩 haciendo un ejercicio de posverdad. Algo inherente a su partido y que consiste en negar la evidencia con todo aplomo o directamente inventarse la realidad. “El PP es el partido de los trabajadores”, dec铆a Cospedal. Posverdad. “El PP es el partido que m谩s ha luchado contra la corrupci贸n”, seg煤n Rajoy. Posverdad. “No he cumplido mi palabra, pero he cumplido mi deber”. Posverdad de la que se sigue que el deber de este hombre es no cumplir su palabra.

¿Hay algo m谩s posverdadero que dar por cerrada una v铆a de di谩logo que no existe? Ciertamente, hace unos meses, el presidente del gobierno, en un gesto de magnanimidad unilateral decidi贸 adoptar una pol铆tica de di谩logo con la Generalitat. Despach贸 a la vicepresidenta a Barcelona, le puso all铆 un despacho desde el cual aquella empez贸 a ejercer a modo de virreina. Y ah铆 acab贸 la pol铆tica del di谩logo, en un 煤nico encuentro entre S谩enz de Santamar铆a y Junqueras para comprobar que no ten铆an nada de qu茅 dialogar. El refer茅ndum no lo permite. El di谩logo no arranc贸, pero el gobierno ya lo da por cerrado.
Es un momento de suspense, los dos contendientes en mitad de la calle desierta, mir谩ndose a los ojos bajo un sol cegador, a ver qui茅n hace el primer movimiento. De ambos lados llegan voces. Del lado del gobierno se lanzan admoniciones y amenazas y la inevitable Cospedal, ministra de Defensa, habla ya en t茅rminos castrenses de intervenci贸n militar. Califican de intento de golpe de Estado el refer茅ndum. Del lado de la Generalitat se escucha a la CUP y la ANC, as铆 como otras asociaciones de la sociedad civil, reclamando fecha para la celebraci贸n del refer茅ndum.
El escenario es de confrontaci贸n. Y de mala perspectiva porque ninguna de las partes puede echarse para atr谩s. Sin embargo, una cosa est谩 clara: la represi贸n no es una soluci贸n. Un Estado de derecho no puede sobrevivir sojuzgando a una minor铆a nacional. La traslaci贸n de la experiencia del Pa铆s Vasco a Catalu帽a, esto es, la idea de que es posible dome帽ar una reivindicaci贸n independentista trat谩ndola como una cuesti贸n de orden y seguridad p煤blica, es un grave error. En el PV hab铆a un problema de terrorismo. En Catalu帽a hay una amplia movilizaci贸n social democr谩tica y pac铆fica.
La represi贸n no solo no es justa; tampoco pr谩ctica. El Estado puede suspender la autonom铆a catalana pero en alg煤n momento tendr谩 que restablecerla; puede inhabilitar a la actual clase pol铆tica independentista, pero no impedir que se reproduzca mediante elecciones. El gobierno sostiene que va a dar la batalla a la Generalitat en defensa de la mayor铆a de los catalanes a la que se est谩 enga帽ando. ¿C贸mo saber si esto es as铆? Por supuesto, haciendo un refer茅ndum. Justo lo que, encuesta tras encuesta, reclama entre el 70 y el 80 por ciento del electorado catal谩n: hacer un refer茅ndum para ver qu茅 quieren los catalanes. El gobierno no tiene m谩s que investigar. Lo que quiere la mayor铆a de los catalanes es un refer茅ndum.
Si la represi贸n no es la soluci贸n, ¿cu谩l es? Sentarse y negociar. Negociar, ¿qu茅? Por supuesto, todo. Eso de que hay algo innegociable (la soberan铆a del pueblo espa帽ol) que va repitiendo por ah铆 Rajoy como una carraca es otra posverdad. ¿Por qu茅 es innegociable? Porque lo dice la Constituci贸n. Y la Constituci贸n, ¿qu茅 es? Una ley (y muy reciente, por cierto) que, como todas las leyes se puede cambiar. En realidad, las leyes no hacen m谩s que cambiar y no solo las humanas, tambi茅n las naturales y hasta las divinas. Porque todas las leyes se hicieron para los seres humanos y no al rev茅s.
Que en un Estado democr谩tico de derecho haya algo de lo que no se puede hablar es inadmisible. Porque quien impide que se hable, impone su opini贸n como infalible, la fija como verdad incuestionable. Si alguien la cuestiona, se le reprime pues estamos en la 茅poca de la posverdad, de la represi贸n.
Es una perspectiva poco halag眉e帽a y resulta comprensible que todos hagan cuanto puedan para evitarla. Todos quiz谩 no. La negativa del gobierno a dialogar apunta a una intenci贸n de empeorar la previsi贸n en virtud, quiz谩, de aquel viejo adagio que suele atribuirse al esp铆ritu revolucionario leninista de “cuanto peor, mejor”.
La cuesti贸n es si los otros partidos espa帽oles aceptan o no uncirse al carro de guerra de la derecha. C’s parece casi destinado pues naci贸 hace una docena de a帽os como partido anticatalanista. Podemos, por el contrario, respalda la celebraci贸n de un refer茅ndum pactado y, por tanto, legal y vinculante. Si hay prohibici贸n, legitima un refer茅ndum unilateral, pero solo le da un valor pol铆tico, no jur铆dico. La inc贸gnita es el PSOE, que ha cambiado las tornas desde las primarias y cuyo SG, acabado de aterrizar, se encuentra con una l铆nea de apoyo parlamentario al PP sobre la que tendr谩 que tomar una decisi贸n.
En asuntos tan graves, las decisiones no se improvisan y necesitan tiempo. Por eso S谩nchez har谩 bien en no pronunciarse en uno u otro sentido hasta tener todos los datos, valorar sus posibilidades y formular una propuesta que habr谩 de someter a consulta a la militancia. Con la marca socialdem贸crata. Por eso, as铆 como no ajusta su criterio a las orientaciones de Podemos, tampoco tiene por qu茅 responder a los desaf铆os gubernativos de que aclare el concepto de “naci贸n de naciones”. Todo a su tiempo.
Para ir haciendo tiempo y entretener a los impacientes, el PSOE puede declarar en el Parlamento que no acepta el cierre de la “v铆a de di谩logo”. Esa decisi贸n es contraria a la funci贸n esencial del gobierno que, como toda autoridad p煤blica, debe velar por la paz y el entendimiento entre los ciudadanos y no por la confrontaci贸n. Adem谩s, es ilegal, pues no media una previa decisi贸n parlamentaria que le inste a hacerlo. No tiene m谩s respaldo que una acci贸n ejecutiva. Pero si el Parlamento rechaza el cierre del di谩logo y obliga al gobierno a seguir intent谩ndolo, este tendr谩 que hacerlo.
Al final, el problema es qu茅 se lleva en concreto a una mesa de negociaci贸n, mediando entre dos posiciones antag贸nicas. Algo en lo que ambas partes est茅n de acuerdo, habiendo ambas cedido en algo. Como base podr铆a servir la siguiente propuesta: el Estado permite la celebraci贸n del refer茅ndum llam谩ndolo “consulta”, “sondeo” o como se quiera, desprovisto de eficacia jur铆dica pero con una eficacia informativa que conlleva una obligaci贸n: el Estado se compromete a abrir un proceso de reforma constitucional en un 贸rgano ad hoc, una Convenci贸n, por ejemplo, con una composici贸n que haga justicia a la reivindicaci贸n independentista. Sea cual sea el resultado de la Convenci贸n, se someter谩 a refer茅ndum por comunidades aut贸nomas, una de cuyas opciones habr谩 de ser la independencia.
¿Hay algo m谩s posverdadero que dar por cerrada una v铆a de di谩logo que no existe? Ciertamente, hace unos meses, el presidente del gobierno, en un gesto de magnanimidad unilateral decidi贸 adoptar una pol铆tica de di谩logo con la Generalitat. Despach贸 a la vicepresidenta a Barcelona, le puso all铆 un despacho desde el cual aquella empez贸 a ejercer a modo de virreina. Y ah铆 acab贸 la pol铆tica del di谩logo, en un 煤nico encuentro entre S谩enz de Santamar铆a y Junqueras para comprobar que no ten铆an nada de qu茅 dialogar. El refer茅ndum no lo permite. El di谩logo no arranc贸, pero el gobierno ya lo da por cerrado.
Es un momento de suspense, los dos contendientes en mitad de la calle desierta, mir谩ndose a los ojos bajo un sol cegador, a ver qui茅n hace el primer movimiento. De ambos lados llegan voces. Del lado del gobierno se lanzan admoniciones y amenazas y la inevitable Cospedal, ministra de Defensa, habla ya en t茅rminos castrenses de intervenci贸n militar. Califican de intento de golpe de Estado el refer茅ndum. Del lado de la Generalitat se escucha a la CUP y la ANC, as铆 como otras asociaciones de la sociedad civil, reclamando fecha para la celebraci贸n del refer茅ndum.
El escenario es de confrontaci贸n. Y de mala perspectiva porque ninguna de las partes puede echarse para atr谩s. Sin embargo, una cosa est谩 clara: la represi贸n no es una soluci贸n. Un Estado de derecho no puede sobrevivir sojuzgando a una minor铆a nacional. La traslaci贸n de la experiencia del Pa铆s Vasco a Catalu帽a, esto es, la idea de que es posible dome帽ar una reivindicaci贸n independentista trat谩ndola como una cuesti贸n de orden y seguridad p煤blica, es un grave error. En el PV hab铆a un problema de terrorismo. En Catalu帽a hay una amplia movilizaci贸n social democr谩tica y pac铆fica.
La represi贸n no solo no es justa; tampoco pr谩ctica. El Estado puede suspender la autonom铆a catalana pero en alg煤n momento tendr谩 que restablecerla; puede inhabilitar a la actual clase pol铆tica independentista, pero no impedir que se reproduzca mediante elecciones. El gobierno sostiene que va a dar la batalla a la Generalitat en defensa de la mayor铆a de los catalanes a la que se est谩 enga帽ando. ¿C贸mo saber si esto es as铆? Por supuesto, haciendo un refer茅ndum. Justo lo que, encuesta tras encuesta, reclama entre el 70 y el 80 por ciento del electorado catal谩n: hacer un refer茅ndum para ver qu茅 quieren los catalanes. El gobierno no tiene m谩s que investigar. Lo que quiere la mayor铆a de los catalanes es un refer茅ndum.
Si la represi贸n no es la soluci贸n, ¿cu谩l es? Sentarse y negociar. Negociar, ¿qu茅? Por supuesto, todo. Eso de que hay algo innegociable (la soberan铆a del pueblo espa帽ol) que va repitiendo por ah铆 Rajoy como una carraca es otra posverdad. ¿Por qu茅 es innegociable? Porque lo dice la Constituci贸n. Y la Constituci贸n, ¿qu茅 es? Una ley (y muy reciente, por cierto) que, como todas las leyes se puede cambiar. En realidad, las leyes no hacen m谩s que cambiar y no solo las humanas, tambi茅n las naturales y hasta las divinas. Porque todas las leyes se hicieron para los seres humanos y no al rev茅s.
Que en un Estado democr谩tico de derecho haya algo de lo que no se puede hablar es inadmisible. Porque quien impide que se hable, impone su opini贸n como infalible, la fija como verdad incuestionable. Si alguien la cuestiona, se le reprime pues estamos en la 茅poca de la posverdad, de la represi贸n.
Es una perspectiva poco halag眉e帽a y resulta comprensible que todos hagan cuanto puedan para evitarla. Todos quiz谩 no. La negativa del gobierno a dialogar apunta a una intenci贸n de empeorar la previsi贸n en virtud, quiz谩, de aquel viejo adagio que suele atribuirse al esp铆ritu revolucionario leninista de “cuanto peor, mejor”.
La cuesti贸n es si los otros partidos espa帽oles aceptan o no uncirse al carro de guerra de la derecha. C’s parece casi destinado pues naci贸 hace una docena de a帽os como partido anticatalanista. Podemos, por el contrario, respalda la celebraci贸n de un refer茅ndum pactado y, por tanto, legal y vinculante. Si hay prohibici贸n, legitima un refer茅ndum unilateral, pero solo le da un valor pol铆tico, no jur铆dico. La inc贸gnita es el PSOE, que ha cambiado las tornas desde las primarias y cuyo SG, acabado de aterrizar, se encuentra con una l铆nea de apoyo parlamentario al PP sobre la que tendr谩 que tomar una decisi贸n.
En asuntos tan graves, las decisiones no se improvisan y necesitan tiempo. Por eso S谩nchez har谩 bien en no pronunciarse en uno u otro sentido hasta tener todos los datos, valorar sus posibilidades y formular una propuesta que habr谩 de someter a consulta a la militancia. Con la marca socialdem贸crata. Por eso, as铆 como no ajusta su criterio a las orientaciones de Podemos, tampoco tiene por qu茅 responder a los desaf铆os gubernativos de que aclare el concepto de “naci贸n de naciones”. Todo a su tiempo.
Para ir haciendo tiempo y entretener a los impacientes, el PSOE puede declarar en el Parlamento que no acepta el cierre de la “v铆a de di谩logo”. Esa decisi贸n es contraria a la funci贸n esencial del gobierno que, como toda autoridad p煤blica, debe velar por la paz y el entendimiento entre los ciudadanos y no por la confrontaci贸n. Adem谩s, es ilegal, pues no media una previa decisi贸n parlamentaria que le inste a hacerlo. No tiene m谩s respaldo que una acci贸n ejecutiva. Pero si el Parlamento rechaza el cierre del di谩logo y obliga al gobierno a seguir intent谩ndolo, este tendr谩 que hacerlo.
Al final, el problema es qu茅 se lleva en concreto a una mesa de negociaci贸n, mediando entre dos posiciones antag贸nicas. Algo en lo que ambas partes est茅n de acuerdo, habiendo ambas cedido en algo. Como base podr铆a servir la siguiente propuesta: el Estado permite la celebraci贸n del refer茅ndum llam谩ndolo “consulta”, “sondeo” o como se quiera, desprovisto de eficacia jur铆dica pero con una eficacia informativa que conlleva una obligaci贸n: el Estado se compromete a abrir un proceso de reforma constitucional en un 贸rgano ad hoc, una Convenci贸n, por ejemplo, con una composici贸n que haga justicia a la reivindicaci贸n independentista. Sea cual sea el resultado de la Convenci贸n, se someter谩 a refer茅ndum por comunidades aut贸nomas, una de cuyas opciones habr谩 de ser la independencia.