OPINIÓN de Ileana Alamilla.- Recientemente, Amnistía Internacional inició una campaña denominada “Valiente”, para detener la ola de ataques contra personas que defienden los derechos humanos, entre ellas los periodistas, luego de que se conociera que en 2016 se incrementó el número de víctimas que afrontan “niveles inéditos de persecución, intimidación y violencia”; pide que los países adopten medidas eficaces para protegerlos.
En Guatemala esta alerta pasa desapercibida, ya que hay muchos, diversos y graves problemas, tanto que un escándalo o un drama que nos deja estupefactos al día siguiente se queda opacado con otro peor. Pero para quienes hemos seguido de cerca lo que sucede con los periodistas en México, estamos conscientes de que nuestro temor, manifestado reiteradamente, se puede ir materializando; los escenarios altamente peligrosos que están ocurriendo allá contra la prensa pueden correrse hacia nuestro territorio.
El Gremio Periodístico Organizado de México dijo que “nuevamente alza la voz para demandar justicia y exigir a las autoridades que paren estos crímenes que han convertido al país en cementerio de periodistas”, al referirse al asesinato a mansalva del prestigiado periodista y escritor Javier Valdez Cárdenas, corresponsal del diario en Sinaloa y de La Jornada y redactor del semanario estatal Riodoce.
Valdez era un experto en el tema de la delincuencia organizada, con un abundante trabajo sobre narcotráfico y violencia. Presentó a finales del año pasado su libro Narcoperiodismo, la prensa en medio del crimen y la denuncia, el cual trata precisamente de “esa preocupación de mirarnos de frente, hacia adentro”, como lo dijo Valdez en una entrevista con su diario, en octubre de 2016: “No hablamos solo de narcotráfico, una de nuestras acechanzas más feroces. Hablamos también de cómo nos acecha el gobierno. De cómo vivimos en una redacción infiltrada por el narco, al lado de algún compañero en quien no puedes confiar porque quizá sea el que pasa informes al gobierno o los delincuentes”, apuntó.
“Señalamos también a los empresarios, a los dueños y ejecutivos de los medios, que priorizan el negocio, que están más preocupados por la ganancia que por contar la historia de lo que está pasando en nuestro país, o de lo que pueda pasarles a sus reporteros, a sus empleados”. De ese tamaño era la consecuencia y la valentía de quien hoy es un mártir más del periodismo latinoamericano.
Su crimen nos ha conmocionado y las protestas llegan también de Europa y Estados Unidos, donde su talento y capacidades son reconocidos. Nuestra incondicional solidaridad con el gremio periodístico mexicano.
México ha sido catalogado como el segundo país más violento del mundo después de Siria, según el informe anual del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Londres, presentado la semana anterior.
Guatemala también está ubicada como un país altamente riesgoso, incluso más que El Salvador y Honduras, en un listado en el que también aparecen Brasil, México, Argentina y Colombia, entre los 13 países más peligrosos de todo el mundo, según una publicación del periódico británico The Independent.
Voces de alerta se han alzado para advertir del peligro en que estamos los periodistas guatemaltecos, tanto desde la Relatoría de la Libertad de Expresión de la OEA como de entidades nacionales e internacionales, pero se han estrellado con la sordera de un gobierno al que cualquier cosa le es indiferente.
Aquí al parecer estamos conformes con que pasa todo y no pasa nada, no hay conducción ni decisión, nadie quiere asumir compromiso. Tenemos un Estado paralizado.
En Guatemala esta alerta pasa desapercibida, ya que hay muchos, diversos y graves problemas, tanto que un escándalo o un drama que nos deja estupefactos al día siguiente se queda opacado con otro peor. Pero para quienes hemos seguido de cerca lo que sucede con los periodistas en México, estamos conscientes de que nuestro temor, manifestado reiteradamente, se puede ir materializando; los escenarios altamente peligrosos que están ocurriendo allá contra la prensa pueden correrse hacia nuestro territorio.
El Gremio Periodístico Organizado de México dijo que “nuevamente alza la voz para demandar justicia y exigir a las autoridades que paren estos crímenes que han convertido al país en cementerio de periodistas”, al referirse al asesinato a mansalva del prestigiado periodista y escritor Javier Valdez Cárdenas, corresponsal del diario en Sinaloa y de La Jornada y redactor del semanario estatal Riodoce.
Valdez era un experto en el tema de la delincuencia organizada, con un abundante trabajo sobre narcotráfico y violencia. Presentó a finales del año pasado su libro Narcoperiodismo, la prensa en medio del crimen y la denuncia, el cual trata precisamente de “esa preocupación de mirarnos de frente, hacia adentro”, como lo dijo Valdez en una entrevista con su diario, en octubre de 2016: “No hablamos solo de narcotráfico, una de nuestras acechanzas más feroces. Hablamos también de cómo nos acecha el gobierno. De cómo vivimos en una redacción infiltrada por el narco, al lado de algún compañero en quien no puedes confiar porque quizá sea el que pasa informes al gobierno o los delincuentes”, apuntó.
“Señalamos también a los empresarios, a los dueños y ejecutivos de los medios, que priorizan el negocio, que están más preocupados por la ganancia que por contar la historia de lo que está pasando en nuestro país, o de lo que pueda pasarles a sus reporteros, a sus empleados”. De ese tamaño era la consecuencia y la valentía de quien hoy es un mártir más del periodismo latinoamericano.
Su crimen nos ha conmocionado y las protestas llegan también de Europa y Estados Unidos, donde su talento y capacidades son reconocidos. Nuestra incondicional solidaridad con el gremio periodístico mexicano.
México ha sido catalogado como el segundo país más violento del mundo después de Siria, según el informe anual del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Londres, presentado la semana anterior.
Guatemala también está ubicada como un país altamente riesgoso, incluso más que El Salvador y Honduras, en un listado en el que también aparecen Brasil, México, Argentina y Colombia, entre los 13 países más peligrosos de todo el mundo, según una publicación del periódico británico The Independent.
Voces de alerta se han alzado para advertir del peligro en que estamos los periodistas guatemaltecos, tanto desde la Relatoría de la Libertad de Expresión de la OEA como de entidades nacionales e internacionales, pero se han estrellado con la sordera de un gobierno al que cualquier cosa le es indiferente.
Aquí al parecer estamos conformes con que pasa todo y no pasa nada, no hay conducción ni decisión, nadie quiere asumir compromiso. Tenemos un Estado paralizado.