OPINI脫N de Mauricio Casta帽o H., Colombia.- Hasta que por fin sucedi贸 el milagro. El negocio era tan perfecto que literalmente hac铆a llover dinero, ya no se contaba billete por billete sino montones por montones de alta denominaci贸n. Fue un gran salto en la econom铆a en todos sus sectores: industrial, parque automotor, construcci贸n, etc. La crisis cafetera hizo emerger la siembra de coca. Entre par茅ntesis, la crisis tambi茅n para el campesino que se vio arrojado a una nueva realidad del mundo de lo ilegal, para donde mirara estaba atrapado por cualquier bando, bien fuera narcotraficantes, paramilitares o guerrillas de izquierda. La guerra era un camino obligado. Todos los caminos conduc铆an a la guerra. Pero m谩s que repetir datos macroecon贸micos o decir que el insigne Pablo Escobar logr贸 dominar el ochenta por ciento del tr谩fico de coca en el mundo, nos interesa m谩s presentar la palabra Recogida muy usada en el argot mafioso para referirse a los que nosotros podemos denominar una especie de sucesi贸n ilegal.
Uno recoge algo que est谩 regado o disperso, el campesino recoge su cosecha, el vendedor recoge las frutas acabadas de regar. Pero... ¿Y el mafioso? ¿Qu茅 recoge el mafioso? Es sabido que entre pillos muchos negocios se hacen al margen de la ley, no acuden a la norma porque muchos de sus negocios bordean lo il铆cito, entonces no tienen m谩s que confiar en la palabra empe帽ada, es una especie de negocio virtual del mundo criminal. En la bonanza cocalera en los inicios de los a帽os ochenta, los negocios de bienes inmuebles, casas, fincas, carros circulaban a buen ritmo, era una de las maneras de blanquear los dineros producto del narcotr谩fico. Este ritmo fue alterado con la exigencia hecha por el gobierno de EE.UU. a Colombia para que ejerciera control, pero m谩s que un tema de lucha antidrogas, de salud p煤blica o de combatir la criminalidad, era m谩s bien una preocupaci贸n por la fuga de capitales.
Entonces con esta presi贸n pol铆tica dirigida hacia los narcos, 茅stos, en apuros ante la nueva geopol铆tica, empezaron a buscar liquidez y esto signific贸 exigencias entre los propios narcos, y es cosa sabida sus m茅todos de violencia cruda a los que acuden para solucionar sus problemas, para ajustar sus cuentas. Los m谩s sensibles sobre quienes se enfoc贸 el radar fueron los que estaban en condici贸n de extraditados, apresados en el propio pa铆s o ca铆dos en desgracias por cualquier situaci贸n. Hay un dicho que dice que todo en la vida se paga y en el mundo criminal se paga con dinero, c谩rcel o con la muerte. Los acreedores son como hienas que caen sobre el desgraciado y lo van despedazando hasta estar saciados.
Refiero una historia contada por un vecino que fue testigo de un narco ca铆do en desgracia. 脡ste viv铆a en un barrio clase media en una casa grande y algo ostentosa en comparaci贸n con las del vecindario. A este vecino narco siempre se le ve铆a en camionetas lujosas, cada ocho d铆as conduc铆a una distinta. Todos los fines de semana viajaban a una de tantas fincas, todos los vecinos le guardaban un cierto cari帽o, pues era amable y generoso, saludaba y sonre铆a a quien se topaba, hab铆a en 茅l esa esencia que suelen tener las gentes humildes que no cambian su personalidad ante alguna racha de suerte; 茅l pod铆a darse ciertos gustos. Cuentan que en conversaciones hac铆a mofa de uno de sus socios que le llamaban el burro de oro (el sentimiento popular tiene esa sagacidad de poner apodos exactas para describir ciertas realidades), llamado as铆 porque estaba ba帽ado tanto en riqueza como de su mal gusto y ordinariez.
Aquel hombre de negocios de polvo blanco era un buen esposo y buen padre, dos hijos de trece y quince a帽os, y una ni帽a que hac铆a unos pocos meses aprendi贸 sus primeros pasos. Este hombre dedicado a su familia, que no hubo noche en que faltara al calor del hogar, ese hombre contemplador que cada fin de semana iba con toda su familia a una de sus fincas distintas, result贸 que un d铆a se fue para jam谩s volver. Su familia lo extra帽贸 en los primeros meses, despu茅s lo odi贸 por la desgracia transferida. Otra cama, otra casa, otra ciudad eran su lugar para esconderse. Todas esas camionetas diferentes en las que paseaba y exhib铆a, todas esas fincas de recreo en las que se quedaba los fines de semana fueron recogidas o entradas en esa especie de sucesi贸n virtual del crimen organizado.
Fueron tiempos duros para estos narcos. Todo era normal hasta que el tiempo le hizo una mala jugada, los narcos estaban en apuros y necesitaban liquidez, las rutas del narcotr谩fico hacia el exterior y en general la situaci贸n de la justicia jugaban en su contra, cuerpos de polic铆a y de inteligencia le respiraban en la nuca como suele decirse. A todos los narcos los ten铆an asfixiados econ贸micamente, el negocio no flu铆a, se dificultaba el env铆o de coca para el exterior y si eso pasaba no hab铆a dinero que traer, entonces no hab铆a de otra que la recogida.
Es una historia muchas veces contada, pero dejemos el contexto y volvamos a la palabra Recoger. Siguiendo con el personaje en menci贸n, sucedi贸 que una vez ca铆do en desgracia, no le bast贸 con huir y esconderse. Los narcos no se conforman con eso, ellos tienen sus m茅todos violentos por fuera de la legalidad para ajustar sus cuentas. Dec铆amos de la palabra Recoger, es la que usan para hacer una especie de sucesi贸n y cobrarse deudas rezagadas. Con la familia de nuestro personaje sucedi贸 que un d铆a aparecieron unos se帽ores envalentonados, violentos, sicarios, matones de barrio mandados por esos acreedores, y entonces sin pedir permiso van echando mano de objetos valiosos aqu铆 y all谩 hasta desmantelar todo, siguen escudri帽ando en cualquier recodo en busca de alguna caleta o fortuna que el fugitivo alguna vez pudo haber mencionado. Es una primera barrida que ninguna familia quisiera pasar por esa violenta situaci贸n, ver c贸mo en un abrir y cerrar de ojos, de un momento a otro su casa es despojada, ver c贸mo el fr谩gil castillo de naipes construido se viene al suelo, se derrumba.
Pasan los d铆as y no basta con haber destruido el castillo de naipes. Llegan otros pistoleros m谩s agresivos y desalojan, echan a los habitantes de la casa hacia afuera, f铆sicamente los botan, y frente a la ley de la pistola, frente a la ley del pillo no hay nada que increpar. Ahora un rancho, una miserable pieza, cualquier trabajo son bendici贸n de alg煤n dios que da techo y comida para la familia desamparada. As铆 suceden con toda clase de bienes muebles e inmuebles, todo es objeto de recogida. Ilustremos con otros ejemplos muy sonados, Pablo Escobar estando en prisi贸n, mand贸 a citar a quienes le estaban jugando traici贸n, los apellidados Galeano, despu茅s de torturas y haberles logrado sacar la informaci贸n de sus caletas, dan muerte, cuenta la leyenda popular que sus cuerpos fueron fritos en gigantescas pailas y servidos a los guardianes. Otro hecho documentado por la prensa nacional, es la del extraditado narco cale帽o alias chocolate, sus acreedores en su af谩n de recoger sus deudas secuestraron como prendas a su esposa, y sus hijos adolescentes y peque帽os de dos y tres a帽os. Es una crueldad sin l铆mites.
Sin entrar en detalles, la Ley colombiana ha tenido que verse con estos impostores en anteriores procesos de paz como falsas v铆ctimas, que se postulan como acreedores en simples negocios que tan s贸lo son ajustes de cuentas entre criminales pero que ellos quieren revestir de legales, es tambi茅n la querella, nos parece, de un lote en Llanogrande, exclusivo sector entre Medell铆n y Rionegro.
Quisimos quiz谩 por curiosidad presentar esta palabra de Recogida en referencia particular al mundo de la criminalidad. Es una simple ociosidad la que nos anima y que puede ser 煤til para un momento de diversi贸n, no sin antes advertir un cierto halo de escalofr铆o por estar te帽ida con sangre y dolor en los m茅todos que se usan en esa violencia desenfrenada.
Uno recoge algo que est谩 regado o disperso, el campesino recoge su cosecha, el vendedor recoge las frutas acabadas de regar. Pero... ¿Y el mafioso? ¿Qu茅 recoge el mafioso? Es sabido que entre pillos muchos negocios se hacen al margen de la ley, no acuden a la norma porque muchos de sus negocios bordean lo il铆cito, entonces no tienen m谩s que confiar en la palabra empe帽ada, es una especie de negocio virtual del mundo criminal. En la bonanza cocalera en los inicios de los a帽os ochenta, los negocios de bienes inmuebles, casas, fincas, carros circulaban a buen ritmo, era una de las maneras de blanquear los dineros producto del narcotr谩fico. Este ritmo fue alterado con la exigencia hecha por el gobierno de EE.UU. a Colombia para que ejerciera control, pero m谩s que un tema de lucha antidrogas, de salud p煤blica o de combatir la criminalidad, era m谩s bien una preocupaci贸n por la fuga de capitales.
Entonces con esta presi贸n pol铆tica dirigida hacia los narcos, 茅stos, en apuros ante la nueva geopol铆tica, empezaron a buscar liquidez y esto signific贸 exigencias entre los propios narcos, y es cosa sabida sus m茅todos de violencia cruda a los que acuden para solucionar sus problemas, para ajustar sus cuentas. Los m谩s sensibles sobre quienes se enfoc贸 el radar fueron los que estaban en condici贸n de extraditados, apresados en el propio pa铆s o ca铆dos en desgracias por cualquier situaci贸n. Hay un dicho que dice que todo en la vida se paga y en el mundo criminal se paga con dinero, c谩rcel o con la muerte. Los acreedores son como hienas que caen sobre el desgraciado y lo van despedazando hasta estar saciados.
Refiero una historia contada por un vecino que fue testigo de un narco ca铆do en desgracia. 脡ste viv铆a en un barrio clase media en una casa grande y algo ostentosa en comparaci贸n con las del vecindario. A este vecino narco siempre se le ve铆a en camionetas lujosas, cada ocho d铆as conduc铆a una distinta. Todos los fines de semana viajaban a una de tantas fincas, todos los vecinos le guardaban un cierto cari帽o, pues era amable y generoso, saludaba y sonre铆a a quien se topaba, hab铆a en 茅l esa esencia que suelen tener las gentes humildes que no cambian su personalidad ante alguna racha de suerte; 茅l pod铆a darse ciertos gustos. Cuentan que en conversaciones hac铆a mofa de uno de sus socios que le llamaban el burro de oro (el sentimiento popular tiene esa sagacidad de poner apodos exactas para describir ciertas realidades), llamado as铆 porque estaba ba帽ado tanto en riqueza como de su mal gusto y ordinariez.
Aquel hombre de negocios de polvo blanco era un buen esposo y buen padre, dos hijos de trece y quince a帽os, y una ni帽a que hac铆a unos pocos meses aprendi贸 sus primeros pasos. Este hombre dedicado a su familia, que no hubo noche en que faltara al calor del hogar, ese hombre contemplador que cada fin de semana iba con toda su familia a una de sus fincas distintas, result贸 que un d铆a se fue para jam谩s volver. Su familia lo extra帽贸 en los primeros meses, despu茅s lo odi贸 por la desgracia transferida. Otra cama, otra casa, otra ciudad eran su lugar para esconderse. Todas esas camionetas diferentes en las que paseaba y exhib铆a, todas esas fincas de recreo en las que se quedaba los fines de semana fueron recogidas o entradas en esa especie de sucesi贸n virtual del crimen organizado.
Fueron tiempos duros para estos narcos. Todo era normal hasta que el tiempo le hizo una mala jugada, los narcos estaban en apuros y necesitaban liquidez, las rutas del narcotr谩fico hacia el exterior y en general la situaci贸n de la justicia jugaban en su contra, cuerpos de polic铆a y de inteligencia le respiraban en la nuca como suele decirse. A todos los narcos los ten铆an asfixiados econ贸micamente, el negocio no flu铆a, se dificultaba el env铆o de coca para el exterior y si eso pasaba no hab铆a dinero que traer, entonces no hab铆a de otra que la recogida.
Es una historia muchas veces contada, pero dejemos el contexto y volvamos a la palabra Recoger. Siguiendo con el personaje en menci贸n, sucedi贸 que una vez ca铆do en desgracia, no le bast贸 con huir y esconderse. Los narcos no se conforman con eso, ellos tienen sus m茅todos violentos por fuera de la legalidad para ajustar sus cuentas. Dec铆amos de la palabra Recoger, es la que usan para hacer una especie de sucesi贸n y cobrarse deudas rezagadas. Con la familia de nuestro personaje sucedi贸 que un d铆a aparecieron unos se帽ores envalentonados, violentos, sicarios, matones de barrio mandados por esos acreedores, y entonces sin pedir permiso van echando mano de objetos valiosos aqu铆 y all谩 hasta desmantelar todo, siguen escudri帽ando en cualquier recodo en busca de alguna caleta o fortuna que el fugitivo alguna vez pudo haber mencionado. Es una primera barrida que ninguna familia quisiera pasar por esa violenta situaci贸n, ver c贸mo en un abrir y cerrar de ojos, de un momento a otro su casa es despojada, ver c贸mo el fr谩gil castillo de naipes construido se viene al suelo, se derrumba.
Pasan los d铆as y no basta con haber destruido el castillo de naipes. Llegan otros pistoleros m谩s agresivos y desalojan, echan a los habitantes de la casa hacia afuera, f铆sicamente los botan, y frente a la ley de la pistola, frente a la ley del pillo no hay nada que increpar. Ahora un rancho, una miserable pieza, cualquier trabajo son bendici贸n de alg煤n dios que da techo y comida para la familia desamparada. As铆 suceden con toda clase de bienes muebles e inmuebles, todo es objeto de recogida. Ilustremos con otros ejemplos muy sonados, Pablo Escobar estando en prisi贸n, mand贸 a citar a quienes le estaban jugando traici贸n, los apellidados Galeano, despu茅s de torturas y haberles logrado sacar la informaci贸n de sus caletas, dan muerte, cuenta la leyenda popular que sus cuerpos fueron fritos en gigantescas pailas y servidos a los guardianes. Otro hecho documentado por la prensa nacional, es la del extraditado narco cale帽o alias chocolate, sus acreedores en su af谩n de recoger sus deudas secuestraron como prendas a su esposa, y sus hijos adolescentes y peque帽os de dos y tres a帽os. Es una crueldad sin l铆mites.
Sin entrar en detalles, la Ley colombiana ha tenido que verse con estos impostores en anteriores procesos de paz como falsas v铆ctimas, que se postulan como acreedores en simples negocios que tan s贸lo son ajustes de cuentas entre criminales pero que ellos quieren revestir de legales, es tambi茅n la querella, nos parece, de un lote en Llanogrande, exclusivo sector entre Medell铆n y Rionegro.
Quisimos quiz谩 por curiosidad presentar esta palabra de Recogida en referencia particular al mundo de la criminalidad. Es una simple ociosidad la que nos anima y que puede ser 煤til para un momento de diversi贸n, no sin antes advertir un cierto halo de escalofr铆o por estar te帽ida con sangre y dolor en los m茅todos que se usan en esa violencia desenfrenada.