OPINI脫N de Ana Cuevas Pascual.- Apenas se habla de ellas. Los informativos hacen una breve rese帽a en la secci贸n de sucesos sobre unos hechos que se repiten con tanta frecuencia que parecen solo fr铆as estad铆sticas. Casi no hay lugar a ponerles un nombre, una cara, una biograf铆a que las reivindique como seres humanos plenos de anhelos e ilusiones, no como an贸nimas v铆ctimas. Fallecen, dice la prensa, a manos de sus maridos, compa帽eros o de un tarado que se siente despechado y por ello con derecho a arrebatarles la vida. En realidad, son asesinadas porque algunos hombres entienden a la mujer como un objeto, ni siquiera una mascota. Estranguladas, acuchilladas, molidas a golpes, a menudo delante de sus hijos. Esos hijos que pasan a ser parte del sangriento plan del criminal, a veces su propio padre. ¿Qu茅 mejor manera de intentar saciar su irracional odio que aniquilar lo que esas mujeres m谩s quer铆an? Y si sobreviven, arrastrar谩n toda la vida el horrible estigma de saber que fue pap谩 quien mat贸 a mam谩. ¿C贸mo se puede superar eso?
Este 煤ltimo fin de semana han sido tres. Una en Ciudad Lineal (Madrid), estrangulada. Otra en Collado Villalba (Madrid) apareci贸 maniatada y asfixiada con una bolsa de pl谩stico en la cabeza. Y en unas pocas horas la tercera en Molina de Segura (Murcia), una mujer de treinta a帽os madre de un ni帽o de cuatro. A machetazos. Se llamaba Beatriz.
Su padre, ex-concejal del PP en la localidad, manifest贸 en un tuit su desgarro: " Mi hija de treinta a帽os ha sido asesinada esta noche en el trabajo. Ya puedo morirme" Tristeza, impotencia, una rabia que carcome las entra帽as. Otra hija muerta, no importa la clase social, la nacionalidad, la orientaci贸n pol铆tica o religiosa, la edad... sus verdugos las igualan cosific谩ndolas, transform谩ndolas en un n煤mero m谩s de esta macabra estad铆stica. El padre de Beatriz, como tantos padres y madres en su misma situaci贸n, tambi茅n son v铆ctimas colaterales. La idiocia homicida, eso que denominan violencia machista, no solo les ha arrebatado a sus hijas. Les ha robado la alegr铆a, la esperanza. Les ha quitado lo m谩s importante de su vida.
El terrorismo machista deja un reguero de cad谩veres que supera a las v铆ctimas de ETA o de los yihadistas. La diferencia es que ellas, nuestras hijas muertas, no explotan en un tren o son acribilladas a balazos todas juntas. Mueren una a una cayendo accidentalmente en las manos de un psic贸pata que un d铆a dijo amarlas.
28 mujeres exterminadas en Espa帽a en lo que llevamos de a帽o. ¿Y si fueran 28 diputados o 28 cient铆ficos, sacerdotes o m茅dicos los asesinados? La conmoci贸n y la alarma social ser铆an enormes. Pero solo son mujeres. Hijas de alguien, hermanas, madres cuyo tr谩gico final imprime secuelas imborrables en sus familiares.
Yo no se qu茅 medidas debemos tomar para cortar esta sangr铆a a corto plazo. Pero entiendo que hay un origen com煤n en todos estos cr铆menes. Algo de lo que todas y todos somos responsables: la escasa educaci贸n en el respeto y la igualdad desde la m谩s tierna infancia. Solo as铆 podremos construir un mundo donde las mujeres y los hombres puedan mirarse a los ojos y reconocerse como semejantes.
Pero adem谩s hay que superar la insensibilidad con la que nos enfrentamos a los feminicidios. La "normalizaci贸n" de lo monstruoso. La trivializaci贸n de los patrones machistas que, hoy en d铆a, vemos reproducirse en chicas y chicos j贸venes, adolescentes que confunden el amor con la posesi贸n y los celos.
Las mujeres de Velaluz, supervivientes de maltratadores y asesinos, han vuelto a la Puerta del Sol dos meses despu茅s de finalizar una huelga de hambre. Ellas no se rinden. Se sienten estafadas por un gobierno que les prometi贸 m谩s medidas preventivas y ayudas para las v铆ctimas. "De mayor quiero estar viva" , es uno de sus slogans. En una enorme carpa, zapatos rojos y cartulinas negras por cada mujer, por cada ni帽o ca铆do en esta masacre absurda. Demasiadas sombras flotando en las conciencias.
Espero que en el futuro se miren estos actos con perplejidad. ¿C贸mo pudo pasar esto? ¿Por qu茅 la sociedad no se levant贸 un谩nime en defensa de sus hijas, de sus hermanas y madres?
Aunque ahora, si alzas la voz, corres el riesgo de que te llamen feminazi. No me importa. Pese a ello, seguir茅 clamando en el desierto por cada mujer, por cada criatura cercenada. Por Beatriz, la hija del ex-concejal pepero que siente que tambi茅n ha sido asesinado este fin de semana junto a su peque帽a. La compasi贸n est谩 a salvo de cualquier ideolog铆a.
Mi coraz贸n est谩 a su lado. Su hija podr铆a ser mi hija. Esta lacra maldita no distingue entre tirios y troyanos. Un谩monos pues. Hagamos lo imposible para que cese el llanto amargo por nuestras hijas muertas. Aqu铆 solo hay un bando. Y se lama respeto por la vida.
Este 煤ltimo fin de semana han sido tres. Una en Ciudad Lineal (Madrid), estrangulada. Otra en Collado Villalba (Madrid) apareci贸 maniatada y asfixiada con una bolsa de pl谩stico en la cabeza. Y en unas pocas horas la tercera en Molina de Segura (Murcia), una mujer de treinta a帽os madre de un ni帽o de cuatro. A machetazos. Se llamaba Beatriz.
Su padre, ex-concejal del PP en la localidad, manifest贸 en un tuit su desgarro: " Mi hija de treinta a帽os ha sido asesinada esta noche en el trabajo. Ya puedo morirme" Tristeza, impotencia, una rabia que carcome las entra帽as. Otra hija muerta, no importa la clase social, la nacionalidad, la orientaci贸n pol铆tica o religiosa, la edad... sus verdugos las igualan cosific谩ndolas, transform谩ndolas en un n煤mero m谩s de esta macabra estad铆stica. El padre de Beatriz, como tantos padres y madres en su misma situaci贸n, tambi茅n son v铆ctimas colaterales. La idiocia homicida, eso que denominan violencia machista, no solo les ha arrebatado a sus hijas. Les ha robado la alegr铆a, la esperanza. Les ha quitado lo m谩s importante de su vida.
El terrorismo machista deja un reguero de cad谩veres que supera a las v铆ctimas de ETA o de los yihadistas. La diferencia es que ellas, nuestras hijas muertas, no explotan en un tren o son acribilladas a balazos todas juntas. Mueren una a una cayendo accidentalmente en las manos de un psic贸pata que un d铆a dijo amarlas.
28 mujeres exterminadas en Espa帽a en lo que llevamos de a帽o. ¿Y si fueran 28 diputados o 28 cient铆ficos, sacerdotes o m茅dicos los asesinados? La conmoci贸n y la alarma social ser铆an enormes. Pero solo son mujeres. Hijas de alguien, hermanas, madres cuyo tr谩gico final imprime secuelas imborrables en sus familiares.
Yo no se qu茅 medidas debemos tomar para cortar esta sangr铆a a corto plazo. Pero entiendo que hay un origen com煤n en todos estos cr铆menes. Algo de lo que todas y todos somos responsables: la escasa educaci贸n en el respeto y la igualdad desde la m谩s tierna infancia. Solo as铆 podremos construir un mundo donde las mujeres y los hombres puedan mirarse a los ojos y reconocerse como semejantes.
Pero adem谩s hay que superar la insensibilidad con la que nos enfrentamos a los feminicidios. La "normalizaci贸n" de lo monstruoso. La trivializaci贸n de los patrones machistas que, hoy en d铆a, vemos reproducirse en chicas y chicos j贸venes, adolescentes que confunden el amor con la posesi贸n y los celos.
Las mujeres de Velaluz, supervivientes de maltratadores y asesinos, han vuelto a la Puerta del Sol dos meses despu茅s de finalizar una huelga de hambre. Ellas no se rinden. Se sienten estafadas por un gobierno que les prometi贸 m谩s medidas preventivas y ayudas para las v铆ctimas. "De mayor quiero estar viva" , es uno de sus slogans. En una enorme carpa, zapatos rojos y cartulinas negras por cada mujer, por cada ni帽o ca铆do en esta masacre absurda. Demasiadas sombras flotando en las conciencias.
Espero que en el futuro se miren estos actos con perplejidad. ¿C贸mo pudo pasar esto? ¿Por qu茅 la sociedad no se levant贸 un谩nime en defensa de sus hijas, de sus hermanas y madres?
Aunque ahora, si alzas la voz, corres el riesgo de que te llamen feminazi. No me importa. Pese a ello, seguir茅 clamando en el desierto por cada mujer, por cada criatura cercenada. Por Beatriz, la hija del ex-concejal pepero que siente que tambi茅n ha sido asesinado este fin de semana junto a su peque帽a. La compasi贸n est谩 a salvo de cualquier ideolog铆a.
Mi coraz贸n est谩 a su lado. Su hija podr铆a ser mi hija. Esta lacra maldita no distingue entre tirios y troyanos. Un谩monos pues. Hagamos lo imposible para que cese el llanto amargo por nuestras hijas muertas. Aqu铆 solo hay un bando. Y se lama respeto por la vida.