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“Resistencia es vida”


Se estrena en Argentina el documental Resistencia es vida del director kurdo Apo W.Bazidi.

El realizador habla sobre cómo fue la experiencia de filmar a ambos lados de la frontera entre Siria y Turquía, un hecho que lo marcó definitivamente, no sólo en términos profesionales.

Nathalia Benavides/Resumen Medio Oriente/Kurdistán América Latina, 26 de mayo de 2017 – Apo nació y creció en el Kurdistan norte (Turquía oriental) y decidió mudarse a los Estados Unidos después de graduarse en la escuela secundaria. “Fue una decisión educativa. Siempre quise continuar con mi formación en cine y Hollywood era el lugar para hacerlo”, sostiene Bazidi, quien continúa viviendo allí desde ese momento.



Desde niño estuvo interesado en escribir y narrar historias que focalizan en cuestiones sociales y en la importancia del entrecruzamiento entre distintas culturas. Comenzó sus estudios de cine en el City College de San Francisco en 2006 y se graduó con una Licenciatura en Cine y Producción Televisiva en la Universidad del Sur de California en el año 2011.






No es la primera vez que este director aborda la temática de Kurdistán en su producción cinematográfica. Ya en el año 2010, su corto Homeland -en la que a través de una intensa y metafórica partida de ajedrez va narrando mediante flashbacks la historia de guerras y ocupaciones que sufrió ese territorio- fue reconocido y premiado como el “Mejor cortometraje” en el Festival de Cine Kurdo-Americano en la ciudad de Dallas.

Es por ello que la decisión de filmar en Rojava (Kurdistán sirio) se convirtió casi en una cuestión natural en el transcurso de los hechos, aunque nadie podría atreverse a afirmar que rodar en un contexto de guerra puede naturalizarse de algún modo. “No fue una decisión difícil –afirma el director- porque hacía un tiempo que estaba allí como voluntario en los campos de refugiados, así que cuando llegó la oportunidad, estaba listo para poder mostrar el otro lado de la frontera”.

Berxwedan Jiyane, el título elegido para este trabajo, significa “Resistencia es vida” y no es sólo un lema popular kurdo, sino que da cuenta de un modo de ser y estar en el mundo.

El film -que será presentado el próximo lunes a las 21 horas en el Auditorio APSEE (San José 225, CABA) en el marco del 7° Festival Internacional de Cine Politico (FICiP)-, documenta las muchas caras de esa resistencia a lo largo de ocho meses a ambos lados de la frontera y proporciona una mirada profunda y conmovedora, pero alejada de los golpes bajos y de cualquier tipo de recurso efectista.



A través de esta obra es posible acercarse al extraordinario espíritu que hay detrás de la primera victoria contra el Estado Islámico (ISIS), particularmente en la ciudad de Kobanê –ubicada en Rojava, Kurdistán sirio- que se ha convertido en un símbolo de libertad para todo el mundo. Su población, conformada en aquel momento por casi un 80 por ciento de mujeres, expulsó a ISIS del territorio, en una gesta definitivamente heroica y recordada por todos los pueblos que acudieron, de algún modo, a su llamado desesperado de apoyo y solidaridad ante un ataque tan bestial.

La película precisamente tiene como protagonista a Evlin, una niña de ocho años de edad que escapó de Kobanê con su familia en septiembre de 2014. Una de las tantas historias detrás de las miles de familias que debieron cruzar hacia Turquía huyendo del terror, aún sabiendo que del otro lado, en el mejor de los casos, sólo les esperaban condiciones de mera supervivencia.

Apo nos cuenta cómo fue ese primer encuentro con ella: “Conocí a Evlin durante mi segunda semana como voluntario en los campamentos. Estaba allí como traductor de los médicos que habían ido a vacunar a los niños. Mientras estaba filmando el campamento, ella se apareció frente a mi cámara como un ángel desde el cielo y me preguntó si quería entrevistarla. Ese fue el momento en que el corazón y el alma de este proyecto se convirtieron en Evlin. Ella es un ser humano único, es hermosa y poderosa. Nunca he visto a una niña de su edad con tanto coraje y tanta pasión”.

Evlin aún vive en ese hacinado campamento de refugiados en el lado turco junto a su familia, tan cerca de la frontera que era posible ver el humo de las explosiones cuando su ciudad continuaba siendo atacada.



vlin y Apo siguen en contacto y según el cineasta “la situación es más o menos la misma. Quizás a esta altura han encontrado cierta forma de pertenencia”. El director lo dice más como un deseo que como una certeza, y agrega: “Estar allí fue muy especial para mí. Pude vivir, experimentar y a la vez filmar todo lo que ahí sucede. Fue emocionalmente difícil al principio ver el dolor y el sufrimiento en los campamentos. Pero luego uno se acostumbra, en cierto modo, y desde allí se construye la esperanza que viene fundamentalmente de todos ellos. Porque a pesar de vivir en las peores condiciones imaginables, son las personas más fuertes y más positivas que he conocido en mi vida. Eso fue lo que más me empujó a contar esta historia. Por supuesto, estar en una zona de guerra nunca es fácil, pero me fui de allí con el valor suficiente para poder contar lo que sucede tanto en el frente como en los campos”.

Con el deseo constante de volver a Rojava algún día para reencontrarse con las familias y los amigos que dejó y que hoy son una parte importante de su vida, Apo afirma: “Fue allí donde aprendí a ser fuerte y a apreciar la vida. En síntesis, aprendí el verdadero significado de que la resistencia es la vida”. Y señala: “La revolución de Rojava es una revolución para todos aquellos sin prejuicios. Está basada en la idea de aceptación de todas las personas. Su visión es el ideal que todos nosotros queremos para vivir en este mundo. De pie unos con otros y respetando a todos”.

La historia épica de la liberación de Kobanê y las miles de historias que pueden contarse a partir de ella, pueden entretejerse como un todo a través de los indestructibles lazos de solidaridad que desde allí se construyeron entre los pueblos. No se trató sólo de un ataque a una ciudad determinada en medio de una nueva guerra en Medio Oriente, sino un ataque a toda la humanidad. Lo que se disputó en Kobanê fueron dos modos de concebir la vida completamente antagónicos y desde esa convicción es que cientos de voluntarios llegaron en aquellos días a la frontera entre Turquía y Siria para apoyar a los refugiados, e incluso cruzar hacia Rojava para unirse a las fuerzas guerrilleras kurdas.

Las valientes mujeres que combaten en Kobanê, que llevan las armas junto a los hombres para defender sus derechos y que aspiran a construir día a día una sociedad libre, esos luchadores son los héroes de Evlin.

“Creo que hay muchas maneras de organizarnos frente a las necesidades”, dice Bazidi. Cada día más y más gente conoce lo que está sucediendo en todo el Kurdistán y en eso mucho han tenido que ver las organizaciones y colectivos que han asumido el compromiso de difundir la causa y lo que allí está pasando. “También es posible como individuos construir puentes entre unos y otros. Sin dudas allí se necesitan muchas cosas para sobrevivir pero también se puede necesitar simplemente amor o lazos de amistad o aprender de otras culturas. Definitivamente podemos alimentarnos unos con otros estando en contacto, no sólo en términos materiales sino emocionalmente. Compartir el dolor de uno es muchas veces la más grande de las ayudas”

Acerca de la presentación

Dentro de la “Sección No Competitiva”, el FICiP presenta una serie de proyecciones agrupadas en Focos Internacionales (FI) correspondientes a cada país. Contrariamente a lo que sucede en otros festivales en los que las producciones kurdas suelen presentarse de acuerdo al país oficial de procedencia (Turquía, Irán, Irak o Siria, las cuatro partes en las que fue dividido el territorio), en este caso los organizadores han decidido adoptar un criterio político respetuoso de la identidad del pueblo kurdo, ya que se ha establecido específicamente un “Foco Internacional de Kurdistán” (FIK), lo cual merece ser señalado, toda vez que demuestra una absoluta coherencia con los principios sobre los que se sostiene esta iniciativa.

El equipo organizador está conformado por profesionales de cine y del periodismo, cuyo Consejo Directivo está constituido por Rosana Salas -como productora audiovisual y periodística-, Clara Isasmendi -en la Programación-, Clelia Isasmendi -productora general y de documentales- y el escritor y guionista Osvaldo Cascella -como editor audiovisual-.

Dentro del FIK será presentado también el documental Sara – Una vida de lucha dirigido por la cineasta Dersim Zêrevan, quien fue estudiante del respetado director kurdo Halil Uysal, quien estuvo más de diez años documentando la vida de las guerrillas en las montañas antes de morir en una emboscada del Ejército turco en 2008.

Bazidi reconoce la importancia de este tipo de eventos, no sólo por la posibilidad individual de poder exhibir su trabajo ante un público que quizás de otro modo resulta inaccesible, sino porque está convencido de que el cine tiene la capacidad de convertirse en una herramienta de transformación, que está muy lejos de ser pretensiosa. “No tengo más expectativas que la de conectar mundos”, sostiene. Y vaya si lo hace cuando, desde su mirada, nos acerca toda la ternura que creemos ya perdida en este mundo.

Otros modos de producción son posibles

Todos sabemos que no es fácil la producción audiovisual casi en ninguna parte, pero en algunos casos la dificultad es infinitamente mayor. El mismo director cuenta que “en términos económicos, terminar este proyecto ha sido posible después de un recorrido muy difícil”. “Mis tarjetas de crédito han superado todos los límites”, confiesa casi con resignación.

Resistencia es vida es una película independiente que ha sido apoyada por la familia, los amigos, y un pequeño subsidio proveniente de una organización en Turquía que suele promover proyectos documentales.

En este sentido, la participación de Donato Bragagnolo y Courtnay Robbins, amigos y compañeros de Bazidi desde la universidad, “fueron fundamentales para la concreción de este proyecto”, asegura el director. Ambos se encargaron de la fotografía del film desde una búsqueda alejada de la estetización del horror, pero pudiendo captar desde sus lentes toda la belleza que en medio de la guerra, y aún tratándose del formato documental, les fue posible encontrar. “Donato y Courtney vinieron al campamento no sólo para filmar sino para sumarse como voluntarios. Su ayuda fue enorme y estoy muy agradecido de haber podido compartir esa experiencia con ellos y con tantos otros durante esas semanas de intenso trabajo”, recuerda.

Para llevar adelante el film crearon Producciones del corazón, una organización sin fines de lucro que les permitió a través de donaciones realizadas por particulares desde su página web, afrontar principalmente los gastos de postproducción y difusión del trabajo.

Al margen de los caminos que se elijan para concretarlo, y aún teniendo en cuenta los diferentes contextos de producción, Bazidi remarca que “hay algo que es universal y son las emociones. Por supuesto cada uno tiene su punto de vista sobre estas cuestiones, pero en lugar de hablar sobre una ‘perspectiva occidental’, diría que mi enfoque estuvo puesto en invocar las emociones globales. Por supuesto, los estudios que desde Occidente se han hecho sobre el cine y la técnica tienen una gran influencia en mi trabajo, porque en definitiva mi objetivo final fue contar una historia humana dentro del mundo occidental”. Al tiempo explica que “todas las historias que se cuenten desde el corazón serán siempre las mejor contadas”.

Berxwedan jiyane es sin lugar a dudas una de esas historias y en pocos días vamos a tener la oportunidad de verla en Buenos Aires, esperando que pueda ser proyectada en muchos otros lugares.





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