OPINI脫N de S貌nia Farr茅.- El jueves 29 habr谩 un antes y un despu茅s. Es el d铆a en que el Congreso de los Diputados votar谩 la ratificaci贸n del CETA, el segundo de los tr谩mites que el gobierno habr谩 llevado a esta c谩mara por iniciativa propia. El primero fue el martes 20 en la comisi贸n de exteriores que no pudo retransmitirse en directo por saturaci贸n de comisiones. Evidentemente, esta opacidad al PP le va de perlas; nunca ha querido que este sea un debate p煤blico: ni ciudadano ni parlamentario.
El Gobierno se apresur贸 a firmar el CETA en el consejo de ministros de la UE estando en funciones; cuando en noviembre varios grupos parlamentarios exig铆amos un refer茅ndum sobre el tratado, el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperaci贸n solicit贸 un dictamen del Consejo de Estado para ver si se pod铆a saltar las c谩maras legislativas y dar luz verde al acuerdo sin m谩s; el registro de la documentaci贸n fue incompleto y m谩s tarde en la mesa del congreso PP, Ciudadanos y PSOE intentaron que no se pudiera debatir en el pleno sobre la necesidad de un control previo de constitucionalidad; y al no poder evitarlo, lo fusionaron con el debate de la enmienda a la totalidad para que quedara diluido.
Ha quedado claro que el PP ten铆a y tiene miedo a que se debata sobre el CETA, porque cuanto m谩s se sabe de este tipo de tratados de libre comercio, m谩s rechazo generan. Prisas, poco ruido y chapuzas con un tratado que empez贸 a negociarse en 2009 y no se hizo p煤blico hasta 2014 y que no es el 煤nico: al m谩s conocido TTIP, deberemos sumarle, por ejemplo, el JEFTA con Jap贸n y del que se acaban de filtrar la documentaci贸n y que confirma de nuevo que estos tratados se negocian de espaldas a la ciudadan铆a.
El objetivo principal de los Tratados de Libre Comercio (TLC) es eliminar las "barreras no arancelarias", esto es las leyes y los reglamentos que durante a帽os se han construido para limitar el poder corporativo y favorecer pol铆ticas y servicios sociales y medioambientales. El CETA es uno de esos tratados que establecen tribunales de arbitraje que pueden convertir en papel mojado las propias leyes, este fue el principal obst谩culo que llev贸 a Paul Magnette, presidente socialista de Valonia, a negarse a ratificar el CETA, que no permite que los gobiernos legislen libremente por el inter茅s p煤blico.
Entonces, ¿por qu茅 tanto inter茅s por el tratado con Canad谩? Los argumentos que en general se han esgrimido para defenderlo son b谩sicamente dos: que Canad谩 es un socio importante y que el comercio genera puestos de trabajo y es bueno para la econom铆a. Sin embargo, para el estado espa帽ol, Canad谩 no es m谩s que un socio residual que apenas llega al 0,5 % de las exportaciones espa帽olas. Y tampoco es cierto el segundo argumento: son las PyMEs y los aut贸nomos los que generan el 70 % de los puestos de trabajo y ser谩n unos de los grandes perjudicados al tener que competir con las grandes multinacionales a las que los TLC benefician. Tampoco se sostiene que mejorar谩n la econom铆a, ya tenemos experiencia en recetas neoliberales: la excusa de la deuda ha servido en la 煤ltima d茅cada para imponernos austeridad, asumir las deudas de la banca privada, privatizar y precarizar servicios y restarnos derechos laborales y sociales. Ya sabemos el resultado: mientras el PP afirma que la situaci贸n econ贸mica mejora, nos encontramos con una sociedad m谩s empobrecida y m谩s precaria donde, eso s铆, los ricos son m谩s ricos. Los TLC no son m谩s que un nuevo mecanismo de aplicaci贸n de ese mismo neoliberalismo. Sindicatos, asociaciones ecologistas, feministas, jueces, PyMEs se han organizado hace algunos a帽os en la campa帽a No Al TTIP para alertar de los peligros que acarrea el CETA. Incluso se han conocido reticencias dentro del Consejo General del Poder Judicial en esta 煤ltima semana.
Evidentemente, la sostenibilidad de la vida o el respeto a los l铆mites planetarios no est谩n en los valores que gu铆an el CETA. A menudo se apela a la Declaraci贸n conjunta entre Canad谩 y Alemania para justificar que se respetan los derechos laborales o medioambientales, pero 茅sta y las dem谩s declaraciones a帽adidas al tratado -tal y como nos respondi贸 el gobierno a una pregunta parlamentaria en noviembre- son declaraciones pol铆ticas, interpretaciones del tratado, pero aquello que es vinculante y lo que se aplicar谩 es el CETA, no sus declaraciones, por lo tanto.
Ante este panorama, ya conoc铆amos de lo absurdo que es que partidos como el PP y el PDeCAT digan defender la soberan铆a nacional pero no duden en regal谩rsela a las multinacionales que les esperan con la puerta giratoria abierta cuando se “jubilen” de la pol铆tica. Es especialmente singular el caso de PDeCAT que se declara soberanista, pero que se abstuvo en la moci贸n de censura contra el PP, vot贸 contra los estibadores y ahora se colmar谩 de gloria ratificando un tratado que cede competencias reguladoras b谩sicas a organismos ni elegidos ni fiscalizables que confieren derechos extraordinarios a inversores extranjeros, cercenando la capacidad de los poderes p煤blicos para ordenar sectores econ贸micos fundamentales.
Afortunadamente, el PSOE ha anunciado un cambio de posici贸n respecto al CETA. Tampoco es nada nuevo que haya debate interno al respecto porque ya se conoc铆an posiciones diversas en ayuntamientos y parlamentos del estado y del resto de Europa. Es positivo para que podamos trabajar por un proyecto europeo que tenga como pilares los derechos humanos, la democracia y el desarrollo sostenible: un proyecto europeo que ponga la vida en el centro y deje de buscar terceros pa铆ses que solucionen una crisis de desplazamientos global como si no fuera con nosotras y deje de imponer austeridad a las clases populares.
Sin embargo, Pedro S谩nchez ha afirmado que se abstendr谩n y eso no es una buena noticia. No es no, y abstenerse es declarar que tiene luz verde. Cristina Narbona afirm贸 en su cuenta de Twitter que no apoyar铆an el tratado porque no es de izquierdas, y tiene raz贸n, no lo es. Aqu铆 no cabe una abstenci贸n: para partidos que declaran no ser de izquierdas ni de derechas ya ten铆amos a Ciudadanos. Para construir una alternativa al PP hace falta un PSOE valiente, capaz de decir alto y claro que NO es NO.
S貌nia Farr茅, diputada por Barcelona de En Com煤 Podem
El Gobierno se apresur贸 a firmar el CETA en el consejo de ministros de la UE estando en funciones; cuando en noviembre varios grupos parlamentarios exig铆amos un refer茅ndum sobre el tratado, el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperaci贸n solicit贸 un dictamen del Consejo de Estado para ver si se pod铆a saltar las c谩maras legislativas y dar luz verde al acuerdo sin m谩s; el registro de la documentaci贸n fue incompleto y m谩s tarde en la mesa del congreso PP, Ciudadanos y PSOE intentaron que no se pudiera debatir en el pleno sobre la necesidad de un control previo de constitucionalidad; y al no poder evitarlo, lo fusionaron con el debate de la enmienda a la totalidad para que quedara diluido.
Ha quedado claro que el PP ten铆a y tiene miedo a que se debata sobre el CETA, porque cuanto m谩s se sabe de este tipo de tratados de libre comercio, m谩s rechazo generan. Prisas, poco ruido y chapuzas con un tratado que empez贸 a negociarse en 2009 y no se hizo p煤blico hasta 2014 y que no es el 煤nico: al m谩s conocido TTIP, deberemos sumarle, por ejemplo, el JEFTA con Jap贸n y del que se acaban de filtrar la documentaci贸n y que confirma de nuevo que estos tratados se negocian de espaldas a la ciudadan铆a.
El objetivo principal de los Tratados de Libre Comercio (TLC) es eliminar las "barreras no arancelarias", esto es las leyes y los reglamentos que durante a帽os se han construido para limitar el poder corporativo y favorecer pol铆ticas y servicios sociales y medioambientales. El CETA es uno de esos tratados que establecen tribunales de arbitraje que pueden convertir en papel mojado las propias leyes, este fue el principal obst谩culo que llev贸 a Paul Magnette, presidente socialista de Valonia, a negarse a ratificar el CETA, que no permite que los gobiernos legislen libremente por el inter茅s p煤blico.
Entonces, ¿por qu茅 tanto inter茅s por el tratado con Canad谩? Los argumentos que en general se han esgrimido para defenderlo son b谩sicamente dos: que Canad谩 es un socio importante y que el comercio genera puestos de trabajo y es bueno para la econom铆a. Sin embargo, para el estado espa帽ol, Canad谩 no es m谩s que un socio residual que apenas llega al 0,5 % de las exportaciones espa帽olas. Y tampoco es cierto el segundo argumento: son las PyMEs y los aut贸nomos los que generan el 70 % de los puestos de trabajo y ser谩n unos de los grandes perjudicados al tener que competir con las grandes multinacionales a las que los TLC benefician. Tampoco se sostiene que mejorar谩n la econom铆a, ya tenemos experiencia en recetas neoliberales: la excusa de la deuda ha servido en la 煤ltima d茅cada para imponernos austeridad, asumir las deudas de la banca privada, privatizar y precarizar servicios y restarnos derechos laborales y sociales. Ya sabemos el resultado: mientras el PP afirma que la situaci贸n econ贸mica mejora, nos encontramos con una sociedad m谩s empobrecida y m谩s precaria donde, eso s铆, los ricos son m谩s ricos. Los TLC no son m谩s que un nuevo mecanismo de aplicaci贸n de ese mismo neoliberalismo. Sindicatos, asociaciones ecologistas, feministas, jueces, PyMEs se han organizado hace algunos a帽os en la campa帽a No Al TTIP para alertar de los peligros que acarrea el CETA. Incluso se han conocido reticencias dentro del Consejo General del Poder Judicial en esta 煤ltima semana.
Evidentemente, la sostenibilidad de la vida o el respeto a los l铆mites planetarios no est谩n en los valores que gu铆an el CETA. A menudo se apela a la Declaraci贸n conjunta entre Canad谩 y Alemania para justificar que se respetan los derechos laborales o medioambientales, pero 茅sta y las dem谩s declaraciones a帽adidas al tratado -tal y como nos respondi贸 el gobierno a una pregunta parlamentaria en noviembre- son declaraciones pol铆ticas, interpretaciones del tratado, pero aquello que es vinculante y lo que se aplicar谩 es el CETA, no sus declaraciones, por lo tanto.
Ante este panorama, ya conoc铆amos de lo absurdo que es que partidos como el PP y el PDeCAT digan defender la soberan铆a nacional pero no duden en regal谩rsela a las multinacionales que les esperan con la puerta giratoria abierta cuando se “jubilen” de la pol铆tica. Es especialmente singular el caso de PDeCAT que se declara soberanista, pero que se abstuvo en la moci贸n de censura contra el PP, vot贸 contra los estibadores y ahora se colmar谩 de gloria ratificando un tratado que cede competencias reguladoras b谩sicas a organismos ni elegidos ni fiscalizables que confieren derechos extraordinarios a inversores extranjeros, cercenando la capacidad de los poderes p煤blicos para ordenar sectores econ贸micos fundamentales.
Afortunadamente, el PSOE ha anunciado un cambio de posici贸n respecto al CETA. Tampoco es nada nuevo que haya debate interno al respecto porque ya se conoc铆an posiciones diversas en ayuntamientos y parlamentos del estado y del resto de Europa. Es positivo para que podamos trabajar por un proyecto europeo que tenga como pilares los derechos humanos, la democracia y el desarrollo sostenible: un proyecto europeo que ponga la vida en el centro y deje de buscar terceros pa铆ses que solucionen una crisis de desplazamientos global como si no fuera con nosotras y deje de imponer austeridad a las clases populares.
Sin embargo, Pedro S谩nchez ha afirmado que se abstendr谩n y eso no es una buena noticia. No es no, y abstenerse es declarar que tiene luz verde. Cristina Narbona afirm贸 en su cuenta de Twitter que no apoyar铆an el tratado porque no es de izquierdas, y tiene raz贸n, no lo es. Aqu铆 no cabe una abstenci贸n: para partidos que declaran no ser de izquierdas ni de derechas ya ten铆amos a Ciudadanos. Para construir una alternativa al PP hace falta un PSOE valiente, capaz de decir alto y claro que NO es NO.
S貌nia Farr茅, diputada por Barcelona de En Com煤 Podem