OPINI脫N de Adrian Mac Liman.- Hace apenas unas semanas, el presidente Trump nos deleit贸 con su ret贸rica al ensalzar el apego del pueblo polaco por los “valores europeos”: tradici贸n, religiosidad y, ante todo, animadversi贸n frente a Rusia. Trump no dud贸 en poner a Polonia como “ejemplo” de la incondicional e indispensable defensa del legado del Viejo Continente. Un extra帽o paradigma que, de paso sea dicho, no comparten ni avalan los socios comunitarios de Varsovia.
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El presidente Trump recibido en Polonia con honores militares
Sin embargo, conviene se帽alar la presencia en la tribuna de honor de oficiales de los ej茅rcitos de Ruman铆a y de los Estados b谩lticos, as铆 como de altos cargos de la Alianza Atl谩ntica destacados en la regi贸n. ¿Pura casualidad? No, en absoluto. La visita del actual inquilino de la Casa Blanca a este pa铆s del Este europeo ten铆a una finalidad muy concreta: la puesta en marcha de la “Iniciativa de los Tres Mares”, un macro proyecto de independencia energ茅tica auspiciado por los Estados Unidos.
Sus beneficiarios: Polonia, Hungr铆a, la Rep煤blica Checa, Eslovaquia, Ruman铆a, Bulgaria, Lituania, Estonia, Letonia, Croacia, Eslovenia y Austria. Es decir, todos los Estados que podr铆an o, mejor dicho, deber铆an prescindir de las exportaciones de gas natural ruso, que inciden en las relaciones entre Mosc煤 y Occidente.
No se trata de un plan nuevo; la Iniciativa fue ideada durante la presidencia de Barack Obama, cuando Washington se comprometi贸 a acabar con la dependencia energ茅tica de Europa occidental. Pero, ¿c贸mo? Las importaciones de gas natural norteamericano resultan demasiado onerosas. Jugar la carta de los pa铆ses del Golfo P茅rsico parec铆a hasta cierto punto arriesgado, cuando no disparatado. ¿Otras alternativas? ¡C贸mo no! La respuesta se hallaba muy cerca de los confines de la Madre Rusia. Washington apostaba por… el gas natural noruego. Todo, con tal de desplazar al Kremlin. Y todo, con tal de reabrir la brecha entre “viejos” y “nuevos” miembros de la Uni贸n Europea.
No se trata, record茅moslo, de una meta de la administraci贸n Trump. La estratagema fue empleada en 2003 por el entonces presidente Bush, para justificar el apoyo de los nuevos aliados de la OTAN durante la intervenci贸n en Irak.
Conviene se帽alar que, al igual que en aquella 茅poca, muchos pol铆ticos de Europa oriental no dudan en sucumbir a los cantos de sirena de Washington. Tampoco hay que extra帽arse: las misiones diplom谩ticas estadounidenses en el Este europeo se han convertido en cajas de resonancia de la pol铆tica de Washington, velando tambi茅n por la “moralidad” pol铆tica, la eficacia econ贸mica y los niveles de transparencia de las autoridades de los nuevos Estados miembros de la UE.
“Si hay que escoger entre la UE y la OTAN, digamos tres veces “s铆” a la OTAN”, afirmaba recientemente un asesor pol铆tico del presidente de Ruman铆a. Tres veces OTAN, tres veces la Iniciativa de los Tres Mares, tres veces… Obviamente, la Casa Blanca recurre, una vez m谩s, a la t谩ctica del “divide y reinar谩s”. Esta vez, el objetivo no es la Rusia de Putin, sino la propia Uni贸n Europea. Con Trump, el anti europe铆smo ha adquirido carta la naturaleza en la capital del Imperio.
“Polonia es el coraz贸n de Europa”, afirmaba el presidente norteamericano en Varsovia. Pero se vio obligado a a帽adir: “desde el punto de vista geogr谩fico”.
Una Polona totalitaria
Desde el punto de vista meramente ideol贸gico, a los europeos les preocupa la deriva totalitaria de las autoridades polacas. El pa铆s est谩 lejos de aceptar las reglas de juego de la UE, de respetar el concepto de Estado de Derecho. La reciente ley sobre la reforma del Tribunal Constitucional, la mordaza a los medios de comunicaci贸n estatales, que permite nombrar periodistas “a dedo”, la normativa sobre el embarazo y el aborto, la negativa a admitir refugiados “no cristianos”, irritan sobremanera a la Comisi贸n Europea, que amenaz贸 con retirar a Varsovia el derecho de voto y de limitar e incluso suspender la concesi贸n de fondos europeos.
¿El “ejemplo polaco”? Hoy por hoy, los 煤nicos dispuestos a seguir por esta senda son los ultraconservadores h煤ngaros, m谩s propensos a aliarse con Mosc煤 que aceptar la disciplina comunitaria.
En resumidas cuentas, la brecha entre las dos Europas corre el riesgo de ensancharse.
Sin embargo, conviene se帽alar la presencia en la tribuna de honor de oficiales de los ej茅rcitos de Ruman铆a y de los Estados b谩lticos, as铆 como de altos cargos de la Alianza Atl谩ntica destacados en la regi贸n. ¿Pura casualidad? No, en absoluto. La visita del actual inquilino de la Casa Blanca a este pa铆s del Este europeo ten铆a una finalidad muy concreta: la puesta en marcha de la “Iniciativa de los Tres Mares”, un macro proyecto de independencia energ茅tica auspiciado por los Estados Unidos.
Sus beneficiarios: Polonia, Hungr铆a, la Rep煤blica Checa, Eslovaquia, Ruman铆a, Bulgaria, Lituania, Estonia, Letonia, Croacia, Eslovenia y Austria. Es decir, todos los Estados que podr铆an o, mejor dicho, deber铆an prescindir de las exportaciones de gas natural ruso, que inciden en las relaciones entre Mosc煤 y Occidente.
No se trata de un plan nuevo; la Iniciativa fue ideada durante la presidencia de Barack Obama, cuando Washington se comprometi贸 a acabar con la dependencia energ茅tica de Europa occidental. Pero, ¿c贸mo? Las importaciones de gas natural norteamericano resultan demasiado onerosas. Jugar la carta de los pa铆ses del Golfo P茅rsico parec铆a hasta cierto punto arriesgado, cuando no disparatado. ¿Otras alternativas? ¡C贸mo no! La respuesta se hallaba muy cerca de los confines de la Madre Rusia. Washington apostaba por… el gas natural noruego. Todo, con tal de desplazar al Kremlin. Y todo, con tal de reabrir la brecha entre “viejos” y “nuevos” miembros de la Uni贸n Europea.
No se trata, record茅moslo, de una meta de la administraci贸n Trump. La estratagema fue empleada en 2003 por el entonces presidente Bush, para justificar el apoyo de los nuevos aliados de la OTAN durante la intervenci贸n en Irak.
Conviene se帽alar que, al igual que en aquella 茅poca, muchos pol铆ticos de Europa oriental no dudan en sucumbir a los cantos de sirena de Washington. Tampoco hay que extra帽arse: las misiones diplom谩ticas estadounidenses en el Este europeo se han convertido en cajas de resonancia de la pol铆tica de Washington, velando tambi茅n por la “moralidad” pol铆tica, la eficacia econ贸mica y los niveles de transparencia de las autoridades de los nuevos Estados miembros de la UE.
“Si hay que escoger entre la UE y la OTAN, digamos tres veces “s铆” a la OTAN”, afirmaba recientemente un asesor pol铆tico del presidente de Ruman铆a. Tres veces OTAN, tres veces la Iniciativa de los Tres Mares, tres veces… Obviamente, la Casa Blanca recurre, una vez m谩s, a la t谩ctica del “divide y reinar谩s”. Esta vez, el objetivo no es la Rusia de Putin, sino la propia Uni贸n Europea. Con Trump, el anti europe铆smo ha adquirido carta la naturaleza en la capital del Imperio.
“Polonia es el coraz贸n de Europa”, afirmaba el presidente norteamericano en Varsovia. Pero se vio obligado a a帽adir: “desde el punto de vista geogr谩fico”.
Una Polona totalitaria
Desde el punto de vista meramente ideol贸gico, a los europeos les preocupa la deriva totalitaria de las autoridades polacas. El pa铆s est谩 lejos de aceptar las reglas de juego de la UE, de respetar el concepto de Estado de Derecho. La reciente ley sobre la reforma del Tribunal Constitucional, la mordaza a los medios de comunicaci贸n estatales, que permite nombrar periodistas “a dedo”, la normativa sobre el embarazo y el aborto, la negativa a admitir refugiados “no cristianos”, irritan sobremanera a la Comisi贸n Europea, que amenaz贸 con retirar a Varsovia el derecho de voto y de limitar e incluso suspender la concesi贸n de fondos europeos.
¿El “ejemplo polaco”? Hoy por hoy, los 煤nicos dispuestos a seguir por esta senda son los ultraconservadores h煤ngaros, m谩s propensos a aliarse con Mosc煤 que aceptar la disciplina comunitaria.
En resumidas cuentas, la brecha entre las dos Europas corre el riesgo de ensancharse.