OPINI脫N de Xavier Ca帽o Tamayo.- Se celebr贸 el 40潞 aniversario de las primeras elecciones democr谩ticas en Espa帽a en 1977. Pero la jaleada Transici贸n, de la que esas elecciones fueron eje, no fue el tiempo de concordia que se pretende. El 3 de marzo de 1976 tres trabajadores murieron en Vitoria por disparos de la Polic铆a Armada. Dos m谩s morir铆an d铆as m谩s tarde. De la brutal represi贸n da cuenta una comunicaci贸n por radio de la polic铆a que actu贸 en Vitoria, minutos despu茅s de las muertes, recuperada y revelada posteriormente: “Dile a Salinas que les hemos dado la paliza m谩s grande de la historia“.
Cuatro meses despu茅s, Mart铆n Villa, un franquista reformista, ocup贸 la cartera de Gobernaci贸n, que luego se llam贸 Interior. En menos de tres a帽os murieron 44 espa帽oles a manos de la polic铆a y otros 108 fueron heridos de gravedad y hospitalizados por disparos de polic铆as y grupos de extrema derecha que colaboraban en reprimir manifestaciones. Una Transici贸n que no fue tiempo de paz, sino de violencia por represi贸n constante, terrorismo y guerra sucia. De 1975 a 1983, en Espa帽a hubo 591 muertes por terrorismo de extrema izquierda, extrema derecha, guerra sucia y represi贸n, seg煤n el libro La Transici贸n Sangrienta de Mariano S谩nchez. De esos muertos, 188 fueron homicidios para mantener el orden, alentados e incluso organizados desde alguna cloaca del Estado, seg煤n S谩nchez. Adem谩s, en el a帽o de elecciones 1977, la Polic铆a carg贸 muy violentamente contra hombres y mujeres en unas 800 manifestaciones en toda Espa帽a. Porque imponer el orden p煤blico era determinante para frenar a la izquierda que finalmente renunci贸 a ocupar las calles.
Los franquistas reformistas supieron pronto que el tinglado franquista o parecido no era posible, muerto el dictador. Aunque al principio de la llamada transici贸n tampoco ten铆an intenci贸n de ir a una democracia sino montar algo controlable. Pero grandes sectores de la poblaci贸n espa帽ola, liderados por la clase trabajadora, se movilizaron contra la dictadura y el gato por liebre en pol铆tica. Desde 1973 a 1982, Espa帽a fue el pa铆s europeo con mayor agitaci贸n social y las mayores protestas obreras conocidas en Europa occidental desde el final de la segunda guerra mundial. Como nos han contado Sartorius y Alberto Sabio en su obra El Final de la dictadura, solo en 1976 hubo m谩s de 17.700 huelgas en las que se dejaron de trabajar 150 millones de horas. Esa presi贸n trabajadora y popular hizo posible acceder a una democracia aceptable. Tras cada movimiento positivo de la monarqu铆a o de los franquistas reformistas hab铆a siempre grandes movilizaciones obreras. Huelgas y movilizaciones, por ejemplo, movieron al rey a despedir al presidente del gobierno, Carlos Arias Navarro, tan incapaz de controlarlas como de proponer algo viable.
Pero, como cuenta Ferran Gallego, una 茅lite pol铆tica franquista control贸 buena parte de la Transici贸n desde el Estado y la Constituci贸n no surgi贸 de la ruptura con la dictadura sino por la alianza del reformismo franquista con PSOE y PCE, sobre todo. Fue un ministro franquista, Adolfo Su谩rez (que fue secretario general del Movimiento Nacional, el partido 煤nico franquista), quien prepar贸 las primeras elecciones.
Los franquistas nunca tuvieron voluntad de ir hacia una democracia y si la Transici贸n no acab贸 en agua de borrajas fue por la movilizaci贸n de la clase trabajadora. La izquierda quer铆a la ruptura pero no conf铆o en la clase trabajadora y en la ciudadan铆a y acept贸 la reforma. Carrillo propuso al PCE aceptar al rey y la bandera rojigualda, sin consulta democr谩tica alguna, atemorizando al Comit茅 Central con el ruido de sables.
Para disponer del escenario completo, cabe recordar que, adem谩s de la condena de la Espa帽a franquista por la ONU en febrero de 1946, el Consejo de Europa en 2006 conden贸 de nuevo las “violaciones graves de Derechos Humanos cometidas en Espa帽a por el r茅gimen franquista de 1939 a1975“. La ONU tambi茅n suspende a Espa帽a por mantener s铆mbolos franquistas, por la Ley de Amnist铆a de 1977 (que viola la legislaci贸n internacional e impide juzgar cr铆menes franquistas), por suprimir la Justicia Universal y por negarse a exhumar desaparecidos localizados y forzar que las exhumaciones sean privadas.
Hoy siguen pendientes los grandes problemas pol铆ticos (Estado y naciones, forma de Estado…) porque la canonizada Transici贸n y lo que vino despu茅s no han sabido resolverlos. Lo que lleva a pensar de nuevo en romper con todo eso.
Cuatro meses despu茅s, Mart铆n Villa, un franquista reformista, ocup贸 la cartera de Gobernaci贸n, que luego se llam贸 Interior. En menos de tres a帽os murieron 44 espa帽oles a manos de la polic铆a y otros 108 fueron heridos de gravedad y hospitalizados por disparos de polic铆as y grupos de extrema derecha que colaboraban en reprimir manifestaciones. Una Transici贸n que no fue tiempo de paz, sino de violencia por represi贸n constante, terrorismo y guerra sucia. De 1975 a 1983, en Espa帽a hubo 591 muertes por terrorismo de extrema izquierda, extrema derecha, guerra sucia y represi贸n, seg煤n el libro La Transici贸n Sangrienta de Mariano S谩nchez. De esos muertos, 188 fueron homicidios para mantener el orden, alentados e incluso organizados desde alguna cloaca del Estado, seg煤n S谩nchez. Adem谩s, en el a帽o de elecciones 1977, la Polic铆a carg贸 muy violentamente contra hombres y mujeres en unas 800 manifestaciones en toda Espa帽a. Porque imponer el orden p煤blico era determinante para frenar a la izquierda que finalmente renunci贸 a ocupar las calles.
Los franquistas reformistas supieron pronto que el tinglado franquista o parecido no era posible, muerto el dictador. Aunque al principio de la llamada transici贸n tampoco ten铆an intenci贸n de ir a una democracia sino montar algo controlable. Pero grandes sectores de la poblaci贸n espa帽ola, liderados por la clase trabajadora, se movilizaron contra la dictadura y el gato por liebre en pol铆tica. Desde 1973 a 1982, Espa帽a fue el pa铆s europeo con mayor agitaci贸n social y las mayores protestas obreras conocidas en Europa occidental desde el final de la segunda guerra mundial. Como nos han contado Sartorius y Alberto Sabio en su obra El Final de la dictadura, solo en 1976 hubo m谩s de 17.700 huelgas en las que se dejaron de trabajar 150 millones de horas. Esa presi贸n trabajadora y popular hizo posible acceder a una democracia aceptable. Tras cada movimiento positivo de la monarqu铆a o de los franquistas reformistas hab铆a siempre grandes movilizaciones obreras. Huelgas y movilizaciones, por ejemplo, movieron al rey a despedir al presidente del gobierno, Carlos Arias Navarro, tan incapaz de controlarlas como de proponer algo viable.
Pero, como cuenta Ferran Gallego, una 茅lite pol铆tica franquista control贸 buena parte de la Transici贸n desde el Estado y la Constituci贸n no surgi贸 de la ruptura con la dictadura sino por la alianza del reformismo franquista con PSOE y PCE, sobre todo. Fue un ministro franquista, Adolfo Su谩rez (que fue secretario general del Movimiento Nacional, el partido 煤nico franquista), quien prepar贸 las primeras elecciones.
Los franquistas nunca tuvieron voluntad de ir hacia una democracia y si la Transici贸n no acab贸 en agua de borrajas fue por la movilizaci贸n de la clase trabajadora. La izquierda quer铆a la ruptura pero no conf铆o en la clase trabajadora y en la ciudadan铆a y acept贸 la reforma. Carrillo propuso al PCE aceptar al rey y la bandera rojigualda, sin consulta democr谩tica alguna, atemorizando al Comit茅 Central con el ruido de sables.
Para disponer del escenario completo, cabe recordar que, adem谩s de la condena de la Espa帽a franquista por la ONU en febrero de 1946, el Consejo de Europa en 2006 conden贸 de nuevo las “violaciones graves de Derechos Humanos cometidas en Espa帽a por el r茅gimen franquista de 1939 a1975“. La ONU tambi茅n suspende a Espa帽a por mantener s铆mbolos franquistas, por la Ley de Amnist铆a de 1977 (que viola la legislaci贸n internacional e impide juzgar cr铆menes franquistas), por suprimir la Justicia Universal y por negarse a exhumar desaparecidos localizados y forzar que las exhumaciones sean privadas.
Hoy siguen pendientes los grandes problemas pol铆ticos (Estado y naciones, forma de Estado…) porque la canonizada Transici贸n y lo que vino despu茅s no han sabido resolverlos. Lo que lleva a pensar de nuevo en romper con todo eso.