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Una jornada en un hospital de Siria

Pintadas con los mensajes de "las mujeres son la revoluci贸n" y "no emigrar茅" me dan la bienvenida al norte de Siria. Pero no parece, en principio, un lugar en guerra. A los lados de la carretera se extienden campos de trigo y olivos. A pesar de todo, Siria sigue teniendo el olor a tierra fresca y a pan reci茅n horneado que recuerdo de mi infancia.

Diala Ghassan, de M茅dicos Sin Fronteras, cuenta en primera persona su visita al hospital de Tal Abyad, en la gobernaci贸n de Raqa.


Cl铆nica en el campo de desplazados de Ain Issa.Chris Huby




Sin embargo, al rato empiezan a aparecer en el camino los carteles con las fotograf铆as de los que han muerto en los combates. A partir de entonces, todo recuerda al conflicto: el gran muro construido para separar el norte de Siria de Turqu铆a, los boquetes dejados en las paredes por las bombas, los edificios derruidos, las aldeas, e incluso las ciudades, arrasadas…

A 120 km del hospital

Nos dirigimos al hospital Tal Abyad, en la gobernaci贸n de Raqqa, al sur de la frontera con Turqu铆a. El centro fue alcanzado por los bombardeos y durante un par de meses apenas pudo funcionar. Su estructura fue da帽ada y la mayor parte del equipo m茅dico saqueado. M茅dicos Sin Fronteras (MSF) presta apoyo a las salas de pediatr铆a y maternidad, y al quir贸fano. Hasta all铆 llegan pacientes de ciudades y pueblos cercanos, pero tambi茅n desde lugares que est谩n hasta a 120 km de distancia, como Raqqa, Deir Ezzor y Al Tabqa.

Las calles colindantes al hospital est谩n llenas de escombros y hay edificios a medio reconstruir. Tambi茅n sorprende la cantidad de perros callejeros que hay. Tiene su explicaci贸n. Los sirios que viv铆an en esta zona eran en su mayor铆a agricultores. Muchos de ellos ten铆an ovejas u otro tipo de ganado. Y tambi茅n uno o dos perros para proteger los animales. Cuando huyeron de los combates, hubo campesinos que dejaron atr谩s los reba帽os y los perros. Pensaban que regresar铆an a los pocos d铆as. A las pocas semanas, a lo sumo. Pero no. As铆 que cuando se quedaron sin comida empezaron a devorar los cad谩veres que quedaban tirados. Ahora esos perros siguen vagando por las calles y son peligrosos. Pero como nos dijo uno de los habitantes del barrio, “no podemos matarlos, ya tenemos bastantes muertos en este pa铆s”.

Ya en el hospital, hablo con uno de los m茅dicos. 脡l es de Raqqa. Huy贸 de all铆 porque no hab铆a suficiente material m茅dico ni equipos en la zona para continuar con su trabajo. Sol铆a haber m谩s de 60 cirujanos en esa ciudad. Ahora s贸lo quedan tres, dice. Decidi贸 asentarse en Tal Abyad porque hay un n煤mero limitado de personal m茅dico y las necesidades son extremadamente altas. Seg煤n me cuenta, reciben casos de emergencia y quir煤rgicos todos los d铆as. Relacionados con la guerra o no; pero la mayor铆a son heridos por artefactos explosivos, minas y trampas.

“Estaba jugando con una bater铆a que encontr贸 en el jard铆n”, cuenta. Pero era en realidad una trampa explosiva.

Como el ni帽o que encuentro tumbado en una cama de la sala de rayos X. Uno de sus ojos est谩 cubierto con un vendaje blanco, tiene heridas por todo su cuerpo y su camisa est谩 llena de manchas de sangre. Pregunto al m茅dico sobre el chico; pero responde el padre con l谩grimas en los ojos. “Estaba jugando con una bater铆a que encontr贸 en el jard铆n”, cuenta. Pero era en realidad una trampa explosiva.

Tiene ocho a帽os y ha perdido el ojo. Tiene adem谩s una lesi贸n abdominal y heridas de metralla en toda la parte superior de su cuerpo. Al parecer, su hermana menor estaba de pie junto a 茅l; pero sus heridas no fueron tan graves, me cuenta el padre. La familia es de Tishreen, un 谩rea en la que hasta hace poco hab铆a combates. Ahora est谩 llena de minas y restos de municiones sin explotar. Esta no es la primera vez que un ni帽o en la ciudad ha sido herido por un artefacto explosivo.

Esta guerra es injusta. Injusta para 茅l y tambi茅n para toda su generaci贸n.

El peque帽o necesitar谩 cirug铆a ocular. Y esa cirug铆a no est谩 disponible en Tal Abyad, por lo que tendr谩 que ser transferido a Qamishli o a un hospital fuera de Siria. Ese en el mejor de los casos, claro. Pues si su familia no puede permitirse ese gasto, el ni帽o vivir谩 con esta lesi贸n por siempre. Esta guerra es injusta. Injusta para 茅l y tambi茅n para toda su generaci贸n.

El personal m茅dico y los equipos de MSF no dan abasto tratando desesperadamente de que el hospital sea todo lo funcional posible para una zona de guerra, donde los suministros m茅dicos y los equipos pueden tardar a帽os en llegar, donde los retrasos y carencias son el pan de cada d铆a. Como las vacunas. El principal desaf铆o que enfrentan los equipos de vacunaci贸n aqu铆 es que a veces las vacunas son limitadas. Y los m谩s perjudicados por ello, los menores de cinco a帽os de los pueblos que rodean a Tal Abyad, que es adonde se desplazan los equipos de vacunaci贸n de MSF.

Ni帽os sin vacunar

Trabajan en el centro un d铆a a la semana y el resto del tiempo se desplazan a estos lugares con cl铆nicas m贸viles. Los equipos est谩n formados por tres persona que en cada jornada vacunan a unos 100 ni帽os en cada uno de los pueblos que visitan. Algunos de los cr铆os no han sido vacunados antes, ya sea por la falta de vacunas o porque los padres no son conscientes de la importancia de 茅stas para la salud de sus hijos.

Las salas de hospitalizaci贸n est谩n repletas. La mayor铆a est谩n dormidos. Me acerco a uno de los pocos que est谩n despiertos. Me percato de que a este joven le han tenido que amputar una pierna. Una casa fue bombardeada en un ataque a茅reo. La ofensiva acab贸 con la vida de 14 miembros de una familia. “Un amigo se enter贸 y vino a b煤scame a casa”, cuenta el joven. “Necesit谩bamos ver si pod铆amos salvar a alguien”, a帽ade. Los dos chicos subieron a la bicicleta de este joven y pusieron rumbo al lugar bombardeado. “Fue entonces cuando una mina explot贸 debajo de nosotros. Mi amigo quer铆a salvar vidas, pero perdi贸 la suya”.

Un largo silencio llena la habitaci贸n. Es s贸lo un d铆a en un hospital en el norte de Siria. ¿C贸mo habr谩n sido estos siete a帽os de guerra?















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