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La activista de los derechos de las mujeres Su Changlan necesita atención médica urgente

Las autoridades chinas deben garantizar que Su Changlan, activista de los derechos de las mujeres liberada de su detención el jueves, puede recibir la atención médica que necesita. Así lo ha manifestado Amnistía Internacional.





Su Changlan quedó en libertad tras cumplir una pena infundada de tres años de prisión por su activismo de derechos humanos. Su salud se deterioró seriamente mientras cumplía su condena a causa de las espantosas condiciones de reclusión en el Centro de Detención del Distrito de Nanhai, en el sur de China.

“Es un alivio que Su Changlan no pase otra noche en la cárcel, pero nunca debió habérlese negado su libertad, para empezar. Su injusta condena se vio agravada por las espantosas condiciones de reclusión”, manifestó Roseann Rife, directora de Investigación sobre Asia Oriental de Amnistía Internacional.

“Es imperativo que las autoridades garanticen que Su Changlan puede recibir la atención médica adecuada que necesita desesperadamente y que se le negó en prisión. Su Changlan no debería haber sido sometida al tipo de acoso e injerencias que los y las activistas de derechos humanos sufren habitualmente al ser puestos en libertad.”

Condiciones deplorables

Las autoridades chinas han acosado e intimidado reiteradamente a activistas después de su liberación, entre otras cosas imponiéndoles restricciones a su circulación y sus comunicaciones. Ha habido activistas a quienes han impedido regresar a su casa, y de quienes se cree que permanecen bajo custodia de las autoridades incluso después de su “liberación”.

Su Changlan y entre 50 y 70 personas más estaban hacinadas en una celda de 80 metros cuadrados, con un espacio de poco más de 50 cm de anchura para dormir, y con unas instalaciones higiénicas deficientes.

El tratamiento médico que recibió mientras estaba en prisión no impidió que su salud se deteriorara rápidamente. Ahora sufre enfermedades debilitantes del corazón, el hígado y la vesícula biliar a causa de los malos tratos recibidos en prisión, incluida la falta de tratamiento médico adecuado para una enfermedad preexistente. Según el derecho internacional, todas las personas, incluso las que están bajo custodia, tienen derecho al disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental.

Su Changlan fue detenida en octubre de 2014, después de haber expresado su apoyo a las manifestaciones en favor de la democracia que tuvieron lugar en Hong Kong. Durante mucho tiempo fue una espina clavada en el costado de las autoridades a causa de su activismo de derechos humanos: a lo largo de los años había hecho campaña por una multitud de cuestiones políticamente delicadas, entre ellas los derechos de la infancia, los derechos reproductivos y el derecho a la salud de las mujeres, y la democracia en China.

Su juicio se celebró en abril de 2016, pero hasta marzo de 2017 no se confirmó su condena a tres años de prisión. La sentencia dejó clara que Su Changlan era declarada culpable por sus críticas al Partido Comunista Chino, unas críticas que había publicado en las redes sociales y en sitios web extranjeros. Amnistía Internacional la consideraba presa de conciencia, detenida exclusivamente por el ejercicio pacífico de su derecho humano a la libertad de expresión.




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