Lourdes Uquillas.- En el Ártico "todo es cuestión de tiempo" para que el deshielo de amplias zonas -ahora inaccesibles- permita la entrada de grandes barcos para la explotación de minerales, advierte el explorador español y gran conocedor de esa área del planeta, Ramón Hernando Larramendi.
“Hay poca pinta de que el Ártico se transforme en un santuario como la Antártida”, asegura Larramendi en entrevista con la Agencia EFE.
El Ártico se derrite
Tras su última expedición por Groenlandia -donde reside parte del año-, Larramendi asegura que los cambios se están produciendo en todo el planeta, pero en el Ártico son más visibles -“sobre todo para una persona como yo que llevo yendo y viéndolos allí desde hace treinta años”-.
Hay poca conciencia de lo que está sucediendo en el planeta, el “Ártico es solo una punta de lanza o un adelanto” porque es donde más se puede visualizar los cambios globales, manifiesta.
Esos cambios: el deshielo de la banquisa (capa de hielo que aparece por la congelación del agua del mar en el Ártico o la Antártida) o el permafrost (capa de hielo permanentemente congelada) y las transformaciones en las corrientes marinas están afectando a la población inuit, su cultura y la economía locales.
Larramendi señala que la desaparición del hielo va asociado a “un montón de otros fenómenos”, pero para el explorador “el cambio más llamativo por el calentamiento global es la desaparición de la banquisa, “porque es como un registro de temperatura anual, como una manera de evaluarlo, medirlo”.
“Es algo que se ve físicamente y se puede comparar de año en año”, advierte, y añade, además, que se puede ver el retroceso del permafrost “en zonas donde antes no había deshielo”.
Cambios para la cultura inuit
Todos esos cambios “influyen de forma contradictoria en la cultura de los inuitporque la misma está ligada al hielo y a la pesca”.
Los cambios en las corrientes marinas están permitiendo la llegada de especies que antes no se veían, como la caballa, dice, y sostiene que no hay que olvidar que unas especies desaparecen y otras llegan porque los depredadores persiguen a sus fuentes de alimentación.
Pero las transformaciones del Ártico van a incidir en su economía en unos años, asegura el explorador.
En zonas del sur -donde las temperaturas son ahora más suaves-, se está cultivando patatas para consumo local, dice.
La explotación minera está cerca
Pero el deshielo está permitiendo la llegada de grandes barcos a amplias zonas -antes inaccesibles por el hielo-.
En unos años, lamenta Larramendi, otros de mayores dimensiones llegarán a la costa este para la explotación de la minería.
Porque “todo es cuestión de tiempo y que las materias primas suban de precio” y el mismo justifique la apertura de explotaciones en el Ártico, cuenta.
Ya se conoce que hay grandes reservas de uranio, plomo o zinc y materiales útiles para la tecnología, manifiesta, y añade que espera que ese tipo de explotación tarde aún unos diez o quince años, aunque el año pasado se aprobó un plan de explotación de plomo y zinc en la zona más remota de Groenlandia, un sitio a unos 700 kilómetros del Polo Norte. Solo es espera el deshielo, lamenta.
Imagen cedida por la expedición de Ramón H. Larramendi de los integrantes del viaje a Groenlandia. EFE
Sostiene que ahora mismo se preparan para una “gran batalla” contra la explotación a gran escala de los recursos del Ártico por los grandes intereses de Rusia, Canadá, Dinamarca, Estados Unidos, Noruega y Groenlandia.
Sin embargo la explotación de esos minerales “se está retrasando, porque en 2009-2010 en conversaciones que mantuve allí se pensaba que esa actividad estaría funcionando ya en la actualidad”, asegura.
Precisamente, cuenta, las grandes reservas de uranio se encuentran a tan solo cinco kilómetros de una población pequeña donde el explorador tiene su casa en Groenlandia, lo que está provocando mucha divergencia de opiniones.
Movimiento independentista
Pero la explotación de los minerales tiene detrás otro aspecto que es un movimiento independentista “muy similar al que tenemos con el caso de Cataluña”, asegura.
“Ese movimiento apoya la explotación de los minerales para lograr la independencia de Groenlandia y dejar la dependencia económica de Dinamarca, que casi es una anomalía dependiente”.
Actualmente hay solo una pequeña explotación de rubíes, “casi artesanal”, pero “todo indica que la minería es una de las grandes áreas del negocio en el Ártico para los próximos años”.
Mientras Larramendi sigue explorando el Ártico con su Trineo de Viento, el único vehículo ecológico para explorar zonas inaccesibles en el hielo de los polos.
El trineo dentro del plan español de investigación
Foto cedida del explorador Ramón H. Larramendi en el trineo de viento. EFE
“Estamos buscando que España adopte el trineo dentro de su Plan nacional de investigación” lo que facilitaría a la comunidad científica la realización de estudios y su actividad tanto en el Ártico como en la Antártida.
“Este año nos ha acompañado en la expedición por Groenlandia el científico australiano de la Universidad de Curtin, Ross Edwards, con una larga experiencia en el estudio de la Antártida”, dice Larramendi.
“Apoya el proyecto y las siguientes fases ante la comunidad científica”, está realizando estudios para mejorar las condiciones del trineo, sostiene.
“Todo esto lo ha patrocinado Tierras Polares y ahora contamos con el respaldo de Edwards” quien está estudiando los 44 cambios climáticos que se conoce se han producido a lo largo de la historia y los efectos que han tenido.
Pero Larramendi no es muy optimista sobre las decisiones que se puedan adoptar para parar todo el proceso de deshielo del Ártico, es cuestión de muchos cambios macroeconómicos y de consumo.
Asegura que están preparando los siguientes proyectos para el próximo año y los resultados de la última expedición las presentará el 17 de noviembre en el Ateneo de Madrid. Efeverde
Imagen cedida del científico australiano Ross Edwards durante la expedición con el explorador Ramón H. Larramendi a Groenlandia. EFE |
“Hay poca pinta de que el Ártico se transforme en un santuario como la Antártida”, asegura Larramendi en entrevista con la Agencia EFE.
El Ártico se derrite
Tras su última expedición por Groenlandia -donde reside parte del año-, Larramendi asegura que los cambios se están produciendo en todo el planeta, pero en el Ártico son más visibles -“sobre todo para una persona como yo que llevo yendo y viéndolos allí desde hace treinta años”-.
Hay poca conciencia de lo que está sucediendo en el planeta, el “Ártico es solo una punta de lanza o un adelanto” porque es donde más se puede visualizar los cambios globales, manifiesta.
Esos cambios: el deshielo de la banquisa (capa de hielo que aparece por la congelación del agua del mar en el Ártico o la Antártida) o el permafrost (capa de hielo permanentemente congelada) y las transformaciones en las corrientes marinas están afectando a la población inuit, su cultura y la economía locales.
Larramendi señala que la desaparición del hielo va asociado a “un montón de otros fenómenos”, pero para el explorador “el cambio más llamativo por el calentamiento global es la desaparición de la banquisa, “porque es como un registro de temperatura anual, como una manera de evaluarlo, medirlo”.
“Es algo que se ve físicamente y se puede comparar de año en año”, advierte, y añade, además, que se puede ver el retroceso del permafrost “en zonas donde antes no había deshielo”.
Cambios para la cultura inuit
Todos esos cambios “influyen de forma contradictoria en la cultura de los inuitporque la misma está ligada al hielo y a la pesca”.
Los cambios en las corrientes marinas están permitiendo la llegada de especies que antes no se veían, como la caballa, dice, y sostiene que no hay que olvidar que unas especies desaparecen y otras llegan porque los depredadores persiguen a sus fuentes de alimentación.
Pero las transformaciones del Ártico van a incidir en su economía en unos años, asegura el explorador.
En zonas del sur -donde las temperaturas son ahora más suaves-, se está cultivando patatas para consumo local, dice.
La explotación minera está cerca
Pero el deshielo está permitiendo la llegada de grandes barcos a amplias zonas -antes inaccesibles por el hielo-.
En unos años, lamenta Larramendi, otros de mayores dimensiones llegarán a la costa este para la explotación de la minería.
Porque “todo es cuestión de tiempo y que las materias primas suban de precio” y el mismo justifique la apertura de explotaciones en el Ártico, cuenta.
Ya se conoce que hay grandes reservas de uranio, plomo o zinc y materiales útiles para la tecnología, manifiesta, y añade que espera que ese tipo de explotación tarde aún unos diez o quince años, aunque el año pasado se aprobó un plan de explotación de plomo y zinc en la zona más remota de Groenlandia, un sitio a unos 700 kilómetros del Polo Norte. Solo es espera el deshielo, lamenta.
Imagen cedida por la expedición de Ramón H. Larramendi de los integrantes del viaje a Groenlandia. EFE
Sostiene que ahora mismo se preparan para una “gran batalla” contra la explotación a gran escala de los recursos del Ártico por los grandes intereses de Rusia, Canadá, Dinamarca, Estados Unidos, Noruega y Groenlandia.
Sin embargo la explotación de esos minerales “se está retrasando, porque en 2009-2010 en conversaciones que mantuve allí se pensaba que esa actividad estaría funcionando ya en la actualidad”, asegura.
Precisamente, cuenta, las grandes reservas de uranio se encuentran a tan solo cinco kilómetros de una población pequeña donde el explorador tiene su casa en Groenlandia, lo que está provocando mucha divergencia de opiniones.
Movimiento independentista
Pero la explotación de los minerales tiene detrás otro aspecto que es un movimiento independentista “muy similar al que tenemos con el caso de Cataluña”, asegura.
“Ese movimiento apoya la explotación de los minerales para lograr la independencia de Groenlandia y dejar la dependencia económica de Dinamarca, que casi es una anomalía dependiente”.
Actualmente hay solo una pequeña explotación de rubíes, “casi artesanal”, pero “todo indica que la minería es una de las grandes áreas del negocio en el Ártico para los próximos años”.
Mientras Larramendi sigue explorando el Ártico con su Trineo de Viento, el único vehículo ecológico para explorar zonas inaccesibles en el hielo de los polos.
El trineo dentro del plan español de investigación
Foto cedida del explorador Ramón H. Larramendi en el trineo de viento. EFE
“Estamos buscando que España adopte el trineo dentro de su Plan nacional de investigación” lo que facilitaría a la comunidad científica la realización de estudios y su actividad tanto en el Ártico como en la Antártida.
“Este año nos ha acompañado en la expedición por Groenlandia el científico australiano de la Universidad de Curtin, Ross Edwards, con una larga experiencia en el estudio de la Antártida”, dice Larramendi.
“Apoya el proyecto y las siguientes fases ante la comunidad científica”, está realizando estudios para mejorar las condiciones del trineo, sostiene.
“Todo esto lo ha patrocinado Tierras Polares y ahora contamos con el respaldo de Edwards” quien está estudiando los 44 cambios climáticos que se conoce se han producido a lo largo de la historia y los efectos que han tenido.
Pero Larramendi no es muy optimista sobre las decisiones que se puedan adoptar para parar todo el proceso de deshielo del Ártico, es cuestión de muchos cambios macroeconómicos y de consumo.
Asegura que están preparando los siguientes proyectos para el próximo año y los resultados de la última expedición las presentará el 17 de noviembre en el Ateneo de Madrid. Efeverde