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Comunidad kichwa apuesta por el turismo ecosostenible

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ECUADOR. A orillas del r铆o Napo y frente al Parque Nacional Yasun铆, Sani Isla resiste a la industria petrolera.


Paolo Moiola.- Sani Isla es el nombre de una comunidad ind铆gena kichwa de un millar de personas que viven en las orillas del r铆o Napo, frente al Parque Nacional Yasun铆. En los 煤ltimos a帽os, la comunidad ha tenido que enfrentar los esfuerzos expansionistas de las empresas petroleras, primero la estadounidense Occidental Petroleum (OXY) y luego la ecuatoriana Petroamazonas. La primera se fue, la segunda ha comenzado a operar tambi茅n dentro del vecino Yasun铆, un tesoro mundial de biodiversidad y hogar de algunas etnias en aislamiento. Mientras tanto, despu茅s de algunas vacilaciones, la comunidad de Sani Isla ha elegido el camino del turismo ecosostenible, la artesan铆a y la silvicultura, alej谩ndose del canto de sirenas de las empresas petroleras. Al menos por el momento.

El r铆o Napo es uno de los principales afluentes del r铆o Amazonas. Nace al pie del volc谩n Cotopaxi y desemboca en el Amazonas despu茅s de recorrer 1,130 km, los 煤ltimos 667 en territorio peruano. Atraviesa la selva amaz贸nica ecuatoriana, cruzando, entre otros, el Parque Nacional Yasun铆. El r铆o, ancho y bastante profundo, es surcado sobre todo por canoas y peque帽as embarcaciones a motor. Pero a veces tambi茅n lo cruzan barcazas que transportan camiones relacionados con la industria petrolera. Es precisamente el petr贸leo lo que est谩 poniendo en peligro el fr谩gil equilibrio de la Amazonia ecuatoriana. Recorriendo el r铆o es posible observar algunas torres petroleras coronadas por la t铆pica llama que quema el exceso de gas, adem谩s de las excavaciones que se han hecho en algunos tramos de la orilla izquierda del r铆o.

En Sani Isla, una inscripci贸n grabada en una tablilla de madera explica que la comunidad, con el apoyo de dos organizaciones, la estadounidense Rainforest Partnership y la ecuatoriana Conservaci贸n y Desarrollo, est谩 llevando a cabo desde el 2010 un proyecto laboral para las mujeres de la comunidad. All铆 trabajan 34 mujeres divididas en cinco grupos que se alternan semanalmente, produciendo artesan铆as: collares, pulseras, pendientes, bolsos de mano, hechos con semillas y fibras vegetales, recolectadas en el bosque o cultivadas para ese fin. Los productos se venden a los turistas que visitan Sani Isla, as铆 como a aquellos que llegan a Coca (distante a unas tres horas por r铆o) o est谩n alojados en lodges de selva cercanos.

Los lodges de selva tienen un impacto ambiental bastante limitado tanto por la peque帽a cantidad de turistas que mueven por su elevado costo, como por sus modalidades ecol贸gicamente sostenibles. En cualquier caso, ninguna actividad humana produce un impacto comparable con la devastaci贸n inherente a cualquier actividad petrolera (exploraci贸n, perforaci贸n, extracci贸n, transporte, etc.). La comunidad de Sani Isla lo sabe muy bien porque su relaci贸n con las empresas petroleras provoc贸 en el pasado una divisi贸n en su seno.

Conversi贸n al ecoturismo
En 1998, los l铆deres de la comunidad firmaron un acuerdo con OXY para permitir que la exploraci贸n petrolera en su territorio se desarrollara en 20,567 Ha legales (y otras 42,000 Ha reclamadas). Como compensaci贸n, obtuvieron la construcci贸n de una estructura ecotur铆stica, el albergue Sani Lodge, que funciona desde el 2000 y es totalmente administrado por la comunidad, lo que le genera un ingreso importante. Afortunadamente, OXY no encontr贸 el petr贸leo y se fue. Fue sustituida por la ecuatoriana Petroamazonas (de la empresa p煤blica Petroecuador), que ya operaba en la zona y con la cual firm贸 un nuevo acuerdo. Pero comenz贸 a crecer el descontento entre los habitantes de Sani Isla que hab铆an tomado conciencia de los peligros de la actividad petrolera. As铆 fue como en diciembre del 2012, la asamblea comunitaria rechaz贸 ese acuerdo, abriendo una disputa legal y pol铆tica que todav铆a est谩 en curso.

“En un tiempo”, cuenta Mariska, pobladora de Sani Isla, “la comunidad trabajaba con las empresas petroleras, ahora solamente con el turismo, que es mejor porque no contamina”.

En Sani Isla todo pertenece a la comunidad, all铆 se encuentran las estructuras comunitarias, algunas construidas de manera tradicional, con madera y techos de ramaje, otras con ladrillo; a lo largo del r铆o Napo se hallan las casas de las familias individuales. En el medio, una cancha de f煤tbol. A los lados, peque帽as parcelas cultivadas con productos forestales, especialmente cacao.

Las estructuras m谩s grandes son dos simples construcciones de ladrillo de forma rectangular, un solo piso, grandes ventanas y techo plano. En uno hay una pizarra y bancos escolares sobre los cuales reposan algunos libros. El otro, a pocos metros de distancia, alberga una gran sala con sillas de pl谩stico donde se celebran las reuniones. Sobre una mesa, un libro titulado Pachacamacpac Quillcashca Shimi. Es una Biblia biling眉e (castellano-kichwa), se帽al de que la sala tambi茅n se usa para funciones religiosas.

Servicio de salud
En el puesto de salud hay dos j贸venes, una mujer y un hombre, sentados en torno a una mesa sobre la cual hay un medidor de presi贸n, unas botellas de desinfectante, un frasco con bolitas de algod贸n y algunos cuadernos. Los dos se presentan como Elizabeth Orbe y Charles Belzu, m茅dicos.

“Soy m茅dica comunitaria”, explica Orbe. “Trabajo para Petroamazonas. Los dos prestamos servicio a todas las comunidades que est谩n en su zona de influencia. Es un trabajo desarrollado de acuerdo con el Ministerio de Salud. Los problemas m谩s comunes son dermatol贸gicos, respiratorios y gastrointestinales. A menudo, la causa de muchas enfermedades son las malas condiciones higi茅nicas”.

“Trabajo para el Ministerio de Salud y soy especialista en medicina familiar”, dice Belzu, boliviano y graduado en Cuba. “Normalmente venimos el domingo porque ese d铆a hay reuniones comunitarias. Tambi茅n hacemos visitas a domicilio cuando hay ancianos o mujeres embarazadas que no pueden desplazarse o que no tienen la posibilidad econ贸mica para hacerlo”.

En relaci贸n a las patolog铆as que resultan de la contaminaci贸n, Belzu explica que “en lo que a nosotros respecta, no hemos encontrado problemas debidos a la contaminaci贸n. El gobierno permite la extracci贸n de petr贸leo, pero demanda atenci贸n por el medio ambiente”.

En el exterior del puesto de salud, sobre una pared color naranja, una peque帽a placa dice: “Esta obra fue construida por Occidental Petroleum (OXY) de acuerdo con la comunidad el a帽o 2002”.

Un joven sentado en un banco a la entrada dice “ahora ya no est谩 [la OXY], ahora est谩 Petroecuador. Me llamo Cirilo y soy un agente de salud de la comunidad de Sani Isla”.

El agente de salud es una especie de enfermero gen茅rico. “Las personas que acuden a m铆 a menudo tienen problemas en la piel a causa de los mosquitos y zancudos. Y luego est谩 la cuesti贸n del agua: aqu铆 no hay agua potable. Tenemos que purificarla o comprarla en Coca. En cuanto a los m茅dicos, vienen s贸lo el domingo”, relata. Respecto a esta relaci贸n ambigua con las empresas petroleras, Cirilo no tiene dudas; repite varias veces y sin vacilaci贸n: “Ellos vienen aqu铆 y contaminan. Debemos ser muy duros con ellos”.

En el r铆o ya no abundan los peces. Es dif铆cil decir si la causa es la sobreexplotaci贸n o la contaminaci贸n de sus aguas causada por derrames de petr贸leo. La 煤ltima emergencia se remonta a junio del 2013, cuando las aguas contaminadas del Napo llegaron a la provincia de Maynas, en la selva amaz贸nica del Per煤. —Noticias Aliadas.




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