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Hubo más resistencia de la prevista contra los socios del ajuste

OPINIÓN de Emilio Marín, Argentina.- Al momento de escribir esta nota sigue el debate en Diputados, muy alterado por la represión policial en calles adyacentes. No se sabe si se llegará a votar. Aún en ese caso, el gobierno y sus socios pagarán un gran costo político.

Después de haber dedicado sus últimas dos notas a la disputa causada por el latrocinio contra los jubilados, publicadas el sábado y el domingo, el cronista tenía pensado escribir sobre las elecciones en Chile, analizando la victoria del derechista empresario Sebastián Piñera, una especie de Mauricio Macri trasandino.

Sin embargo, los sucesos represivos en las calles porteñas durante varias horas y los debates en Diputados, con algún cuarto intermedio efectivo y otros solicitados que no prosperaron, hicieron que el tema volviera a ser la contrarreforma previsional. Que disculpe el lector si hay cierto aburrimiento temático. Macri lo hizo…

La realidad legislativa volvió a desairar los pronósticos triunfalistas del PRO-Cambiemos. Los oficialistas Clarín y La Nación, haciéndose eco de aquellas expresiones de deseos, aseguraban en la previa que el quórum sería holgado. Hablaban de 135 y hasta 140 diputados, sumando los 108 propios y los que iba a aportarle la bancada justicialista asociada al macrismo, Argentina Federal.

Falso. Pasadas las 14 horas, sentaron 130 legisladores, sólo uno más que el mínimo exigido. A Emilio Monzó, Elisa Carrió, Mario Negri y Nicolás Massot no les sobró nada. Llegaron con lo justo, luego de un torpe operativo de chantaje sobre ese peronismo que se deja chantajear para sacar algún pesito a cambio y presumir de su habilidad táctica. Como si tarifas más o menos altas fueran sinónimo de calidad.

La otra maniobra del oficialismo fue ofrecer un “bono compensatorio” a los afectados por su paquete, que en sí mismo fue una confirmación de que su efecto será negativo sobre jubilaciones, pensiones y asignaciones. Si van a compensar es porque su ley los afectará, lo que el gobierno negaba con un cuento para niños que los abuelos no creen.

La estimación gubernamental es que dicho bono, de 350 pesos para los jubilados que no completaron 30 años de aportes, de 700 para quienes sí lo hicieron y de 400 para quienes cobran la AUH, implicará un “gasto” de 4.000 millones de dólares a la caja estatal. Como el perjuicio a los jubilados será de 100.000 millones, la suma y resta indica que el gravísimo perjuicio sólo tendría un levísimo parche. De esa herida sigue manando abundante sangre…

¿Dónde es el centro del debate?

PRO-Cambiemos quiso instalar un seudo debate en dos instancias que creen manejar con eficiencia.

Una, el tratamiento exprés en la Comisión de Previsión de Diputados, el martes 12, y luego en el recinto, el jueves 14, sin intercambios con las demás bancadas, sin escuchar la opinión de las entidades que representan a los jubilados y los gremios, futuros jubilados, ni a los especialistas y abogados. Ya se sabe qué piensa el presidente Macri de los abogados laboralistas y la misma idea tiene de los previsionales: “una mafia”. El mafioso cree que todos son de su condición…

Y el lunes 18 siguió en la misma tónica: atrincherar el Congreso cual si fuera una base militar, para garantizar que en su interior, sus mejores espadas dieran un rápido corte al entuerto y se votara la media sanción venida del Senado.

Y no hubo veloz tratamiento, porque se impuso un cuarto intermedio pedido por Horacio Pietragalla, del FPV. Aunque breve, sirvió para que el Congreso sintonizara aún por un rato con la realidad que venía de la calle, con estruendo de disparos y sirenas. Ese primer cuarto intermedio prosperó, no así el segundo, peticionado por Nicolás del Caño (FIT), rechazado por 128 contra 114.

Como siguió el debate con una larga lista de oradores, es posible que en la noche del lunes o madrugada del martes Negri-Carrió-Massot pudieran lograr su cometido.

La otra variante oficialista es la judicialización de todo. Y en este caso, fue la denuncia que Carrió hizo contra Agustín Rossi y otros legisladores opositores. En la Argentina del revés, el “Chivo” habría sido el causante de la violencia del jueves 14, no el proyecto oficial y la represión de Gendarmería que golpeó también a legisladores.

La calle

Aún si se vota el proyecto, en los miles de manifestantes que estuvieron en adyacencias del Congreso no se borrará la experiencia que vivieron. Tampoco en los millones de argentinos que lo vieron por TV, aunque ya se sabe que la vida es una cosa y la tele otra mediatizada.

Una de las enseñanzas más importantes es que las calles son hoy un escenario más decisivo en la política argentina que el recinto parlamentario. Los legisladores no dan quórum porque sienten la crítica de las bases. El oficialismo quiere maquillar su proyecto para aprobarlo rápido y eludir la critica de los de abajo. Los legisladores bajan a la avenida para parlamentar con los luchadores y pulsar si hay ánimo para debatir o pedir postergación de sesión. Los mejores argumentos se escuchan, en uno y otro sentido, cuando esos legisladores enfrentan los micrófonos de los noticieros y tienen que ser concretos, y no en largas intervenciones para la tribuna y el diario de Sesiones. Lo más demostrativo de qué prevalece en la política hoy es que el 22 de octubre Macri y sus candidatos ganaron las legislativas con 10 millones de votos. Dos meses después su prestigio se redujo al máximo, con la crítica de una parte de sus votantes.

La eventual aprobación de esta ley no cerrará la disputa política. Puede despertarse y organizarse otra vez el movimiento de jubilados, con una nueva Norma Pla. Esos afectados volverán a manifestar junto a los gremios más honestos. Y los abogados de la “mafia laboral y previsional” los ayudarán con un sinfín de reclamos judiciales para que el latrocinio no pueda concretarse. Es que, último pero no menos importante, el paquete macrista está incurso en la inconstitucionalidad.

La violencia

Para entender bien quiénes son los violentos o qué es la violencia, hay que proceder en un todo opuesto a la manera de “razonar” y “mostrar” que tuvo el lunes la abrumadora mayoría de los canales de televisión.

Su mirada fue ahistórica, porque sólo se centraron en lo ocurrido ese día. Y sesgada, porque de esa jornada mostraron sólo las piedras que arrojaban los manifestantes. Como las pedradas volaron unos minutos antes de las 14 horas, entonces, según ese falaz punto de vista, la violencia la habrían iniciado los manifestantes.

Pero los hechos del 18 no pueden separarse de los ocurridos el jueves 14 con la brutal represión de Gendarmería, que dejó 40 detenidos y muchos heridos, incluyendo 7 diputados de la oposición. A su vez ese jueves fue continuidad de la violenta maniobra macrista del martes 12, cuando forzó sin debate un dictamen de mayoría en comisión. Y si se retrocede unos días más, se llega al momento en que el presidente Macri acuerda con un grupo de gobernadores, muchos peronistas, votar un paquete cerrado previsional e impositivo (lo laboral también iba pero se desprendió por la mayor oposición gremial).

El 29 de noviembre pasado 300.000 argentinos pidieron frente al Congreso que no se aprobaran esos ajustes. No se les llevó el apunte y ese día el Senado de Michetti, Pinedo y Pichetto le dio media sanción.

Conste que no era una promesa de campaña sino todo lo contrario: un ataque a traición porque Marcos Peña había negado que el oficialismo tuviera en mente una contrarreforma de ese tipo.

Tampoco se puede escindir lo ocurrido frente al Congreso en estos días con la represión de Gendarmería en la comunidad Pu Lof de Resistencia en Cushamen, el 31 de julio y 1 de agosto pasado. Allí se reprimió a los mapuches y desapareció el solidario Santiago Maldonado.

En esta rápida repasada por la espiral de violencia hay que detenerse en el asesinato del joven Rafael Nahuel en Villa Mascardi, Río Negro, el 23 de noviembre pasado, bajo las balas de los Albatros de Prefectura.

No se debería opinar de la violencia sin ese mínimo repaso de los hechos y de los bandos en pugna.

Violencia es del gobierno

¿Entonces, quién es el violento?

¿El manifestante que, vulnerado en sus derechos actuales o futuros, no es escuchado y tiene el coraje de levantar una piedra y arrojarla a fuerzas represivas equipadas como para la Tercera Guerra Mundial? ¿Violento es el joven que pone un palo abajo de un poderoso Neptuno o lleva unos clavos miguelitos? ¿El que improvisa protección con un casco de motociclista o pone un cartón o madera para frenar balas de goma y granadas de gas? ¿Violento es que anda a pie, o los policías en motos y cuadriciclos que golpearon a 48 detenidos? ¿El que toma una rama y la usa como disparador de una bomba de estruendo, o los que cansaron sus dedos indices de tanto gatillar armas de verdad, inclusive con balas de plomo? ¿Los que usan “calibre baldosa” o los que tiran con armas compradas a Israel, un estado estrella en reprimir al pueblo palestino?

El periodismo canalla suele apelar a la teoría de los “dos demonios” para no condenar al mayor represor. Ayer superó todos los límites: Crónica, C5N, América, Telefé, el 9 y no sólo TN, pusieron de blanco casi único a “los violentos”, “revoltosos”, “infiltrados”, “marginales”, etc. Sólo les faltó llamarlos “terroristas” para que ver un completo deja vu de tiempos dictatoriales.




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