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8M en las calles: Las mujeres exigen cambios profundos con una demostraci贸n de fuerza

OPINI脫N de Joan del Alc脿zar.- Las manifestaciones del d铆a 8 de marzo de 2018 ser谩n recordadas por mucho tiempo. Tal vez la fecha sea considerada en un futuro como un hito hist贸rico, un punto y aparte no s贸lo en cuanto a la historia del movimiento feminista, sino en cuanto al inicio de un cambio cultural de gran calado en la sociedad espa帽ola. Miles y miles de mujeres de todas las edades tomaron las calles con una fuerza y una determinaci贸n que result贸 toda una sorpresa incluso para las organizadoras, y a煤n m谩s para la mayor铆a de las personas incluyendo las que acudieron al reclamo de la convocatoria. Todo el mundo recordaba las impresionantes manifestaciones contra la guerra de Irak.

Las calles de Valencia, la ciudad en la que particip茅, se contagiaron de la efervescencia propia de una fiesta democr谩tica tan especial y masiva. Desde lejos de la zona donde la organizaci贸n hab铆a citado a la ciudadan铆a era evidente la avalancha de gente que iba a concentrarse. Y tanto. Toda el 谩rea del Parterre estaba colapsada por los asistentes: muchas decenas de miles de mujeres y de hombres, muchas de ellas y de ellos j贸venes, aun adolescentes, con las caras pintadas. Se exhib铆an pa帽uelos, camisetas, bufandas del cl谩sico color violeta del feminismo; banderas, pancartas, carteles con textos, con lemas alentadores, simp谩ticos y ocurrentes o reivindicativos en cuanto a la lucha de las mujeres por la igualdad; todo ello, tan gran despliegue de entusiasmo y compromiso era la consecuencia de tanta gente como se sinti贸 interpelada por la llamada de las organizaciones feministas a convertir este 8 de marzo de 2018 en una fecha para la historia.

Hab铆a sido convocada una atrevida e innovadora huelga de mujeres, una acci贸n que ten铆a que poner negro sobre blanco que la sociedad actual, simplemente, no puede funcionar si las mujeres no comparecen en el puesto de trabajo o dejan de hacerse cargo de todas las tareas que ejercen diariamente en el escenario p煤blico o en el m谩s 铆ntimo marco dom茅stico. M谩s all谩 de las elevadas cifras de participaci贸n en la huelga -seis millones, seg煤n parece-, m谩s all谩 de tantas mujeres como no pudieron ejercer como huelguistas efectivas por las razones m谩s diversas, las manifestaciones de la tarde-noche de este extraordinario 8 de marzo ser谩n inolvidables para todos.

Tambi茅n -seguro que s铆, aunque por motivos diferentes- ser谩n dif铆ciles de digerir para aquellos que las hab铆an descalificado, las hab铆an denigrado y hab铆an hecho todo lo posible para conseguir que el reto del movimiento feminista terminara en un fracaso rotundo.

Dos partidos pol铆ticos y los medios de comunicaci贸n que les hacen la cobertura medi谩tica cada d铆a hab铆an descalificado la huelga del 8M. El PP y Ciudadanos hab铆an argumentado que era una huelga elitista y anti-sistema, una huelga contra el capitalismo, una movilizaci贸n orquestada por un grupo pol铆tico con nexos con pa铆ses donde se lleva el burka [sic]. En resumidas cuentas, desde estos partidos de la derecha cl谩sica y de la menos at谩vica se descalific贸 la convocatoria de huelga del 8M como un atentado peligroso e inaceptable contra los valores occidentales. Ni m谩s ni menos.

Destacadas dirigentes del PP declararon que ellas ese d铆a har铆an huelga a la japonesa. M谩s all谩 de que alguien deber铆a explicarles que los nipones hacen las huelgas como todo el mundo, lo que la Ministra Tejerina o la Presidenta de Madrid afirmaban es que ellas el 8M trabajar铆an el doble. Es f谩cil imaginar la desagradable sorpresa que tuvieron cuando Rajoy respondi贸 en el Senado, preguntado por una representante de Nueva Canarias, que 茅l no se reconoc铆a en las declaraciones de sus compa帽eras. Tanto es as铆 que al d铆a siguiente compareci贸 ante los medios con un lacito violeta en la solapa.

Es bien sabido que el l铆der del PP es un consumado contorsionista -otros dir铆an c铆nico y mentiroso- como muchos otros de los dirigentes de su partido, as铆 que no fue sorpresa que tras hablar el l铆der el PP comenzar谩 a matizar la posici贸n radicalmente contraria a la huelga convocada. La presidenta del Congreso Ana Pastor o la portavoz Andrea Levy fueron las encargadas de transmitir la idea de que en el PP tambi茅n hay feministas homologables. As铆 se considera tambi茅n la se帽ora Arrimadas desde Ciudadanos, tan joven y tan conservadora ella, quien hab铆a calificado la huelga de anti capitalista, y con este sencillo argumento invalidaba la convocatoria.

Estamos hablando de unos cambios m谩s bien est茅ticos que, sin embargo, nos permiten diversas e interesantes lecturas. No hay m谩s que repasar las primeras p谩ginas de la prensa m谩s reaccionaria para ver que La Raz贸n titulaba al d铆a siguiente a toda p谩gina: "Las mujeres han tomado la calle", mientras que el ABC lo hizo diciendo: "Miles de mujeres toman la calle por la igualdad". Ya no se descalifica, por lo menos en portada, sino que se reconoce el 茅xito de la convocatoria, como han hecho M. Rajoy o Albert Rivera sin el menor pudor y, por supuesto, sin ninguna autocr铆tica.

M. Rajoy, que dijo en Onda Cero "No nos metamos en eso", cuando le preguntaron por la brecha salarial entre hombres y mujeres, ahora dice que 茅l est谩 por la igualdad y que celebra la evidencia de la concienciaci贸n de la sociedad. Sin embargo, el Consejo de Ministros del d铆a 9 no acord贸 nada que demuestre que han tomado nota de lo que pas贸 el 8M.

Sin embargo, a pesar de la inacci贸n, seguro que lo han hecho. En el PP est谩n encendidas todas las alarmas por las movilizaciones en la calle. Aunque todav铆a est谩n los jubilados, que son millones, ahora han aparecido las mujeres, que a煤n son m谩s. Saben los de M. Rajoy que no podr谩n resistir esa presi贸n mucho tiempo, como lo sabe Ciudadanos, as铆 que tendr谩n que actuar y con rapidez o la corriente de las movilizaciones les perjudicar谩 seriamente. No pueden pedir resignaci贸n indefinidamente; no a las mujeres, no a los millones de mujeres que el 8M salieron a la calle a pedir otro contrato social.

Pero, convendr铆a no enga帽arse: la nueva realidad que el 8M ha puesto de relieve no s贸lo interpela a las derechas, tambi茅n la izquierda heredera de los valores republicanos tendr谩 que reaccionar con urgencia. Deber谩 resolver un problema que cada d铆a es m谩s urgente: ¿c贸mo transformar la rabia y la cr铆tica de la calle en acci贸n pol铆tica eficaz en las instituciones? El descr茅dito de los que quisieron descalificar in煤tilmente la movilizaci贸n del 8M no se convertir谩 mec谩nicamente en apoyo electoral a las siglas partidarias que fueron aliadas de la protesta masiva. Y en democracia, ya lo sabemos, las protestas deben convertirse en palanca en las instituciones, y para ello es necesario que aquellos que quieran convertirlas en leyes y reglamentos de progreso obtengan el apoyo electoral de los que desean estos cambios.

Hay quien dice que el 8M comenz贸 una revoluci贸n. Lo sea o no realmente, lo cierto es que todo hace pensar que se ha iniciado una nueva etapa en la historia del papel de las mujeres en nuestra sociedad. Reclaman con tanta justicia como contundencia que son la mitad de la poblaci贸n, y exigen unos cambios estructurales que van desde los salarios a la seguridad, desde la conciliaci贸n en la vida cotidiana a la ense帽anza de valores igualitarios desde la escuela. Por lo tanto, es la hora de que la izquierda opositora act煤e con conciencia de que debe trasladar y materializar estas demandas a las instituciones.



Pero no s贸lo hay que trabajar institucionalmente, y no s贸lo hay deberes para los diversos actores sociales. Tambi茅n los hombres, as铆, en general, tendremos que cambiar muchos h谩bitos y comportamientos; muchas concepciones que est谩n absolutamente obsoletas en cuanto a la nueva realidad que las mujeres exigen alcanzar con tanta urgencia como raz贸n. El objetivo es ambicioso y dif铆cil, pero sencillo de entender. Lo explicaba una modesta hoja en la puerta de una peque帽a tienda cerrada por la huelga: "Disculpen las molestias. Estamos cambiando el mundo para ustedes". M谩s claro, imposible.




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