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Bosques urbanos ayudan a enfrentar la contaminación, el cambio climático y la falta de suministro de agua


FAO.- Las ciudades verdes pueden mejorar nuestra calidad de vida, siendo lugares más limpios y saludables para vivir

Las ciudades tienen ahora más habitantes que nunca antes en la historia de la humanidad, pero esta urbanización sin precedentes no tiene por qué resultar en un crecimiento urbano contaminado. En las ciudades, los árboles refrescan el aire entre 2 y 8 grados, los bosques urbanos filtran las partículas contaminantes del aire y ayudan a mitigar el cambio climático.


Múltiples ciudades alrededor del mundo están invirtiendo en sus zonas verdes para convertirse en lugares más sostenibles, resilientes, saludables y agradables donde vivir, aseguró la FAO. Algunas de estas experiencias fueron recogidas en la nueva publicación, “Bosques y ciudades sostenibles: Relatos inspiradores de todo el mundo”, (disponible en inglés) lanzada la semana pasada por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

La publicación destaca las diferentes maneras en que las ciudades de todo el mundo han utilizado los bosques y los árboles para mejorar las condiciones de vida de sus ciudadanos, y destaca dos proyectos en América Latina y el Caribe: la forestación del distrito de Independencia, en norte de Lima, Perú, y el bosque urbano de Niterói, en el estado de Rio de Janeiro, Brasil.

Parques forestales para proteger de los derrumbes en Lima

El municipio de Independencia, Lima, lanzó en 2015 un proyecto de forestación para reducir el peligro de desastres naturales, incluyendo terremotos y deslizamientos de tierra. El proyecto capacitó a la población local en maneras de plantar bosques que ayudan a reducir el riesgo de desastres, ya que estabilizan las laderas, evitan la caída de rocas, retienen el barro y los sedimentos y contribuyen a mejorar el medio ambiente.

Un área de 14 hectáreas –equivalente a cinco campos de fútbol- ha sido designada como parque, que incluye senderos, miradores y espacios de recreación familiar. Como resultado, se plantaron 3500 árboles nativos y se instaló un sistema de riego por goteo con aguas residuales tratadas.

Niterói: el bosque urbano que queremos

En 2013, diez mil habitantes de Niterói, una ciudad ubicada al otro lado de la bahía de Rio de Janeiro, se reunieron en una audiencia pública para decidir qué tipo de ciudad querían.

Bajo el plan “Niterói que queremos”, en 2014 la ciudad amplió su sistema de parques locales, creando 2,657 hectáreas de áreas protegidas para complementar las existentes áreas verdes, incluido un importante parque gestionado por el estado -de 3,493 hectáreas- dentro de los límites municipales.

Hoy el 45.9 por ciento del territorio de la ciudad se encuentra bajo protección, con 123.2 metros cuadrados de bosque por cada habitante: probablemente la mayor superficie per cápita de tierra protegida de cualquier municipio en una región metropolitana en Brasil.

Las ciudades necesitan bosques y árboles

Más de la mitad de la población mundial vive ahora en ciudades, y para 2050 ese porcentaje alcanzará casi el 70 por ciento. Aunque las ciudades ocupan solo el 3 por ciento de la superficie terrestre, consumen el 78 por ciento de la energía y emiten el 60 por ciento del dióxido de carbono.

Las zonas forestales, bosques y árboles en una ciudad y a sus alrededores realizan una amplia gama de funciones vitales, como almacenar carbono, eliminar contaminantes del aire, ayudar a obtener seguridad alimentaria, energía y agua, restaurar los suelos degradados y prevenir la sequía y las inundaciones. En una ciudad de tamaño medio, los árboles urbanos pueden -por ejemplo-, reducir la pérdida de suelo en alrededor de 10,000 toneladas al año.

Al ofrecer sombra y enfriar el aire, los árboles y bosques urbanos pueden reducir las temperaturas extremas y mitigar los efectos del cambio climático. De hecho, árboles colocados adecuadamente alrededor de los edificios pueden reducir las necesidades de aire acondicionado en un 30 por ciento. En climas fríos, al proteger las casas del viento, pueden ayudar a ahorrar la energía utilizada para la calefacción entre un 20 y 50 por ciento.

Los bosques urbanos y periurbanos permiten aumentar la resiliencia y calidad de las cuencas hidrográficas y las reservas de agua al evitar la erosión, limitar la evapotranspiración y filtrar los contaminantes. Y plantar árboles frutales en las calles puede incrementar la disponibilidad de alimentos dentro de las ciudades.




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