Pacientes de la cl铆nica pedi谩trica de la organizaci贸n M茅dicos Sin Fronteras en Gwange relatan c贸mo han huido del conflicto armado con lo puesto. Sin casi comida ni medicinas, lidian con la desnutrici贸n y la malaria. El centro de Gwange cuenta con 88 camas y una unidad de cuidados intensivos para ni帽as y ni帽os de hasta 15 a帽os.

“Pens茅 que jam谩s volver铆a a ver a mi familia”
Billasu Belloun (40) y Usman (4 a帽os)
Billasu y su familia viven con otra tres en una choza levantada con troncos, ramas y pl谩sticos. “Somos cuatro mujeres, cinco hombres y diez ni帽os. Hemos dividido la caba帽a en varias partes, pero no da para mucho, no es muy grande…”, explica la mujer mientras acomoda la cabeza de su hijo medio dormido sobre su regazo.
A Billasu y su familia la desplaz贸 el conflicto y llevan cuatro a帽os viviendo en un campo de desplazados. “No hay mucho all铆. El agua, por ejemplo, tenemos que cavar en la tierra hasta que la encontramos…. ¿Y comida? Tampoco hay la suficiente”, asegura.
La mujer explica que son los hombres los que van cada d铆a al bosque a recoger le帽a que luego tratan de malvender para poder comprar lo m谩s b谩sico: ma铆z y arroz. “Pero hay d铆as en que lo 煤nico que tenemos que comer es un sobre de Plumpy nut”, lamenta Billasu, quien cuenta que en Kaleri, el pueblo donde viv铆an, ten铆an tierras que cultivaban y les permit铆an llevar una dieta mejor y m谩s sana.
“Hasta que lleg贸 Boko Haram. Nos atacaron y quemaron nuestras casas. Nos robaron todo, tambi茅n nuestra comida. Mataron a los hombres y tuvimos que salir de all铆 corriendo, sin poder coger apenas nada”, relata mec谩nicamente la mujer. “Pens茅 que jam谩s volver铆a a ver a mi familia”, a帽ade.
Billasu lleva varios d铆as con su hijo, Usman, ingresado en nuestro hospital en Gwange. “Tiene malaria”, dice. “Pues en el campo son los m谩s peque帽os los que se quedan las pocas mosquiteras que tenemos”, se excusa.
Esta es la segunda vez que Usman ingresa en la cl铆nica. Lleg贸 con fiebre muy alta y convulsiones. “Las dos veces hemos tenido que venir hasta aqu铆, hasta Maiduguri. El trayecto nos cuesta 300 nairas [; pero es que en el campo no hay d贸nde llevarlo. S铆, hay un consultorio; pero es solo para los dolores de cabeza o cosas as铆, no para la diarrea que ten铆a mi hijo”.
“Los ni帽os est谩n enfermos todos los d铆as”
Gadi Bulama (50) y Ansa (2 a帽os)
“No vimos nada. Solo escuchamos los disparos en la noche y c贸mo quemaban nuestras casas. Salimos a toda prisa. Sin zapatos ni nada. Tres d铆as huyendo, con ancianos y ni帽os. Tres d铆as sin zapatos”, relata Gadi Bulama de 50 a帽os.
Hace dos a帽os, los grupos armados atacaron su aldea en el distrito de Marte. Por ello, ella y su familia y viven ahora en un asentamiento de desplazados de Gajiganna, cerca de Maiduguri, la capital del estado.

“Vivimos nueve personas en una choza”, dice mientras abre una peque帽a bolsa de tela rosa. Extrae un papel doblado y lo muestra. “Es el comprobante de la placa de zinc que recibimos de una organizaci贸n para hacer el techo de la casa”, explica.
En el campo de desplazados, Gadi y su familia reciben de tanto en tanto ayuda de organizaciones humanitarias. “Pero los repartos de alimentos no llegan para todos y tenemos que hacer una sola comida al d铆a”, revela la mujer. “Eso es lo m谩s duro, conseguir comida. Eso y no tener medicinas. All铆 solo hay un dispensario y no hay apenas medicinas para los ni帽os, que est谩n enfermos todos los d铆as”, se queja la mujer.
La hija de Gadi, Ansa de dos a帽os, tambi茅n est谩 enferma. Por eso las dos llevan unos d铆as en el hospital de Gwange. La peque帽a padece desnutrici贸n, dolencia que termina por afectar a todo el organismo y hacerlo m谩s vulnerable a otras enfermedades.
“Esto no nos pasaba antes. Pod铆amos cultivar arroz, jud铆as. Ahora solo comemos bien cuando mi marido puede vender algo de madera. Es una vida muy complicada.”
“No queda nadie all铆. Lo quemaron todo”
Famata Abubaker (45) e Ibrahim (16 meses)
“Viv铆amos bien. Cultiv谩bamos nuestras tierras y ten铆amos comida. Pero lo hemos perdido todo. Ahora dependemos de la le帽a que pueda vender mi marido”, explica Famata Abubaker. Ella y su familia –su esposo y siete hijos- escaparon de Gajiganna hace dos a帽os. “Llegaron y mataron a dos personas. Al poco tiempo, regresaron y asesinaron a cinco m谩s. Entonces fue cuando decidimos venir a Maiduguri”, relata.

Famata sostiene a Ibrahim, su hijo de 16 meses, que duerme inquieto y con la respiraci贸n entrecortada. Llevan dos d铆as en nuestra cl铆nica en Gwange. El peque帽o ingres贸 con bronconeumon铆a y anemia severa. “No respond铆a; no pod铆a tragar nada. Ni siquiera agua. Ahora ya va mejorando”, apunta la mujer.
Famata y su familia viven con su t铆a en la capital de Borno. “No estamos en un campo de desplazados y mi marido va a vender madera cada d铆a; pero no es suficiente. No tenemos dinero y sin dinero no hay comida, ni tampoco con qu茅 pagar el hospital cuando los ni帽os enferman”.
La mujer asegura que no reciben ayuda de ning煤n tipo. “Nada de las distribuciones que hacen las organizaciones nos llega a nosotros”, revela. “Esta es la primera vez que nos dan algo gratis”, a帽ade en referencia a la atenci贸n -tres comidas al d铆a, cama, mantas y f谩rmacos- que recibe en la cl铆nica de manera gratuita.
A la pregunta de si guarda esperanzas de regresa a su pueblo, la mujer niega con la cabeza y dice: “no queda nadie all铆. Lo quemaron todo”.
“No comemos ni carne, ni pescado… no hay con qu茅 comprarlo”
Zahra Adam (30), Rukayya (9) y F谩tima (5 meses)
Zahra Adam, de 30 a帽os, est谩 ingresada en la cl铆nica de Gwange con dos de sus hijas. La m谩s peque帽a, F谩tima de 5 meses, que lleg贸 con fiebre y diarrea, con malaria. Y Rukayya, de 9 a帽os. “Le duele la espalda”, dice la mujer. Aunque en realidad la ni帽a tiene pielonefritis aguda, una infecci贸n renal, seg煤n el diagn贸stico de nuestro equipo.

“Vine a este hospital porque aqu铆 las medicinas son buenas y los ni帽os mejoran. Cuando he llevado a los peque帽os a otra parte, no se recuperan como lo hacen aqu铆”, revela la mujer.
Zahra y las dos peque帽as llevan m谩s de un mes ingresadas. Su suegra es qui茅n cuida estos d铆as de los otros tres hijos cuando 茅stos no est谩n en la escuela. El marido de Zahra se pasa el d铆a en un peque帽o puesto del mercado vendiendo arroz. “Y eso es lo 煤nico que comemos: arroz y algo de ma铆z de vez en cuando”, apunta amarga la mujer.
El conflicto no ha afectado directamente ni a Zahra ni a su familia. Viven desde hace a帽os en Maiduguri; pero a menudo tienen las mismas necesidades que muchos de los desplazados por el conflicto: “No comemos ni carne ni pescado… no hay con qu茅 comprarlo”.
“La comida que sobra es la que nos toca comer”
Aisha Lawan (27) y Zainab (3)
Aisha Lawan tard贸 un mes en llegar a nuestra cl铆nica de Gwange con su hija Zainab, de 3 a帽os. La ni帽a empez贸 a tener fiebre, sudores y dolor de huesos. La mujer la llev贸 a una farmacia cercana a su vivienda. “Pens茅 que quiz谩 podr铆an darme algo all铆 para calmarla. Pero no ten铆an nada”, relata Aisha. As铆 que fueron a uno de los hospitales de Maiduguri. “Estuvo 17 d铆as ingresada, recibiendo tratamiento pero no mejor贸 nada”, a帽ade.
Finalmente, alguien les habl贸 de nuestro centro en Gwange y ah铆 llevan dos semanas, donde la peque帽a mejora por d铆as.

Aisha viv铆a con su marido y tres hijos en Benisheikh, al norte del estado de Borno. Pero el conflicto se extendi贸 hasta all铆 y tuvieron que huir. “Boko Haram lleg贸 matando gente. Y entre los muertos quedaron mi t铆o y uno de mis primos, as铆 que nos fuimos”, cuenta la mujer.
De eso hace ya cuatro a帽os y de ese tiempo aqu铆, Aisha se ha separado de su esposo y es ella quien se encarga ahora de cuidar de sus hijos. “Tengo un peque帽o negocio de comidas. Cocino arroz y guisos y los vendo. Tambi茅n hago macarrones y espaguetis”, explica con cierto orgullo.
El negocio le permite alquilar un peque帽o piso donde vivir. “Pero no da mucho m谩s. La comida que sobra cada d铆a es la que nos toca comernos a nosotros. Y adem谩s de a mis hijos tambi茅n tengo a mi cargo a mis padres y a una hermana. As铆 que no solemos comer carne o pescado”, dice. Y se帽ala que, justamente eso, conseguir suficiente comida para toda su familia, es lo m谩s duro de ser una madre soltera y (adem谩s) desplazada. “Eso y poder pagar los medicamentos cuando los ni帽os enferman”, a帽ade.
Sobre la posibilidad de regresar a su pueblo, Aisha tuerce el gesto y niega con la cabeza. “No, no podemos regresar”, asegura con m谩s temor que certeza.
“Aqu铆 no hay trabajo. No tengo mi m谩quina de coser, la dej茅 all铆 cuando salimos corriendo”
Raha Mohammed (30), Hassan y Hussein (gemelos de 2 a帽os)
Raha Mohammed y su familia huyeron hace dos a帽os de Bama debido a los combates y lo que m谩s echa de menos de su antigua vida es su m谩quina de coser. “Aqu铆 no hay trabajo. No tengo mi m谩quina de coser, la dej茅 all铆 cuando salimos corriendo”, cuenta la mujer que huy贸 junto a su marido y ocho hijos.
“En Bama est谩bamos bien”, apunta. “Trabajaba confeccionando ropa, ten铆amos dinero y una casa en propiedad, no en alquiler como estamos aqu铆”, lamenta.

Raha est谩 sentada bajo un 谩rbol en el patio de la cl铆nica de Gwange y sostiene a sus gemelos, Hassan y Hussein, de 2 a帽os, mientras cuenta su historia. Los peque帽os ingresaron con malaria y conjuntivitis. “Llevamos dos d铆as, pero ya est谩n mejorando. Nos cuidan bien aqu铆…y es gratis”, dice.
El marido de Raha trabaja espor谩dicamente en el mercado de Maiduguri. “Lo llaman de vez en cuando para que ayude en una carnicer铆a”, explica. Eso les permite comer carne de vez en cuando. “S铆, cuando va a trabajar a veces trae algo; pero no es como en Bama donde la com铆amos a menudo. All铆 mi marido ten铆a un puesto propio en el mercado. Pero aqu铆 casi siempre es arroz y pasta…”, apunta.
Raha tambi茅n echa de menos su ciudad Bama. “Aunque no s茅 nada de la situaci贸n all铆. Aqu铆 hemos empezado de nuevo una vida y, con todos los problemas que ya tenemos, no vamos a pensar ahora en c贸mo regresar”.

“Pens茅 que jam谩s volver铆a a ver a mi familia”
Billasu Belloun (40) y Usman (4 a帽os)
Billasu y su familia viven con otra tres en una choza levantada con troncos, ramas y pl谩sticos. “Somos cuatro mujeres, cinco hombres y diez ni帽os. Hemos dividido la caba帽a en varias partes, pero no da para mucho, no es muy grande…”, explica la mujer mientras acomoda la cabeza de su hijo medio dormido sobre su regazo.
A Billasu y su familia la desplaz贸 el conflicto y llevan cuatro a帽os viviendo en un campo de desplazados. “No hay mucho all铆. El agua, por ejemplo, tenemos que cavar en la tierra hasta que la encontramos…. ¿Y comida? Tampoco hay la suficiente”, asegura.
La mujer explica que son los hombres los que van cada d铆a al bosque a recoger le帽a que luego tratan de malvender para poder comprar lo m谩s b谩sico: ma铆z y arroz. “Pero hay d铆as en que lo 煤nico que tenemos que comer es un sobre de Plumpy nut”, lamenta Billasu, quien cuenta que en Kaleri, el pueblo donde viv铆an, ten铆an tierras que cultivaban y les permit铆an llevar una dieta mejor y m谩s sana.
“Hasta que lleg贸 Boko Haram. Nos atacaron y quemaron nuestras casas. Nos robaron todo, tambi茅n nuestra comida. Mataron a los hombres y tuvimos que salir de all铆 corriendo, sin poder coger apenas nada”, relata mec谩nicamente la mujer. “Pens茅 que jam谩s volver铆a a ver a mi familia”, a帽ade.
Billasu lleva varios d铆as con su hijo, Usman, ingresado en nuestro hospital en Gwange. “Tiene malaria”, dice. “Pues en el campo son los m谩s peque帽os los que se quedan las pocas mosquiteras que tenemos”, se excusa.
Esta es la segunda vez que Usman ingresa en la cl铆nica. Lleg贸 con fiebre muy alta y convulsiones. “Las dos veces hemos tenido que venir hasta aqu铆, hasta Maiduguri. El trayecto nos cuesta 300 nairas [; pero es que en el campo no hay d贸nde llevarlo. S铆, hay un consultorio; pero es solo para los dolores de cabeza o cosas as铆, no para la diarrea que ten铆a mi hijo”.
“Los ni帽os est谩n enfermos todos los d铆as”
Gadi Bulama (50) y Ansa (2 a帽os)
“No vimos nada. Solo escuchamos los disparos en la noche y c贸mo quemaban nuestras casas. Salimos a toda prisa. Sin zapatos ni nada. Tres d铆as huyendo, con ancianos y ni帽os. Tres d铆as sin zapatos”, relata Gadi Bulama de 50 a帽os.
Hace dos a帽os, los grupos armados atacaron su aldea en el distrito de Marte. Por ello, ella y su familia y viven ahora en un asentamiento de desplazados de Gajiganna, cerca de Maiduguri, la capital del estado.

“Vivimos nueve personas en una choza”, dice mientras abre una peque帽a bolsa de tela rosa. Extrae un papel doblado y lo muestra. “Es el comprobante de la placa de zinc que recibimos de una organizaci贸n para hacer el techo de la casa”, explica.
En el campo de desplazados, Gadi y su familia reciben de tanto en tanto ayuda de organizaciones humanitarias. “Pero los repartos de alimentos no llegan para todos y tenemos que hacer una sola comida al d铆a”, revela la mujer. “Eso es lo m谩s duro, conseguir comida. Eso y no tener medicinas. All铆 solo hay un dispensario y no hay apenas medicinas para los ni帽os, que est谩n enfermos todos los d铆as”, se queja la mujer.
La hija de Gadi, Ansa de dos a帽os, tambi茅n est谩 enferma. Por eso las dos llevan unos d铆as en el hospital de Gwange. La peque帽a padece desnutrici贸n, dolencia que termina por afectar a todo el organismo y hacerlo m谩s vulnerable a otras enfermedades.
“Esto no nos pasaba antes. Pod铆amos cultivar arroz, jud铆as. Ahora solo comemos bien cuando mi marido puede vender algo de madera. Es una vida muy complicada.”
“No queda nadie all铆. Lo quemaron todo”
Famata Abubaker (45) e Ibrahim (16 meses)
“Viv铆amos bien. Cultiv谩bamos nuestras tierras y ten铆amos comida. Pero lo hemos perdido todo. Ahora dependemos de la le帽a que pueda vender mi marido”, explica Famata Abubaker. Ella y su familia –su esposo y siete hijos- escaparon de Gajiganna hace dos a帽os. “Llegaron y mataron a dos personas. Al poco tiempo, regresaron y asesinaron a cinco m谩s. Entonces fue cuando decidimos venir a Maiduguri”, relata.

Famata sostiene a Ibrahim, su hijo de 16 meses, que duerme inquieto y con la respiraci贸n entrecortada. Llevan dos d铆as en nuestra cl铆nica en Gwange. El peque帽o ingres贸 con bronconeumon铆a y anemia severa. “No respond铆a; no pod铆a tragar nada. Ni siquiera agua. Ahora ya va mejorando”, apunta la mujer.
Famata y su familia viven con su t铆a en la capital de Borno. “No estamos en un campo de desplazados y mi marido va a vender madera cada d铆a; pero no es suficiente. No tenemos dinero y sin dinero no hay comida, ni tampoco con qu茅 pagar el hospital cuando los ni帽os enferman”.
La mujer asegura que no reciben ayuda de ning煤n tipo. “Nada de las distribuciones que hacen las organizaciones nos llega a nosotros”, revela. “Esta es la primera vez que nos dan algo gratis”, a帽ade en referencia a la atenci贸n -tres comidas al d铆a, cama, mantas y f谩rmacos- que recibe en la cl铆nica de manera gratuita.
A la pregunta de si guarda esperanzas de regresa a su pueblo, la mujer niega con la cabeza y dice: “no queda nadie all铆. Lo quemaron todo”.
“No comemos ni carne, ni pescado… no hay con qu茅 comprarlo”
Zahra Adam (30), Rukayya (9) y F谩tima (5 meses)
Zahra Adam, de 30 a帽os, est谩 ingresada en la cl铆nica de Gwange con dos de sus hijas. La m谩s peque帽a, F谩tima de 5 meses, que lleg贸 con fiebre y diarrea, con malaria. Y Rukayya, de 9 a帽os. “Le duele la espalda”, dice la mujer. Aunque en realidad la ni帽a tiene pielonefritis aguda, una infecci贸n renal, seg煤n el diagn贸stico de nuestro equipo.

“Vine a este hospital porque aqu铆 las medicinas son buenas y los ni帽os mejoran. Cuando he llevado a los peque帽os a otra parte, no se recuperan como lo hacen aqu铆”, revela la mujer.
Zahra y las dos peque帽as llevan m谩s de un mes ingresadas. Su suegra es qui茅n cuida estos d铆as de los otros tres hijos cuando 茅stos no est谩n en la escuela. El marido de Zahra se pasa el d铆a en un peque帽o puesto del mercado vendiendo arroz. “Y eso es lo 煤nico que comemos: arroz y algo de ma铆z de vez en cuando”, apunta amarga la mujer.
El conflicto no ha afectado directamente ni a Zahra ni a su familia. Viven desde hace a帽os en Maiduguri; pero a menudo tienen las mismas necesidades que muchos de los desplazados por el conflicto: “No comemos ni carne ni pescado… no hay con qu茅 comprarlo”.
“La comida que sobra es la que nos toca comer”
Aisha Lawan (27) y Zainab (3)
Aisha Lawan tard贸 un mes en llegar a nuestra cl铆nica de Gwange con su hija Zainab, de 3 a帽os. La ni帽a empez贸 a tener fiebre, sudores y dolor de huesos. La mujer la llev贸 a una farmacia cercana a su vivienda. “Pens茅 que quiz谩 podr铆an darme algo all铆 para calmarla. Pero no ten铆an nada”, relata Aisha. As铆 que fueron a uno de los hospitales de Maiduguri. “Estuvo 17 d铆as ingresada, recibiendo tratamiento pero no mejor贸 nada”, a帽ade.
Finalmente, alguien les habl贸 de nuestro centro en Gwange y ah铆 llevan dos semanas, donde la peque帽a mejora por d铆as.

Aisha viv铆a con su marido y tres hijos en Benisheikh, al norte del estado de Borno. Pero el conflicto se extendi贸 hasta all铆 y tuvieron que huir. “Boko Haram lleg贸 matando gente. Y entre los muertos quedaron mi t铆o y uno de mis primos, as铆 que nos fuimos”, cuenta la mujer.
De eso hace ya cuatro a帽os y de ese tiempo aqu铆, Aisha se ha separado de su esposo y es ella quien se encarga ahora de cuidar de sus hijos. “Tengo un peque帽o negocio de comidas. Cocino arroz y guisos y los vendo. Tambi茅n hago macarrones y espaguetis”, explica con cierto orgullo.
El negocio le permite alquilar un peque帽o piso donde vivir. “Pero no da mucho m谩s. La comida que sobra cada d铆a es la que nos toca comernos a nosotros. Y adem谩s de a mis hijos tambi茅n tengo a mi cargo a mis padres y a una hermana. As铆 que no solemos comer carne o pescado”, dice. Y se帽ala que, justamente eso, conseguir suficiente comida para toda su familia, es lo m谩s duro de ser una madre soltera y (adem谩s) desplazada. “Eso y poder pagar los medicamentos cuando los ni帽os enferman”, a帽ade.
Sobre la posibilidad de regresar a su pueblo, Aisha tuerce el gesto y niega con la cabeza. “No, no podemos regresar”, asegura con m谩s temor que certeza.
“Aqu铆 no hay trabajo. No tengo mi m谩quina de coser, la dej茅 all铆 cuando salimos corriendo”
Raha Mohammed (30), Hassan y Hussein (gemelos de 2 a帽os)
Raha Mohammed y su familia huyeron hace dos a帽os de Bama debido a los combates y lo que m谩s echa de menos de su antigua vida es su m谩quina de coser. “Aqu铆 no hay trabajo. No tengo mi m谩quina de coser, la dej茅 all铆 cuando salimos corriendo”, cuenta la mujer que huy贸 junto a su marido y ocho hijos.
“En Bama est谩bamos bien”, apunta. “Trabajaba confeccionando ropa, ten铆amos dinero y una casa en propiedad, no en alquiler como estamos aqu铆”, lamenta.

Raha est谩 sentada bajo un 谩rbol en el patio de la cl铆nica de Gwange y sostiene a sus gemelos, Hassan y Hussein, de 2 a帽os, mientras cuenta su historia. Los peque帽os ingresaron con malaria y conjuntivitis. “Llevamos dos d铆as, pero ya est谩n mejorando. Nos cuidan bien aqu铆…y es gratis”, dice.
El marido de Raha trabaja espor谩dicamente en el mercado de Maiduguri. “Lo llaman de vez en cuando para que ayude en una carnicer铆a”, explica. Eso les permite comer carne de vez en cuando. “S铆, cuando va a trabajar a veces trae algo; pero no es como en Bama donde la com铆amos a menudo. All铆 mi marido ten铆a un puesto propio en el mercado. Pero aqu铆 casi siempre es arroz y pasta…”, apunta.
Raha tambi茅n echa de menos su ciudad Bama. “Aunque no s茅 nada de la situaci贸n all铆. Aqu铆 hemos empezado de nuevo una vida y, con todos los problemas que ya tenemos, no vamos a pensar ahora en c贸mo regresar”.