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El conflicto catalán, dos nacionalismos enfrentados

OPINIÓN de Xavier Caño Tamayo.- El 11 de mayo se votó en el Parlament de Cataluña para elegir al nuevo presidente de la Generalitat catalana. El candidato era Quim Torra, miembro de Convergencia Democrática de Cataluña, hoy PDECat (Partido Demócrata Europeo de Cataluña) integrado en la coalición Junts per Catalunya (JxCat) que lidera el huido Puigdemont. Torra es considerado un independentista radical.

Torra no fue investido entonces, pero lo fue el lunes 14 de mayo, elegido por mayoría simple. Para que no quepa duda sobre la postura política de Torra, en su primer discurso de investidura afirmó que “nuestro presidente es Carles Puigdemont. Seremos leales al programa del 1 de octubre y a la construcción de la república“. Pero no dijo como se construirá esa república. Aunque, por supuesto, también expresó su voluntad de dialogar con el gobierno de España sin condiciones previas.

Desde el partido Popular y el gobierno que sostiene, también Rajoy ha dicho estar dispuesto a dialogar. ¿Qué diálogo cuando, tras calificar el conflicto con los independentistas catalanes como el mayor “ataque a nuestra soberanía nacional”, Rajoy ha amenazado (así sonaba) que el 155 “ya no es sólo un artículo de la Constitución sino un antecedente y un procedimiento para el futuro si fuera necesario”?

¿Es posible diálogar cuando uno pide blanco y el otro dice negro? Dialogar supone estar dispuesto a ceder. ¿Hasta donde cederían Torra y Rajoy? Una cosa son las frases de miting o las declaraciones en rueda de prensa y otra la cruda realidad.

¿Se pondrán de acuerdo PP y el gobierno Rajoy con Torra-Puigdemont y Junts per Catalunya?

Parecería que sí, pues a fin de cuentas ambos son conservadores y creen en el sistema capitalista y en esta democracia representativa, donde los representados solo cuentan cada cuatro años y pintan mucho más todo el tiempo los representantes, los políticos profesionales.

PP y PDECat tienen bastante en común. Son muy conservadores y han sido aliados en el Congreso durante décadas. ¿Sabían que, cuando empezarron las medidas de austeridad, el primero en implantar el copago de medicamentos fue Artur Mas, presidente de la Generalitat de Cataluña? Y tanto PDECat como PP son nacionalistas, aunque este último no quiera reconocerlo. También cabe señalar que el nacionalismo español del Partido Popular es sucesor y heredero del nacionalismo español franquista. No es el caso del PDECat (antes CDC) que, sin embargo, no ha dejado de sacar tajada en nombre de Cataluña.

Hay más concurrencias. Tanto PP como CDC (se llame como se llame ahora) tienen o han tenido en común una corrupción organizada para financiar ilegalmente parte de su actividad política. La confirmación por Hacienda en el caso Gürtel de que el Partido Popular se ha financiado de modo ilegal tal vez induzca a que ese partido sea finalmente condenado por financiación ilegal como partícipe a título lucrativo. Casi como en otra condena de CDC en Barcelona por llevarse más de 6 millones de euros como beneficiario de una corrupción organizada.

En el juicio del caso Gürtel técnicos de Hacienda testificaron que hubo financiación ilegal del Partido Popular, con prácticas prohibidas por la ley, de sus campañas electorales tanto generales (año 2000) como regionales (Madrid y Valencia). Y en Cataluña, en el caso ADIGSA, CDC cobró también comisiones ilegales del 3% del presupuesto de obras públicas adjudicadas por el gobierno de Convergencia i Unió (CiU).

Denunciado el caso en 2005, archivado entonces y reabierto en 2015, el caso ADIGSA se investiga judicialmente. Un proceso al que cabe añadir el caso Palau con una sentencia de 9 años de cárcel para Luis Millet (cerebro de la corrupción), 4 para Osàcar (ex-tesorero de Convergencia Democrática de Cataluña) y la condena de CDC por apropiarse de más de 6 millones de euros como beneficiario.

De nuevo en nuestros días, parecería que nacionalistas españoles y nacionalistas catalanes pueden entenderse. Pero, como cualquier nacionalismo, ambos necesitan enemigos exteriores y ambos agitan emocionalmente a sus seguidores. Por eso no hay avenencia sino enfrentamiento de nacionalismos. No olvidemos que la I Guerra Mundial, por ejemplo, fue por intereses enfrentados de Alemania y Francia, ambos estados capitalistas, ambos conservadores y ambos nacionalistas.

Volvemos a la casilla de salida en el conflicto catalán, pues no parece que nadie quiera dialogar de verdad. Habrá que ver investido como presidente a Quim Torra y, sobre todo, qué hace cuando lo sea. Es fácil decir que es presidente provisional porque el presidente ha de ser otro cuando no tienes poder. Otra cuestión es cuando lo tienes.




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