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El 18 por ciento de las niñas han experimentado violencia por Internet antes de cumplir los 15 años

Laura Campillo Sánchez.- Madrid, 26 jun. 18. AmecoPress.- Una joven envía fotografías de carácter sexual a su pareja por una red de mensajería instantánea. Confía en su novio, no imagina que esas imágenes vayan a ver nunca la luz. Pero un día la relación se rompe y él decide publicar el contenido de su ex novia en diferentes redes sociales, incluso en páginas pornográficas y de contactos, aportando su número de teléfono con un anuncio en el que oferta sexo.

Foto: AmecoPress




Las nuevas tecnologías y las redes sociales se han convertido en una herramienta para ejercer un acoso contra las mujeres que parece no tener fin, porque la inmensidad de la red hace que los mensajes, fotos y vídeos se propaguen a una velocidad vertiginosa, resultando muy difícil parar la viralización de contenidos sensibles o violentos.


El ejemplo expuesto solo es una de las múltiples formas en las que Internet se convierte en un arma de la violencia de género, pero hay muchos más. Mensajes continuos, difusión de rumores o insultos por redes sociales, control por geolocalización de cada paso que dan las víctimas o el hackeo de las cámaras de los móviles o los ordenadores engordan esta lista. La jornada organizada por la Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres (CIMTM) el pasado jueves 21 de junio analizó en profundidad el fenómeno del ciberacoso y alertó de la importancia de formar a las personas más jóvenes de los peligros de las nuevas tecnologías, pues son quienes más utilizan estas herramientas y recaen en estas conductas.

La prevalencia del ciberacoso

El 18% de las mujeres y niñas han experimentado algún tipo de violencia seria por Internet antes de cumplir 15 años, y hasta el 11% lo sufre desde que alcanzó esa edad, según los datos aportados por Isabel Ventura, experta de Portugal en el observatorio de Violencia de Género del Lobby Europeo de Mujeres.

Según defiende Ventura, este tipo de problema es prevalente en la actualidad, hay 3000 sitios online especialmente dedicados a la violencia sexista contra la mujer. Dentro de los abusos gráficos que se sufren en Internet, uno de los más habituales es lo que la experta denomina “pornografía de venganza”. La empresa de seguridad McAfee asegura que una de cada diez parejas ha amenazado con difundir imágenes sexuales de sus parejas, más de 3000 lo han hecho.

La mayor dificultad es la ausencia de barreras físicas y temporales de la red, su gran difusión y el anonimato que brinda. “Internet es como tierra de nadie, muchas veces no se puede establecer la responsabilidad de estos delitos”, explica Ventura. Los autores de esta ciberviolencia suelen ser ex parejas o compañeros de clase o de trabajo, pero también pueden ser delincuentes online, como hackers u hombres que se hacen pasar por otras personas, tratantes, depredadores sexuales, organizaciones criminales u organizaciones religiosas, según la experta.

¿Cómo denunciar?

En algunas ocasiones las víctimas tienen dudas a la hora de denunciar. A veces, porque reciben el chantaje de que si actúan se enviarán imágenes o contenidos comprometidos; otras, simplemente porque no saben quién hay detrás de las amenazas que reciben, el acosador se protege detrás de mensajes anónimos. Luisa Velasco, ex inspectora de Policía y experta en violencia, explica que todas estas circunstancias se pueden denunciar si se aportan pruebas.

“Se puede solicitar a la compañía de teléfono que envíe un listado de las llamadas recibidas, ahí se puede probar que te están llamando insistentemente. También se pueden recuperar los mensajes de Whatsap, emails o contenido en redes sociales. Siempre recomendamos que se hagan capturas de pantalla de las conversaciones y que se envíen por correo electrónico por si se cambia de teléfono o se borran. Después se investigará la IP desde la cual se enviaron esos mensajes y se identificará desde qué ordenador lo hicieron”.

La ex inspectora explica que en caso de amenazas graves (como las de muerte) no se necesita un acoso reiterativo y prolongado en el tiempo para poder denunciar. Si se puede presentar la prueba con un mensaje, se puede llevar al juzgado. Además, añade que plataformas como Twitter, Facebook o Whatsapp están obligadas si hay una orden judicial a aportar cualquier información del usuario que cometa este tipo de delitos.

Las dificultades las encuentra en los criterios judiciales, Luisa Velasco explica que hay ocasiones en las que una intimidación puede ser interpretada por el juzgado como un comentario sin peligro real, como si no existiera la amenaza de que se vaya a llevar a cabo. “Nadie puede asegurar que no va a pasar nada, pero los jueces tienen esa potestad y lo hacen así”, cuenta.

Otro de los inconvenientes que se pueden encontrar las víctimas a la hora de que su denuncia prospere es si reciben llamadas desde teléfonos que ocultan su identidad. La policía explica que si existe una sospecha de qué persona puede estar detrás de ese acoso pero no se sabe con certeza, los juzgados son reticentes a abrir investigaciones contra el sospechoso para no invadir su intimidad sin pruebas.

Luisa Velasco mantiene que los casos que ha presenciado a lo largo de su carrera han prosperado, y anima a las afectadas a denunciar. También aconseja que no bloqueen en redes sociales a sus acosadores, pues de esa forma la Policía no puede comprobar que el delito continúa. Con respecto a si es mejor responder a los mensajes o no, Velasco afirma que depende del caso en concreto. Descolgar las llamadas puede beneficiar para que consten en el registro, pero responder a veces puede suponer incrementar el miedo o el agobio que ya sufren las víctimas.

“Si algo es gratis en Internet, el producto somos nosotros”

En la jornada “Violencia de género, redes y ciberacoso” organizada por la CIMTM también participó Lórien Doménech, responsable del servicio Digital Forense de Prosegur Ciberseguridad, que explicó la importancia de no compartir con una segunda persona nuestras claves de redes sociales o de nuestro teléfono móvil. “Es nuestra responsabilidad, igual que si tenemos un coche a nuestro nombre”.

Su trabajo consiste en encontrar evidencias y pruebas en las redes sociales. “Buscamos el ciclo de vida que ha tenido una cuenta o una persona y recabamos toda la información posible, siempre teniendo en cuenta la legalidad”. El experto pidió al público asistente que reflexionara sobre los datos que ofrece en Internet, “nos hemos metido de lleno en la red sin tener conocimientos y no sabemos los riesgos que corremos. Tenemos que preguntarnos por qué una red social es gratuita. Si algo es gratis en Internet, el producto somos nosotros”.

Por su parte, el asesor jurídico de la asociación No al acoso, Igor Cieker, expresó las limitaciones existentes en la ley para este tipo de delitos. “La regulación ni tan siquiera se acerca a la realidad del mundo actual en los marcos de acoso en las nuevas tecnologías. El sistema legal hace lo que puede, pero va por detrás”.

El abogado identificó un perfil de ciberacosador típico, que presentaba, a su juicio, unas diferencias con el acosador tradicional. “Se trata de una persona con desconexión moral, falta de empatía, falta de consciencia del carácter delictivo de su conducta, asociada a una determinada sensación de impunidad. Realizan el acoso como una forma de diversión y de su dependencia a las tecnologías”.

Por el contrario, la jueza María Gavilán negó que existiera un perfil tipo para estos delincuentes, “cualquier persona puede recibir ciberviolencia y ejercerla”. En su intervención, la magistrada explicó cómo trata este tipo de casos en el juzgado. “Lo ideal es hacer declarar a la víctima en fase de instrucción, para que no tenga que volver a declarar en ningún momento más. Se le hacen preguntas a través de un psicólogo. Será la única persona a la que ella vea en la sala. Jueza, defensa y fiscal estamos detrás de un cristal, escuchando la conversación”.

Para Gavilán, la justicia interviene “cuando el daño ya está hecho”, pero antes de ese momento es importante insistir en una educación igualitaria sin roles sexistas. “Que nos enseñe que el sexo no es un tabú y que no debemos hipersexualizar a las niñas”. Terminó su exposición solicitando “más medios personales y materiales a todos los operadores que intervenimos en estos delitos, para poder perseguirlos”.






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