Jorge Zavaleta Alegre.- "No sigo estudiando, porque no creo necesario. No hay trabajo y al final a uno lo matan. Quienes estudian forman su empresa y tambi茅n los asaltan y matan. A mi padre lo mataron en un penal, en guerra con otra banda… Tengo cuatro hermanitos y mi madre enferma de dolor, necesitan comer como yo. Para tener este espacio dejo cinco d贸lares en la porter铆a. Por eso, vengo al cementerio y acompa帽o a poner las flores para sus familiares”.
Este es el testimonio de un adolescente que podemos escuchar en un “campo santo” de una capital latinoamericana, en los cuales tambi茅n se observa las diferencias abismales entre tumba y tumba. Es una representaci贸n gr谩fica, elocuente del mundo en que vivimos.
El ni帽o que narra sus experiencias, es una fotograf铆a de la multiplicaci贸n de la delincuencia, la saturaci贸n de las c谩rceles y la corrupci贸n generalizada. Es la antesala de la destrucci贸n del mundo en que vivimos.
Un librero en la puerta de una Universidad del Altiplano, ofrece libros diversos a bajos precios y cuotas mensuales, a profesores y estudiantes, muy por debajo de los costos que ofertan las librer铆as del coraz贸n de la urbe atiborrada de carros y vendedores ambulantes.
Este librero, Pedro Cuentas, recuerda haber sido custodio en un penal del Callao, ahora pensionista del Estado con menos de 100 d贸lares mensuales.
¿Qu茅 lecci贸n constructiva recuerda de esa labor?, preguntamos a Pedro: “Ninguna, absolutamente ninguna. Solo violencia…”, responde.
Recuerda que gran parte de los t铆tulos de los libros m谩s actuales provienen de una inmensa imprenta del puerto del Callao, donde laboran varias decenas de personas, especializadas en la industria gr谩fica, acopio de papel, cartulinas, tintas, veh铆culos de distribuci贸n para los principales mercados del pa铆s y exterior.
Un diario vespertino, que apareci贸 el d铆a que el hombre lleg贸 a la luna, se ha convertido en un medio escrito, del cual brota sangre infestada, violencia sin fin, con una peque帽a columna de un “escritor” que env铆a cr贸nicas con frecuencia.
Conversando con alumnos de Ciencias de la Comunicaci贸n, revelan que el director del diario que ellos muestran en sus manos y que ense帽a en una universidad, justifica, en sus clases, que esos contenidos son reflejo de la realidad y que 茅l no hace sino reproducir el d铆a a d铆a, con autorizaci贸n del directorio, cuyos miembros son herederos de un diplom谩tico que su vida fue dedicada a lograr la creaci贸n del Acuerdo de Cartagena.
Como subray贸 Montesquieu hace casi tres siglos, no puede haber libertad si el poder judicial no es independiente de los poderes legislativo y ejecutivo. El planeta tierra ya no soporta la exacci贸n infinita de sus recursos que terminan en las ciudades industrializadas, dejando miseria y hambre en los campos agr铆colas y socavones de los minerales m谩s preciados. La miseria es un problema del crecimiento del Norte, merced la pauperizaci贸n del d茅bil y an茅mica Sur, con excepciones de Chile, Bolivia y Uruguay.
Para que los medios de comunicaci贸n puedan contribuir eficazmente a la consecuci贸n de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible es preciso que los tribunales y las fuerzas del orden ofrezcan una protecci贸n sin fisuras de los derechos que son la libertad de expresi贸n y de informaci贸n y la seguridad de los periodistas. La Etica es la regla para todos, sin excepci贸n.
Este es el testimonio de un adolescente que podemos escuchar en un “campo santo” de una capital latinoamericana, en los cuales tambi茅n se observa las diferencias abismales entre tumba y tumba. Es una representaci贸n gr谩fica, elocuente del mundo en que vivimos.
El ni帽o que narra sus experiencias, es una fotograf铆a de la multiplicaci贸n de la delincuencia, la saturaci贸n de las c谩rceles y la corrupci贸n generalizada. Es la antesala de la destrucci贸n del mundo en que vivimos.
Un librero en la puerta de una Universidad del Altiplano, ofrece libros diversos a bajos precios y cuotas mensuales, a profesores y estudiantes, muy por debajo de los costos que ofertan las librer铆as del coraz贸n de la urbe atiborrada de carros y vendedores ambulantes.
Este librero, Pedro Cuentas, recuerda haber sido custodio en un penal del Callao, ahora pensionista del Estado con menos de 100 d贸lares mensuales.
¿Qu茅 lecci贸n constructiva recuerda de esa labor?, preguntamos a Pedro: “Ninguna, absolutamente ninguna. Solo violencia…”, responde.
Recuerda que gran parte de los t铆tulos de los libros m谩s actuales provienen de una inmensa imprenta del puerto del Callao, donde laboran varias decenas de personas, especializadas en la industria gr谩fica, acopio de papel, cartulinas, tintas, veh铆culos de distribuci贸n para los principales mercados del pa铆s y exterior.
Un diario vespertino, que apareci贸 el d铆a que el hombre lleg贸 a la luna, se ha convertido en un medio escrito, del cual brota sangre infestada, violencia sin fin, con una peque帽a columna de un “escritor” que env铆a cr贸nicas con frecuencia.
Conversando con alumnos de Ciencias de la Comunicaci贸n, revelan que el director del diario que ellos muestran en sus manos y que ense帽a en una universidad, justifica, en sus clases, que esos contenidos son reflejo de la realidad y que 茅l no hace sino reproducir el d铆a a d铆a, con autorizaci贸n del directorio, cuyos miembros son herederos de un diplom谩tico que su vida fue dedicada a lograr la creaci贸n del Acuerdo de Cartagena.
Como subray贸 Montesquieu hace casi tres siglos, no puede haber libertad si el poder judicial no es independiente de los poderes legislativo y ejecutivo. El planeta tierra ya no soporta la exacci贸n infinita de sus recursos que terminan en las ciudades industrializadas, dejando miseria y hambre en los campos agr铆colas y socavones de los minerales m谩s preciados. La miseria es un problema del crecimiento del Norte, merced la pauperizaci贸n del d茅bil y an茅mica Sur, con excepciones de Chile, Bolivia y Uruguay.
Para que los medios de comunicaci贸n puedan contribuir eficazmente a la consecuci贸n de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible es preciso que los tribunales y las fuerzas del orden ofrezcan una protecci贸n sin fisuras de los derechos que son la libertad de expresi贸n y de informaci贸n y la seguridad de los periodistas. La Etica es la regla para todos, sin excepci贸n.