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“Bolivia: Vale un Potosí”

El fotorreportaje de Miquel Dewever-Plana, que muestra las condiciones de vida y trabajo en las minas de Potosí,  forma parte de las selección del las festival Visa pour l’image, que tendrá lugar hasta el 16 de septiembre en la ciudad de Perpiñán.

El festival de fotoperiodismo lcelebra su 30ª edición, y cuenta también con el trabajo de la madrileña Catalina Martin-Chico, sobre las exguerrilleras colombianas de las Farc.

Los mineros de Potosí trabajan en condiciones extremadamente difíciles. © Miquel Dewever-Plana

Con más de una docena de exposiciones que insisten en la crisis de refugiados y migratorias que golpea la región de Oriente Medio y algunos puntos de Asia, como Bangladesh, América Latina se hace un hueco con las duras condiciones laborales de los mineros de Potosí, en Bolivia y las mujeres de las Farc.

Con su trabajo, el fotógrafo franco-catalán Dewever-Plana (París, 1961) ha puesto rostro a los agricultores que, en muchos casos, se vieron obligados abandonar una tierra que no les daba de comer y entrar en la mina, polvorienta y angosta, donde se dejan la vida.

Además, Martin-Chico (Madrid, 1969) presenta su serie "Colombia: (Re)nacer".

La española, laureada en 2017 con el premio Canon de Mujer Fotoperiodista, retrata a cientos de exguerrilleras que, con el proceso de paz en marcha, han comenzado a tener hijos en las junglas donde se escondieron durante años.

Allí abortaron y abandonaron a sus vástagos, pues la formación armada no les permitía tener descendencia.

El director del Festival, Jean-François Leroy, presentó también el resto de exposiciones entre las que destacan "Un pequeño rincón", sobre las condiciones higiénicas de los baños particulares y públicos en varios países en vías de desarrollo, como Haití, Vietnam o India, de la documentalista estadounidense Andrea Bruce.

Con más de una docena de exposiciones que insisten en la crisis de refugiados y migratorias que golpea la región de Oriente Medio y algunos puntos de Asia, como Bangladesh, América Latina se hace un hueco con las duras condiciones laborales de los mineros de Potosí, en Bolivia y las mujeres de las Farc.

Con su trabajo, el fotógrafo franco-catalán Dewever-Plana (París, 1961) ha puesto rostro a los agricultores que, en muchos casos, se vieron obligados abandonar una tierra que no les daba de comer y entrar en la mina, polvorienta y angosta, donde se dejan la vida.

Además, Martin-Chico (Madrid, 1969) presenta su serie "Colombia: (Re)nacer".

La española, laureada en 2017 con el premio Canon de Mujer Fotoperiodista, retrata a cientos de exguerrilleras que, con el proceso de paz en marcha, han comenzado a tener hijos en las junglas donde se escondieron durante años.

Allí abortaron y abandonaron a sus vástagos, pues la formación armada no les permitía tener descendencia.

El director del Festival, Jean-François Leroy, presentó también el resto de exposiciones entre las que destacan "Un pequeño rincón", sobre las condiciones higiénicas de los baños particulares y públicos en varios países en vías de desarrollo, como Haití, Vietnam o India, de la documentalista estadounidense Andrea Bruce.

En las entrañas de Potosí
María Carolina Piña/ RFI.- Las condiciones de vida y trabajo en las minas de Potosí se muestran en una de las exposiciones del Festival Visa pour l’image de Perpiñán. Este fotorreportaje es el fruto de nueve meses trabajo del franco-español Miquel Dewever-Plana en el Cerro Rico.

Hombres y mujeres que viven de la extracción de plata, zinc y estaño del vientre de la “Pachamama”. Las fotografías de Miquel Dewever-Plana dan cuenta de las condiciones de vida y trabajo de los mineros de Potosí, una región en Bolivia que vive desde hace 500 años gracias a esta actividad. Oscuridad, calor, polvo y vapores de arsénico son el pan de cada día para estos trabajadores quienes pasan varias horas diarias en las cavidades profundas del Cerro Rico. Allí los accidentes son frecuentes y los que se salen vivos sufren, en muchos casos, de la silicosis, una enfermedad grave e irreversible, que ataca las vías respiratorias y condena a muchos a una vida corta.

Dewever-Plana pasó nueve meses viviendo con estos mineros, muchos de los cuales son agricultores indígenas que dejaron sus tierras pues ésta ya no produce lo suficiente.

Este fotorreportaje titulado “Bolivia: Vale un Potosí” forma parte de las selección del festival Visa pour l’image, que tendrá lugar hasta el 16 de septiembre en la ciudad de Perpiñán, en el sur de Francia. En él, Dewever-Plana captura la realidad de estos trabajadores, pero también, sus creencias y los numerosos rituales que realizan para honrar a la Madre Tierra e implorar su protección.

“Hace muchísimos años que tenía ganas de trabajar en Bolivia y en Potosí, porque uno de mis libros de referencia es el de Eduardo Galeano, ‘Las venas abiertas de América Latina’. Este libro empieza, precisamente con Potosí, como el símbolo del saqueo de los españoles durante tres siglos en América Latina. Y también para que nos recordemos que si Europa es un continente rico hoy, es porque hemos saqueado las riquezas de ese continente”, aseguró Miquel Dewever-Plana, ante los micrófonos de RFI.

El fotógrafo explicó así mismo que es el trabajo en el que más ha sufrido durante su carrera, ya que sufrió en carne propia las condiciones de trabajo de estos hombres. “Vale un Potosí” incluye una serie de retratos de los mineros, llenos de polvo, sudor y cansancio, tras horas de trabajo en la mina, iluminados apenas con la luz del casco que llevaba el fotógrafo sobre su cabeza.

Pero también las mujeres son protagonistas de esta serie. La mayoría son “serenas” o guardianas de las minas. Ellas no pueden trabajar en el subsuelo pero son un apoyo esencial para los hombres y la vida de la mina, aunque muchas son viudas, tras la muerte de sus maridos en deslizamientos o víctimas de la silicosis. Ellas también fueron retratadas, con sus trajes típicos, pero en las faldas del Cerro Rico.

“Millones han muerto en esa montaña. Espero que la gente que venga a ver esta exposición tenga en cuenta que en parte gracias a ellos vivimos como vivimos en Europa. Y ojalá, como dice Galeano, les pidamos perdón”, concluyó Dewever-Plana.


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