Por Mar铆a Julia Bertomeu.- El texto que comentamos, Against Charity [i], es un manifiesto a favor de la bondad rec铆proca, igual y fraterna- y, por eso mismo, un largo argumento en contra de la caridad entendida como una relaci贸n desigual y no rec铆proca entre el que da y el que recibe, porque el que recibe no est谩 en condiciones de corresponder.
En el Pr贸logo y en los primeros cap铆tulos de este “Elogio a la bondad” –que tambi茅n es una denuncia de la caridad institucional como “estafa” a la bondad-, hay una interesante clarificaci贸n etimol贸gica, ling眉铆stica y conceptual sobre dos t茅rminos que en alg煤n per铆odo de su historia fueron coincidentes –incluso utilizando un soporte l茅xico dis铆mil como lo son la bondad y la caridad-. As铆, por ejemplo, nos dicen los autores que un temprano significado de la caridad (institucional) fue justamente el de bondad, entendida como una ‘disposici贸n para el bien’ y ‘los buenos sentimientos’, aunque posteriormente tal estrato conceptual se haya decantado a favor de una caridad institucional entre desiguales.
El sondeo etimol贸gico de los autores muestra que el sustantivo ingl茅s kind (tipo, clase, naturaleza) es la ra铆z del substantivo kindness (bondad) -de origen germ谩nico- y relacionado con kin (familiar o pariente). Esa etimolog铆a alude en sus comienzos a una caracter铆stica innata (y por eso mismo igualitaria), y m谩s tarde tambi茅n a la nobleza o cortes铆a de trato entre los parientes y semejantes, considerados como iguales. Es por ello que los autores encuentran -en este rastreo etimol贸gico- una coincidencia entre bondad, igualdad y fraternidad. En cambio la caridad, especialmente la institucional, perdi贸 su cercan铆a conceptual original con la bondad –y con la igualdad y la fraternidad-, aunque se intente presentarla como tal, a pesar de la disparidad entre el que da y el que recibe y no puede corresponderle, contrayendo as铆 una ‘supuesta’ deuda que nunca podr谩 saldar con su benefactor; deuda injusta, fruto de la necesidad y de una injusticia (social) previa.
El texto presentado es, tambi茅n, un manifiesto a favor de una Renta B谩sica universal e incondicional –tema por el cual Daniel Ravent贸s, Julie Wark y David Casassas, entre otros, est谩n batallando hace ya muchos a帽os-. Pero, ¿qu茅 pueden tener en com煤n la bondad igualitaria y fraterna con una Renta B谩sica universal e incondicional? Mucho, y lo veremos a continuaci贸n, si entendemos a una Renta B谩sica universal como un efectivo reconocimiento de un derecho (universal) a la existencia, cosa que har铆a innecesaria una caridad institucional, con la que se ufanan los ricos, y que las empresas enarbolan como bandera para lavar consciencias vendiendo mercanc铆as lujosas, por ejemplo, una ostentosa y placentera noche en el Hotel de la Vela en Barcelona y, de paso, una colaboraci贸n ‘humanitaria’.
Estos temas sobre el ‘capitalismo filantr贸pico’ o filantrocapitalismo –sin duda alguna un ox铆moron - resultan muy bien documentados en el cap铆tulo 8, que cuenta muchas cosas bien interesantes sobre este capitalismo enmascarado, por ejemplo, la transformaci贸n de los movimientos filantropistas norteamericanos – los abolicionistas, las luchas por el sufragio femenino, los derechos civiles y pacifistas- todas ellas iniciativas privadas en pos del bien p煤blico, convertidos en una filantrop铆a acorde con los tiempos y principios del capitalismo desembridado -para utilizar una de las tantas frases felices de Antoni Dom猫nech, otro de los fervientes defensores de una Renta B谩sica universal e incondicional –o de un Ingreso Ciudadano, como lo denominamos en Argentina-, y coautor con Ravent贸s de varios trabajos sobre el tema.
Una suma de l贸gica empresarial, aunada con un utilitarismo muy elemental, dan por resultado un filantrocapitalismo, nos dicen, que eval煤a costos y beneficios en t茅rminos de resultados cuyos criterios valorativos imponen los supuestos ‘benefactores’, quienes tambi茅n seleccionan a sus beneficiarios, como no podr铆a ser de otra manera, entre aquellos capaces de devolver la inversi贸n de la manera m谩s r谩pida y efectiva y que, obviamente, no suelen ser los m谩s necesitados. Comprensiblemente tales ‘benefactores’ multimillonarios – bien considerados bajo una l贸gica meritocr谩tica burda, adem谩s de aristocr谩tica- tienen una influencia enorme para imponer urbe et orbi sus propios candidatos pol铆ticos; para distorsionar (o incluso impedir) mediante los subsidios condicionados la investigaci贸n local sobre enfermedades end茅micas, como la malaria, la enfermedad de los pobres que no tienen dinero para medicamentos; y para ejercer influencia a fin de debilitar a gobiernos democr谩ticos -supuestamente ineficientes- de pa铆ses que reciben las ayudas de las fundaciones Rockefeller y Gates, entre otras. En el cap铆tulo previo, los autores reconstruyen una breve historia del humanitarismo, entendido como una forma especial de caridad institucional, que opera dentro de un sistema injusto y produce una forma de ‘vasallaje producto de la generosidad de otros’, tal como dicen los autores citando una frase de Saint Exupery a prop贸sito de una ‘supuesta generosidad’ que condena a la indignidad a quien la recibe.
Pues bien, quien se adentre en la lectura del libro no dejar谩 de sorprenderse por la variedad y oportunidad de las citas como la que acabamos de reproducir, y la calidad y multiplicidad de ejemplos –literarios, hist贸ricos, pict贸ricos y filos贸ficos- elegidos. En el cap铆tulo que estamos comentando hay varios de ilustrativos, como el caso del campo de refugiados Kakuma –administrado por el gobierno de Kenia con ayuda humanitaria de agencias como World Food Program, International Rescue Committee, Don Bosco, y otras- que alberga a m谩s de 180.000 refugiados permanentes infectados de malaria, c贸lera; mujeres violadas en forma reiterada, y ayudas humanitarias err谩ticas, que no cumplen los requisitos dietarios en calor铆as diarias, para poblaciones cuya vida depende de tales ayudas. A pesar de la buena intenci贸n de los trabajadores de las agencias, el marco institucional de los poderes globales y su ‘benevolencia’ siempre est谩n a favor de los intereses privados de los pretendidos benefactores.
Hay dos temas centrales del libro que me interesa comentar: en primer lugar el Cap铆tulo 2: Charity is Not a Gift; y los cap铆tulos finales sobre la Renta B谩sica entendida bajo la 贸rbita de la justicia y los derechos, pero nunca como un tema de caridad.
La caridad no es una donaci贸n (gift), bien nos dicen los autores, porque por lo general donar supone reciprocidad. Como dej贸 dicho Marcel Mauss a prop贸sito de la pr谩ctica de la donaci贸n en las sociedades primitivas, alguna fuerza tiene lo que se da que hace que el donatario lo devuelva, sin mediar un previo contrato legalmente vinculante.
Obviamente es necesario hacer una distinci贸n entre la caridad institucional y los actos privados de altruismo, bondad y amor por la humanidad, que los hay por cierto. En este sentido institucional –y para marcar una n铆tida diferencia con la caridad tambi茅n institucional- los autores indagan en la econom铆a del don (gift economy), una instituci贸n muy peculiar, antropol贸gica y etnogr谩ficamente interesante, aunque no f谩cil de entender en una sociedad en la que casi todo es intercambio y mercanc铆a, desde la salud, hasta incluso la propia libertad que se enajena en el trabajo asalariado. La econom铆a del don, en cambio, tiene rasgos propios muy distintos a las transacciones humanas fundadas en intercambios comerciales de bienes y servicios que se venden o cambian por dinero o por otro tipo de mercanc铆a, entre ellos la reciprocidad, como bien lo ha dicho Karl Polanyi en su maravilloso libro El sustento del hombre (Londres, 1977). La reconstrucci贸n hist贸rica de Polanyi –y el ataque de Malinowski al concepto de homo economicus- permitieron, entre otras cosas, entender que en las econom铆as primitivas la producci贸n y distribuci贸n de bienes materiales estaba incrustada en relaciones sociales de tipo no econ贸mico, y que no exist铆a un sistema econ贸mico ni una red de instituciones econ贸micas institucionalmente separadas e independientes. La reciprocidad –a diferencia de los intercambios- necesita de la presencia de dos o m谩s grupos sim茅tricos cuyos miembros act煤an similarmente y en ambas direcciones en los asuntos econ贸micos.
El quiebre de tales econom铆as sociales por parte de los mercados ‘libres’ propios del capitalismo, con grados de desigualdad y poder concentrados en manos de unos pocos, y la conversi贸n de la tierra y el trabajo en mercanc铆as, como si hubieran sido creadas para la venta, fueron de la mano de una caridad institucionalizada. Tales instituciones, nos dicen los autores, se hicieron necesarias en distintos momentos hist贸ricos, como en la Inglaterra del siglo XVI, con sus leyes de pobres que impusieron una gran maquinaria administrativa para sistematizar la pobreza producida por el propio sistema; y que ahora toman la forma de un humanitarismo que acepta la cat谩strofe humanitaria como un dato cuasi natural y propone asistirla mediante bienes de consumo sin involucrase en las causas de tales desastres. Una vuelta a la caridad medieval: ante la pobreza producto de causas naturales, una caridad como deber moral (ante Dios por parte del creyente), o impuestos para ‘ayuda’ a los pobres y necesitados.
Por 煤ltimo, ¿qu茅 pueden tener en com煤n la bondad -igualitaria y fraterna -con una Renta B谩sica universal e incondicionada? Sin entrar en la definici贸n y defensa de una Renta universal, tema sobre el cual los autores han escrito ya trabajos valiosos, tratar茅 de responder la 煤ltima cuesti贸n. Los autores lo dicen sin rodeos: la Renta B谩sica no es caridad institucional, y la caridad institucional no es bondad igualitaria y fraterna, a pesar de los m煤ltiples intentos por disfrazarla. La Renta B谩sica universal e incondicional es una forma de lograr un efectivo reconocimiento del derecho a la existencia que, por ser un derecho, es universal e incondicionado.
Pues bien, entre otras muchas diferencias con la caridad institucionalizada, una Renta B谩sica universal -para ciudadanos y residentes de un pa铆s- es un modo incondicionado y ex ante de evitar la pobreza, que duda cabe, pero tambi茅n la ilibertad que produce una caridad institucionalizada -entendiendo por ilibertad la dependencia del donatario con respecto a la voluntad arbitraria de un donador, incluso de un donador no utilitarista-, so pena de ser considerado ingrato o mal pagador de deudas no contra铆das voluntariamente, porque son producto de injusticias (institucionales) pasadas, y muy especialmente aquellas que tienen que ver con la estructura institucional de la propiedad.
Una Renta B谩sica universal e incondicional, nos dicen los autores, es justa, protege la dignidad de las personas y es financieramente posible, y esto 煤ltimo lo documentan de manera fehaciente. Es justa porque asegura un derecho a la existencia de forma universal e incondicional; y preserva la dignidad de las personas porque asegura ese derecho elemental a la existencia material garantizada de manera incondicional, sin tener que pedir permiso a otros para gozarlo, ni tener que demostrar pobreza, discapacidad o contraprestaci贸n.
Cierro esta breve rese帽a sobre un bello libro –dedicado a Antoni Dom猫nech, el maestro y el amigo- y cuya lectura recomiendo, con un ejemplo que los autores han colocado al comienzo del texto, sobre las manifestaciones pict贸ricas de la caridad, entendida como indignidad. El magn铆fico Goya, en la estampa 27 titulada “Caridad”, en su serie sobre “Los estragos de la guerra” -nos dicen los autores-, muestra una escena de personas que desnudan cad谩veres y los arrojan a un pozo. Y se preguntan: ¿d贸nde est谩 la caridad? ¿es la de los muertos que entregan sus harapos a los vivientes? ¿o la de los vivos que ofrecen ese entierro brutal a los muertos? Y concluyen, de manera magistral: para Goya la caridad es una empresa cruel y sucia, que degrada a todos.
[i] NdlR: el libro est谩 siendo traducido al catal谩n y al castellano, y est谩 prevista su publicaci贸n en estas lenguas a principios de 2019 por las editoriales Arcadia e Icaria, respectivamente.
Mar铆a Julia Bertomeu
es miembro del comit茅 de redacci贸n de Sin Permiso. Profesora de 茅tica e investigadora principal del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Cient铆ficas y T茅cnicas) de Argentina, dirige el proyecto “Equilibrio reflexivo y teor铆as 茅tico-pol铆ticas igualitarias”.Fuente:
www.sinpermiso.info, 2-9-18
En el Pr贸logo y en los primeros cap铆tulos de este “Elogio a la bondad” –que tambi茅n es una denuncia de la caridad institucional como “estafa” a la bondad-, hay una interesante clarificaci贸n etimol贸gica, ling眉铆stica y conceptual sobre dos t茅rminos que en alg煤n per铆odo de su historia fueron coincidentes –incluso utilizando un soporte l茅xico dis铆mil como lo son la bondad y la caridad-. As铆, por ejemplo, nos dicen los autores que un temprano significado de la caridad (institucional) fue justamente el de bondad, entendida como una ‘disposici贸n para el bien’ y ‘los buenos sentimientos’, aunque posteriormente tal estrato conceptual se haya decantado a favor de una caridad institucional entre desiguales.
El sondeo etimol贸gico de los autores muestra que el sustantivo ingl茅s kind (tipo, clase, naturaleza) es la ra铆z del substantivo kindness (bondad) -de origen germ谩nico- y relacionado con kin (familiar o pariente). Esa etimolog铆a alude en sus comienzos a una caracter铆stica innata (y por eso mismo igualitaria), y m谩s tarde tambi茅n a la nobleza o cortes铆a de trato entre los parientes y semejantes, considerados como iguales. Es por ello que los autores encuentran -en este rastreo etimol贸gico- una coincidencia entre bondad, igualdad y fraternidad. En cambio la caridad, especialmente la institucional, perdi贸 su cercan铆a conceptual original con la bondad –y con la igualdad y la fraternidad-, aunque se intente presentarla como tal, a pesar de la disparidad entre el que da y el que recibe y no puede corresponderle, contrayendo as铆 una ‘supuesta’ deuda que nunca podr谩 saldar con su benefactor; deuda injusta, fruto de la necesidad y de una injusticia (social) previa.
El texto presentado es, tambi茅n, un manifiesto a favor de una Renta B谩sica universal e incondicional –tema por el cual Daniel Ravent贸s, Julie Wark y David Casassas, entre otros, est谩n batallando hace ya muchos a帽os-. Pero, ¿qu茅 pueden tener en com煤n la bondad igualitaria y fraterna con una Renta B谩sica universal e incondicional? Mucho, y lo veremos a continuaci贸n, si entendemos a una Renta B谩sica universal como un efectivo reconocimiento de un derecho (universal) a la existencia, cosa que har铆a innecesaria una caridad institucional, con la que se ufanan los ricos, y que las empresas enarbolan como bandera para lavar consciencias vendiendo mercanc铆as lujosas, por ejemplo, una ostentosa y placentera noche en el Hotel de la Vela en Barcelona y, de paso, una colaboraci贸n ‘humanitaria’.
Estos temas sobre el ‘capitalismo filantr贸pico’ o filantrocapitalismo –sin duda alguna un ox铆moron - resultan muy bien documentados en el cap铆tulo 8, que cuenta muchas cosas bien interesantes sobre este capitalismo enmascarado, por ejemplo, la transformaci贸n de los movimientos filantropistas norteamericanos – los abolicionistas, las luchas por el sufragio femenino, los derechos civiles y pacifistas- todas ellas iniciativas privadas en pos del bien p煤blico, convertidos en una filantrop铆a acorde con los tiempos y principios del capitalismo desembridado -para utilizar una de las tantas frases felices de Antoni Dom猫nech, otro de los fervientes defensores de una Renta B谩sica universal e incondicional –o de un Ingreso Ciudadano, como lo denominamos en Argentina-, y coautor con Ravent贸s de varios trabajos sobre el tema.
Una suma de l贸gica empresarial, aunada con un utilitarismo muy elemental, dan por resultado un filantrocapitalismo, nos dicen, que eval煤a costos y beneficios en t茅rminos de resultados cuyos criterios valorativos imponen los supuestos ‘benefactores’, quienes tambi茅n seleccionan a sus beneficiarios, como no podr铆a ser de otra manera, entre aquellos capaces de devolver la inversi贸n de la manera m谩s r谩pida y efectiva y que, obviamente, no suelen ser los m谩s necesitados. Comprensiblemente tales ‘benefactores’ multimillonarios – bien considerados bajo una l贸gica meritocr谩tica burda, adem谩s de aristocr谩tica- tienen una influencia enorme para imponer urbe et orbi sus propios candidatos pol铆ticos; para distorsionar (o incluso impedir) mediante los subsidios condicionados la investigaci贸n local sobre enfermedades end茅micas, como la malaria, la enfermedad de los pobres que no tienen dinero para medicamentos; y para ejercer influencia a fin de debilitar a gobiernos democr谩ticos -supuestamente ineficientes- de pa铆ses que reciben las ayudas de las fundaciones Rockefeller y Gates, entre otras. En el cap铆tulo previo, los autores reconstruyen una breve historia del humanitarismo, entendido como una forma especial de caridad institucional, que opera dentro de un sistema injusto y produce una forma de ‘vasallaje producto de la generosidad de otros’, tal como dicen los autores citando una frase de Saint Exupery a prop贸sito de una ‘supuesta generosidad’ que condena a la indignidad a quien la recibe.
Pues bien, quien se adentre en la lectura del libro no dejar谩 de sorprenderse por la variedad y oportunidad de las citas como la que acabamos de reproducir, y la calidad y multiplicidad de ejemplos –literarios, hist贸ricos, pict贸ricos y filos贸ficos- elegidos. En el cap铆tulo que estamos comentando hay varios de ilustrativos, como el caso del campo de refugiados Kakuma –administrado por el gobierno de Kenia con ayuda humanitaria de agencias como World Food Program, International Rescue Committee, Don Bosco, y otras- que alberga a m谩s de 180.000 refugiados permanentes infectados de malaria, c贸lera; mujeres violadas en forma reiterada, y ayudas humanitarias err谩ticas, que no cumplen los requisitos dietarios en calor铆as diarias, para poblaciones cuya vida depende de tales ayudas. A pesar de la buena intenci贸n de los trabajadores de las agencias, el marco institucional de los poderes globales y su ‘benevolencia’ siempre est谩n a favor de los intereses privados de los pretendidos benefactores.
Hay dos temas centrales del libro que me interesa comentar: en primer lugar el Cap铆tulo 2: Charity is Not a Gift; y los cap铆tulos finales sobre la Renta B谩sica entendida bajo la 贸rbita de la justicia y los derechos, pero nunca como un tema de caridad.
La caridad no es una donaci贸n (gift), bien nos dicen los autores, porque por lo general donar supone reciprocidad. Como dej贸 dicho Marcel Mauss a prop贸sito de la pr谩ctica de la donaci贸n en las sociedades primitivas, alguna fuerza tiene lo que se da que hace que el donatario lo devuelva, sin mediar un previo contrato legalmente vinculante.
Obviamente es necesario hacer una distinci贸n entre la caridad institucional y los actos privados de altruismo, bondad y amor por la humanidad, que los hay por cierto. En este sentido institucional –y para marcar una n铆tida diferencia con la caridad tambi茅n institucional- los autores indagan en la econom铆a del don (gift economy), una instituci贸n muy peculiar, antropol贸gica y etnogr谩ficamente interesante, aunque no f谩cil de entender en una sociedad en la que casi todo es intercambio y mercanc铆a, desde la salud, hasta incluso la propia libertad que se enajena en el trabajo asalariado. La econom铆a del don, en cambio, tiene rasgos propios muy distintos a las transacciones humanas fundadas en intercambios comerciales de bienes y servicios que se venden o cambian por dinero o por otro tipo de mercanc铆a, entre ellos la reciprocidad, como bien lo ha dicho Karl Polanyi en su maravilloso libro El sustento del hombre (Londres, 1977). La reconstrucci贸n hist贸rica de Polanyi –y el ataque de Malinowski al concepto de homo economicus- permitieron, entre otras cosas, entender que en las econom铆as primitivas la producci贸n y distribuci贸n de bienes materiales estaba incrustada en relaciones sociales de tipo no econ贸mico, y que no exist铆a un sistema econ贸mico ni una red de instituciones econ贸micas institucionalmente separadas e independientes. La reciprocidad –a diferencia de los intercambios- necesita de la presencia de dos o m谩s grupos sim茅tricos cuyos miembros act煤an similarmente y en ambas direcciones en los asuntos econ贸micos.
El quiebre de tales econom铆as sociales por parte de los mercados ‘libres’ propios del capitalismo, con grados de desigualdad y poder concentrados en manos de unos pocos, y la conversi贸n de la tierra y el trabajo en mercanc铆as, como si hubieran sido creadas para la venta, fueron de la mano de una caridad institucionalizada. Tales instituciones, nos dicen los autores, se hicieron necesarias en distintos momentos hist贸ricos, como en la Inglaterra del siglo XVI, con sus leyes de pobres que impusieron una gran maquinaria administrativa para sistematizar la pobreza producida por el propio sistema; y que ahora toman la forma de un humanitarismo que acepta la cat谩strofe humanitaria como un dato cuasi natural y propone asistirla mediante bienes de consumo sin involucrase en las causas de tales desastres. Una vuelta a la caridad medieval: ante la pobreza producto de causas naturales, una caridad como deber moral (ante Dios por parte del creyente), o impuestos para ‘ayuda’ a los pobres y necesitados.
Por 煤ltimo, ¿qu茅 pueden tener en com煤n la bondad -igualitaria y fraterna -con una Renta B谩sica universal e incondicionada? Sin entrar en la definici贸n y defensa de una Renta universal, tema sobre el cual los autores han escrito ya trabajos valiosos, tratar茅 de responder la 煤ltima cuesti贸n. Los autores lo dicen sin rodeos: la Renta B谩sica no es caridad institucional, y la caridad institucional no es bondad igualitaria y fraterna, a pesar de los m煤ltiples intentos por disfrazarla. La Renta B谩sica universal e incondicional es una forma de lograr un efectivo reconocimiento del derecho a la existencia que, por ser un derecho, es universal e incondicionado.
Pues bien, entre otras muchas diferencias con la caridad institucionalizada, una Renta B谩sica universal -para ciudadanos y residentes de un pa铆s- es un modo incondicionado y ex ante de evitar la pobreza, que duda cabe, pero tambi茅n la ilibertad que produce una caridad institucionalizada -entendiendo por ilibertad la dependencia del donatario con respecto a la voluntad arbitraria de un donador, incluso de un donador no utilitarista-, so pena de ser considerado ingrato o mal pagador de deudas no contra铆das voluntariamente, porque son producto de injusticias (institucionales) pasadas, y muy especialmente aquellas que tienen que ver con la estructura institucional de la propiedad.
Una Renta B谩sica universal e incondicional, nos dicen los autores, es justa, protege la dignidad de las personas y es financieramente posible, y esto 煤ltimo lo documentan de manera fehaciente. Es justa porque asegura un derecho a la existencia de forma universal e incondicional; y preserva la dignidad de las personas porque asegura ese derecho elemental a la existencia material garantizada de manera incondicional, sin tener que pedir permiso a otros para gozarlo, ni tener que demostrar pobreza, discapacidad o contraprestaci贸n.
Cierro esta breve rese帽a sobre un bello libro –dedicado a Antoni Dom猫nech, el maestro y el amigo- y cuya lectura recomiendo, con un ejemplo que los autores han colocado al comienzo del texto, sobre las manifestaciones pict贸ricas de la caridad, entendida como indignidad. El magn铆fico Goya, en la estampa 27 titulada “Caridad”, en su serie sobre “Los estragos de la guerra” -nos dicen los autores-, muestra una escena de personas que desnudan cad谩veres y los arrojan a un pozo. Y se preguntan: ¿d贸nde est谩 la caridad? ¿es la de los muertos que entregan sus harapos a los vivientes? ¿o la de los vivos que ofrecen ese entierro brutal a los muertos? Y concluyen, de manera magistral: para Goya la caridad es una empresa cruel y sucia, que degrada a todos.
[i] NdlR: el libro est谩 siendo traducido al catal谩n y al castellano, y est谩 prevista su publicaci贸n en estas lenguas a principios de 2019 por las editoriales Arcadia e Icaria, respectivamente.
Mar铆a Julia Bertomeu
es miembro del comit茅 de redacci贸n de Sin Permiso. Profesora de 茅tica e investigadora principal del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Cient铆ficas y T茅cnicas) de Argentina, dirige el proyecto “Equilibrio reflexivo y teor铆as 茅tico-pol铆ticas igualitarias”.Fuente:
www.sinpermiso.info, 2-9-18