Por Jos茅 Arreola.-
A Helena Villagra
Desde muy joven, Dud煤 –como c谩lida y amorosamente lo llama Helena Villagra– se hablaba de t煤 con la muerte. Por mano propia, a los diecinueve a帽os, quiso conocerla, pero ella le neg贸 el pasaporte. La insatisfacci贸n con las letras, un llanto que le brotaba desde lo m谩s hondo del alma sin saber por qu茅 y otros dolores de la vida lo arrojaron a esa dura experiencia. Para Eduardo Germ谩n Mar铆a Hughes Galeano el episodio, que lo llev贸 a un comatoso umbral por varios d铆as, signific贸 un nuevo nacer. Cuando despert贸, los textos antes negados empezaron a fluir con tono, forma y sue帽os propios. A partir de entonces, decidi贸 llamarse solamente Eduardo Galeano porque as铆 recordaba que, en los d铆as finales de 1959, naci贸 otra vez y que la vida, a pesar de los golpes como del odio de Dios, bien vale ser vivida.
***
Tataranieto de ingleses, alemanes, italianos y espa帽oles, Galeano se supo siempre tan Latinoamericano como “el m谩s humilde guijarro” del Uruguay. A los silencios y los misterios marginados de Latinoam茅rica y el mundo brind贸 su hacer que, desde el origen, estuvo ligado al periodismo. Ten铆a catorce a帽os cuando sus primeras publicaciones vieron la luz en el semanario socialista de Montevideo. No eran textos, sino caricaturas. Marcha, el legendario semanario uruguayo, represent贸 para 茅l un aprendizaje a partir del reto constante. Como bien anota Roberto L贸pez Belloso, Juan Carlos Onetti y Carlos Quijano fueron sus maestros, el primero en el hacer literario, el segundo en la tarea period铆stica. En 1961, su destino y el de Marcha se encontraron. Hasta 1964 fue redactor en jefe de aquella revista cuyo papel impugnador a trav茅s de la cr铆tica l煤cida, el profesionalismo y la radicalidad de sus planteos la convirtieron, a decir de Claudia Gilman, en un “espacio pol铆tico y cultural fuera del cual era dif铆cil circular con legitimidad”. El nombre de Galeano se inscribi贸 pronto dentro de una generaci贸n marcada por una clara tendencia a la problematizaci贸n, a la duda como arma y a la cr铆tica como ejercicio period铆stico, literario e intelectual. Con Alfredo Zitarrosa, Carlos Mar铆a Guti茅rrez, 脕ngel Rama, Mar铆a Ester Gilio y Mario Benedetti, entre otros, se inaugur贸 y consolid贸 una manera de hacer y entender el periodismo en Uruguay y en toda Am茅rica Latina; era el periodismo que pon铆a en primer plano al mundo marginal, aquel del arrabal, los prost铆bulos y la gente que, a fin de cuentas, dentro del gran relato del poder, era negada. Gracias a esa generaci贸n, Dud煤 aprendi贸 el oficio de mirar, escuchar, criticar y escribir sin apartarse ni medio mil铆metro de sus convicciones pol铆ticas y, sobre todo, sin darle oportunidad a la mediocridad, al dogmatismo o a la peligrosa zalamer铆a ante los mandamases que hoy, en m谩s de un lugar del mundo, se practica como sin贸nimo de trabajo period铆stico.
***
Galeano sinti贸 un cari帽o sincero y un respeto sin fronteras por el Che. No por nada lo defini贸 como el “m谩s nacedor de todos”. Seg煤n el uruguayo, aquel argentino asm谩tico, trotamundos, futbolero y tozudo, hizo posible la comuni贸n entre las palabras y los hechos porque fue capaz de decir lo que pensaba y de hacer lo que dec铆a. En esa frase, 茅l mismo se reconoci贸; era una suerte de manifiesto que acompa帽贸 con otra formulaci贸n del nicarag眉ense Carlos Fonseca Amador: “amigo es el que critica de frente y elogia por la espalda”. Cuando la Revoluci贸n encabezada por el Frente Sandinista de Liberaci贸n Nacional (FSLN) cay贸 a manos de sus errores, del cansancio y el incesante ataque de los Estados Unidos lleg贸 “la pi帽ata”. Era la hora de criticar de frente. Desde su querer y su entender, la traici贸n al pueblo de Sandino resultaba tan grave que no val铆a la pena continuar en esa senda, por eso rompi贸, de manera definitiva, todo v铆nculo con la direcci贸n del FSLN. En 2003, luego de que tres personas fueron fusiladas tras cometer actos de sabotaje en Cuba, Dud煤 critic贸 y fue criticado. Para 茅l, la decisi贸n de los fusilamientos era un s铆ntoma de la p茅rdida de entusiasmo, “espontaneidad y frescura” que hab铆an hecho de la Isla la patria del socialismo alegre, rumbero y solidario. “Cuba duele”, escribi贸 sabi茅ndose y queri茅ndose amigo de aquel pa铆s chiquito e indoblegable. El distanciamiento termin贸 luego de nueve a帽os. En 2012, regres贸 a Casa de las Am茅ricas, la Casa, su Casa. Aunque estuvo lejos, no se fue del todo. Como no se fue, segu铆a escribiendo sin miedo a la cr铆tica de propios y extra帽os. En Espejos. Una historia casi universal, publicado en 2008, hay un texto que lleva por t铆tulo “Fidel”. Para Galeano, los enemigos de la Revoluci贸n cubana nunca dijeron que ella era apenas “lo que pudo ser y no lo que quiso ser”, gracias al imperio y su bloqueo. Y callaban, adem谩s, que “esta isla sufrida pero porfiadamente alegre ha generado la sociedad latinoamericana menos injusta. Y no dicen que esa haza帽a fue obra del sacrificio de su pueblo, pero tambi茅n fue obra de la tozuda voluntad y el anticuado sentido del honor de este caballero que siempre se bati贸 por los perdedores, como aquel famoso colega suyo de los campos de Castilla”. Dud煤 escrib铆a lo que pensaba y lo hac铆a como el m谩s cr铆tico de los amigos, como el m谩s queredor de todos.
***
La utop铆a, dicen que Galeano dec铆a, sirve para caminar. La frase es del cineasta Fernando Birri, un amigo suyo. Dud煤 se encarg贸 de aclararlo, pero por m谩s que lo intent贸 no hubo caso. Lectores y escuchas saben que esas palabras, las haya dicho quien las haya dicho, son del uruguayo. El concepto de “sentipensar”, tan ligado a 茅l, tampoco fue solamente suyo. Lo escuch贸 a lado de Orlando Fals Borda, conviviendo a la luz de una fogata en la costa colombiana. Un pescador fue el autor de aquel verbo que, para Dud煤, resum铆a lo que el ser humano representa: un mundo de ideas y de emociones, de corazones y razones. Nunca se atribuy贸 los derechos de autor de nada que 茅l no sintiera, pensara y escribiera. Para poder ver, escuchar iba primero, dec铆a.
***
En 1971, Las venas abiertas de Am茅rica Latina, libro extenso, corajudo y de una prosa po茅tica vibrante, obtuvo una menci贸n honor铆fica. Hasta el d铆a de hoy, pocos saben qui茅n gan贸 el premio de ensayo otorgado por Casa de las Am茅ricas. Seg煤n Galeano, aquel texto lo escribi贸 cuando entre los intelectuales de izquierda hab铆a una certeza: todo lo que no resultara aburrido no pod铆a ser serio. Por eso, perdi贸. Porque, como escribe Pedro de la Hoz, “pes贸 m谩s la tradici贸n que la transgresi贸n”. El libro, insist铆a Dud煤, tuvo 茅xito porque las dictaduras de Chile, Brasil, Uruguay y Argentina lo prohibieron, y lo prohibido incita a ser descubierto. En ese texto volc贸 no s贸lo sus amores m谩s reales y sus furias m谩s profundas, sino tambi茅n la historia no dicha de Nuestra Am茅rica expoliada y condenada a empobrecerse por la desgracia de sus riquezas; la historia de una Am茅rica desangrada por los modernos piratas sin parche en el ojo ni loro en el hombro; la historia silenciada a trav茅s de la explotaci贸n, las balas, la c谩rcel y la muerte. “Perdimos; otros ganaron. Pero ocurre que quienes ganaron, ganaron gracias a que nosotros perdimos: la historia del subdesarrollo de Am茅rica Latina integra, como se ha dicho, la historia del desarrollo del capitalismo mundial”, escribi贸. Con raz贸n, Eric Nepomuceno se帽ala que Galeano ense帽贸 a “releer nuestra historia desde otro 谩ngulo: desde el punto de vista de los humillados, de los derrotados”. En abril del 2009, Hugo Ch谩vez le regal贸 el libro a Barack Obama. Se trat贸 de un reclamo anticipado: en la historia de los poderosos, Obama –que tanto promovi贸 la guerra– fue nombrado Premio Nobel de la Paz en diciembre de ese mismo a帽o.
***
Eduardo Galeano sab铆a que la inflaci贸n monetaria era terrible y terrible tambi茅n la inflaci贸n palabraria. “Las 煤nicas palabras que merecen existir son las palabras mejores que el silencio”, dijo que dijo Juan Carlos Onetti. Para el alumno del novelista de las sombras, fue ley de vida. Fascinado por la capacidad de decir mucho con poco, la brevedad se convirti贸 en la manera de relatar los dolores y los amores, las fantas铆as y las rebeld铆as. Cre铆a que era posible hacerlo mirando el universo “por el ojo de la cerradura” y que narrar a pedacitos bien val铆a la pena si as铆 se recuperaba la unidad entre el hacer y el decir, entre el so帽ar y el crear. Para que no hubiera “piedras en las lentejas”, Galeano tachaba y rehac铆a sus textos una y otra vez, como ejercicio de honestidad consigo mismo. M谩s que escribir, borraba. Cuando le preguntaron qui茅nes eran sus mayores influencias literarias, respondi贸 “Juan Rulfo, Juan Rulfo y Juan Rulfo”.
***
La obra del “se帽or de los fueguitos” –煤nico t铆tulo nobiliario que Dud煤 recibi贸 de algunos peque帽ines del paisito– es vasta y no sabe de casillas. Sin embargo, desde el campo del an谩lisis literario se le estudia m谩s bien poco. La negativa se cimienta menos en t茅rminos est茅ticos que en aspectos ideol贸gicos. Eduardo Galeano nunca neg贸 el origen de sus palabras: nac铆an desde la izquierda, desde lo ignorado y humillado por todos los poderes. Por eso se preocup贸 por conversar con las voces y los haceres de las mujeres, condenadas a aparecer, cuando aparec铆an, en el segundo plano de la historia. Por eso puso o铆do atento a la vida nacida y resistida en los arrabales. Por eso fue preso y luego obligado a vivir lejos de la tierra de Jos茅 Artigas. Por eso su andar solidario con el pueblo venezolano y su simpat铆a multiplicada con los indignados de Espa帽a, los zapatistas en M茅xico y la resistencia ind贸mita en Palestina que mucho pelea por la libertad de existir. Entrevistado por Eric Nepomuceno se帽al贸 que sent铆a una identificaci贸n con los que luchan, “estoy seguro –dijo– de que las palabras vienen de ellos y a ellos son devueltas. Palabras que tienen una capacidad de vida, de multiplicaci贸n”. Galeano militaba desde la palabra, era su hacer, su nacer.
***
El 2 de abril del 2009, en la Sala Nezahualc贸yotl de la Universidad Nacional Aut贸noma de M茅xico (UNAM), Dud煤 se encontr贸 con miles de personas deseosas de escucharlo. All铆 recibi贸 uno de los s铆mbolos de dignidad m谩s emblem谩ticos en el M茅xico contempor谩neo: un paliacate rojo. Trinidad Ram铆rez, mujer peleona hecha de pura ternura y tes贸n, se lo puso al cuello. As铆 le mostraba que en Atenco lo quer铆an de veras. En una sala repleta, que gritaba por la libertad de los campesinos atenquenses encarcelados desde mayo del 2006, Eduardo Galeano dijo que si la tierra era sagrada, sagrados eran tambi茅n quienes la defend铆an; no sab铆a que ya antes sus palabras hab铆an contribuido a esa lucha. Ignacio del Valle, el m谩s peque帽o de los grandes hombres nacidos en suelo mexicano, resist铆a en el penal de m谩xima seguridad del Altiplano. El fr铆o le quebraba los huesos, lo dejaba sin piel. Nacho –como compa帽eramente se le conoce en la vida brava de los de abajo– no pod铆a leer m谩s que los libros de la triste biblioteca carcelaria. Las normas de seguridad del penal imped铆an que recibiera cualquier texto impreso o con im谩genes; toda carta dirigida a 茅l deb铆a ser escrita a mano, sin dibujos. Galeano se col贸. En 2008, por iniciativa de estudiantes y profesores de diferentes facultades de la UNAM, El libro de los abrazos rompi贸 los barrotes de las distancias y los silencios. A mano, por muchas manos, el libro se copi贸 completo para que Nacho leyera y resistiera y venciera el encierro. El libro de los abrazos fue el abrazo que Eduardo Galeano le dio a Ignacio del Valle a trav茅s de aquellas manos an贸nimas que, letra a letra, se hicieron manto para combatir el fr铆o del penal. As铆 se abrazaba a los atenquenses para que ellos, guardianes sagrados de la tierra, no flaquearan por soledad o por tristeza.
***
Dud煤, el mayor hincha del Nacional, el club de futbol de sus amores, fue una voz c谩lida y solidaria de las causas justas. En diciembre de 2014, escribi贸 que los familiares de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa no estaban solos en “la porfiada b煤squeda de sus queridos perdidos”. Contribu铆a as铆 a combatir la sordera del poder que, a casi cuatro a帽os de aquel suceso, se niega a escuchar. En diciembre de 2015, Helena Villagra, cuyos sue帽os despertaban la envidia constante de su Dud煤, dedic贸 el doctorado honoris causa, concedido a 茅l por la Universidad de Guadalajara, a “la lucha de esos ‘nadies’ doctorados en Ayotzinapa”. Helena bien sab铆a que Galeano as铆 lo deseaba.
***
El “se帽or de los fueguitos” cumple 78 a帽os este 3 de septiembre. Sus palabras vibran en las resistencias de nuestro pa铆s. En el suelo sagrado de Atenco y los guerreros que lo protegen. En Ayotzinapa y la memoria necia que exige justicia. Desde la palabra, sigue haciendo. Desde la palabra, sigue naciendo.
Jos茅 Arreola
Doctor en Estudios Latinoamericanos por la UNAM. Sus líneas de análisis están basadas principalmente en la literatura cubana y el debate del campo intelectual de Latinoamérica Ha obtenido premios en narrativa y ensayo convocados por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
A Helena Villagra
Desde muy joven, Dud煤 –como c谩lida y amorosamente lo llama Helena Villagra– se hablaba de t煤 con la muerte. Por mano propia, a los diecinueve a帽os, quiso conocerla, pero ella le neg贸 el pasaporte. La insatisfacci贸n con las letras, un llanto que le brotaba desde lo m谩s hondo del alma sin saber por qu茅 y otros dolores de la vida lo arrojaron a esa dura experiencia. Para Eduardo Germ谩n Mar铆a Hughes Galeano el episodio, que lo llev贸 a un comatoso umbral por varios d铆as, signific贸 un nuevo nacer. Cuando despert贸, los textos antes negados empezaron a fluir con tono, forma y sue帽os propios. A partir de entonces, decidi贸 llamarse solamente Eduardo Galeano porque as铆 recordaba que, en los d铆as finales de 1959, naci贸 otra vez y que la vida, a pesar de los golpes como del odio de Dios, bien vale ser vivida.
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Tataranieto de ingleses, alemanes, italianos y espa帽oles, Galeano se supo siempre tan Latinoamericano como “el m谩s humilde guijarro” del Uruguay. A los silencios y los misterios marginados de Latinoam茅rica y el mundo brind贸 su hacer que, desde el origen, estuvo ligado al periodismo. Ten铆a catorce a帽os cuando sus primeras publicaciones vieron la luz en el semanario socialista de Montevideo. No eran textos, sino caricaturas. Marcha, el legendario semanario uruguayo, represent贸 para 茅l un aprendizaje a partir del reto constante. Como bien anota Roberto L贸pez Belloso, Juan Carlos Onetti y Carlos Quijano fueron sus maestros, el primero en el hacer literario, el segundo en la tarea period铆stica. En 1961, su destino y el de Marcha se encontraron. Hasta 1964 fue redactor en jefe de aquella revista cuyo papel impugnador a trav茅s de la cr铆tica l煤cida, el profesionalismo y la radicalidad de sus planteos la convirtieron, a decir de Claudia Gilman, en un “espacio pol铆tico y cultural fuera del cual era dif铆cil circular con legitimidad”. El nombre de Galeano se inscribi贸 pronto dentro de una generaci贸n marcada por una clara tendencia a la problematizaci贸n, a la duda como arma y a la cr铆tica como ejercicio period铆stico, literario e intelectual. Con Alfredo Zitarrosa, Carlos Mar铆a Guti茅rrez, 脕ngel Rama, Mar铆a Ester Gilio y Mario Benedetti, entre otros, se inaugur贸 y consolid贸 una manera de hacer y entender el periodismo en Uruguay y en toda Am茅rica Latina; era el periodismo que pon铆a en primer plano al mundo marginal, aquel del arrabal, los prost铆bulos y la gente que, a fin de cuentas, dentro del gran relato del poder, era negada. Gracias a esa generaci贸n, Dud煤 aprendi贸 el oficio de mirar, escuchar, criticar y escribir sin apartarse ni medio mil铆metro de sus convicciones pol铆ticas y, sobre todo, sin darle oportunidad a la mediocridad, al dogmatismo o a la peligrosa zalamer铆a ante los mandamases que hoy, en m谩s de un lugar del mundo, se practica como sin贸nimo de trabajo period铆stico.
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Galeano sinti贸 un cari帽o sincero y un respeto sin fronteras por el Che. No por nada lo defini贸 como el “m谩s nacedor de todos”. Seg煤n el uruguayo, aquel argentino asm谩tico, trotamundos, futbolero y tozudo, hizo posible la comuni贸n entre las palabras y los hechos porque fue capaz de decir lo que pensaba y de hacer lo que dec铆a. En esa frase, 茅l mismo se reconoci贸; era una suerte de manifiesto que acompa帽贸 con otra formulaci贸n del nicarag眉ense Carlos Fonseca Amador: “amigo es el que critica de frente y elogia por la espalda”. Cuando la Revoluci贸n encabezada por el Frente Sandinista de Liberaci贸n Nacional (FSLN) cay贸 a manos de sus errores, del cansancio y el incesante ataque de los Estados Unidos lleg贸 “la pi帽ata”. Era la hora de criticar de frente. Desde su querer y su entender, la traici贸n al pueblo de Sandino resultaba tan grave que no val铆a la pena continuar en esa senda, por eso rompi贸, de manera definitiva, todo v铆nculo con la direcci贸n del FSLN. En 2003, luego de que tres personas fueron fusiladas tras cometer actos de sabotaje en Cuba, Dud煤 critic贸 y fue criticado. Para 茅l, la decisi贸n de los fusilamientos era un s铆ntoma de la p茅rdida de entusiasmo, “espontaneidad y frescura” que hab铆an hecho de la Isla la patria del socialismo alegre, rumbero y solidario. “Cuba duele”, escribi贸 sabi茅ndose y queri茅ndose amigo de aquel pa铆s chiquito e indoblegable. El distanciamiento termin贸 luego de nueve a帽os. En 2012, regres贸 a Casa de las Am茅ricas, la Casa, su Casa. Aunque estuvo lejos, no se fue del todo. Como no se fue, segu铆a escribiendo sin miedo a la cr铆tica de propios y extra帽os. En Espejos. Una historia casi universal, publicado en 2008, hay un texto que lleva por t铆tulo “Fidel”. Para Galeano, los enemigos de la Revoluci贸n cubana nunca dijeron que ella era apenas “lo que pudo ser y no lo que quiso ser”, gracias al imperio y su bloqueo. Y callaban, adem谩s, que “esta isla sufrida pero porfiadamente alegre ha generado la sociedad latinoamericana menos injusta. Y no dicen que esa haza帽a fue obra del sacrificio de su pueblo, pero tambi茅n fue obra de la tozuda voluntad y el anticuado sentido del honor de este caballero que siempre se bati贸 por los perdedores, como aquel famoso colega suyo de los campos de Castilla”. Dud煤 escrib铆a lo que pensaba y lo hac铆a como el m谩s cr铆tico de los amigos, como el m谩s queredor de todos.
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La utop铆a, dicen que Galeano dec铆a, sirve para caminar. La frase es del cineasta Fernando Birri, un amigo suyo. Dud煤 se encarg贸 de aclararlo, pero por m谩s que lo intent贸 no hubo caso. Lectores y escuchas saben que esas palabras, las haya dicho quien las haya dicho, son del uruguayo. El concepto de “sentipensar”, tan ligado a 茅l, tampoco fue solamente suyo. Lo escuch贸 a lado de Orlando Fals Borda, conviviendo a la luz de una fogata en la costa colombiana. Un pescador fue el autor de aquel verbo que, para Dud煤, resum铆a lo que el ser humano representa: un mundo de ideas y de emociones, de corazones y razones. Nunca se atribuy贸 los derechos de autor de nada que 茅l no sintiera, pensara y escribiera. Para poder ver, escuchar iba primero, dec铆a.
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En 1971, Las venas abiertas de Am茅rica Latina, libro extenso, corajudo y de una prosa po茅tica vibrante, obtuvo una menci贸n honor铆fica. Hasta el d铆a de hoy, pocos saben qui茅n gan贸 el premio de ensayo otorgado por Casa de las Am茅ricas. Seg煤n Galeano, aquel texto lo escribi贸 cuando entre los intelectuales de izquierda hab铆a una certeza: todo lo que no resultara aburrido no pod铆a ser serio. Por eso, perdi贸. Porque, como escribe Pedro de la Hoz, “pes贸 m谩s la tradici贸n que la transgresi贸n”. El libro, insist铆a Dud煤, tuvo 茅xito porque las dictaduras de Chile, Brasil, Uruguay y Argentina lo prohibieron, y lo prohibido incita a ser descubierto. En ese texto volc贸 no s贸lo sus amores m谩s reales y sus furias m谩s profundas, sino tambi茅n la historia no dicha de Nuestra Am茅rica expoliada y condenada a empobrecerse por la desgracia de sus riquezas; la historia de una Am茅rica desangrada por los modernos piratas sin parche en el ojo ni loro en el hombro; la historia silenciada a trav茅s de la explotaci贸n, las balas, la c谩rcel y la muerte. “Perdimos; otros ganaron. Pero ocurre que quienes ganaron, ganaron gracias a que nosotros perdimos: la historia del subdesarrollo de Am茅rica Latina integra, como se ha dicho, la historia del desarrollo del capitalismo mundial”, escribi贸. Con raz贸n, Eric Nepomuceno se帽ala que Galeano ense帽贸 a “releer nuestra historia desde otro 谩ngulo: desde el punto de vista de los humillados, de los derrotados”. En abril del 2009, Hugo Ch谩vez le regal贸 el libro a Barack Obama. Se trat贸 de un reclamo anticipado: en la historia de los poderosos, Obama –que tanto promovi贸 la guerra– fue nombrado Premio Nobel de la Paz en diciembre de ese mismo a帽o.
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Eduardo Galeano sab铆a que la inflaci贸n monetaria era terrible y terrible tambi茅n la inflaci贸n palabraria. “Las 煤nicas palabras que merecen existir son las palabras mejores que el silencio”, dijo que dijo Juan Carlos Onetti. Para el alumno del novelista de las sombras, fue ley de vida. Fascinado por la capacidad de decir mucho con poco, la brevedad se convirti贸 en la manera de relatar los dolores y los amores, las fantas铆as y las rebeld铆as. Cre铆a que era posible hacerlo mirando el universo “por el ojo de la cerradura” y que narrar a pedacitos bien val铆a la pena si as铆 se recuperaba la unidad entre el hacer y el decir, entre el so帽ar y el crear. Para que no hubiera “piedras en las lentejas”, Galeano tachaba y rehac铆a sus textos una y otra vez, como ejercicio de honestidad consigo mismo. M谩s que escribir, borraba. Cuando le preguntaron qui茅nes eran sus mayores influencias literarias, respondi贸 “Juan Rulfo, Juan Rulfo y Juan Rulfo”.
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La obra del “se帽or de los fueguitos” –煤nico t铆tulo nobiliario que Dud煤 recibi贸 de algunos peque帽ines del paisito– es vasta y no sabe de casillas. Sin embargo, desde el campo del an谩lisis literario se le estudia m谩s bien poco. La negativa se cimienta menos en t茅rminos est茅ticos que en aspectos ideol贸gicos. Eduardo Galeano nunca neg贸 el origen de sus palabras: nac铆an desde la izquierda, desde lo ignorado y humillado por todos los poderes. Por eso se preocup贸 por conversar con las voces y los haceres de las mujeres, condenadas a aparecer, cuando aparec铆an, en el segundo plano de la historia. Por eso puso o铆do atento a la vida nacida y resistida en los arrabales. Por eso fue preso y luego obligado a vivir lejos de la tierra de Jos茅 Artigas. Por eso su andar solidario con el pueblo venezolano y su simpat铆a multiplicada con los indignados de Espa帽a, los zapatistas en M茅xico y la resistencia ind贸mita en Palestina que mucho pelea por la libertad de existir. Entrevistado por Eric Nepomuceno se帽al贸 que sent铆a una identificaci贸n con los que luchan, “estoy seguro –dijo– de que las palabras vienen de ellos y a ellos son devueltas. Palabras que tienen una capacidad de vida, de multiplicaci贸n”. Galeano militaba desde la palabra, era su hacer, su nacer.
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El 2 de abril del 2009, en la Sala Nezahualc贸yotl de la Universidad Nacional Aut贸noma de M茅xico (UNAM), Dud煤 se encontr贸 con miles de personas deseosas de escucharlo. All铆 recibi贸 uno de los s铆mbolos de dignidad m谩s emblem谩ticos en el M茅xico contempor谩neo: un paliacate rojo. Trinidad Ram铆rez, mujer peleona hecha de pura ternura y tes贸n, se lo puso al cuello. As铆 le mostraba que en Atenco lo quer铆an de veras. En una sala repleta, que gritaba por la libertad de los campesinos atenquenses encarcelados desde mayo del 2006, Eduardo Galeano dijo que si la tierra era sagrada, sagrados eran tambi茅n quienes la defend铆an; no sab铆a que ya antes sus palabras hab铆an contribuido a esa lucha. Ignacio del Valle, el m谩s peque帽o de los grandes hombres nacidos en suelo mexicano, resist铆a en el penal de m谩xima seguridad del Altiplano. El fr铆o le quebraba los huesos, lo dejaba sin piel. Nacho –como compa帽eramente se le conoce en la vida brava de los de abajo– no pod铆a leer m谩s que los libros de la triste biblioteca carcelaria. Las normas de seguridad del penal imped铆an que recibiera cualquier texto impreso o con im谩genes; toda carta dirigida a 茅l deb铆a ser escrita a mano, sin dibujos. Galeano se col贸. En 2008, por iniciativa de estudiantes y profesores de diferentes facultades de la UNAM, El libro de los abrazos rompi贸 los barrotes de las distancias y los silencios. A mano, por muchas manos, el libro se copi贸 completo para que Nacho leyera y resistiera y venciera el encierro. El libro de los abrazos fue el abrazo que Eduardo Galeano le dio a Ignacio del Valle a trav茅s de aquellas manos an贸nimas que, letra a letra, se hicieron manto para combatir el fr铆o del penal. As铆 se abrazaba a los atenquenses para que ellos, guardianes sagrados de la tierra, no flaquearan por soledad o por tristeza.
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Dud煤, el mayor hincha del Nacional, el club de futbol de sus amores, fue una voz c谩lida y solidaria de las causas justas. En diciembre de 2014, escribi贸 que los familiares de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa no estaban solos en “la porfiada b煤squeda de sus queridos perdidos”. Contribu铆a as铆 a combatir la sordera del poder que, a casi cuatro a帽os de aquel suceso, se niega a escuchar. En diciembre de 2015, Helena Villagra, cuyos sue帽os despertaban la envidia constante de su Dud煤, dedic贸 el doctorado honoris causa, concedido a 茅l por la Universidad de Guadalajara, a “la lucha de esos ‘nadies’ doctorados en Ayotzinapa”. Helena bien sab铆a que Galeano as铆 lo deseaba.
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El “se帽or de los fueguitos” cumple 78 a帽os este 3 de septiembre. Sus palabras vibran en las resistencias de nuestro pa铆s. En el suelo sagrado de Atenco y los guerreros que lo protegen. En Ayotzinapa y la memoria necia que exige justicia. Desde la palabra, sigue haciendo. Desde la palabra, sigue naciendo.
Jos茅 Arreola
Doctor en Estudios Latinoamericanos por la UNAM. Sus líneas de análisis están basadas principalmente en la literatura cubana y el debate del campo intelectual de Latinoamérica Ha obtenido premios en narrativa y ensayo convocados por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
Fuente:
www.sinpermiso.info, 2-9-18
www.sinpermiso.info, 2-9-18