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Pablo Casado, una víctima inocente del malvado Álvarez-Conde

OPINIÓN de Joan del Alcàzar.- Confieso que veía al joven líder del PP como un tuno, de la Tuna; un estudiante pijo, reaccionario y en las antípodas de la cultura del esfuerzo académico, y creía que todo en su expediente estudiantil era un puro fraude. Pero sólo había visto la cara más superficial del joven. Ahora, gracias al Teniente Fiscal del Tribunal Supremo [TS], señor Luis Navajas, he comprendido que Casado es un caballero honorable que, eso sí, puede resultar crédulo y vulnerable.

Después de leer lo más destacado sobre el escrito que el fiscal Navajas ha elevado al TS en el que, después de pegarle un repaso a la juez Rodríguez-Medel y a los fiscales que la habían apoyado, considera que no hay ningún dato que avale, ni siquiera de forma indiciaria, la acusación de ésta. También invalida el argumento de que Enrique Álvarez-Conde concertó con un grupo de alumnos escogidos que se matricularan en el máster, pagando la tasa, porque, después de solicitar el reconocimiento legítimo de 40 créditos, sólo quedarían 20 para completar los 60 del máster. Asimismo, ha dejado claro el fiscal que se equivoca la juez cuando afirma que estos 20 créditos restantes se consiguieron a cambio de nada. Concluye Navajas que toda la instrucción de la juez carece de pruebas, y no pasa de ser una mera sospecha o conjetura.

En un primer momento pensé que, efectivamente, si había sospechas, como el mismo fiscal afirma, es el Tribunal Supremo quien debería juzgar si Casado había prevaricado o no. Esto, pensaba yo, es lo que deben hacer los tribunales, averiguar si las sospechas responden o no a la realidad. Rápidamente, sin embargo, caí en la cuenta de que mi pensamiento era, también, como el de la juez Rodríguez-Medel, una simple conjetura.

Pensando y pensando, llegué a otra explicación para lo ocurrido con la aparentemente turbia y turbulenta vida estudiantil del líder del PP: creo que Casado ha sido una víctima, una más, del malvado profesor Álvarez-Conde.

Como ya hemos tenido noticias sobradas de cómo se las gastaba [incluso el dinero] el caballero, como director del Instituto de Derecho Público de la Universidad Rey Juan Carlos [UJRC], creo que estoy en condiciones de exponer una hipótesis que me parece absolutamente verosímil: Casado es una víctima más de este desaprensivo profesor que, para darle pompa y circunstancias a su instituto y a su universidad; para ingresar un dinerillo que luego gastaba de forma magnánima con familiares cercanos y no tan cercanos; el profesor Álvarez-Conde engañaba a buena parte de aquellos incautos estudiantes que tenían la ocurrencia de acercarse por el Instituto de Derecho Público. Este fue el caso de Casado y, tal vez, ya nos lo dirán pronto, de otras personas tan ingenuas como él, tan tontos que creyeron que era tan fácil lavar, marcar y peinar sus currículos estudiantiles.

Pablo Casado se matriculó y después se dejó hacer. Él no pidió nada, él no obtuvo ningún trato de favor de manera consciente. El líder de las Nuevas Generaciones del PP fue convencido por el pérfido catedrático -"porque tú lo vales"- que convalidando por aquí por allá, y hablando con quien habrá que hablar, tendrás un máster para lucirlo en la web del Partido Popular, de la Asamblea de Madrid, del Congreso de los Diputados y, en su caso, en tu tarjeta de visita. Y Pablo Casado se dejó llevar, este es su único pecado. Seducido por Álvarez-Conde, el muchacho pecó, sí, pero eso es algo que él ya habrá arreglado con su confesor. Ahora bien, materia penal no hay en absoluto. El actual presidente del Partido Popular es una víctima inocente.

¿Qué pasará con aquellas tres personas que han hecho lo mismo que Casado, y que confesaron a la juez Rodríguez-Medel que el perverso Álvarez Conde les dijo que no tenían que ir a clase ni hacer trabajos para aprobar? Estas tres crédulas criaturas tienen el mismo expediente y las mismas convalidaciones que el líder del PP, y como él fueron calificadas con sendos excelentes en las pruebas que no hicieron.

Como ellas no están aforadas y no tienen que pasar por el Tribunal Supremo, el fiscal Navajas no ha dicho ni palabra. Pero, si yo fuera ellas no estaría demasiado preocupado. Si el Supremo concluye que Navajas acierta, que la juez Rodríguez-Medel se pasó unos cuantos pueblos acusando Casado, y que todo lo que hay no es más que una mera sospecha o conjetura, pues esto será doctrina y colorín colorado este cuento se habrá acabado.

Seguro que algún lector malévolo cree que olvidé deliberadamente quién es el fiscal Navajas y cómo ha llegado donde está; así como que ignoro quiénes son los miembros del TS que deben decidir si, efectivamente, Pablo Casado es inocente como un niño, y que olvidé cómo han llegado a tan alta magistratura. No, no es así; servidor lo sabe todo.

Ocurre, sin embargo, que el médico me ha exigido que acepte sin reservas todas las decisiones judiciales, dado que últimamente la imposibilidad de digerir algunas de ellas, bien conocidas, está provocándome perjuicios en la salud que podría llegar a lamentar. Así pues, si el Supremo dictamina lo que imaginamos que va a dictaminar, yo lo daré por bueno. Llegado el caso, ya tengo una explicación del por qué lo hará: todo fue culpa del malvado director del Chiringuito de Derecho Público de la URJC.

Aquellos que tengan más salud que un servidor, o no puedan ser tan crédulos como yo, que lean a Ignacio Escolar que sabe mucho del tema y lo explica estupendamente.




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