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Andrei Tchernitchin: La exposición prenatal a agroquímicos deja consecuencias irreversibles

Chile.- La importación de agroquímicos se ha incrementado en 500% en los últimos 20 años, incluyendo algunos altamente tóxicos como el paraquat y la atrazina que causan enormes daños a la salud.

Población de Paine protesta por expansión de planta de Monsanto en su localidad. /www.change.org



La intoxicación de 62 personas el 7 de setiembre en la localidad de Panquehue, a unos 120 km al norte de Santiago, causó un salto de alarma en relación al uso indiscriminado de pesticidas en Chile.

Según informó a la prensa el alcalde de Panquehue, Luis Pradenas, la intoxicación ocurrió luego que una empresa agrícola fumigara por vía aérea un campo ubicado a menos de 100 m de la escuela comunal, causando vómitos, náuseas y entumecimiento de partes del cuerpo en niños y adultos. Más de un centenar de personas fueron evacuadas tras la emergencia ambiental, a la vez que las autoridades ordenaron la investigación y determinarán las responsabilidades sobre el hecho.

El uso de agroquímicos se ha ido incrementando en Chile, mientras que ambientalistas han alertado sobre el nuevo acuerdo de libre comercio que están negociado Chile y la Unión Europea que podría incrementar la importación de esos productos y de semillas genéticamente modificadas, particularmente tras la adquisición de la transnacional biotecnológica estadounidense Monsanto en junio pasado por la farmacéutica alemana Bayer.

La fusión Bayer Monsanto permitirá controlar hasta el 60% de las semillas, 70% de los pesticidas y la mayoría de patentes de los transgénicos en el mundo, según informaciones periodísticas. Además, podría llegar a hacer desaparecer la agricultura campesina tradicional que utiliza insumos naturales.

En Paine, a unos 50 km al sur de Santiago, la principal actividad económica es la agricultura. Monsanto, que llegó a Chile en el 2005, instaló en esta localidad la principal planta procesadora de semillas de maíz y soya del país y una de las más grandes de América del Sur. Actualmente Monsanto controla el 36% del mercado nacional de venta de semillas.

En agosto del año pasado, el Comité por la Defensa de Paine interpuso un recurso de protección ante la Corte de Apelaciones de Santiago para que les permitiera pronunciarse respecto a la Declaración de Impacto Ambiental presentada por Monsanto sobre el Proyecto de Optimización Planta Seleccionadora de Semillas con el fin de llevar a cabo “labores u operaciones de limpieza, clasificación de productos según tamaño y calidad, tratamiento de deshidratación, congelamiento, empacamiento o transformación biológica.

Participación ciudadana
En declaraciones al informativo El Ciudadano, la abogada Alejandra Donoso, representante del Comité, explicó que “la institucionalidad y la ley ambiental reconocen el derecho de las comunidades de solicitar la apertura de un proceso de participación ciudadana. En el caso de los proyectos ingresados a evaluación ambiental, cuando se hace por Estudio de Impacto Ambiental es obligatorio, pero cuando se hace por Declaración, la comunidad puede solicitarle al Servicio que se abra un proceso de participación ciudadana. Eso se hizo oportunamente, cumpliendo los requisitos legales, pero el SEA [Servicio de Evaluación Ambiental] reiteradamente negó esa posibilidad, acogiéndose a una interpretación contraria a la ley”.

El 18 de mayo último, la comunidad de Paine organizó una marcha contra la planta de Monsanto. En la convocatoria señalaban que “como ciudadanos nos sentimos profundamente decepcionados y burlados por esta medida pues el proyecto Optimización Planta Seleccionadora de Semillas de la empresa Monsanto, sin lugar a dudas, no sólo presenta cargas ambientales negativas, sino que además afecta nuestra salud y pone en serio riesgo nuestra soberanía alimentaria”.

Además de la producción de semillas transgénicas de soya, maíz, algodón y canola, Monsanto desarrolla agroquímicos, a lo que denominan “protección de cultivos”. Los agroquímicos aportan entre 15% y 20% del total de ingresos de la empresa, mientras que la producción de semillas llega al 70%.

La intensión de Bayer es revertir la pésima imagen de Monsanto, buscando que deje de ser conocida como empresa agroquímica y lo sea como una compañía que propone soluciones a los agricultores para mejorar su producción. Por lo pronto, Bayer ha emprendido una agresiva campaña publicitaria anunciando que desaparecerá el nombre de Monsanto, aunque continuará produciendo y comercializando sus productos.

Sin embargo, utiliza los mismos argumentos que Monsanto: el hambre en el mundo se combate con más transgénicos y más agroquímicos. Bayer, junto con la alemana BASF, Syngenta-Chem China y DuPont-Dow manejan el 100% del mercado de semillas transgénicas y 70% de agroquímicos.

La protesta de los residentes de Paine tiene que ver con la ampliación de la planta de Monsanto para procesar semillas de canola, que tiene un alto potencial de riesgo de polinización cruzada.

De acuerdo con un reportaje publicado el 26 de agosto por la agencia de prensa alemana Deutsche Welle, “Chile es el principal exportador de semillas de Suramérica y el quinto más grande del mundo. La mayoría de sus exportaciones van a EEUU y Europa, pero hay serias dudas sobre su seguridad”.

“La mayoría de los semilleros aquí son transgénicos” dijo Camila Olavarría, integrante del Comité por la Defensa de Paine, a Deutsche Welle. “Monsanto Bayer les da semillas a los agricultores, los agricultores las siembran en sus tierras, y luego tienen que devolver cierta cantidad de semillas a la compañía, que luego se procesan en la planta de producción para la exportación”.

“El problema es que las semillas vienen con un paquete tecnológico de pesticidas y productos químicos agrícolas que son perjudiciales para la salud de las personas”, agregó Olavarría en referencia al herbicida RoundUp, que contiene glifosato, considerado por la Organización Mundial de la Salud como potencialmente cancerígeno.

Sin personal para fiscalizar
Andrei Tchernitchin, también citado por Deutsche Welle, es un toxicólogo de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile quien ha dirigido importantes investigaciones sobre el desarrollo de enfermedades debido a la exposición prenatal a productos químicos tóxicos. Sus hallazgos sugieren un proceso llamado imprinting que puede ser inducido por la exposición prenatal y de la niñez temprana a químicos tóxicos.

“La exposición prenatal a estos químicos, es decir, el contacto con químicos de mujeres embarazadas, o durante la primera infancia, deja consecuencias irreversibles porque es durante ese período cuando las células definen la cantidad y calidad de los receptores de hormonas para toda la vida”, explicó Tchernitchin, agregando que “si durante ese momento, puede ser de unos pocos días, hay una exposición a una sustancia química, las células pueden cometer un error y definir más o menos receptores. Estos cambios se mantienen durante toda la vida y pueden producir alteraciones o enfermedades neurológicas”.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en los últimos 20 años la importación de agroquímicos en Chile se ha incrementado en 500%, incluyendo algunos altamente tóxicos como el paraquat y la atrazina, que están prohibidos en Europa por sus enormes daños a la salud.

Mientras tanto, las investigaciones sobre la intoxicación en Panquehue continúan, pero a decir de Lucía Sepúlveda, de la Red de Acción en Plaguicidas Chile, la fiscalización de los productos usados en la fumigación es muy pobre.

“El SAG [Servicio Agrícola y Ganadero] tiene muy pocos fiscalizadores. Hay miles de predios en el país y ellos tienen una decena de fiscalizadores, además ellos también se preocupan de otras cosas como las exportaciones de alimentos, entonces la cantidad de predios que fiscalizan en el año por el tema agrotóxico es muy menor y van después de que queda alguna escoba” [“quedó la escoba” expresión chilena que significa quedó el desastre], declaró Sepúlveda al Diario Uchile. –Noticias Aliadas.




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