OPINI脫N de Mauricio Casta帽o H., Colombia.- Colombia es una naci贸n insuficiente se le dice mucho, se debate entre la llamada modernidad y los grandes rezagos del antiguo colonialismo, industrias manufactureras y grandes haciendas agr铆colas o de ganader铆a, un campesinado condenado a vivir en la miseria y unos ricos terratenientes de cultura colonial.
Las ciudades son una mezcla de ese pa铆s con esos halos de modernidad y mucho de clases dirigentes ancladas en un viejo mundo, una clase dirigente inculta que aprendi贸 a hacer dinero con el recurso de la violencia y la corrupci贸n.
Pese a todos esos frenos azarosos de la cultura y quiz谩s del mundo de la t茅cnica, la llamada Colombia y sus ciudades son mayoritariamente una cosa bien distinta a lo que fue el mundo colonial o lo que fueron sus inicios republicanos. Algunos cambios as铆 lo constatan: hoy se puede decir que no hay gente descalza en el pa铆s, los zapatos fueron de popularidad despu茅s de los a帽os sesenta del siglo pasado, igual sucedi贸 con los cubiertos y vajillas que acompa帽an las comidas, otro tanto sucedi贸 con la masificaci贸n de la letrina o sanitarios, luz el茅ctrica para uso de los hogares, en fin, as铆 muchos cambios que pueden parecer insignificantes pero que representaron grandes transformaciones para los individuos y para las familias colombianas.
Pero estos cambios tecnol贸gicos si bien afectan o contribuyen a modificar ciertas pr谩cticas cotidianas, existen otras costumbres que no cambian y que perduran y persisten como largas duraciones. La llamada cultura de la violencia es una de esas largas duraciones y en Antioquia se puede visualizar mejor porque tanto se ha hablado y estudiado que se ha vuelto familiar o parte del paisaje.
Es el antioque帽o violento y se hace matar por aventajar al otro, en estas tierras se aprendi贸 a usar muy bien la cerca que demarca los predios, y su uso ventajoso de correr la cerca en propiedad ajena hizo que se usara con frecuencia el machete en tiempos pasados y en los modernos el rev贸lver, la escopeta y despu茅s de los ochenta el fusil o la motosierra para herir o asesinar a su posible oponente (La motosierra seg煤n est谩 documentado se us贸 por primera vez en el Valle del Cauca para descuartizar campesinos a manos del paramilitarismo). Creemos que el mayor grado de la perfecci贸n de este recurso cultural de la violencia se da con el llamado paramilitarismo en donde confluyen esos dos mundos mencionados renglones arriba: terratenientes e industriales en bina usurpando violentamente tierras a campesinos que se volvieron obst谩culos para ampliar las tierras de aquellos y tambi茅n para favorecer log铆sticas y rutas del rentable negocio del narcotr谩fico.
Permear es una palabra que puede decir bien lo que ha significado esa toma del camino de la cultura de la violencia: esa violencia imbricada del pa铆s colonial y del pa铆s moderno ha permeado todos los rincones, todos los intersticios de la sociedad colombiana, de todas sus llamadas clases o estratos sociales. Fue con Pablo Escobar que Colombia se di贸 a conocer ante el mundo de lo que es una sociedad mafiosa: los delincuentes de cuello blanco se blindan con abogados inescrupulosos que juegan al derecho y al rev茅s con los vac铆os de la justicia, pol铆ticos aliados con la mafia, un Estado Mafioso, los ni帽os juegan a ser valientes pillos inatrapables por los polic铆as, los j贸venes no quieren estudiar y mejor optan por el camino que los conduzca a la f谩cil riqueza, no correr谩n la cerca pero si echar谩n por el mejor atajo de llegar a una vida onerosa y ba帽ados en monta帽as de dinero, aprendieron bien de sus mayores que la finalidad de la vida es hacer riqueza a como d茅 lugar: el sicario es bendecido por su madre para que le vaya bien en sus fechor铆as, su religi贸n, su escapulario de Mar铆a Auxiliadora lo proteger谩 y lo guardar谩 de cualquier peligro, el sicario bien devoto es. La religi贸n ha sido flexibilizada para salvaguardar el mundo criminal: El popular sacerdote Garc铆a Herreros bendec铆a a Pablo Escobar, a los mafiosos, luego que les llenar谩 sus bolsillos y alcanc铆as.
El mundo del estudio y de las profesiones son bien devaluadas, as铆 como la mala madre le dice a su hijo haga plata mijo c贸mo sea, pero haga, igual la inculta clase dirigente o sus gobernantes le dice a sus conciudadanos: defi茅ndase como pueda, pero defi茅ndase, es el lenguaje de un r茅gimen salvaje. Ese mismo mensaje pareciera susurrar el gobierno a las universidades p煤blicas cuando recortan dr谩sticamente su presupuesto para educar a la supuesta nueva sociedad.
No se dejar谩 atr谩s, no se dejar谩 de mencionar las grandes o las mega obras de infraestructura que hacen en el pa铆s o en las ciudades, pues su realizaci贸n obedece a desarrollar o dar continuidad a ese pa铆s violento: hacen mega puentes o v铆as para que la industria automotriz se abarrote de ganancias sin importar su inviabilidad por su contaminaci贸n ambiental producida. Hacen parques o andenes en obediencia de la industria cementera. Y si ha de decirse del Estado Social de Derecho, j煤zguese: recortan beneficios de salud tendientes cada vez m谩s a su privatizaci贸n, con las pensiones cada vez se es m谩s joven para jubilarse pero cada vez los viejos se hacen a temprana edad pero son inservibles para el trabajo.
En suma, la costumbre en colombia, su cultura est谩 hecha con un tejido fuerte de una violencia salvaje en donde predomina el s谩lvese quien pueda, la solidaridad es un t茅rmino escaso, y el valor de la vida se escapa velozmente. El mundo viejo terrateniente se trenza con un t铆mido sector industrial para parir lo m谩s atrasado del denominado mundo contempor谩neo.
Las ciudades son una mezcla de ese pa铆s con esos halos de modernidad y mucho de clases dirigentes ancladas en un viejo mundo, una clase dirigente inculta que aprendi贸 a hacer dinero con el recurso de la violencia y la corrupci贸n.
Pese a todos esos frenos azarosos de la cultura y quiz谩s del mundo de la t茅cnica, la llamada Colombia y sus ciudades son mayoritariamente una cosa bien distinta a lo que fue el mundo colonial o lo que fueron sus inicios republicanos. Algunos cambios as铆 lo constatan: hoy se puede decir que no hay gente descalza en el pa铆s, los zapatos fueron de popularidad despu茅s de los a帽os sesenta del siglo pasado, igual sucedi贸 con los cubiertos y vajillas que acompa帽an las comidas, otro tanto sucedi贸 con la masificaci贸n de la letrina o sanitarios, luz el茅ctrica para uso de los hogares, en fin, as铆 muchos cambios que pueden parecer insignificantes pero que representaron grandes transformaciones para los individuos y para las familias colombianas.
Pero estos cambios tecnol贸gicos si bien afectan o contribuyen a modificar ciertas pr谩cticas cotidianas, existen otras costumbres que no cambian y que perduran y persisten como largas duraciones. La llamada cultura de la violencia es una de esas largas duraciones y en Antioquia se puede visualizar mejor porque tanto se ha hablado y estudiado que se ha vuelto familiar o parte del paisaje.
Es el antioque帽o violento y se hace matar por aventajar al otro, en estas tierras se aprendi贸 a usar muy bien la cerca que demarca los predios, y su uso ventajoso de correr la cerca en propiedad ajena hizo que se usara con frecuencia el machete en tiempos pasados y en los modernos el rev贸lver, la escopeta y despu茅s de los ochenta el fusil o la motosierra para herir o asesinar a su posible oponente (La motosierra seg煤n est谩 documentado se us贸 por primera vez en el Valle del Cauca para descuartizar campesinos a manos del paramilitarismo). Creemos que el mayor grado de la perfecci贸n de este recurso cultural de la violencia se da con el llamado paramilitarismo en donde confluyen esos dos mundos mencionados renglones arriba: terratenientes e industriales en bina usurpando violentamente tierras a campesinos que se volvieron obst谩culos para ampliar las tierras de aquellos y tambi茅n para favorecer log铆sticas y rutas del rentable negocio del narcotr谩fico.
Permear es una palabra que puede decir bien lo que ha significado esa toma del camino de la cultura de la violencia: esa violencia imbricada del pa铆s colonial y del pa铆s moderno ha permeado todos los rincones, todos los intersticios de la sociedad colombiana, de todas sus llamadas clases o estratos sociales. Fue con Pablo Escobar que Colombia se di贸 a conocer ante el mundo de lo que es una sociedad mafiosa: los delincuentes de cuello blanco se blindan con abogados inescrupulosos que juegan al derecho y al rev茅s con los vac铆os de la justicia, pol铆ticos aliados con la mafia, un Estado Mafioso, los ni帽os juegan a ser valientes pillos inatrapables por los polic铆as, los j贸venes no quieren estudiar y mejor optan por el camino que los conduzca a la f谩cil riqueza, no correr谩n la cerca pero si echar谩n por el mejor atajo de llegar a una vida onerosa y ba帽ados en monta帽as de dinero, aprendieron bien de sus mayores que la finalidad de la vida es hacer riqueza a como d茅 lugar: el sicario es bendecido por su madre para que le vaya bien en sus fechor铆as, su religi贸n, su escapulario de Mar铆a Auxiliadora lo proteger谩 y lo guardar谩 de cualquier peligro, el sicario bien devoto es. La religi贸n ha sido flexibilizada para salvaguardar el mundo criminal: El popular sacerdote Garc铆a Herreros bendec铆a a Pablo Escobar, a los mafiosos, luego que les llenar谩 sus bolsillos y alcanc铆as.
El mundo del estudio y de las profesiones son bien devaluadas, as铆 como la mala madre le dice a su hijo haga plata mijo c贸mo sea, pero haga, igual la inculta clase dirigente o sus gobernantes le dice a sus conciudadanos: defi茅ndase como pueda, pero defi茅ndase, es el lenguaje de un r茅gimen salvaje. Ese mismo mensaje pareciera susurrar el gobierno a las universidades p煤blicas cuando recortan dr谩sticamente su presupuesto para educar a la supuesta nueva sociedad.
No se dejar谩 atr谩s, no se dejar谩 de mencionar las grandes o las mega obras de infraestructura que hacen en el pa铆s o en las ciudades, pues su realizaci贸n obedece a desarrollar o dar continuidad a ese pa铆s violento: hacen mega puentes o v铆as para que la industria automotriz se abarrote de ganancias sin importar su inviabilidad por su contaminaci贸n ambiental producida. Hacen parques o andenes en obediencia de la industria cementera. Y si ha de decirse del Estado Social de Derecho, j煤zguese: recortan beneficios de salud tendientes cada vez m谩s a su privatizaci贸n, con las pensiones cada vez se es m谩s joven para jubilarse pero cada vez los viejos se hacen a temprana edad pero son inservibles para el trabajo.
En suma, la costumbre en colombia, su cultura est谩 hecha con un tejido fuerte de una violencia salvaje en donde predomina el s谩lvese quien pueda, la solidaridad es un t茅rmino escaso, y el valor de la vida se escapa velozmente. El mundo viejo terrateniente se trenza con un t铆mido sector industrial para parir lo m谩s atrasado del denominado mundo contempor谩neo.