El caso Sepur Zarco: las mujeres guatemaltecas que exigieron justicia en una naci贸n destrozada por la guerra
Durante la guerra civil que asol贸 Guatemala durante 36 a帽os, las mujeres ind铆genas sufrieron violaciones sistem谩ticas y esclavitud a manos del personal militar en una peque帽a comunidad cercana al puesto avanzado de Sepur Zarco. Lo que les ocurri贸 no es un caso 煤nico, pero lo que sucedi贸 a continuaci贸n cambi贸 la historia. Desde 2011 hasta 2016, 15 mujeres sobrevivientes lucharon para obtener justicia en el tribunal supremo de Guatemala. Este caso sin precedentes concluy贸 con la condena de dos ex militares por delitos de lesa humanidad y la concesi贸n de 18 medidas de reparaci贸n para las sobrevivientes y su comunidad. Las Abuelas de Sepur Zarco, como se las conoce respetuosamente, esperan hoy vivir la justicia. Para ellas, la justicia incluye educaci贸n para las ni帽as y ni帽os de su comunidad, acceso a la tierra, una cl铆nica sanitaria y un conjunto de medidas que pongan fin a la pobreza extrema que su comunidad ha sufrido durante generaciones. La justicia hay que vivirla.
El d铆a en que los militares llegaron para llevarse a su esposo y su hijo qued贸 grabado en la memoria de Mar铆a Ba Caal, aunque ya no recuerda bien algunos detalles. “Cuando se llevaron a mi esposo y a mi hijo de 15 a帽os, ambos trabajaban. El ej茅rcito lleg贸 por la tarde y los sac贸 de casa. No recuerdo la fecha, pero fue la 煤ltima vez que vi a mi marido y a mi hijo”, se帽ala.
De eso hace 36 a帽os. Mar铆a Ba Caal tiene ahora 77.
Como muchas otras mujeres maya q’eqchi’ de Sepur Zarco, una peque帽a comunidad rural ubicada en el valle de Polochic, en el noreste de Guatemala, Mar铆a contin煤a buscando los restos de su esposo y su hijo, que desaparecieron por la fuerza y lo m谩s probable es que fueran asesinados por el ej茅rcito guatemalteco a principios de la d茅cada de 1980.
El conflicto de Guatemala
El conflicto armado interno[1] de Guatemala se remonta a 1954, cuando un golpe militar derroc贸 al presidente electo democr谩ticamente, Jacobo Arbenz. Seguidamente, el gobierno militar que se instaur贸 elimin贸 las reformas agrarias que beneficiaban a las/os agricultoras/es pobres (en su mayor parte ind铆genas), lo que provoc贸 un conflicto armado entre el ej茅rcito y diversos grupos de guerrilleros progresistas, que se prolong贸 36 a帽os y seg贸 m谩s de 200.000 vidas. La mayor铆a de las personas que fueron asesinadas en el marco del conflicto (un 83%) eran ind铆genas mayas.[2]
¿Qu茅 ocurri贸 en Sepur Zarco?
En 1982[3], el ej茅rcito estableci贸 un puesto avanzado en Sepur Zarco para el descanso del personal militar. En aquel momento, los l铆deres q’eqchi’ de la zona trataban de obtener derechos legales sobre sus tierras. El ej茅rcito respond铆a con desapariciones forzadas, torturas y asesinatos de hombres ind铆genas, as铆 como con violaciones y esclavitud de mujeres.
Nos obligaban a turnarnos…Dec铆an que nos matar铆an si no hac铆amos lo que nos ordenaban”.
— Maria Ba Caal
“Quemaron nuestra casa. No fuimos a la base militar (el puesto avanzado) de Sepur porque quisi茅ramos... nos obligaron. Nos acusaban de alimentar a los guerrilleros. ¡Pero no los conoc铆amos! Tuve que dejar a mis hijas e hijos bajo un 谩rbol para ir a cocinar para los militares... y...”. Mar铆a Ba Caal no puede terminar la frase. El final inconcluso resuena en el aire mientras permanecemos sentadas frente a su chabola de barro. Sus bisnietos juegan cerca de nosotras. Ella llora en silencio.
“Violaci贸n” y “esclavitud sexual” son palabras que no tienen una traducci贸n f谩cil a la lengua q’eqchi’. “Nos obligaban a turnarnos”, prosigue. “Dec铆an que nos matar铆an si no hac铆amos lo que nos ordenaban”.
Posteriormente, Mar铆a Ba Caal y otras mujeres que hab铆an sido esclavizadas por los militares sufrieron durante a帽os el rechazo de sus propias comunidades, que las llamaban “prostitutas”. La guerra civil de Guatemala no s贸lo fue la que m谩s muertes caus贸 en la regi贸n; tambi茅n dej贸 un terrible legado de violencia contra las mujeres.
Don Pablo, un campesino local, ayud贸 a identificar la fosa com煤n en la granja Tinajas, donde tuvo lugar la matanza de civiles por parte de militares en la d茅cada de 1980. En 2012 se exhumaron los restos de 51 cuerpos en el sitio.
Hoy en d铆a la comunidad de Sepur Zarco se compone de unas 226 familias. La ciudad m谩s pr贸xima, Panz贸s, se encuentra a 42 km en coche por una carretera polvorienta y s贸lo parcialmente pavimentada.
A pocos kil贸metros de Sepur Zarco se erigen las ruinas de la granja Tinajas, rodeada de campos de ma铆z. En mayo de 2012, la Fundaci贸n de Antropolog铆a Forense de Guatemala exhum贸 51 cuerpos de ind铆genas en este lugar, que hab铆an sido asesinados y enterrados en fosas comunes por el ej茅rcito guatemalteco. Las pruebas obtenidas en Tinajas supusieron uno de los puntos de inflexi贸n en el caso Sepur Zarco.
Encontraron el primer cuerpo al d铆a siguiente”.
Paula Barrios, directora de Mujeres Transformando el Mundo, explic贸 que las comunidades ind铆genas que viven en la zona cre铆an que m谩s de 200 hombres hab铆an sido llevados all铆 y jam谩s se les hab铆a vuelto a ver.
“Esta era la verdad del pueblo q’eqchi’, pero tuvimos que demostrar que aquellas historias eran ciertas. La exhumaci贸n continu贸 durante 22 d铆as y cost贸 100.000 quetzales (13.500 d贸lares estadounidenses). Algunas familias tuvieron noticia de ello y acudieron al lugar esperando encontrar a sus parientes desaparecidos. Las mujeres de la comunidad de Sepur Zarco tambi茅n vinieron y cocinaron para el personal. Cavaron y cavaron durante cuatro d铆as, pero no hallaron ning煤n cuerpo. Los antrop贸logos dijeron que el d铆a siguiente ser铆a el 煤ltimo”.
“Encontraron el primer cuerpo al d铆a siguiente”.
En 2011, 15 mujeres[4] sobrevivientes de Sepur Zarco —a las que hoy se conoce respetuosamente como “abuelas”— llevaron su caso ante el tribunal supremo de Guatemala, con el apoyo de las organizaciones locales defensoras de los derechos de las mujeres, de ONU Mujeres y de otros socios de las Naciones Unidas.
Despu茅s de 22 audiencias, el 2 de marzo de 2016, el tribunal conden贸 a dos ex militares por delitos de lesa humanidad (violaci贸n, asesinato y esclavitud) y concedi贸 18 medidas de reparaci贸n para las sobrevivientes y sus comunidades. Fue la primera vez en la historia que un tribunal nacional enjuiciaba un cargo de esclavitud sexual durante un conflicto utilizando la legislaci贸n nacional y el derecho penal internacio
Para m铆 es muy importante que nuestro pa铆s escuche nuestra voz y conozca nuestra historia, para que lo que hemos vivido no le ocurra a nadie m谩s”.
— Maria Ba Caal
Las abuelas lucharon para obtener justicia y reparaci贸n, no s贸lo para ellas, sino tambi茅n para lograr un cambio que beneficiara a toda la comunidad. En su sentencia, el tribunal prometi贸 reabrir los expedientes de reclamaci贸n de tierras, crear un centro de salud, mejorar la infraestructura de la escuela de ense帽anza primaria y abrir una nueva escuela de educaci贸n secundaria, adem谩s de ofrecer becas para mujeres y ni帽as/os; medidas que pueden sacar a esas personas de la pobreza extrema que todav铆a hoy contin煤an sufriendo.
“Cuando llevamos nuestro caso ante el tribunal, cre铆amos que ganar铆amos, porque dec铆amos la verdad”, afirma Mar铆a Ba Caal. “Para m铆 es muy importante que nuestro pa铆s escuche nuestra voz y conozca nuestra historia, para que lo que hemos vivido no le ocurra a nadie m谩s.”
El 21 de febrero de 2018, dos a帽os desde la hist贸rica decisi贸n de Sepur Zarco, el Ministerio P煤blico de Guatemala, junto con ONU Mujeres, present贸 una medalla especial de reconocimiento a las 14 abuelas sobrevivientes del caso. La medalla Naxjolomi, que en q’eqchi’ significa “aquella que lidera”, reconoce el liderazgo de las abuelas que lucharon por la justicia, as铆 como su liderazgo continuo para garantizar que las medidas de reparaci贸n se conviertan en realidad.
Como parte de las medidas de reparaci贸n, las organizaciones de la sociedad civil trabajaron con el Ministerio de Educaci贸n guatemalteco en la elaboraci贸n de un c贸mic para ni帽as/os que narra la historia de Sepur Zarco. El c贸mic se distribuir谩 en las escuelas de ense帽anza secundaria de la capital del pa铆s, la ciudad de Guatemala, as铆 como en los municipios de la zona de Alta Verapaz.
Tan s贸lo una de las 11 abuelas sobrevivientes que lucharon para ganar este caso sin precedentes posee una casa en Sepur Zarco. La mayor铆a de las dem谩s viven en las comunidades vecinas de San Marcos, la Esperanza y Pombaac, en viviendas provisionales. Detr谩s del centro para mujeres que se est谩 construyendo hay una peque帽a parcela de terreno; a las abuelas les han prometido que podr谩n construir sus casas en ella.
Mar铆a Ba Caal y Felisa Cuc nos llevan a visitar la zona. Felisa Cuc tiene 81 a帽os y est谩 esperando su casa. Quiere que sea de ladrillo y esta帽o.
“Cuando escuch茅 la sentencia, me puse muy contenta. Pens茅 que mi vida iba a mejorar. Pero en este momento no s茅 si vivir茅 lo suficiente como para ver los resultados”.
Do帽a Felisa ha tenido una vida dif铆cil. Los soldados se llevaron a su esposo en 1982 y lo torturaron. Nunca m谩s volvi贸 a verle. “Nos violaron a m铆 y a mis dos hijas, que se hab铆an casado hac铆a poco tiempo. Sus esposos hab铆an huido... Tratamos de escapar, buscamos refugio en casas abandonadas, pero los soldados nos encontraron. Violaron a mis hijas delante de m铆”.
El puesto avanzado de descanso de Sepur Zarco se clausur贸 en 1988, y el conflicto termin贸 formalmente en 1996 con la firma del acuerdo de paz. Sin embargo, las abuelas continuaron luchando por conseguir un m铆nimo de dignidad, un pedazo de tierra y comida.
Do帽a Felisa nos lleva a su casa de Pombaac por caminos de tierra a trav茅s de campos de ma铆z. Su casa es la 煤ltima de la aldea.
“Aqu铆 hay muchas necesidades”, nos dice. “En este momento necesito algo para comer. Nadie sabe cu谩nto tiempo vivir茅. Necesito tierra para mis hijas e hijos. Quiz谩 si tienen tierra para cultivar puedan ayudarme, alimentarme”.
De todas las medidas de reparaci贸n, puede que la restituci贸n de tierras sea una de las m谩s importantes. Sin embargo, tambi茅n resulta complicada de ejecutar, puesto que buena parte de la tierra reclamada se encuentra en manos privadas. El presidente debe nombrar una instituci贸n y el Ministerio de Hacienda debe dotarla de presupuesto para comprar la tierra a sus propietarios privados y, a continuaci贸n, redistribuirla.

Esperamos muchos a帽os a que se hiciera justicia; ahora tenemos que esperar para obtener reparaci贸n”.
Demesia Yat
Una medida de reparaci贸n que ha tenido cierto impacto es la cl铆nica m贸vil gratuita, que atiende a unas 70 u 80 personas cada d铆a. “Antes ten铆amos que caminar mucho para llegar a una cl铆nica, pero ahora la tenemos m谩s cerca. Las distintas comunidades nos turnamos para recibir atenci贸n en la cl铆nica. Muchas mujeres de mi comunidad han recibido medicamentos, pero hay enfermedades que la cl铆nica no puede tratar... So帽amos con un hospital que pueda tratar todas nuestras dolencias”, explica Rosario Xo, una de las abuelas.

Mujeres de la comunidad, muchas con hijas e hijos, esperan en la cl铆nica m贸vil. La cl铆nica m贸vil gratuita en Sepur Zarco atiende entre 70 y 80 personas diariamente.
Demesia Yat, una de las abuelas m谩s extrovertidas, reconoce lo lejos que han llegado y tambi茅n habla sobre lo que est谩 en juego: “Nuestros esfuerzos, primero como mujeres y en segundo lugar como abuelas, es muy importante. Es cierto que se hizo justicia. Ahora pedimos educaci贸n para nuestras hijas e hijos y para nuestras nietas y nietos, de modo que la juventud de la comunidad tenga oportunidades y no sea como sus mayores, que no pudieron estudiar. El gobierno ya conoce nuestras reivindicaciones. Esperamos muchos a帽os a que se hiciera justicia; ahora tenemos que esperar para obtener reparaci贸n”.
El caso de Sepur Zarco es un caso de b煤squeda de justicia; estas mujeres sufrieron un horror y una p茅rdida inenarrables. Hoy exigen experimentar esa justicia en su vida cotidiana.
“Di todo lo que ten铆a para obtener justicia”, nos dice Mar铆a Ba Caal cuando nos despedimos. “Quiero ver los resultados antes de que me muera. No s茅 cu谩nto tiempo me queda en este mundo”.
Con el apoyo del Fondo de las Naciones Unidas para la Consolidaci贸n de la Paz, ONU Mujeres lidera los esfuerzos dirigidos a conseguir que se aplique la sentencia transformadora dictada en el caso Sepur Zarco. Para ello, trabaja en colaboraci贸n con las autoridades nacionales, la sociedad civil guatemalteca y otros organismos de las Naciones Unidas.
Notas
[1] Al conflicto en Guatemala se le denomina oficialmente como un “conflicto interno armado”.
[2] La cronolog铆a expuesta se ha corroborado mediante datos obtenidos de las siguientes fuentes: Memoria del silencio: Informe de la Comisi贸n para el Esclarecimiento Hist贸rico de Guatemala; Case Study Series:Women in Peace and Transition Processes y Timeline:Guatemala’s Brutal Civil War by PBS News Hour
[3] Para obtener m谩s informaci贸n, v茅ase https://www.ghrc-usa.org/our-work/important-cases/sepur-zarco/
[4] El proceso judicial se bas贸 en la violaci贸n de 15 mujeres de Sepur Zarco, aunque el tribunal 煤nicamente pudo acreditar 11 de ellas, puesto que tres de las v铆ctimas fallecieron.
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Foto: ONU Mujeres/Ryan Brown |
El d铆a en que los militares llegaron para llevarse a su esposo y su hijo qued贸 grabado en la memoria de Mar铆a Ba Caal, aunque ya no recuerda bien algunos detalles. “Cuando se llevaron a mi esposo y a mi hijo de 15 a帽os, ambos trabajaban. El ej茅rcito lleg贸 por la tarde y los sac贸 de casa. No recuerdo la fecha, pero fue la 煤ltima vez que vi a mi marido y a mi hijo”, se帽ala.
De eso hace 36 a帽os. Mar铆a Ba Caal tiene ahora 77.
Como muchas otras mujeres maya q’eqchi’ de Sepur Zarco, una peque帽a comunidad rural ubicada en el valle de Polochic, en el noreste de Guatemala, Mar铆a contin煤a buscando los restos de su esposo y su hijo, que desaparecieron por la fuerza y lo m谩s probable es que fueran asesinados por el ej茅rcito guatemalteco a principios de la d茅cada de 1980.
El conflicto de Guatemala
El conflicto armado interno[1] de Guatemala se remonta a 1954, cuando un golpe militar derroc贸 al presidente electo democr谩ticamente, Jacobo Arbenz. Seguidamente, el gobierno militar que se instaur贸 elimin贸 las reformas agrarias que beneficiaban a las/os agricultoras/es pobres (en su mayor parte ind铆genas), lo que provoc贸 un conflicto armado entre el ej茅rcito y diversos grupos de guerrilleros progresistas, que se prolong贸 36 a帽os y seg贸 m谩s de 200.000 vidas. La mayor铆a de las personas que fueron asesinadas en el marco del conflicto (un 83%) eran ind铆genas mayas.[2]
¿Qu茅 ocurri贸 en Sepur Zarco?
En 1982[3], el ej茅rcito estableci贸 un puesto avanzado en Sepur Zarco para el descanso del personal militar. En aquel momento, los l铆deres q’eqchi’ de la zona trataban de obtener derechos legales sobre sus tierras. El ej茅rcito respond铆a con desapariciones forzadas, torturas y asesinatos de hombres ind铆genas, as铆 como con violaciones y esclavitud de mujeres.
Nos obligaban a turnarnos…Dec铆an que nos matar铆an si no hac铆amos lo que nos ordenaban”.
— Maria Ba Caal
“Quemaron nuestra casa. No fuimos a la base militar (el puesto avanzado) de Sepur porque quisi茅ramos... nos obligaron. Nos acusaban de alimentar a los guerrilleros. ¡Pero no los conoc铆amos! Tuve que dejar a mis hijas e hijos bajo un 谩rbol para ir a cocinar para los militares... y...”. Mar铆a Ba Caal no puede terminar la frase. El final inconcluso resuena en el aire mientras permanecemos sentadas frente a su chabola de barro. Sus bisnietos juegan cerca de nosotras. Ella llora en silencio.
“Violaci贸n” y “esclavitud sexual” son palabras que no tienen una traducci贸n f谩cil a la lengua q’eqchi’. “Nos obligaban a turnarnos”, prosigue. “Dec铆an que nos matar铆an si no hac铆amos lo que nos ordenaban”.
Posteriormente, Mar铆a Ba Caal y otras mujeres que hab铆an sido esclavizadas por los militares sufrieron durante a帽os el rechazo de sus propias comunidades, que las llamaban “prostitutas”. La guerra civil de Guatemala no s贸lo fue la que m谩s muertes caus贸 en la regi贸n; tambi茅n dej贸 un terrible legado de violencia contra las mujeres.
Don Pablo, un campesino local, ayud贸 a identificar la fosa com煤n en la granja Tinajas, donde tuvo lugar la matanza de civiles por parte de militares en la d茅cada de 1980. En 2012 se exhumaron los restos de 51 cuerpos en el sitio.
Hoy en d铆a la comunidad de Sepur Zarco se compone de unas 226 familias. La ciudad m谩s pr贸xima, Panz贸s, se encuentra a 42 km en coche por una carretera polvorienta y s贸lo parcialmente pavimentada.
A pocos kil贸metros de Sepur Zarco se erigen las ruinas de la granja Tinajas, rodeada de campos de ma铆z. En mayo de 2012, la Fundaci贸n de Antropolog铆a Forense de Guatemala exhum贸 51 cuerpos de ind铆genas en este lugar, que hab铆an sido asesinados y enterrados en fosas comunes por el ej茅rcito guatemalteco. Las pruebas obtenidas en Tinajas supusieron uno de los puntos de inflexi贸n en el caso Sepur Zarco.
Encontraron el primer cuerpo al d铆a siguiente”.
Paula Barrios, directora de Mujeres Transformando el Mundo, explic贸 que las comunidades ind铆genas que viven en la zona cre铆an que m谩s de 200 hombres hab铆an sido llevados all铆 y jam谩s se les hab铆a vuelto a ver.
“Esta era la verdad del pueblo q’eqchi’, pero tuvimos que demostrar que aquellas historias eran ciertas. La exhumaci贸n continu贸 durante 22 d铆as y cost贸 100.000 quetzales (13.500 d贸lares estadounidenses). Algunas familias tuvieron noticia de ello y acudieron al lugar esperando encontrar a sus parientes desaparecidos. Las mujeres de la comunidad de Sepur Zarco tambi茅n vinieron y cocinaron para el personal. Cavaron y cavaron durante cuatro d铆as, pero no hallaron ning煤n cuerpo. Los antrop贸logos dijeron que el d铆a siguiente ser铆a el 煤ltimo”.
“Encontraron el primer cuerpo al d铆a siguiente”.
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Las abuelas de Sepur Zarco. Fotos: ONU Mujeres/Ryan Brow |
En 2011, 15 mujeres[4] sobrevivientes de Sepur Zarco —a las que hoy se conoce respetuosamente como “abuelas”— llevaron su caso ante el tribunal supremo de Guatemala, con el apoyo de las organizaciones locales defensoras de los derechos de las mujeres, de ONU Mujeres y de otros socios de las Naciones Unidas.
Despu茅s de 22 audiencias, el 2 de marzo de 2016, el tribunal conden贸 a dos ex militares por delitos de lesa humanidad (violaci贸n, asesinato y esclavitud) y concedi贸 18 medidas de reparaci贸n para las sobrevivientes y sus comunidades. Fue la primera vez en la historia que un tribunal nacional enjuiciaba un cargo de esclavitud sexual durante un conflicto utilizando la legislaci贸n nacional y el derecho penal internacio
Para m铆 es muy importante que nuestro pa铆s escuche nuestra voz y conozca nuestra historia, para que lo que hemos vivido no le ocurra a nadie m谩s”.
— Maria Ba Caal
Las abuelas lucharon para obtener justicia y reparaci贸n, no s贸lo para ellas, sino tambi茅n para lograr un cambio que beneficiara a toda la comunidad. En su sentencia, el tribunal prometi贸 reabrir los expedientes de reclamaci贸n de tierras, crear un centro de salud, mejorar la infraestructura de la escuela de ense帽anza primaria y abrir una nueva escuela de educaci贸n secundaria, adem谩s de ofrecer becas para mujeres y ni帽as/os; medidas que pueden sacar a esas personas de la pobreza extrema que todav铆a hoy contin煤an sufriendo.
“Cuando llevamos nuestro caso ante el tribunal, cre铆amos que ganar铆amos, porque dec铆amos la verdad”, afirma Mar铆a Ba Caal. “Para m铆 es muy importante que nuestro pa铆s escuche nuestra voz y conozca nuestra historia, para que lo que hemos vivido no le ocurra a nadie m谩s.”
El 21 de febrero de 2018, dos a帽os desde la hist贸rica decisi贸n de Sepur Zarco, el Ministerio P煤blico de Guatemala, junto con ONU Mujeres, present贸 una medalla especial de reconocimiento a las 14 abuelas sobrevivientes del caso. La medalla Naxjolomi, que en q’eqchi’ significa “aquella que lidera”, reconoce el liderazgo de las abuelas que lucharon por la justicia, as铆 como su liderazgo continuo para garantizar que las medidas de reparaci贸n se conviertan en realidad.
Como parte de las medidas de reparaci贸n, las organizaciones de la sociedad civil trabajaron con el Ministerio de Educaci贸n guatemalteco en la elaboraci贸n de un c贸mic para ni帽as/os que narra la historia de Sepur Zarco. El c贸mic se distribuir谩 en las escuelas de ense帽anza secundaria de la capital del pa铆s, la ciudad de Guatemala, as铆 como en los municipios de la zona de Alta Verapaz.
Tan s贸lo una de las 11 abuelas sobrevivientes que lucharon para ganar este caso sin precedentes posee una casa en Sepur Zarco. La mayor铆a de las dem谩s viven en las comunidades vecinas de San Marcos, la Esperanza y Pombaac, en viviendas provisionales. Detr谩s del centro para mujeres que se est谩 construyendo hay una peque帽a parcela de terreno; a las abuelas les han prometido que podr谩n construir sus casas en ella.
Mar铆a Ba Caal y Felisa Cuc nos llevan a visitar la zona. Felisa Cuc tiene 81 a帽os y est谩 esperando su casa. Quiere que sea de ladrillo y esta帽o.
“Cuando escuch茅 la sentencia, me puse muy contenta. Pens茅 que mi vida iba a mejorar. Pero en este momento no s茅 si vivir茅 lo suficiente como para ver los resultados”.
Do帽a Felisa ha tenido una vida dif铆cil. Los soldados se llevaron a su esposo en 1982 y lo torturaron. Nunca m谩s volvi贸 a verle. “Nos violaron a m铆 y a mis dos hijas, que se hab铆an casado hac铆a poco tiempo. Sus esposos hab铆an huido... Tratamos de escapar, buscamos refugio en casas abandonadas, pero los soldados nos encontraron. Violaron a mis hijas delante de m铆”.
El puesto avanzado de descanso de Sepur Zarco se clausur贸 en 1988, y el conflicto termin贸 formalmente en 1996 con la firma del acuerdo de paz. Sin embargo, las abuelas continuaron luchando por conseguir un m铆nimo de dignidad, un pedazo de tierra y comida.
Do帽a Felisa nos lleva a su casa de Pombaac por caminos de tierra a trav茅s de campos de ma铆z. Su casa es la 煤ltima de la aldea.
“Aqu铆 hay muchas necesidades”, nos dice. “En este momento necesito algo para comer. Nadie sabe cu谩nto tiempo vivir茅. Necesito tierra para mis hijas e hijos. Quiz谩 si tienen tierra para cultivar puedan ayudarme, alimentarme”.
De todas las medidas de reparaci贸n, puede que la restituci贸n de tierras sea una de las m谩s importantes. Sin embargo, tambi茅n resulta complicada de ejecutar, puesto que buena parte de la tierra reclamada se encuentra en manos privadas. El presidente debe nombrar una instituci贸n y el Ministerio de Hacienda debe dotarla de presupuesto para comprar la tierra a sus propietarios privados y, a continuaci贸n, redistribuirla.

Esperamos muchos a帽os a que se hiciera justicia; ahora tenemos que esperar para obtener reparaci贸n”.
Demesia Yat
Una medida de reparaci贸n que ha tenido cierto impacto es la cl铆nica m贸vil gratuita, que atiende a unas 70 u 80 personas cada d铆a. “Antes ten铆amos que caminar mucho para llegar a una cl铆nica, pero ahora la tenemos m谩s cerca. Las distintas comunidades nos turnamos para recibir atenci贸n en la cl铆nica. Muchas mujeres de mi comunidad han recibido medicamentos, pero hay enfermedades que la cl铆nica no puede tratar... So帽amos con un hospital que pueda tratar todas nuestras dolencias”, explica Rosario Xo, una de las abuelas.

Mujeres de la comunidad, muchas con hijas e hijos, esperan en la cl铆nica m贸vil. La cl铆nica m贸vil gratuita en Sepur Zarco atiende entre 70 y 80 personas diariamente.
Demesia Yat, una de las abuelas m谩s extrovertidas, reconoce lo lejos que han llegado y tambi茅n habla sobre lo que est谩 en juego: “Nuestros esfuerzos, primero como mujeres y en segundo lugar como abuelas, es muy importante. Es cierto que se hizo justicia. Ahora pedimos educaci贸n para nuestras hijas e hijos y para nuestras nietas y nietos, de modo que la juventud de la comunidad tenga oportunidades y no sea como sus mayores, que no pudieron estudiar. El gobierno ya conoce nuestras reivindicaciones. Esperamos muchos a帽os a que se hiciera justicia; ahora tenemos que esperar para obtener reparaci贸n”.
El caso de Sepur Zarco es un caso de b煤squeda de justicia; estas mujeres sufrieron un horror y una p茅rdida inenarrables. Hoy exigen experimentar esa justicia en su vida cotidiana.
“Di todo lo que ten铆a para obtener justicia”, nos dice Mar铆a Ba Caal cuando nos despedimos. “Quiero ver los resultados antes de que me muera. No s茅 cu谩nto tiempo me queda en este mundo”.
Con el apoyo del Fondo de las Naciones Unidas para la Consolidaci贸n de la Paz, ONU Mujeres lidera los esfuerzos dirigidos a conseguir que se aplique la sentencia transformadora dictada en el caso Sepur Zarco. Para ello, trabaja en colaboraci贸n con las autoridades nacionales, la sociedad civil guatemalteca y otros organismos de las Naciones Unidas.
Notas
[1] Al conflicto en Guatemala se le denomina oficialmente como un “conflicto interno armado”.
[2] La cronolog铆a expuesta se ha corroborado mediante datos obtenidos de las siguientes fuentes: Memoria del silencio: Informe de la Comisi贸n para el Esclarecimiento Hist贸rico de Guatemala; Case Study Series:Women in Peace and Transition Processes y Timeline:Guatemala’s Brutal Civil War by PBS News Hour
[3] Para obtener m谩s informaci贸n, v茅ase https://www.ghrc-usa.org/our-work/important-cases/sepur-zarco/
[4] El proceso judicial se bas贸 en la violaci贸n de 15 mujeres de Sepur Zarco, aunque el tribunal 煤nicamente pudo acreditar 11 de ellas, puesto que tres de las v铆ctimas fallecieron.