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Notas sobre el avance del proto-fascismo

OPINIÓN de Eduardo Lucita.- Que Jair Bolsonaro es un ultraderechista, xenófobo, racista, misógino, homofóbico, negacionista ambiental y autoritario, que reivindica los métodos violentos, expresa una ideología y una tendencia fascista está fuera de toda duda. Lo que está en discusión –junto con que tipo de alianzas para enfrentarlo y que resistencias- es si su eventual triunfo en segunda vuelta significa que mecánicamente su posible gobierno pueda llegar a instalar un régimen fascista.

Conviene entonces recordar que un régimen de esta naturaleza tiene dos componentes que es necesario distinguir: por un lado el fascismo como movimiento compuesto por capas medias de la sociedad –pequeña burguesía, sectores de la aristocracia obrera, burgueses en crisis- y el fascismo como régimen burgués propiamente dicho, expresión de los intereses del gran capital y su ofensiva de guerra contra los trabajadores y sus organizaciones para favorecer la reproducción del capital. La constitución del movimiento como tal requiere de un programa, y el pasaje a un régimen –cuando la impotencia de la pequeña burguesía deja paso a la hegemonía del gran capital- es lo que define el estado de situación.

El fenómeno político que significa el rápido ascenso de Bolsonaro en las recientes elecciones presidenciales en Brasil –previo encarcelamiento sin causa demostrada de Lula y destitución de Dilma por golpe jurídico institucional- sus posibilidades concretas de un triunfo en segunda vuelta, obedecen a la combinación de razones y causas muy complejas, algunas coyunturales y otras más estructurales. Se trata de un fenómeno político multicausal que se apoya en un fuerte deterioro político-social.

1 - Hay tres cuestiones simultáneas que parecen determinantes: a) la crisis económica gestada bajo el gobierno Dilma (caída del PBI de 7% entre 2015-2016, la más fuerte en Brasil desde los años 30 del siglo pasado), luego del fuerte crecimiento bajo los gobiernos Lula) y las dificultades para retomar el crecimiento bajo el desprestigiado gobierno Temer (llegado al poder político luego del golpe jurídico-institucional. b) la corruptela generalizada que alcanza a toda la clase política brasileña desnudada por el Lava Jato (un mecanismo de saqueo sistemático de las cuentas públicas en beneficio de la política y los políticos) y c) la inseguridad social expresada en el crecimiento de la violencia y los homicidios (Brasil aparece hoy como uno de los países más inseguros del mundo).

2 - Un fenómeno de este tipo no se explica solo por cuestiones nacionales (aunque estas no son menores) sino que hay que ubicarlo en el marco internacional surgido luego de la crisis del capitalismo mundial del 2008, cuyos estertores aún sufrimos y que tuvo como resultado la fuerte concentración de los ingresos y una exacerbación de las desigualdades sociales en el mundo. El impacto político antiglobalización de esta crisis está llegando a nuestras costas, luego de iniciarse con la asunción de Donald Trump a la presidencia de los EEUU y el Brexit en Inglaterra y continuar con fenómenos y líderes emparentados con Bolsonaro en Europa (Hungría, Italia, Austria y el ascenso de formaciones de extrema derecha en otros países, Holanda, Suecia…) que ponen en cuestión a la propia UE. El peligro de esta amenaza es que el bolsonarismo se extienda a otros países de nuestra América latina.
3 – Otros factores a tener en cuenta: a) el descrédito del PT y el odio de clase al “lulismo” (el fiasco del gobierno Dilma; el PT en el centro de la corrupción -Dineros para comprar legisladores y aprobar leyes en el Parlamento; financiamiento para campañas electorales y recursos para el funcionamiento de los partidos- y “excesivos” derechos a los afrodescendientes y a los originarios). b) la consolidación cultural de valores conservadores (machismo, racismo, xenofobia, homofobia. justificación de la violencia) y c) el descrédito de la democracia liberal (delegativa), del establishment democrático y el consiguiente rechazo al sistema de partidos.

4 – En las condiciones actuales este proto-fascismo que encarna Bolsonaro -un líder de características mesiánicas, militarista y arcaico, que se presenta como alguien por fuera del sistema político cuando en realidad hace más de 20 años que es diputado nacional- es una suerte de tendencia radicalizada del neoliberalismo, que en este período necesita desarmar al máximo posible las conquistas obreras y populares y sus organismos de clase. Se presenta como parte de la tendencia antiglobalizadora que puede tomar formas nacional-populares como es el caso de Mateo Salvini en Italia, o formas neoliberales conservadoras ligadas al trumpismo extremo.

5 – Varios grandes grupos de electores dieron el triunfo a Bolsonaro: los que se referencian en el agro-negocio y los agricultores exitosos (especialmente del sur del país); una clase media y media alta desencantada con el sistema de partidos y la democracia representativa; las fuerzas de seguridad, especialmente militares –activos y ya retirados (el ejército es la institución más prestigiada del país); los grupos evangelistas (especialmente pentecostales) que son reproductores de los rasgos más conservadores de la vida y cultura americana y las corporaciones financiera y mediática (que buscan afirmar un proyecto neoliberal de largo plazo).

¿Será sólida esta base de masas? ¿Cuánto del voto es rechazo al PT y al lulismo y cuánto de apoyo efectivo a las ideas de Bolsonaro?

6 - Todo movimiento necesita de una base programática. Bolsonaro trocó su nacionalismo original en una propuesta de programa privatizador/liberalizador y aperturista de la economía. Esto fue rápidamente rechazado por los militares que no acuerdan con la privatización de Petrobras y Electrobras, en tanto que los grandes industriales de San Pablo reclaman por la defensa del mercado interno y lo que consideran privilegiará al agronegocios, en tanto que los mercados financieros, que saludaron con subas el anuncio de quien sería el próximo ministro de economía, vieron caer sus cotizaciones cuando dio marcha atrás con las privatizaciones, diciendo que privilegiaría los núcleos estratégicos, y anunció cambios en la política de ajuste jubilatorio de Temer para preservar privilegios de los militares.

Así el programa a llevar adelante, más allá de las declaraciones, genera contradicciones y está por definirse y por lo tanto también la consolidación como movimiento.

7 – Como dice Guillermo Almeyra: “Bolsonaro con su base de masas y su ideología fascista, mantendrá una fachada legal durante un tiempo, entre otras cosas porque tendrá mayoría en ambas cámaras y porque cuenta con el apoyo de los medios de información. Detrás de él, sin embargo, gobernarán los militares y los policías”.

Aunque sus posibilidades electorales son dificultosas es imperiosa la formación de un Frente Amplio Democrático para esta segunda vuelta que, más allá de los resultados, debiera ser la base para organizar las resistencias a la instalación de un régimen fascista. El apoyo a escala internacional será fundamental, especialmente aquí en nuestra región porque en el marco del agotamiento del ciclo progresista, de la debilidad de liderazgos regionales, del estancamiento de los procesos integradores, también estará en juego la geopolítica de América del Sur dado el peso social y económico de Brasil.

Buenos Aires, 13.10.2018
Eduardo Lucita es integrante del colectivo EDI –Economistas de Izquierda-




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