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Colombia. La legitimidad sostiene la movilizaci贸n universitaria

OPINI脫N de Manuel Humberto Restrepo Dom铆nguez.- La movilizaci贸n por la defensa de la universidad p煤blica, ha dado muestras de que cuando se quiere avanzar en colectivo, se puede, para recuperar garant铆as a derechos o conquistar nuevos. En pocos d铆as ya hay frutos importantes, hay atenci贸n de la sociedad colombiana y del conjunto de organizaciones sociales, el tema es noticia y motivo de preocupaci贸n, el gobierno entre la displicencia y solapadas actuaciones, ya prometi贸 escasos pero importantes recursos para atender las urgencias pr贸ximas y los gobernadores asumieron otro aporte, aunque sumado todo no supera la quinta parte de lo requerido.

La regla y conducta social de la movilizaci贸n ha sido la de “unir en lo que une” y el n煤cleo es la defensa de la universidad p煤blica colombiana, para impedir la muerte anunciada de su existencia p煤blica, laica, plural y democr谩tica y convertirla de manera radical y definitiva en una empresa m谩s del estado atendida con mecanismos de gesti贸n privada y gobernada por gerentes y asociados. La movilizaci贸n nacional est谩 compuesta de una compleja trama de movilizaciones locales, que marcan su fortaleza para resolver los problemas del conjunto y de cada una de las 32 universidades del sistema p煤blico y de las otras 50 instituciones t茅cnicas y tecnol贸gicas con iguales dificultades.

La movilizaci贸n no es ajena a la din谩mica social del pa铆s, es solo una de sus partes, Colombia es un pa铆s ampliamente desigual, que firm贸 la paz, pero su implementaci贸n est谩 llena de obst谩culos y barreras, que ya prev茅n incluso la entrada de la Corte Penal Internacional, ante una presumible mara帽a de impunidades a terceros incluidos y militares que actuaron con barbarie. El p茅ndulo de guerra regional y la paz nacional es producto de conflictos no resueltos, como la inequitativa distribuci贸n de la tierra y la capacidad militar y de barbarie de los despojadores, la exclusi贸n pol铆tica de toda tercera fuerza distinta al bipartidismo liberal-conservador asentado en el poder del estado hace 200 a帽os, y los miedos y amenazas presentes que evocan todo el tiempo el levantamiento comunero de 1781 contra los elevados tributos y el mal gobierno y finalmente el desprecio de las 茅lites contra el resto de la poblaci贸n, a la que solo entiende como subalterna y humillada y se niega a verla educada, prospera y libre. A eso se suma la creaci贸n ficticia de una clase media, que sin serlo, es atacada como si lo fuera, con impuestos y cr茅ditos personales impagables, desempleo del trabajo calificado y quiebra de peque帽as y medianas empresas atacadas por los tratados de libre comercio.

Todos estos aspectos, impiden diferenciar con claridad las causas y las consecuencias, lo que es aprovechado por las elites para mantener una confusi贸n permanente, que le facilita mantenerse en pie firme y s贸lida, a pesar de sus fisuras y debilidades, que sabe superar muy bien con nuevas medidas de poder, caracterizadas porque cada una es peor que la anterior y cuando se queda sin salida hace uso de verdades a medias, cortinas de humo o uso intensivo y desmedido de la fuerza policial o militar.

La movilizaci贸n universitaria, ha sabido moverse entre todas estas dificultades y mezclar transversalmente el contenido de su lucha que incorpora partes de distintas demandas como la precariedad laboral del profesorado y trabajadores, la ineficiencia del sistema de salud, el endeudamiento de j贸venes para pagar sus estudios y otros factores propios del contenido del derecho a la educaci贸n. Tambi茅n ha sabido salirle al paso a tiempo y con prudencia a la espontaneidad y modular la velocidad de la negociaci贸n con el gobierno, propenso a minar, crear fisuras, desgastar e interrumpir el 铆mpetu y capacidad del movimiento, del que desconf铆a porque puede generarle complicaciones de fondo a su gobernabilidad y credibilidad, en un momento en que el presidente no logra asentar su poder, mantener las alianzas de sus asociadas clientelas, ni obtener la aceptaci贸n que necesita para gobernar, a lo que suma la incidencia de los pasos en falso del partido de gobierno, que aparece escu谩lido, incoherente, arbitrario y arrogante en su lenguaje frente a quienes se niegan a aceptar sus deseos.

La movilizaci贸n universitaria es jalonada con total legitimidad por los estudiantes, en eso basan su potencia, en la legitimidad del movimiento y justeza de su causa. Y aunque empieza la entrada del fin de a帽o su capacidad es de largo aliento y sabr谩 sortear esta coyuntura. La clase social beneficiaria de la universidad p煤blica, empieza tambi茅n a hacer conciencia y a comprender que est谩 en juego no la salvaci贸n del semestre acad茅mico, sino la de la universidad como concepto, s铆mbolo, instituci贸n y base material del derecho a la educaci贸n de la clase social que ni hace parte del poder del estado, ni es tenida en cuenta para construir la democracia y sus instituciones.

La movilizaci贸n universitaria, es conducida por j贸venes, cuyos modos de acci贸n pac铆fica y alegre mezclan lo viejo con lo nuevo, la pancarta tradicional con la besat贸n y la poes铆a, la arenga del pueblo unido jam谩s ser谩 vencido, con los c谩nticos de repudio al patriarcalismo y al machismo. La vanguardia es colectiva, junta militancias m煤ltiples con independientes comprometidos. El profesorado va a su lado y espera poner sobre la mesa las otras demandas que falta tramitar. La conclusi贸n es que es un movimiento joven, independiente, democr谩tico y democratizador, que permanece en situaci贸n de paro nacional, conducido por una amplia delegaci贸n de estudiantes que conforma la Mesa Nacional que funciona en Bogot谩 y Mesas Locales en cada universidad regional. Hay din谩micas que incluyen aulas abiertas en las calles, observaciones, deportes, m煤sica, danza, cine, ayunos, marchas permanentes, plantones y diversas actividades festivas para anunciar que algo pasa y es de fondo para recomponer el sistema de educaci贸n universitaria p煤blica.

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