Día Internacional para la Prevención de la Explotación del Medio Ambiente en la Guerra y los Conflictos Armados.

Casi 1.500 millones de personas, más de 20% de la población mundial, viven en zonas afectadas por conflictos y Estados frágiles.
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ONU Medio Ambiente |
El medio ambiente, la víctima olvidada de la guerra
La humanidad siempre ha contado sus víctimas de guerra en términos de muertos y heridos, de ciudades destruidas, de medios de vida arruinados. Sin embargo, el medio ambiente ha sido con frecuencia la víctima olvidada. Pozos de agua contaminados, cultivos quemados, bosques talados, suelos envenenados y animales sacrificados, todo se ha dado por válido para obtener una ventaja militar.

Un casco azul planta un árbol en el exterior de la sede de la Misión de la ONU en Sudán, en la localidad de El Fasher. Foto ONU/Albert Gonzalez Farran.
Además, como señala el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), al menos el 40% de los conflictos internos registrados en los últimos 60 años han tenido relación con la explotación de los recursos naturales, tanto por su «gran valor», como la madera, los diamantes, el oro, los minerales o el petróleo, como por su escasez, como la tierra fértil y el agua. El riesgo de recaída de este tipo de conflicto por los recursos naturales se duplica con respeto a otros casos.
Para las Naciones Unidas es primordial garantizar que la preservación del medio ambiente forme parte de las estrategias para la prevención de conflictos y para el mantenimiento de la paz y su consolidación, porque no puede haber paz duradera si los recursos naturales que sostienen los medios de subsistencia y los ecosistemas son destruidos.
Para concienciar sobre este importante asunto, la Asamblea General declaró el 6 de noviembre de 2001 como Día Internacional para la prevención de la explotación del medio ambiente en la guerra y los conflictos armados en su (resolución 56/4 Documento PDF).
Quince años más tarde, el 27 de mayo de 2016, la Asamblea de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente aprobó la resolución UNEP/EA.2/Res.15 Documento PDF, en la que reconoce que unos ecosistemas saludables y unos recursos naturales gestionados de manera sostenible contribuyen a reducir el riesgo de los conflictos armados. Esa misma Asamblea reafirmó su firme compromiso con la plena aplicación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible que figuran en la Agenda 2030.
Mensaje del Director Ejecutivo de ONU Medio Ambiente, Erik Solheim, en el Día Internacional para la Prevención de la Explotación del Medio Ambiente en la Guerra y los Conflictos Armados.
Casi 1.500 millones de personas, más de 20% de la población mundial, viven en zonas afectadas por conflictos y Estados frágiles.
La guerra y los conflictos armados representan un riesgo para la humanidad y las otras formas de vida de nuestro planeta. Demasiadas personas y especies están en juego.
Décadas de cruentos enfrentamientos en países como Afganistán, Colombia o Irak han llevado a una inmensa pérdida de recursos naturales. Solo en Afganistán, hemos sido testigos de tasas de deforestación asombrosas que han alcanzado 95% en algunas áreas.
En 2017, el Estado Islámico provocó humos tóxicos al incendiar pozos de petróleo y una fábrica de azufre cerca de la ciudad iraquí de Mosul, envenenando a la gente y el paisaje.
Puntos clave de biodiversidad en Colombia, República Democrática del Congo y Sudán del Sur han ofrecido refugio a grupos rebeldes. Esto ha sido desastroso para la conservación de la vida silvestre, pues abrió las puertas a la tala ilegal, la minería irregular, la caza furtiva masiva y la cría de especies invasoras.
Las poblaciones de elefantes han sido diezmadas en la República Democrática del Congo y en la República Centroafricana, mientras que en Ucrania se han empeorado las condiciones del río Donéts a causa del conflicto.
En Gaza, Yemen y en otros lugares, se ha dañado la infraestructura hídrica, como pozos subterráneos, plantas de tratamiento de aguas residuales, estaciones de bombeo o plantas de desalinización, lo que representa un riesgo para la salud pública y ambiental.
Sería un peligroso error ignorar las consecuencias ambientales de los conflictos. La comunidad internacional debe actuar con mayor urgencia ante estos casos.
Este Día Internacional para la Prevención de la Explotación del Medio Ambiente en la Guerra y los Conflictos Armados, les insto a todos a que expresen su audacia y renueven su compromiso de proteger a nuestro planeta, incluso cuando se enfrente una agresión armada hostil.
A través de las resoluciones aprobadas en la Segunda y la Tercera Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente en 2016 y 2017, los Estados Miembros demostraron su reconocimiento de la necesidad de mejorar la protección del medio ambiente en tiempos de conflicto armado.
Como parte de la implementación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, también necesitamos integrar los recursos naturales y las cuestiones ambientales en las evaluaciones de los conflictos y en la planificación.
Debemos colocar la transparencia y los mejores mecanismos para monitorear, recopilar, compartir y evaluar información sobre impactos ambientales, en el centro de nuestra capacidad de supervisión y protección de los recursos naturales durante los conflictos armados. Debemos desarrollar las capacidades para implementar estos mecanismos, incluso a través de cursos masivos abiertos en línea que ayudan a democratizar el acceso al conocimiento clave. El año pasado, más de 10.000 personas de 170 países se inscribieron en un curso respaldado por las Naciones Unidas sobre seguridad ambiental y mantenimiento de la paz. Debemos aspirar a duplicar ese número en 2019.
Les insto a todos a renovar su compromiso de proteger celosamente nuestro planeta de los efectos debilitantes de la guerra y, especialmente, en un momento en que la Tierra está amenazada por los impactos del cambio climático.
Con la Agenda 2030 y los esfuerzos simultáneos de la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y la Comisión de Derecho Internacional, tenemos a nuestra disposición una serie de herramientas importantes para promover la consolidación de la paz ambiental.
Las Naciones Unidas sigue comprometida a trabajar con los gobiernos, las empresas y los ciudadanos para proteger el medio ambiente antes, durante y después del conflicto armado.
Casi 1.500 millones de personas, más de 20% de la población mundial, viven en zonas afectadas por conflictos y Estados frágiles.
La guerra y los conflictos armados representan un riesgo para la humanidad y las otras formas de vida de nuestro planeta. Demasiadas personas y especies están en juego.
Décadas de cruentos enfrentamientos en países como Afganistán, Colombia o Irak han llevado a una inmensa pérdida de recursos naturales. Solo en Afganistán, hemos sido testigos de tasas de deforestación asombrosas que han alcanzado 95% en algunas áreas.
En 2017, el Estado Islámico provocó humos tóxicos al incendiar pozos de petróleo y una fábrica de azufre cerca de la ciudad iraquí de Mosul, envenenando a la gente y el paisaje.
Puntos clave de biodiversidad en Colombia, República Democrática del Congo y Sudán del Sur han ofrecido refugio a grupos rebeldes. Esto ha sido desastroso para la conservación de la vida silvestre, pues abrió las puertas a la tala ilegal, la minería irregular, la caza furtiva masiva y la cría de especies invasoras.
Las poblaciones de elefantes han sido diezmadas en la República Democrática del Congo y en la República Centroafricana, mientras que en Ucrania se han empeorado las condiciones del río Donéts a causa del conflicto.
En Gaza, Yemen y en otros lugares, se ha dañado la infraestructura hídrica, como pozos subterráneos, plantas de tratamiento de aguas residuales, estaciones de bombeo o plantas de desalinización, lo que representa un riesgo para la salud pública y ambiental.
Sería un peligroso error ignorar las consecuencias ambientales de los conflictos. La comunidad internacional debe actuar con mayor urgencia ante estos casos.
Este Día Internacional para la Prevención de la Explotación del Medio Ambiente en la Guerra y los Conflictos Armados, les insto a todos a que expresen su audacia y renueven su compromiso de proteger a nuestro planeta, incluso cuando se enfrente una agresión armada hostil.
A través de las resoluciones aprobadas en la Segunda y la Tercera Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente en 2016 y 2017, los Estados Miembros demostraron su reconocimiento de la necesidad de mejorar la protección del medio ambiente en tiempos de conflicto armado.
Como parte de la implementación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, también necesitamos integrar los recursos naturales y las cuestiones ambientales en las evaluaciones de los conflictos y en la planificación.
Debemos colocar la transparencia y los mejores mecanismos para monitorear, recopilar, compartir y evaluar información sobre impactos ambientales, en el centro de nuestra capacidad de supervisión y protección de los recursos naturales durante los conflictos armados. Debemos desarrollar las capacidades para implementar estos mecanismos, incluso a través de cursos masivos abiertos en línea que ayudan a democratizar el acceso al conocimiento clave. El año pasado, más de 10.000 personas de 170 países se inscribieron en un curso respaldado por las Naciones Unidas sobre seguridad ambiental y mantenimiento de la paz. Debemos aspirar a duplicar ese número en 2019.
Les insto a todos a renovar su compromiso de proteger celosamente nuestro planeta de los efectos debilitantes de la guerra y, especialmente, en un momento en que la Tierra está amenazada por los impactos del cambio climático.
Con la Agenda 2030 y los esfuerzos simultáneos de la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y la Comisión de Derecho Internacional, tenemos a nuestra disposición una serie de herramientas importantes para promover la consolidación de la paz ambiental.
Las Naciones Unidas sigue comprometida a trabajar con los gobiernos, las empresas y los ciudadanos para proteger el medio ambiente antes, durante y después del conflicto armado.