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Gisèle, Marie, Viviane y millones de otras mujeres

Con el pretexto de curar el mal de ojo que habría aquejado a Gisèle, 20 años, un amigo de sus padres la llevó a un lugar aislado y la violó. “Sé que es reincidente”, afirma ella. Ya habría violado a dos jovencitas de 12 y 15 años, cuyos padres no se atreven a hacer nada por temor a las consecuencias. Por su parte, Gisèle quiere que se haga justicia.



Katerina Markelova.- Haití. En las calles de Puerto Príncipe, en 2015, una estudiante de veinte años busca trabajo. La llamaremos Marie. Un hombre joven se ofrece a ayudarla. "Me propuso acompañarle a su casa para recoger unos documentos. Cuando llegamos, sacó su arma. En ese momento, ocurrió". Marie fue víctima de una violación.

La historia de esta joven haitiana no es, desgraciadamente, más que el ejemplo de una plaga bastante más amplia. La violencia contra las mujeres no conoce fronteras. Mujeres de todo el mundo se ven aplastadas por el peso del sufrimiento y la estigmatización que causa, sin importar su cultura, su religión o su condición socioeconómica.

Tabú en numerosas sociedades, la violencia encierra a las mujeres en el silencio y, de esta manera, escapa a las estadísticas. Solo las encuestas pueden dar una idea de la amplitud del problema y, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de cada tres mujeres en el mundo sufre violencia física o sexual a lo largo de su vida.

Pese al sentimiento de vergüenza y culpabilidad y, a menudo, el miedo a represalias, cada vez se elevan más voces femeninas para romper el silencio. Al igual que otras tres mujeres y una adolescente haitianas, Marie ha elegido unirse a esta lucha participando en un proyecto fotográfico: "En contra de su voluntad", puesto en marcha en 2016 por Médicos Sin Fronteras con la colaboración con la fotógrafa francesa Bénédicte Kurzen.

"Tomemos el coche, dejemos Puerto Príncipe. Vayamos a Fuente Zabeth. Quiero que me fotografíes con el traje tradicional, en el agua, como si lavara la ropa". Para su sesión fotográfica, Marie eligió un decorado que simboliza la purificación: va a reponer fuerzas, a liberarse de una experiencia terrible y a salir con buen pie. "Quiero avanzar. Quiero ser periodista", afirma.

"Me era imposible abordar a estas mujeres solo desde el punto de vista del drama que han vivido porque todas quieren superarlo", explica la fotógrafa Bénédicte Kurzen, antes de añadir: "Esto ha abierto nuevas perspectivas en el relato fotográfico".

En Haití, donde la violación se reconoció como crimen en 2005 (hasta entonces era considerada como un mero atentado contra las costumbres), el 28% de las mujeres de 15 a 49 años han declarado haber sufrido alguna forma de violencia física, y más de una de cada diez mujeres ha sido víctima de violencia sexual.

Según The New York Times, después del terremoto de 2010, la tasa de agresiones sexuales en los campamentos provisionales de Puerto Príncipe, la capital haitiana devastada por el seísmo, fue veinte veces superior que la del resto del país. Por su parte, MSF constata los fallos del sistema de atención a las víctimas de violencia sexual basada en el género: escasez de establecimientos que ofrecen cuidados médicos y psicológicos adecuados y casi ausencia de protección social y jurídica.

Para atraer la atención sobre este problema desatendido y, de sobra subestimado en las estadísticas oficiales, la organización humanitaria lanzó su proyecto fotográfico un año después de haber abierto, en Puerto Príncipe, la clínica Pean Men'm (literalmente: "toma mi mano" en criollo haitiano). En dos años, la clínica atendió a 1 300 víctimas de agresión sexual. La gran mayoría no había cumplido los 25 años. El 53% de las víctimas eran menores, hecho especialmente preocupante.

Para la UNESCO, la educación de los jóvenes representa la verdadera y única solución a largo plazo contra la violencia basada en el género. A pesar de las cifras alarmantes —cada año, aproximadamente 246 millones de niños sufren diferentes formas de violencia basada en el género—, pocos niños y jóvenes se benefician de una educación sexual completa (basada en el aprendizaje de aspectos cognitivos, emocionales, físicos y sociales de la sexualidad) que esté integrada en el programa de enseñanza. Y, sin embargo, las ventajas que presenta son indiscutibles: no solo los jóvenes aprenden a abstenerse de toda forma de violencia basada en el género, sino que también aprenden a prevenirla, a reconocerla y a encontrar ayuda.

En 2018, la Organización ha publicado la edición actualizada de las Orientaciones técnicas internacionales sobre educación en sexualidad, publicada en colaboración con el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/sida (ONUSIDA), el Fondo de Población de las Naciones Unidas (FPNU), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), la Entidad de la ONU para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU Mujeres) y la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esta obra está destinada a los responsables de la educación y de la salud, así como a otras autoridades competentes, con el fin de ayudarlos a desarrollar y poner en marcha programas y materiales para la educación sexual.






En un campamento provisional en Puerto Príncipe, un hombre se cuela en una carpa agujereada. Sarah está sola, sin nadie que la proteja… “Era alguien que conocíamos. Vivía en la misma zona que nosotros”, explica la madre de la jovencita de trece años. Ella se opone ahora a que Sarah siga haciendo lo que siempre le ha gustado hacer: bailar. “Tengo la impresión de que está demasiado visible cuando baila”, explica.






“Me encontré con este muchacho en la calle. Empezamos a hablar. Le dije que buscaba trabajo y enseguida me respondió que uno de sus amigos buscaba a alguien como yo”. Me propuso acompañarlo a su casa para recoger algunos documentos”. Ese fue el comienzo del calvario de María, violada a la edad de veinte años, a punta de pistola.






El muchacho era un amigo de la escuela de Viviana, una joven de 22 años. La invitó a ir a su casa para prestarle un libro. “Yo le preguntaba constantemente si su padre estaba en casa. Él respondía que sí.” Cuando llegaron, la casa estaba vacía. La violación era premeditada.






Publicidad de un salón de belleza en las calles de Croix-des-Bouquets, a 12 kilómetros de Puerto Príncipe, la capital de Haití.

Nota:

Por razones de seguridad, se han cambiado todos los nombres de las mujeres que han participado en el proyecto fotográfico.

Fotos: Bénédicte Kurzen/Noor

Texto: Katerina Markelova


El Correo de la UNESCO publica este reportaje con motivo del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, que se celebra el 25 de noviembre.




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