OPINI脫N de Ana Cristina Bracho.- En 1991, Javier Valenzuela reportaba para “El Pa铆s” de Espa帽a, una controversia que empezaba en Francia puesto que Val茅ry Giscard d’Estaing insist铆a en que pese a que no pretend铆a “arrojar aceite al fuego”, era tiempo de valorar, como sostuvo en un art铆culo publicado en Le Figaro Magazine, las dimensiones de la llegada de extranjeros a Francia. La cual consideraba constitu铆a una “invasi贸n” de inmigrantes que ameritaba el restablecimiento del derecho de sangre como 煤nico modo de acceder a la nacionalidad francesa. Por esa opini贸n, Giscard, seg煤n la izquierda y parte del centro y la derecha, hab铆a ido m谩s lejos que Jean-Marie Le Pen en la senda de la xenofobia y el racismo.
Si iniciamos este art铆culo con ese recuerdo es porque vivimos en un tiempo donde todo lo que ocurre nos resulta in茅dito y por lo corta que es nuestra memoria, hay algunos que juegan a utilizar algunos nombres como chivos expiatorios de deseos, reprimidos o abiertos, de muchos otros sujetos y corrientes en el autodenominado Primer Mundo.
La ciudadan铆a que es ese v铆nculo jur铆dico que tiene una persona con pa铆s no ha sido nunca un territorio sencillo. Incluso Rousseau consideraba que desde la Revoluci贸n Francesa el t茅rmino era ambiguo y frecuentemente era mal utilizado por sus coet谩neos, que no ten铆an en cuenta las ense帽anzas aristot茅licas al respecto o la verdadera dimensi贸n del concepto en Roma. Independientemente de estas consideraciones hist贸ricas, desde un punto jur铆dico moderno, tener o no tener la ciudadan铆a, significa poseer la totalidad de los Derechos e incluso poder pisar casi todos los pa铆ses del mundo o casi ninguno, dependiendo del color que tenga el pasaporte que recibimos.
La relaci贸n entre la ciudadan铆a y los Derechos Humanos, en principio, no es tan inherente. Pues la Declaraci贸n del 48 as铆 como los textos que la desarrollan conciben que es la humanidad la g茅nesis jur铆dica y se帽alan que “todos los hombres nacen libres e iguales en dignidad y derechos”. La cual probablemente sea la premisa m谩s incumplida de todas las que integran este cuerpo normativo.
Quiz谩s esta es una paradoja del modelo que intenta avanzar en el planeta, o, una consecuencia no prevista del mismo porque el mundo globalizado, que rompe las fronteras para las cosas y promueve la idea de moverse, cierra las puertas a quienes por causas econ贸micas se aventuran a buscar una mejor vida.
La pregunta quiz谩s m谩s cruel es qui茅nes se oponen a darle la bienvenida a los que inmigran y al respecto, hay algunos nombres que se han hecho titulares de estas posturas como el Presidente estadounidense Donald Trump o el Ministro del Interior italiano, Matteo Salvini, mientras que otros trabajan en las mismas causas haciendo mucho menos ruido.
Este es el caso, por ejemplo, del Primer Ministro h煤ngaro Viktor Orb谩n, del gobernante partido conservador nacionalista Fidesz-Uni贸n C铆vica H煤ngara quien ha ganado tres veces las elecciones de su pa铆s sobre la base de hacer cada d铆a m谩s dif铆ciles las condiciones de entrada y permanencia a los extranjeros en su territorio. Para lo cual, realiz贸 en 2016 un refer茅ndum en el que pese a la poca participaci贸n que tuvo gan贸 la opci贸n de no recibir las cuotas europeas de inmigrantes que les correspond铆an.
El tr谩nsito por estas posturas ameritaron que a mediados del a帽o que transcurre, el orden europeo, llamase la atenci贸n de este pa铆s puesto que aprob贸 una ley que castiga con hasta un a帽o de c谩rcel a quienes ayuden a inmigrantes en situaci贸n irregular, entre los que se incluyen los refugiados y solicitantes de asilo. Lo que implic贸 declarar ilegal la actividad que ven铆an desarrollando diversas asociaciones no gubernamentales.
¿Una iniciativa horrible, no? Pero no es la 煤nica norma de esta naturaleza que existe en el espacio europeo. Pues en mayo de 2008, el Gobierno de Silvio Berlusconi aprob贸 un proyecto de ley que define la inmigraci贸n clandestina en Italia como un delito y castiga a quien alquile una vivienda a un ilegal. La cual ten铆a su equivalente en Francia en donde fue recientemente desaplicada por los tribunales al considerar que estas normas entran en contradicci贸n con el principio constitucional de la fraternidad.
Lamentablemente, podr铆amos seguir la lista. Pasando, por ejemplo, por el Reino Unido donde se penaliza el trabajo ilegal y se legalizan las redadas de verificaci贸n que llevan a la deportaci贸n de todos quienes hayan trabajado en el pa铆s sin un estatuto migratorio que lo permita; as铆 como se legaliz贸 hacerle pagar a los trabajadores hasta seis meses de c谩rcel para que nadie dude que las normas de migraci贸n deben respetarse.
Incluso podr铆amos ver que al tiempo que Croacia era presentado como el m谩s simp谩tico de los participantes en el Mundial, el gobierno de Kolinda Grabar-Kitarovi膰 anunciaba que no iba a recibir inmigrantes, alegando que no cometer铆an los errores de abrir la puerta que consideran cometieron sus pares europeos. Un tema que manejan con una brutalidad tan extrema que han sido noticia en 2015 y 2018, por la fuerza que emplean en sus cordones.
Entonces parece fundamental hacernos una pregunta en el marco de qu茅 distingue que una persona sea un inmigrante legal o que su condici贸n sea ilegal, y si muchas veces vamos a ver diferencias en el modo en el que ingresan, casi todas las veces la diferencia est谩 relacionada con poder demostrar que tienen dinero. Por lo tanto, el gozo efectivo de los Derechos Humanos depende no de la dignidad sino del estatus y esto, en definitiva, es s贸lo cosa de dinero.
Es este el marco donde se siembra la pol茅mica declaraci贸n de Donald Trump diciendo que examinar谩 las v铆as para eliminar la adquisici贸n de la nacionalidad de los hijos de los inmigrantes. Una primera mirada, tan s贸lo a lo interno de los Estados Unidos, debe considerar que esto lo dijo el Presidente despu茅s que reconfigur贸 las fuerzas pol铆ticas que act煤an en la Corte Suprema, que ser谩 el destino final de esta controversia. Sin embargo, nos interesa m谩s pensar si el ius solis es un estatus universal que existe en todos los pa铆ses.
Para nosotros, como venezolanos donde existe ese derecho puede parecernos que esto es -o debe ser- as铆 en todo el mundo. Sin embargo no lo es, el sistema m谩s com煤n es el ius sanguini que determina la nacionalidad de quien nace no por su lugar de nacimiento sino por la nacionalidad de sus padres. Entre los pa铆ses que tienen estas normas y no le dan al hecho de nacer en el territorio la fuerza suficiente para dar la nacionalidad, est谩n Italia, Austria, Grecia o B茅lgica. Entre los pa铆ses que estimando excesiva la migraci贸n han dejado de otorgar la nacionalidad por el nacimiento est谩 Irlanda que revoc贸 el ius solis en 2004.
Con estos datos en cuenta, la sorpresa que nos caus贸 la declaraci贸n de Trump queda mejor contextualizada. Si nos choca es porque hemos pasado a帽os oyendo hablar de la idea que Estados Unidos es un pa铆s de inmigrantes, tanto en las pel铆culas de 茅poca o en la manera que tienen los productores y guionistas de representar la diversidad en las pel铆culas que transcurren en Estados Unidos. Tambi茅n porque una de las causas por las que escribo esta nota es porque cuando deslizo el dedo por mis redes sociales me salen anuncios que me recomiendan planificar mi embarazo para dar a luz en Estados Unidos y as铆, darle a mi descendencia una “mejor nacionalidad” que la que mi sangre puede otorgarle.
El problema de fondo es que lejos de lo dispuesto en los textos de Derechos Humanos, la ciudadan铆a no es un aspecto menor en el r茅gimen de derechos y garant铆as de las que goza una persona. Tampoco se limita tan s贸lo al 谩mbito pol铆tico y a los deberes militares sino que condiciona aspectos de los que cualquier ser humano, tan s贸lo por su humanidad, deber铆a disfrutar y en ello englobamos desde la posibilidad de transitar en su territorio como ir a otros pa铆ses, alimentarse debidamente o educarse.
Es en mi criterio este el asunto mayor. La penetraci贸n a los sistemas jur铆dicos, o, la reafirmaci贸n que la existencia, llegada o permanencia de una persona puede ser considerada un delito y no tan s贸lo una falta administrativa, en caso que los protocolos no hayan sido respetados. M谩s cuando la inmensa mayor铆a de las personas en este estatus, jur铆dicamente precario, tiene detr谩s una situaci贸n econ贸micamente o jur铆dicamente comprometida.
¿Es la pobreza el delito? Si as铆 lo fuera parte de nuestros abordajes, de nuestras denuncias parecen estar mal planteadas, necesitar todav铆a desenmara帽ar las trampas jur铆dicas, hist贸ricas y culturales que mantienen un sistema donde no hay tierras a las que huir, ni papeles que perseguir. Sin duda, las pr贸ximas semanas estos temas seguir谩n en las primeras planas y nos tocar谩 seguir pens谩ndolos.
https://www.alainet.org/es/articulo/196532
Si iniciamos este art铆culo con ese recuerdo es porque vivimos en un tiempo donde todo lo que ocurre nos resulta in茅dito y por lo corta que es nuestra memoria, hay algunos que juegan a utilizar algunos nombres como chivos expiatorios de deseos, reprimidos o abiertos, de muchos otros sujetos y corrientes en el autodenominado Primer Mundo.
La ciudadan铆a que es ese v铆nculo jur铆dico que tiene una persona con pa铆s no ha sido nunca un territorio sencillo. Incluso Rousseau consideraba que desde la Revoluci贸n Francesa el t茅rmino era ambiguo y frecuentemente era mal utilizado por sus coet谩neos, que no ten铆an en cuenta las ense帽anzas aristot茅licas al respecto o la verdadera dimensi贸n del concepto en Roma. Independientemente de estas consideraciones hist贸ricas, desde un punto jur铆dico moderno, tener o no tener la ciudadan铆a, significa poseer la totalidad de los Derechos e incluso poder pisar casi todos los pa铆ses del mundo o casi ninguno, dependiendo del color que tenga el pasaporte que recibimos.
La relaci贸n entre la ciudadan铆a y los Derechos Humanos, en principio, no es tan inherente. Pues la Declaraci贸n del 48 as铆 como los textos que la desarrollan conciben que es la humanidad la g茅nesis jur铆dica y se帽alan que “todos los hombres nacen libres e iguales en dignidad y derechos”. La cual probablemente sea la premisa m谩s incumplida de todas las que integran este cuerpo normativo.
Quiz谩s esta es una paradoja del modelo que intenta avanzar en el planeta, o, una consecuencia no prevista del mismo porque el mundo globalizado, que rompe las fronteras para las cosas y promueve la idea de moverse, cierra las puertas a quienes por causas econ贸micas se aventuran a buscar una mejor vida.
La pregunta quiz谩s m谩s cruel es qui茅nes se oponen a darle la bienvenida a los que inmigran y al respecto, hay algunos nombres que se han hecho titulares de estas posturas como el Presidente estadounidense Donald Trump o el Ministro del Interior italiano, Matteo Salvini, mientras que otros trabajan en las mismas causas haciendo mucho menos ruido.
Este es el caso, por ejemplo, del Primer Ministro h煤ngaro Viktor Orb谩n, del gobernante partido conservador nacionalista Fidesz-Uni贸n C铆vica H煤ngara quien ha ganado tres veces las elecciones de su pa铆s sobre la base de hacer cada d铆a m谩s dif铆ciles las condiciones de entrada y permanencia a los extranjeros en su territorio. Para lo cual, realiz贸 en 2016 un refer茅ndum en el que pese a la poca participaci贸n que tuvo gan贸 la opci贸n de no recibir las cuotas europeas de inmigrantes que les correspond铆an.
El tr谩nsito por estas posturas ameritaron que a mediados del a帽o que transcurre, el orden europeo, llamase la atenci贸n de este pa铆s puesto que aprob贸 una ley que castiga con hasta un a帽o de c谩rcel a quienes ayuden a inmigrantes en situaci贸n irregular, entre los que se incluyen los refugiados y solicitantes de asilo. Lo que implic贸 declarar ilegal la actividad que ven铆an desarrollando diversas asociaciones no gubernamentales.
¿Una iniciativa horrible, no? Pero no es la 煤nica norma de esta naturaleza que existe en el espacio europeo. Pues en mayo de 2008, el Gobierno de Silvio Berlusconi aprob贸 un proyecto de ley que define la inmigraci贸n clandestina en Italia como un delito y castiga a quien alquile una vivienda a un ilegal. La cual ten铆a su equivalente en Francia en donde fue recientemente desaplicada por los tribunales al considerar que estas normas entran en contradicci贸n con el principio constitucional de la fraternidad.
Lamentablemente, podr铆amos seguir la lista. Pasando, por ejemplo, por el Reino Unido donde se penaliza el trabajo ilegal y se legalizan las redadas de verificaci贸n que llevan a la deportaci贸n de todos quienes hayan trabajado en el pa铆s sin un estatuto migratorio que lo permita; as铆 como se legaliz贸 hacerle pagar a los trabajadores hasta seis meses de c谩rcel para que nadie dude que las normas de migraci贸n deben respetarse.
Incluso podr铆amos ver que al tiempo que Croacia era presentado como el m谩s simp谩tico de los participantes en el Mundial, el gobierno de Kolinda Grabar-Kitarovi膰 anunciaba que no iba a recibir inmigrantes, alegando que no cometer铆an los errores de abrir la puerta que consideran cometieron sus pares europeos. Un tema que manejan con una brutalidad tan extrema que han sido noticia en 2015 y 2018, por la fuerza que emplean en sus cordones.
Entonces parece fundamental hacernos una pregunta en el marco de qu茅 distingue que una persona sea un inmigrante legal o que su condici贸n sea ilegal, y si muchas veces vamos a ver diferencias en el modo en el que ingresan, casi todas las veces la diferencia est谩 relacionada con poder demostrar que tienen dinero. Por lo tanto, el gozo efectivo de los Derechos Humanos depende no de la dignidad sino del estatus y esto, en definitiva, es s贸lo cosa de dinero.
Es este el marco donde se siembra la pol茅mica declaraci贸n de Donald Trump diciendo que examinar谩 las v铆as para eliminar la adquisici贸n de la nacionalidad de los hijos de los inmigrantes. Una primera mirada, tan s贸lo a lo interno de los Estados Unidos, debe considerar que esto lo dijo el Presidente despu茅s que reconfigur贸 las fuerzas pol铆ticas que act煤an en la Corte Suprema, que ser谩 el destino final de esta controversia. Sin embargo, nos interesa m谩s pensar si el ius solis es un estatus universal que existe en todos los pa铆ses.
Para nosotros, como venezolanos donde existe ese derecho puede parecernos que esto es -o debe ser- as铆 en todo el mundo. Sin embargo no lo es, el sistema m谩s com煤n es el ius sanguini que determina la nacionalidad de quien nace no por su lugar de nacimiento sino por la nacionalidad de sus padres. Entre los pa铆ses que tienen estas normas y no le dan al hecho de nacer en el territorio la fuerza suficiente para dar la nacionalidad, est谩n Italia, Austria, Grecia o B茅lgica. Entre los pa铆ses que estimando excesiva la migraci贸n han dejado de otorgar la nacionalidad por el nacimiento est谩 Irlanda que revoc贸 el ius solis en 2004.
Con estos datos en cuenta, la sorpresa que nos caus贸 la declaraci贸n de Trump queda mejor contextualizada. Si nos choca es porque hemos pasado a帽os oyendo hablar de la idea que Estados Unidos es un pa铆s de inmigrantes, tanto en las pel铆culas de 茅poca o en la manera que tienen los productores y guionistas de representar la diversidad en las pel铆culas que transcurren en Estados Unidos. Tambi茅n porque una de las causas por las que escribo esta nota es porque cuando deslizo el dedo por mis redes sociales me salen anuncios que me recomiendan planificar mi embarazo para dar a luz en Estados Unidos y as铆, darle a mi descendencia una “mejor nacionalidad” que la que mi sangre puede otorgarle.
El problema de fondo es que lejos de lo dispuesto en los textos de Derechos Humanos, la ciudadan铆a no es un aspecto menor en el r茅gimen de derechos y garant铆as de las que goza una persona. Tampoco se limita tan s贸lo al 谩mbito pol铆tico y a los deberes militares sino que condiciona aspectos de los que cualquier ser humano, tan s贸lo por su humanidad, deber铆a disfrutar y en ello englobamos desde la posibilidad de transitar en su territorio como ir a otros pa铆ses, alimentarse debidamente o educarse.
Es en mi criterio este el asunto mayor. La penetraci贸n a los sistemas jur铆dicos, o, la reafirmaci贸n que la existencia, llegada o permanencia de una persona puede ser considerada un delito y no tan s贸lo una falta administrativa, en caso que los protocolos no hayan sido respetados. M谩s cuando la inmensa mayor铆a de las personas en este estatus, jur铆dicamente precario, tiene detr谩s una situaci贸n econ贸micamente o jur铆dicamente comprometida.
¿Es la pobreza el delito? Si as铆 lo fuera parte de nuestros abordajes, de nuestras denuncias parecen estar mal planteadas, necesitar todav铆a desenmara帽ar las trampas jur铆dicas, hist贸ricas y culturales que mantienen un sistema donde no hay tierras a las que huir, ni papeles que perseguir. Sin duda, las pr贸ximas semanas estos temas seguir谩n en las primeras planas y nos tocar谩 seguir pens谩ndolos.
https://www.alainet.org/es/articulo/196532