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El “mar de plástico” de la Bahía de Manila que cobija a miles de familias


Sara Gómez Armas.- EFEverde.- Este fin de semana empieza la rehabilitación de la Bahía de Manila porque sus aguas son las más contaminadas de Filipinas, y donde viven más 220.000 familias en asentamientos irregulares, con vistas a un mar plomizo e inundado de plástico.
Recipientes de plástico, cables, envoltorios de comida, CDs, neumáticos desgastados o zapatos viejos salpican la bahía y se acumulan en montañas de desechos en asentamientos ilegales de la capital como Baseco, un “slum” (suburbio) donde viven unas 10.000 familias.

Entre el nido de parásitos y bacterias que habitan en la basura, Marieta Visina, de 59 años, recoge algunas latas, que vende para su reciclaje, y busca cables, que quema para extraer el alambre de cobre que le compran por 110 pesos el kilo (unos 2 dólares).



Niños de los asentamientos ilegales rebuscan entre los desechos que se acumulan en la Bahía. EFE/ FRANCIS R. MALASIG

Visina explica a EFEverde que con esa actividad gana unos 700 pesos (14 dólares) a la semana, que gasta en alimentar a los 14 hijos y nietos que viven con ella en su chabola de Baseco, aunque no saben por cuánto tiempo.

“Nos han dicho que nos van a realojar cuando empiece la rehabilitación de la bahía, pero no sabemos nada más”, dice preocupada, mientras quema basura en las orillas de ese mar sucio en el que se baña, aunque para beber compra agua purificada.

El precario hogar de Visina y de otras familias de Baseco -desde donde se ven los rascacielos de las zonas más ricas de Manila- será demolido como parte del plan de limpieza en la bahía.
El Gobierno ha diseñado un ambicioso programa de rehabilitación de esa zona, 190 kilómetros de costa y 1,7 hectáreas de superficie en las que a través de la industria, pesca, navieras se genera más de la mitad del PIB filipino

Descontaminar y recuperar el equilibrio ambiental



Vivienda en Baseco, un “slum” (suburbio) de Manila donde viven unas 10.000 familias. EFE/FRANCIS R. MALASIG

Con una inversión de casi 800 millones de euros, el plan busca recuperar el equilibrio medioambiental del área, aquejada por la expansión económica y poblacional de Filipinas, país que no cuenta con un sistema adecuado de gestión de residuos ni de reciclaje.

En ese mar los niveles de coliformes, una bacteria fecal que refleja la polución del agua, alcanzan los 330 millones por cada 100 mililitros, cuando los parámetros adecuados deberían estar en torno a 1.000.

La contaminación de esas aguas es muy superior a los 47.400 coliformes de las playas de Boracay, isla que cerró el año pasado seis meses al turismo para salvar su entorno de la masificación y la expansión hotelera desenfrenada.

“Quieren limpiar la bahía como Boracay. Me parece bien porque beneficiará nuestra salud, pero ¿y mi casa?”, lamentó Romero Corpus, de 55 años, otro vecino de Baseco.

Junto con su esposa y dos hijas, regenta una pequeña tienda de alimentos, conocidas en Filipinas como “sari-sari”, y su temor es perder ese medio de vida si son reubicados.

“La cuestión es cuándo y dónde. No puedo decir si es una buena solución hasta que no sepa eso”, indicó Corpus, que sospecha que la limpieza empezará por la parte más turística de la bahía donde están los hoteles y los restaurantes, y quizá se olviden de Baseco.

Dos días antes de que empiecen las tareas de rehabilitación, los vecinos del barrio apuntan sus datos en el listado oficial de gente que podría ser realojada, aunque la mayoría no sabe con certeza qué pasará con ellos.

“Mi casa está en la lista para ser demolida porque quieren ensanchar la carretera que va al puerto. He vivido aquí los últimos 41 años, me parece bien que se limpie la bahía, pero necesito ser reubicado”, protestó Ronald Diocton, un pescador que da testimonio de la cantidad de plástico que captura cada vez que sale a faenar.

Los frecuentes tifones arrastran a la costa de Baseco residuos plásticos del fondo del océano, donde se arrojan unas ocho toneladas anuales, que se suman a la basura transportada en camiones desde otros barrios con más recursos.



Desde el suburbio de Baseco se ven los rascacielos de las zonas más ricas de Manila. EFE/FRANCIS R. MALASIG

Para Alisya Tangayan, de 29 años, la limpieza es una buena noticia porque vivir rodeados de “agua sucia y pestilente” no es lo más sano para sus cuatro hijos -uno de ellos recién nacido-, y asegura que desde hace tiempo no prueba el pescado de ese mar.

Una década para la total rehabilitación

Aunque la total rehabilitación del entorno de la Bahía de Manila demorará una década, la intención del Departamento de Medio Ambiente es reducir el nivel de coliformes y que esas aguas sean aptas para el uso recreativo y turístico a final de año.

Para ello, además de depurar la bahía, se impondrán multas a quien tire basura y se obligará a establecimientos de la zona a tener su propio sistema de tratamiento de residuos para no verter directamente al mar. EFEverde
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