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Empobrecimiento (deliberado e igualitario) o barbarie

Por Jorge Riechmann.- Vamos a empobrecernos colectivamente. La senda de descenso energético en que nos hallamos, garantizada por las leyes de la termodinámica, lleva a ese resultado.

Hoy, en un solo día, consumimos unos 7.000 años de la acumulación fotosintética que llevó a la formación de los combustibles fósiles.[1] A medida que va agotándose el inmenso tesoro fósil que ha posibilitado dos siglos de crecimiento económico acelerado, las ilusiones se disipan. Al mismo tiempo que los efectos climáticos de esa desacumulación de carbono fósil amenazan con llevarse por delante a la especie humana y tornar el planeta inhabitable para la mayor parte de las otras especies con las que hoy lo compartimos.

Nos empobreceremos colectivamente, o por las buenas o por las malas. Y “por las buenas” (de manera deliberada e igualitaria) resulta casi inimaginable hoy.

Termodinámica básica, ecología, y un planeta lleno de realimentaciones: “Es difícil pensar en cualquier acción económica que no termine finalmente en un desecho, incluso aunque se recicle. Si, como consumidor individual, desea usted embarcarse en una cruzada personal para reducir los residuos, no existe mejor manera que vivir con ingresos reducidos”.[2] Empobrecimiento (deliberado e igualitario) o barbarie.

También cualquier política seria para hacer frente al calentamiento global implica empobrecimiento, por dos vías: dejar bajo tierra la mayor parte de los combustibles fósiles hoy aún existentes, y desviar recursos enormes de inversión hacia la nueva infraestructura energética renovable, que –por razones bien conocidas que yo repasé en Ecosocialismo descalzo[3]– no puede permitirnos usar demasiada energía.

En un segundo momento, atendiendo a los maestros de tantas culturas (epicúreos, estoicos, cristianos, budistas, taoístas, etc), podemos insistir en que vivir con menos materiales y energía (con menos riqueza exergética) no implica necesariamente vivir peor, si somos capaces de actuar racionalmente sobre nuestros deseos, fines y prioridades (el programa de reforma intelectual y moral). Pero de ese bucle de realimentación decisiva (autocontención racional) ¿seremos capaces colectivamente? La sociedad no quiere ni oír hablar de las perspectivas sombrías, vale decir, de las que se hacen cargo de la realidad, de nuestra situación tal y como es hoy. De manera que, ya en el final del segundo decenio del Siglo de la Gran Prueba, parece imposible construir mayorías sociales diciendo la verdad.



[1] Jane King y Malcolm Slesser, No sólo de dinero…, Icaria, Barcelona 2006, p. 110.
[2] King y Slesser, op. cit., p. 144.
[3] Jorge Riechmann, Ecosocialismo descalzo. Tentativas (con contribuciones de Adrián Almazán, Carmen Madorrán y Emilio Santiago Muíño), Icaria, Barcelona 2018, p. 75-83.

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