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22.000 mujeres y niñas mueren cada año debido a los abortos no seguros

MSF: El aborto no seguro, una emergencia olvidada

"El mundo ha logrado avances sustanciales en cuatro de las cinco causas principales de mortalidad materna. Pero el aborto no seguro, la única causa casi totalmente prevenible, se ha olvidado en gran parte", dice la organización Médicos Sin Fronteras.





El aborto no seguro todavía sigue causando al menos una de cada 12 muertes maternas en todo el mundo. Y, en comparación con las reducciones logradas en las demás causas directas de muerte materna desde 1990 (sangrado grave, infección grave, trastornos de la presión arterial y parto obstruido), ha habido poca mejora en el impacto negativo que tiene el aborto no seguro.

Según lo define la Organización Mundial de la Salud, el aborto no seguro es un procedimiento para interrumpir un embarazo no deseado que es llevado a cabo ya sea por personas que carecen de las habilidades necesarias o en un entorno carente de estándares médicos mínimos. El aborto, sea seguro o no, es algo común en todo el mundo: durante el período 2010-2014, aproximadamente uno de cada cuatro embarazos terminó en un aborto provocado.

Alrededor del 45% de los abortos en el mundo se consideran no seguros, y más de 22.000 mujeres y niñas mueren cada año después de someterse a un procedimiento en tales condiciones, según el informe del Instituto Guttmacher publicado en 2018.

Cuando una mujer o una niña está decidida a terminar su embarazo, lo hará, independientemente de la seguridad y legalidad del procedimiento. Cuando no disponga de servicios de aborto seguro, arriesgará su vida con un procedimiento no seguro, a menudo porque la perspectiva de continuar con el embarazo le resulta insoportable.

Alrededor del 97% de los abortos no seguros y las muertes que provocan tienen lugar en África, América Latina y el sur y el oeste de Asia, que son las regiones donde nuestros equipos ofrecen asistencia médica a las personas más necesitadas.

Mientras tanto,  el volumen de complicaciones posaborto es enorme: se estima que, cada año, siete millones de mujeres y niñas ingresan en el hospital por estas razones. Algunas quedarán permanentemente incapacitadas y otras nunca podrán engendrar un niño. Sin embargo, desconocemos las cifras reales, porque muchas mujeres y niñas no se atreven a pedir atención médica o no pueden hacerlo.

Aborto no seguro: una emergencia médica

En 2017, nuestro personal trató a más de 22.000 pacientes con complicaciones posaborto. En algunos hospitales donde trabajamos, hasta el 30% de las complicaciones obstétricas pueden deberse a un aborto no seguro.

La mujer o la niña puede haber consultado a alguien no cualificado o haber intentado abortar por sí misma. Puede haber recurrido a métodos peligrosos como introducir barras afiladas por la vagina y el cuello uterino hasta el útero; ingerir sustancias tóxicas como el cloro; insertar preparaciones de hierbas en la vagina; e infligir daños como golpear el abdomen. Muchos ni siquiera son efectivos, pero pueden dejar un daño duradero.

Para aquellas que usan estos métodos no seguros, las consecuencias potencialmente mortales incluyen hemorragia grave, sepsis (infección general grave), envenenamiento, perforación uterina o daño a otros órganos internos. Las mujeres que llegan a las urgencias de los hospitales en estas condiciones pueden necesitar una transfusión de sangre, una cirugía de reparación mayor o una histerectomía (la extirpación completa e irreversible del útero).

Juicio moral y vergüenza

Una mujer puede esperar estar embarazada algún día en el futuro, pero no necesariamente en este momento.

Nuestra experiencia en países como Colombia, Grecia, Mozambique y Sudáfrica, por mencionar solo algunos, confirma la diversidad de mujeres y niñas que se enfrentan a un embarazo no deseado: casadas y solteras, mujeres con hijos y niñas que aún van a la escuela, mujeres urbanas con educación y de pueblos rurales.

Algunas han estado usando anticonceptivos que fallaron o se agotaron debido a un suministro interrumpido. Algunas han sido obligadas a quedarse embarazadas o lo están debido a una agresión sexual. Otras han enfrentado dificultades económicas y emocionales, con y sin amigos o apoyo familiar. Algunas se han visto atrapadas en una crisis humanitaria y huyeron para salvar la vida.

Puede haber tanta vergüenza y estigma asociados a las circunstancias que crearon el embarazo no deseado como al aborto en sí.

La mayoría de las mujeres ya han pensado en sus opciones y han tomado la decisión antes de buscar atención. Algunas mujeres pueden pedir más información antes de decidir. En estas situaciones, nuestro papel es escuchar y proporcionar el apoyo e información adecuados, respetando su decisión sin juzgarla o influenciarla.

La consulta con un profesional capacitado también garantiza que la mujer comprenda los riesgos y beneficios de un aborto, sepa lo que experimentará durante el proceso y tenga la oportunidad de hacer preguntas.

Limitaciones legales al aborto

El hecho de que el aborto sea ilegal en la mayoría de los países todavía es una preocupación. La evidencia es clara: la cifra de abortos cambia poco cuando hay restricciones legales. En cambio, donde el aborto está más restringido, es más probable que sea no seguro. Donde el aborto es legal y hay servicios seguros disponibles, las muertes y la discapacidad a causa del aborto se reducen considerablemente.

Alentados por la evidencia, algunos países han reconsiderado sus leyes.

La legislación en República Democrática del Congo (RDC) cambió en abril de 2018. Desde entonces, todos los centros médicos tienen la obligación de proporcionar la interrupción del embarazo a las mujeres que han sido víctimas de violación o abuso sexual, o cuya salud física o mental está en riesgo.

Barreras en el sistema sanitario

La liberalización y la despenalización del aborto son, por lo tanto, pasos importantes, pero no garantizan la disponibilidad de servicios de aborto seguro. Muchos sistemas de salud responden al cambio con lentitud y cierta inconsistencia.

En Mozambique, los estándares clínicos para el aborto seguro solo se definieron en 2017. La oposición institucional, la resistencia de los trabajadores de la salud y el desconocimiento de quienes toman decisiones han obstaculizado la implementación, lo que significa que todavía hay muchas mujeres que no saben cómo acceder a estos servicios.

En Colombia, hace 12 años se logró una despenalización significativa. Pero en las ciudades portuarias de Buenaventura y Tumaco, encontramos una ignorancia generalizada sobre el alcance actual de los servicios de aborto seguro. Los trabajadores de la salud que deberían haber estado preparados para realizar este tipo de atención ni siquiera sabían que era parte de su deber.

Las barreras pueden ser burocráticas. En Atenas (Grecia), donde ayudamos a los migrantes, solicitantes de asilo y refugiados a acceder a abortos seguros en el sistema de salud pública, las mujeres tienen una lista de espera de más de cuatro semanas solo para tener su primera consulta. Siguen más consultas con más profesionales de la salud, especialmente médicos. Algunas pacientes enfrentan obstáculos adicionales, ya que no llevaban la tarjeta de la seguridad social o iban a consulta sin un traductor.

En Grecia, el límite legal es de 12 semanas de gestación, por lo que las mujeres se enfrentan a una carrera contrarreloj para poder interrumpir su embarazo debido a los numerosos obstáculos en su camino.

Simplificar el acceso para las pacientes

La interrupción del embarazo es un acto médico seguro y eficaz, que generalmente se realiza con pastillas (aborto farmacológico) o mediante una intervención menor bajo anestesia local (aspiración manual endouterina). Ambos métodos son menos arriesgados que una inyección de penicilina.

El aborto farmacológico requiere dos medicamentos (mifepristona y misoprostol) y un total de cinco pastillas. A menudo es el método preferido por las mujeres, ya que es menos invasivo y puede iniciarse como paciente ambulatoria y completarse en la privacidad de la propia casa.

Los médicos no son necesarios para proporcionar estos servicios; las matronas y el personal de enfermería también pueden proporcionarlos  en hospitales y centros de salud por igual, siempre y cuando tengan la capacitación adecuada.

Que el aborto sea seguro

Los servicios de aborto seguro constituyen de hecho un paquete de servicios de salud esenciales: control de las complicaciones posaborto, interrupción segura del embarazo y suministro de anticonceptivos. Estos servicios deben ser oportunos, confiables, confidenciales, cualificados y compasivos. Deben ser proporcionados por personas que hayan sido debidamente capacitadas.

La anticoncepción y los servicios de aborto seguro van de la mano en la estrategia para reducir los embarazos no deseados, los abortos no seguros y las muertes maternas. Aumentar el acceso a la anticoncepción moderna es esencial para reducir los embarazos no deseados y los subsiguientes abortos o nacimientos no planeados. Sin embargo, la anticoncepción sola no es suficiente como solución.

Trabajamos con nuestro personal, con las comunidades, con los Departamentos y Ministerios de Salud y con otros proveedores de atención médica no gubernamentales para mejorar el acceso a los anticonceptivos, la atención posterior al aborto y la interrupción segura del embarazo para las mujeres y las niñas que no tienen acceso a la atención médica o se encuentran atrapadas en crisis humanitarias.

El embarazo no deseado y el aborto no seguro tienen un grave impacto médico en las mujeres y las niñas en los muchos países de bajos recursos y afectados por conflictos en los que trabajamos. Sus familiares y amigos, cuidadores, incluido nuestro personal, y su comunidad en general también sienten las consecuencias. Y, como organización médica y humanitaria, mantenemos nuestro compromiso de brindar servicios de aborto seguro para reducir este sufrimiento evitable, que a menudo se pasa por alto.

En lugar de ser juzgada, lo que necesita una mujer es una atención médica que respete la razón por la que se ha presentado a pedir ayuda; que le garantice que podrá hablar con un profesional capacitado; y que le proporcione un servicio de calidad para la interrupción del embarazo cuando lo necesita.



Debemos hacer más para evitar que las mujeres mueran por abortos no seguros
Claire Fotheringham, asesora médica de Obstetricia y Ginecología de MSF


Era septiembre de 2011 y era mi primera misión con MSF. No estaba preparada para encontrar lo que vi cuando entré en una concurrida maternidad de África occidental: mujeres que llegaban al borde de la muerte, con complicaciones como hemorragias intensas y algunas en estado de shock séptico.

En el quirófano, al examinar a muchas de ellas, encontré marcas de traumas en el cuello uterino causadas por objetos, como palos, que se habían insertado para interrumpir el embarazo. Eran ejemplos de abortos no seguros que habían causado lesiones horribles.

En ese momento fui consciente de la absoluta desesperación que debía haber empujado a estas mujeres a recurrir a eso y de lo limitadas que debían haber sido sus opciones. Estaban dispuestas a recurrir a cualquier medio para interrumpir su embarazo, incluso sabiendo el enorme riesgo que suponía para su vida.

Algunas de ellas necesitaron antibióticos o una inyección antitetánica para tratar o prevenir la infección. Otras requirieron una transfusión de sangre para una hemorragia potencialmente mortal.

También hubo mujeres que precisaron una cirugía mayor para reparar las perforaciones en la vejiga, el intestino o el abdomen; o para extirpar el tejido infectado causado por una peritonitis o un absceso abdominal. Incluso si estas complicaciones iniciales eran tratadas con éxito, sabía perfectamente que estas mujeres corrían el riesgo de sufrir secuelas a largo plazo, como dolor crónico, anemia e infertilidad. Era posible que algunas de ellas nunca pudieran tener hijos.

Cuando estas mujeres salieron del hospital, las consecuencias no terminaron ahí.

El aborto no seguro y el embarazo no deseado pueden provocar vergüenza y conllevar un estigma que conlleva ser excluida de la comunidad y tener más dificultades para casarse o para completar su educación, entre otras. Todo esto puede derivar en problemas de salud mental para estas mujeres. 

Encontrarme con este tipo de emergencia médica fue impactante. Pero no debería haberme sorprendido; ahora sé que el aborto no seguro es un grave problema de salud pública en todo el mundo.

Al menos 22.000 mujeres y niñas mueren cada año a causa de un aborto no seguro, lo que lo convierte en una de las cinco principales causas directas de mortalidad materna. Además, se estima que siete millones de mujeres y niñas sufren secuelas a largo plazo, incluidos efectos secundarios graves y discapacidad de por vida.

Lamentablemente, es probable que estas cifras sean mayores: muchos abortos no seguros, al igual que los embarazos, no se comunican, ya sea por las propias mujeres y sus familias, o por las personas que practicaron el aborto.

Nuestros equipos son testigos a diario de las consecuencias del aborto no seguro. En algunos de nuestros hospitales, es la causa de hasta el 30% de las urgencias obstétricas. Sin embargo, este devastador coste para la salud y la vida de las mujeres y las niñas es evitable.

La atención para el aborto seguro es reconocida como una necesidad médica dentro del paquete de salud sexual y reproductiva, paquete considerado en todo el mundo beneficioso para prevenir la mortalidad en las mujeres. La interrupción del embarazo es un procedimiento seguro y eficaz que puede lograrse mediante cirugía menor o pastillas, estas últimas suministradas en un régimen de dos etapas y cinco píldoras. El aborto farmacológico se usa cada vez más en nuestros proyectos y forma parte de nuestra atención ambulatoria.

Cada aborto seguro proporcionado es un aborto no seguro evitado.

Sin embargo, las limitaciones a los servicios de aborto seguro van más allá de la vergüenza y el estigma que esto puede suponer en muchos contextos sociales, especialmente en aquellos en los que trabajamos.

Estas limitaciones abarcan restricciones legales, factores económicos y sociales y trabas administrativas. Los responsables institucionales y los profesionales sanitarios pueden carecer de conocimientos o tener miedo a las repercusiones o tener sus objeciones por razones personales.

Incluso en los lugares donde haya restricciones para el aborto, habrá mujeres que, por muchas razones y a pesar de los riesgos, querrán interrumpir su embarazo y recurrirán a cualquier medio disponible para hacerlo.

Cualquiera que sea la razón para querer abortar, si una mujer está dispuesta a recurrir a un palo para terminar su embarazo, es que debe sentir que no tiene otra opción.

Desde 1990, el punto de partida de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, la mortalidad materna se ha reducido en muchos países, incluso en aquellos en los que trabajamos. Sin embargo, hemos visto escasos avances en la reducción de las muertes por abortos no seguros.

Esto es absolutamente inaceptable.

Tampoco en MSF hemos visto el progreso que queríamos. Si bien los servicios de aborto seguro son parte de nuestra política desde 2004, entre 2007 y 2016 hemos avanzado poco en la prestación de este tipo de atención médica. Sin embargo, en los últimos tres años, con un enfoque renovado, hemos empezado a ver un cambio real.

Tengo la esperanza de que los próximos obstetras que salgan a una misión en terreno no tengan que hacer frente a la tragedia de complicaciones posaborto a la que yo me enfrenté.


Debemos seguir presionando para que se avance más en los servicios de aborto seguro en todo el mundo: las vidas de las mujeres y las niñas dependen de ello.




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