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Rivera y Arrimadas, los ciudadanos regeneradores

OPINIÓN de Joan del Alcàzar.- El partido que lidera Albert Rivera emergió en el escenario político catalán como una alternativa frontal al catalanismo político, como el partido que debía regenerar la política catalana. Después de su aterrizaje a bombo y platillo en el escenario español, el partido naranja ha vivido electoralmente transitando entre expectativas de triunfo y realidades de insuficiencia, pero siempre haciendo bandera de su voluntad regeneradora de la política española.

Tras la moción de censura que echó a Mariano Rajoy, también parecía que Ciudadanos iba a tocar el cielo con los dedos, pero es en las vísperas del ciclo electoral que se avecina cuando cae en las encuestas y el nerviosismo campa descontrolado de arriba a abajo de la organización.

Lo cierto es que el discurso regenerador de la alegre pandilla de Rivera, que era la principal bandera a exhibir ante una opinión pública cansada y asqueada frente al bipartidismo del PP y el PSOE, evidencia síntomas de asfixia por incoherencia. Regenerar es un verbo atractivo cuando se le relaciona con escenarios insalubres, como es el de la política partidaria española, pero conjugarlo exige una coherencia, una perseverancia y una honestidad que son inexistentes en las actuaciones que está desarrollando el partido de Rivera y, cada vez más, de Inés Arrimadas.

La joven jefa de la oposición en el Parlamento de Cataluña, que siempre ha trabajado mucho más para el escenario español que para el que fue elegida, ha destacado hasta ahora por su incapacidad para incidir de manera efectiva en la política catalana. Más allá de esa ineficacia, Arrimadas es una de las caras más amables y atractivas del partido: joven, preparada y dinámica. Por ello ha dado el salto a Madrid, aunque así niega rotundamente el compromiso con Cataluña que tantas veces había exhibido y asegurado. También es cierto que cuando la joven dirigente se ve obligada a ir un poco más allá de las frases hechas, de las respuestas de argumentario y de los lugares comunes de la retórica del partido, Arrimadas patina. La última evidencia ha venido de la mano de su apuesta por el "feminismo liberal", una etiqueta que no incluye más que una defensa de las libertades individuales más básicas.

El partido va dando bandazos desde hace meses, como pollo sin cabeza, intentando pescar en todos los caladeros y, muy especialmente, compitiendo con el PP y con Vox en el terreno del españolismo más castizo. Las contradicciones de los de Rivera son cada vez más gruesas y difíciles de explicar; y corren en paralelo al nerviosismo demoscópico que está sacudiéndolos.

El último grave error ha sido el de Castilla-León, donde Rivera había hecho un fichaje más que discutible. Incorporar una señora de dudosa moralidad en la gestión de lo público, que era una dirigente desahuciada por el PP tras años de ocupar cargos de gran relevancia, ya era difícil de explicar, a votantes y afiliados. Pero promocionarla con un impresentable y torpe fraude informático, que se descubrió y denunció en el juzgado por el aspirante perjudicado, ha rebasado lo tolerable. Más aún cuando desde la dirección del partido de la regeneración se ha querido explicar el fraude como un simple error informático. Las máquinas, perversas, son las que han tenido la culpa.

Ciudadanos transmite la idea de que más que regenerar lo que busca es tocar poder, acceder al poder, usar el poder y, verdaderamente, nada hace pensar que la pretensión sea la de regenerar absolutamente nada. Al contrario.

¿Qué van a regenerar en Andalucía con un gobierno con el PP apoyado y dependiente de Vox? ¿Quién puede tragarse esa coalición y conectarla con la publicitada intención de la regeneración? Más todavía cuando la relación andaluza con Vox no es una excepción, sino que Ciudadanos ha declarado que será norma allí donde convenga, ya sea en ayuntamientos, comunidades autónomas o gobierno central. Paralelamente, Rivera ha anunciado -precedido por trompas wagnerianas- que nunca, en ningún caso, pactará con el PSOE, por lo que sus votantes deberán tener presente que Ciudadanos sólo sumará para formar gobiernos con la derecha extrema y con la extrema derecha.

El partido regenerador se aliará con el PP más a la derecha desde Aznar y con los neofascistas de Abascal si con ello toca poder. Como han hecho en el gobierno de Sevilla. Hacen alarde de tener unos principios que duran lo que dura la conveniencia de mantenerlos.

Albert Rivera fue a la fallida concentración de la madrileña Plaza de Colón y traicionó los acuerdos firmados con PP y Vox, que habían establecido que los tres líderes aparecerían en el escenario. El gran líder de la regeneración de España mintió, y subió al escenario flanqueado por un grupo de correligionarios para irritación de Casado y Abascal. Con todo, no pudo evitar la foto de la vergüenza que le perseguirá por Europa.

Para negación de los principios, sin embargo, el pacto que acaba de firmar en Navarra. Con Unión del Pueblo Navarro (UPN) y con el PP. Tanto dar la tabarra con el cupo vasco y navarro y de descalificar el foralismo por injusto y anacrónico, tanto de que él los derogará en cuanto pueda, y firma un pacto preelectoral con los foralistas más foralistas como son los de UPN. Una más, auténticamente notable: Ciudadanos se opone ahora a los permisos de paternidad igualitarios, por los que había clamado tradicionalmente. Lo que los de Rivera proponen, si lo pueden materializar otros, como el PSOE, ya no resulta válido ni deseable. Principios de usar y tirar.

Ciudadanos, además, está emitiendo señales inequívocas de ser un partido débil y frágil. Está teniendo problemas graves para configurar unas candidaturas presentables, tanto y más ahora que las encuestas no son favorables. Begoña Villacís, descalificada por asuntos fiscales, por Madrid; una semi-desconocida para Cataluña, después de la fuga de Arrimadas; y, por no ser exhaustivos, un increíble personaje de telenovela costumbrista como Toni Cantó para la Generalitat Valenciana; tres candidatos que dan la justa medida de lo que realmente es el partido naranja que dirige Albert Rivera.

Un líder que hace de la mentira un espectáculo que provoca vergüenza ajena. Hace un par de días, en una entrevista en TVE, afirmó sin pestañear que su partido inventó las primarias y que Pedro Sánchez ha prometido el indulto a los presos independentistas catalanes. Ambas cosas son falsas y él lo sabe; sin embargo, no importa. Para Rivera y para Ciudadanos regenerar no es incompatible con mentir. Veremos qué dicen los electores.




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