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El descabezamiento militar como primer paso

OPINI脫N de Emilio Cafassi.- El s谩bado pasado le铆 con sorpresa el art铆culo de Leonardo Haberkorn en el diario “El Observador” que alert贸 al Presidente uruguayo Tabar茅 V谩zquez, derivando en la destituci贸n de la mitad de los generales del pa铆s, el ministro y el viceministro de defensa, una medida que merece el mayor de los respaldos. Trato de estar al d铆a con toda la prensa pero haber accedido se debi贸 a cierta casualidad producto de los vertiginosos cambios (nada convergentes) en respuesta a la crisis que est谩 atravesando la prensa del mundo entero. Hace muy poco me suscrib铆 a los env铆os de ese y otros diarios que tienen id茅ntica pol铆tica y me llegan los textos por mail. Como resulta imposible leer la totalidad, abro los art铆culos en funci贸n del inter茅s que sus titulares, autores o tem谩ticas me susciten.

Alarmado reenvi茅 el link a uno de mis lectores fieles y recurrentes con los que he ido forjando una amistad. Son estas experiencias que a trav茅s de las redes y las formas de comunicaci贸n digital permiten mitigar parcialmente la soledad en la que inevitablemente se desarrolla la escritura. Este amigo que presta una particular atenci贸n a la tem谩tica de los DDHH es de la ciudad de Paso de los Toros, as铆 que adem谩s de esa permanente preocupaci贸n suma actualmente la de la instalaci贸n de la segunda megaf谩brica de pasta celulosa de la empresa UPM.

Su respuesta fue que en su muro hab铆a a煤n m谩s informaci贸n. Particularmente un texto firmado por N茅stor Curbelo en el que se pregunta por qui茅n puede haberle entregado al periodista Haberkorn (a qui茅n caracteriza como operador de la derecha) las actas del Tribunal de Honor Militar que bien podr铆a llamarse tribunal de horror. Descartando que se trate del propio tribunal, tanto como del Ministerio de Defensa, su hip贸tesis es que el propio criminal Gavazzo, quien confiesa ante el tribunal haber hecho desaparecer al militante Roberto Gomensoro, result贸 la fuente, fundamentalmente para intentar generar divisiones al interior del Frente Amplio (FA) y particularmente desmontar cualquier simpat铆a o relaci贸n que pudiera haber entre las FFAA y el gobierno. O a lo sumo tensar m谩s a煤n la rispidez.

De alg煤n modo, el fallecimiento del anterior Ministro de Defensa, el hist贸rico dirigente tupamaro y reh茅n de la dictatura, Eleuterio Fern谩ndez Huidobro (“el 脩ato”) devolvi贸 la tradicional pol铆tica de lucha por la memoria, la verdad y la justicia que fueron y siguen siendo ejes irrenunciables del frenteamplismo. Sin haber sido amigo del 脩ato aunque s铆 compa帽ero de militancia y colega en las contratapas del diario La Rep煤blica (茅l los jueves y yo los domingos) intercambiamos mails y debates en los que particularmente destacaba su visi贸n -previa a la asunci贸n como ministro- de una modernizaci贸n y mirada estrat茅gica del problema de la defensa. Sin embargo, al asumir abandon贸 estas agudas preocupaciones reflejadas con su sensible pluma para proponerse la loable, aunque en mi opini贸n ingenua e inviable, tarea de ganar pol铆ticamente a la oficialidad de las FFAA. Pero peor a煤n es que, a pesar de sus buenas intenciones que no pongo en duda, lo hiciera al costo de confrontar con los organismos de DDHH (y con el programa frentista) lanzando toda clase de exabruptos y absurdas acusaciones. De alg煤n modo, el art铆culo de El Observador intenta reavivar en el FA, la pol茅mica y divisionismo del per铆odo de gesti贸n del 脩ato en Defensa.

Cierto es que el FA no ha mostrado a煤n capacidad para elaborar una pol铆tica de defensa eficaz, coherente y doblemente civilizada (es decir basada prioritariamente en civiles y en la igualdad ante la ley de toda ciudadan铆a) aunque es completamente coherente y defendible su postura en el plano de los DDHH. Pero el resultado no es exclusivamente el FA, sino, adem谩s de la cobard铆a c铆vica de no haber derogado por democracia directa la aberrante ley de caducidad, es la propia justicia que por el art铆culo 4° podr铆a investigar a fondo tanto los cr铆menes de las fuerzas represivas, cuanto las complicidades y apoyos de los civiles que est谩n excluidos de ese engendro jur铆dico de defensa de la barbarie (y reforzados cuando se trate de provecho econ贸mico como explicita el inciso b del art. 2).

Pero hay otra pregunta subyacente cuya respuesta (que no pretendo agotar aqu铆) podr铆a guiar la elaboraci贸n de una futura pol铆tica de defensa: ¿por qu茅 integrantes de una instituci贸n que por razones generacionales no participaron en hechos aberrantes o simplemente delictivos, se solidarizar铆an con verdaderos monstruos, apoyar铆an su impunidad y contribuir铆an al ocultamiento de los peores cr铆menes? Porque tambi茅n son monstruos aunque no ejecutaron esas formas tan aberrantes de criminalidad. Porque comparten la metodolog铆a, fueron formados para ello, como son formados a煤n hoy, a pesar de los cosm茅ticos cambios del programa de estudios que el 脩ato impuls贸. Como sostuve recientemente en este medio ante la destituci贸n del anterior comandante en jefe del Ej茅rcito, Manini R铆os, ¿cu谩l es la raz贸n para que los adolescentes que quieran dedicarse a la defensa estudien matem谩ticas, lengua, historia, geograf铆a, etc., separados del resto de los liceales? Y otro tanto con la universidad. ¿Qu茅 mejor instituci贸n que esa para preparar el dictado de materias t茅cnicas espec铆ficas si fueran necesarias?

Reitero que hizo muy bien el presidente V谩zquez en descabezar a buena parte de la c煤pula del ej茅rcito y probablemente tenga que profundizar cuando el nuevo ministro Bayardi lo ponga al tanto de la real situaci贸n. Pero tambi茅n revisar las responsabilidades pol铆ticas de quienes no le advirtieron la gravedad de las confesiones y la demora en enviar el caso a la justicia.

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