OPINI脫N de Emilio Cafassi.- La desgarradora imagen del derrumbe en llamas de la aguja de Notre Dame, conmovi贸 a tal punto la fina sensibilidad de los grandes privilegiados que en tan s贸lo 24 hs lograron sacar de sus insondables bolsillos 800 millones de euros para la necesaria reconstrucci贸n del monumental templo. Un “vueltito” comparado con los 100.000 millones de euros que los Jilet Jaunes (Chalecos Amarillos) de Damigny (una peque帽a poblaci贸n de la Baja Normand铆a) denuncian como evasi贸n fiscal. Sus c谩lculos de p茅rdidas y transferencias de riqueza incluyen 4.000 millones m谩s por la desaparici贸n del “Impuesto de solidaridad a la fortuna” (ISF) que gravaba la totalidad del patrimonio de las personas f铆sicas, medida con la que Macron inaugura su gesti贸n. Agregan 40.000 millones del incentivo fiscal que las empresas reciben a trav茅s del “Cr茅dito de Impuesto para la Competitividad y el Empleo” (CICE) sin mayor contraparte (http://www.fondation-besnard.org). En una direcci贸n similar aunque con otros 茅nfasis, el grupo de activistas digitales Anonymous, critic贸 a los multimillonarios y empresas como Gucci, Louis Vuitton, Total o Apple que donaron esos centenares de millones preocup谩ndose m谩s por los “s铆mbolos de su poder cultural” antes que por las vidas humanas o la salud del planeta. La riqueza del Vaticano tampoco escap贸 a sus s谩tiras subrayando la hipocres铆a de la aceptaci贸n de la donaci贸n privada por parte del Papa (http://www.anonews.co).
Pero el fuego no s贸lo se vio en los techos de la catedral sino cada s谩bado en las protestas y manifestaciones para poder contrarrestar los efectos de los gases y de la brutal represi贸n que este 煤ltimo s谩bado increment贸 a煤n m谩s su habitual ferocidad. El accidente del incendio le ofrece a Macron una posibilidad distractiva en momentos en que las movilizaciones no s贸lo no menguan sino que desde las periferias crecen hacia los centros en general y hacia Par铆s en particular. A diferencia de otros momentos cardinales de las luchas en Francia, esta vez no fue la capital el epicentro aunque su llegada evidencia elocuentemente los malestares sociales que enuncia.
En cualquier caso, ser铆a imposible lograr el efecto disipador sin la complicidad de la prensa hegem贸nica, con su amarillismo sensacionalista y de los aliados neoliberales tan consternados ante las tragedias culturales. Obviamente es lamentable la destrucci贸n de un monumento hist贸rico y de los tesoros art铆sticos que en tanto tales merecen siempre su reconstrucci贸n por lo que expresan de la trayectoria humana y sus posibles alcances. Sin embargo, qui茅n pude creer que el inter茅s es por las obras hist贸ricas de la arquitectura si en el mismo momento, para no citar el pasado, se participa de la alianza que bombardea Siria donde por caso ya fue destruida la Gran Mezquita de Alepo, adem谩s de la propia Ciudadela, las Norias de Hamma o la antigua ciudad de Bosra. Cierto que los yihadistas destruyeron all铆 mismo la ciudad de Palmira, pero la barbarie del ISIS no se contrarresta con la barbarie de la OTAN. Complementa la posibilidad de la ponderaci贸n de este desastre el desarrollo de la industria capitalista del viajar, que hoy llamamos turismo, con su consecuente banalizaci贸n y exaltaci贸n publicitaria de sus productos. Notre Dame en particular o m谩s ampliamente Par铆s son claros sustratos del negocio.
Sin embargo, luego de apelaci贸n de Macron y los medios a la unidad reconstructiva, al chauvinismo y el voluntarismo, el movimiento de los chalecos no ha decrecido sino que se fortalece planteando nuevos interrogantes y escenarios. Una de sus principales riquezas es precisamente la de pasar a cuestionar a la pol铆tica desde un reclamo original de car谩cter socioecon贸mico luego del deterioro paulatino de las condiciones populares de vida. No s贸lo Macron viene a ser cuestionado, sino el propio r茅gimen de representaci贸n en muchas de las esferas, haciendo que sus formas organizativas sean sumamente pl谩sticas, horizontales, combinando la participaci贸n en las redes con la intervenci贸n presencial sostenida. Por contrapartida, cuanto m谩s amplio es el movimiento, m谩s heterog茅neo y complejo resulta tanto como las desembocaduras pol铆ticas.
El soci贸logo franc茅s Michel Wieviorka concluye que salvo en fracciones minoritarias, no se trata de un movimiento orientado a izquierda o derecha. Para 茅l, por fuera del movimiento, se sostiene desde la izquierda el car谩cter revolucionario mientras que desde la derecha se le atribuye la lucha contra la inmigraci贸n, el islam y la identidad nacional. Ambas interpretaciones le resultan falaces. Probablemente lo sean, aunque no resulta menor en un contexto de profunda desmovilizaci贸n social en un marco de deterioro que se desarrolle una lucha sostenida que pone en jaque no s贸lo la distribuci贸n de la riqueza sino tambi茅n del poder.
Sospecho que el ardor de las mayor铆as francesas no ser谩 tan f谩cil de apagar como las llamas del negligente e infausto accidente de Notre Dame.
Pero el fuego no s贸lo se vio en los techos de la catedral sino cada s谩bado en las protestas y manifestaciones para poder contrarrestar los efectos de los gases y de la brutal represi贸n que este 煤ltimo s谩bado increment贸 a煤n m谩s su habitual ferocidad. El accidente del incendio le ofrece a Macron una posibilidad distractiva en momentos en que las movilizaciones no s贸lo no menguan sino que desde las periferias crecen hacia los centros en general y hacia Par铆s en particular. A diferencia de otros momentos cardinales de las luchas en Francia, esta vez no fue la capital el epicentro aunque su llegada evidencia elocuentemente los malestares sociales que enuncia.
En cualquier caso, ser铆a imposible lograr el efecto disipador sin la complicidad de la prensa hegem贸nica, con su amarillismo sensacionalista y de los aliados neoliberales tan consternados ante las tragedias culturales. Obviamente es lamentable la destrucci贸n de un monumento hist贸rico y de los tesoros art铆sticos que en tanto tales merecen siempre su reconstrucci贸n por lo que expresan de la trayectoria humana y sus posibles alcances. Sin embargo, qui茅n pude creer que el inter茅s es por las obras hist贸ricas de la arquitectura si en el mismo momento, para no citar el pasado, se participa de la alianza que bombardea Siria donde por caso ya fue destruida la Gran Mezquita de Alepo, adem谩s de la propia Ciudadela, las Norias de Hamma o la antigua ciudad de Bosra. Cierto que los yihadistas destruyeron all铆 mismo la ciudad de Palmira, pero la barbarie del ISIS no se contrarresta con la barbarie de la OTAN. Complementa la posibilidad de la ponderaci贸n de este desastre el desarrollo de la industria capitalista del viajar, que hoy llamamos turismo, con su consecuente banalizaci贸n y exaltaci贸n publicitaria de sus productos. Notre Dame en particular o m谩s ampliamente Par铆s son claros sustratos del negocio.
Sin embargo, luego de apelaci贸n de Macron y los medios a la unidad reconstructiva, al chauvinismo y el voluntarismo, el movimiento de los chalecos no ha decrecido sino que se fortalece planteando nuevos interrogantes y escenarios. Una de sus principales riquezas es precisamente la de pasar a cuestionar a la pol铆tica desde un reclamo original de car谩cter socioecon贸mico luego del deterioro paulatino de las condiciones populares de vida. No s贸lo Macron viene a ser cuestionado, sino el propio r茅gimen de representaci贸n en muchas de las esferas, haciendo que sus formas organizativas sean sumamente pl谩sticas, horizontales, combinando la participaci贸n en las redes con la intervenci贸n presencial sostenida. Por contrapartida, cuanto m谩s amplio es el movimiento, m谩s heterog茅neo y complejo resulta tanto como las desembocaduras pol铆ticas.
El soci贸logo franc茅s Michel Wieviorka concluye que salvo en fracciones minoritarias, no se trata de un movimiento orientado a izquierda o derecha. Para 茅l, por fuera del movimiento, se sostiene desde la izquierda el car谩cter revolucionario mientras que desde la derecha se le atribuye la lucha contra la inmigraci贸n, el islam y la identidad nacional. Ambas interpretaciones le resultan falaces. Probablemente lo sean, aunque no resulta menor en un contexto de profunda desmovilizaci贸n social en un marco de deterioro que se desarrolle una lucha sostenida que pone en jaque no s贸lo la distribuci贸n de la riqueza sino tambi茅n del poder.
Sospecho que el ardor de las mayor铆as francesas no ser谩 tan f谩cil de apagar como las llamas del negligente e infausto accidente de Notre Dame.