OPINI脫N de Joan del Alc脿zar.- Aunque algunos actores pol铆ticos relevantes pretendan enga帽ar conscientemente a la ciudadan铆a, la crisis de Estado que arrastramos por lo ocurrido en Catalu帽a desde 2012 no ser谩 resuelta con polic铆a, jueces y restricciones y recortes de los derechos individuales. Aunque el Partido Popular, Ciudadanos y Vox no tengan ninguna otra respuesta al desaf铆o independentista que una tan brumosa como amenazadora aplicaci贸n sin fecha de caducidad del art铆culo 155 de la Constituci贸n; y aunque determinados sectores de la izquierda hispana, singularmente en el PSOE, mantengan ideas anacr贸nicamente jacobinas, la realidad, la terca realidad es que -agrade m谩s, menos, poco o nada- Espa帽a es un Estado plurinacional que no cabe en el ordenamiento constitucional de 1978.
Las 煤ltimas elecciones, las del 28 de abril pasado, han vuelto a demostrar que m谩s de tres millones de ciudadanos han votado por partidos nacionalistas o regionalistas, y eso quiere decir que constituyen el 12 por ciento del electorado total y que se encontrar谩n representados en el Congreso por 45 diputados. Estamos hablando de ciudadanos y representantes vascos, catalanes, navarros, valencianos, canarios o c谩ntabros que han conseguido su esca帽o en Madrid, pero hay m谩s que no lo han conseguido aunque sus votos son igual de leg铆timos. Adem谩s, afinando un poco m谩s el an谩lisis, se debe tener en cuenta que muchos votos que dos partidos de 谩mbito estatal como son el PSOE y Podemos -los de Euskadi, Galicia o la Comunidad Valenciana, por ejemplo, y sin ser exhaustivos-, proceden de ciudadanos que pueden gestionar perfectamente un doble sentimiento de adscripci贸n hacia Espa帽a y hacia su territorio natal.
No hay ninguna posibilidad, por tanto, de implementar un proyecto de futuro para la Espa帽a actual que pase por obviar esta realidad. Sencillamente no ser谩 viable conseguirlo por la v铆a de la represi贸n de los derechos, los sentimientos y las convicciones de -por lo menos- esos tres millones de personas contabilizadas el pasado 28A que, adem谩s, est谩n muy concentradas en determinadas regiones de la pen铆nsula. Un hecho este que conviene no olvidar porque es muy relevante.
Muchas veces se ha dicho que es f谩cil hacer un listado de las deslealtades, as铆 como relatar las mutuas desconfianzas hist贸ricas entre el Estado y las Comunidades Aut贸nomas. La situaci贸n actual en Catalu帽a, arrastrada desde hace demasiado por la inoperancia y la indigencia pol铆tica del gobierno central comandado por Mariano Rajoy, as铆 como la prepotencia arrogante del independentismo catal谩n, que ha vulnerado todo lo vulnerable en la Constituci贸n y en el Estatuto, han puesto en rojo todos los indicadores pol铆ticos, incluso en la Uni贸n Europea.
La desconfianza tradicional entre los gobiernos de las comunidades aut贸nomas y el central, la falta de lealtad a la hora de ejercer las competencias de cada uno, as铆 como el victimismo de unos y otros con intenciones electorales bastardas, nos han llevado donde estamos.
La derecha espa帽olista persevera -"sostenella y no enmendalla"- en el sue帽o aznariano de una recentralizaci贸n radical que termine, de una buena vez, con "tanta tonter铆a nacionalista" dado que "la 煤nica naci贸n verdadera" es la Espa帽a milenaria. Al final, el conservadurismo castellanista est谩, poco m谩s o menos, como hace un siglo. Podr铆an explicar que ellos est谩n de acuerdo con lo del "sano regionalismo" del que hablaba el general Primo de Rivera. Ah铆 se acaba el problema de la Espa帽a plurinacional para la derecha hisp谩nica, que contin煤a con la idea de llegar con la espada donde no llegue con la mano. "Santiago y cierra Espa帽a", les faltar铆a a帽adir.
Tras el 28A se ha abierto lo que llaman una ventana de oportunidad. En Catalu帽a ha obtenido un gran apoyo electoral ERC, que desde hace unos meses se ubica en posiciones absolutamente contrarias al unilateralismo de tiempo atr谩s. Junto a ellos, el PNV mantiene su hegemon铆a en Euskadi, y ha dado pruebas m谩s que efectivas de su voluntad cooperadora en la gobernanza de Espa帽a.
Adem谩s, para completar el cuadro de coyuntura, resulta evidente que el electorado ha apoyado la pol铆tica de di谩logo y negociaci贸n que Pedro S谩nchez y el PSOE han asegurado desear, al tiempo que han golpeado de forma inmisericorde al PP de Pablo Casado, el cual compet铆a con la extrema derecha en ver qui茅n era adem谩s amenazador y m谩s agresivo hacia los nacionalistas y los secesionistas. En el conjunto de Espa帽a, tal y como lo certifican los resultados electorales, muchos ciudadanos han votado a favor de la distensi贸n, a favor de la negociaci贸n y de la convivencia, y lo han hecho tambi茅n como forma de frenar a la ultraderecha. De facto, ni el PP, ni Ciudadanos ni Vox han obtenido representaci贸n de los ciudadanos vascos; mientras que en Catalu帽a el PP ha desaparecido en la pr谩ctica y Ciudadanos ha perdido apoyos de forma clara.
Es en este escenario que se ha de construir una propuesta integradora que devenga alternativa tanto a las propuestas separatistas como a las re-centralizadoras.
En cuanto a Catalu帽a, que es en estos momentos el problema m谩s acuciante, no se trata de ver si los independentistas con los que se podr铆a negociar son moderados o radicales, que no es este el problema. Desde Madrid no es cosa de apenarse si las encuestas dicen que el 51 por ciento de los catalanes son independentistas, y de alegrarse si dicen que "s贸lo" son el 49. Tampoco es este el problema.
La cuesti贸n real a resolver es que el marco constitucional actual est谩 obsoleto. Fue dise帽ado para una Espa帽a distinta, en una Europa diferente, en un mundo que ya no existe. La 煤nica alternativa realista y deseable es construir un nuevo marco propiciado desde el federalismo, entendido como forma pol铆tica de la solidaridad, que completa y cristaliza los valores ilustrados de la libertad y la igualdad, de una manera transversal con relaci贸n a las diversas ideolog铆as y los distintos programas partidarios. Esta es la alternativa realista y deseable.
Las 煤ltimas elecciones, las del 28 de abril pasado, han vuelto a demostrar que m谩s de tres millones de ciudadanos han votado por partidos nacionalistas o regionalistas, y eso quiere decir que constituyen el 12 por ciento del electorado total y que se encontrar谩n representados en el Congreso por 45 diputados. Estamos hablando de ciudadanos y representantes vascos, catalanes, navarros, valencianos, canarios o c谩ntabros que han conseguido su esca帽o en Madrid, pero hay m谩s que no lo han conseguido aunque sus votos son igual de leg铆timos. Adem谩s, afinando un poco m谩s el an谩lisis, se debe tener en cuenta que muchos votos que dos partidos de 谩mbito estatal como son el PSOE y Podemos -los de Euskadi, Galicia o la Comunidad Valenciana, por ejemplo, y sin ser exhaustivos-, proceden de ciudadanos que pueden gestionar perfectamente un doble sentimiento de adscripci贸n hacia Espa帽a y hacia su territorio natal.
No hay ninguna posibilidad, por tanto, de implementar un proyecto de futuro para la Espa帽a actual que pase por obviar esta realidad. Sencillamente no ser谩 viable conseguirlo por la v铆a de la represi贸n de los derechos, los sentimientos y las convicciones de -por lo menos- esos tres millones de personas contabilizadas el pasado 28A que, adem谩s, est谩n muy concentradas en determinadas regiones de la pen铆nsula. Un hecho este que conviene no olvidar porque es muy relevante.
Muchas veces se ha dicho que es f谩cil hacer un listado de las deslealtades, as铆 como relatar las mutuas desconfianzas hist贸ricas entre el Estado y las Comunidades Aut贸nomas. La situaci贸n actual en Catalu帽a, arrastrada desde hace demasiado por la inoperancia y la indigencia pol铆tica del gobierno central comandado por Mariano Rajoy, as铆 como la prepotencia arrogante del independentismo catal谩n, que ha vulnerado todo lo vulnerable en la Constituci贸n y en el Estatuto, han puesto en rojo todos los indicadores pol铆ticos, incluso en la Uni贸n Europea.
La desconfianza tradicional entre los gobiernos de las comunidades aut贸nomas y el central, la falta de lealtad a la hora de ejercer las competencias de cada uno, as铆 como el victimismo de unos y otros con intenciones electorales bastardas, nos han llevado donde estamos.
La derecha espa帽olista persevera -"sostenella y no enmendalla"- en el sue帽o aznariano de una recentralizaci贸n radical que termine, de una buena vez, con "tanta tonter铆a nacionalista" dado que "la 煤nica naci贸n verdadera" es la Espa帽a milenaria. Al final, el conservadurismo castellanista est谩, poco m谩s o menos, como hace un siglo. Podr铆an explicar que ellos est谩n de acuerdo con lo del "sano regionalismo" del que hablaba el general Primo de Rivera. Ah铆 se acaba el problema de la Espa帽a plurinacional para la derecha hisp谩nica, que contin煤a con la idea de llegar con la espada donde no llegue con la mano. "Santiago y cierra Espa帽a", les faltar铆a a帽adir.
Tras el 28A se ha abierto lo que llaman una ventana de oportunidad. En Catalu帽a ha obtenido un gran apoyo electoral ERC, que desde hace unos meses se ubica en posiciones absolutamente contrarias al unilateralismo de tiempo atr谩s. Junto a ellos, el PNV mantiene su hegemon铆a en Euskadi, y ha dado pruebas m谩s que efectivas de su voluntad cooperadora en la gobernanza de Espa帽a.
Adem谩s, para completar el cuadro de coyuntura, resulta evidente que el electorado ha apoyado la pol铆tica de di谩logo y negociaci贸n que Pedro S谩nchez y el PSOE han asegurado desear, al tiempo que han golpeado de forma inmisericorde al PP de Pablo Casado, el cual compet铆a con la extrema derecha en ver qui茅n era adem谩s amenazador y m谩s agresivo hacia los nacionalistas y los secesionistas. En el conjunto de Espa帽a, tal y como lo certifican los resultados electorales, muchos ciudadanos han votado a favor de la distensi贸n, a favor de la negociaci贸n y de la convivencia, y lo han hecho tambi茅n como forma de frenar a la ultraderecha. De facto, ni el PP, ni Ciudadanos ni Vox han obtenido representaci贸n de los ciudadanos vascos; mientras que en Catalu帽a el PP ha desaparecido en la pr谩ctica y Ciudadanos ha perdido apoyos de forma clara.
Es en este escenario que se ha de construir una propuesta integradora que devenga alternativa tanto a las propuestas separatistas como a las re-centralizadoras.
En cuanto a Catalu帽a, que es en estos momentos el problema m谩s acuciante, no se trata de ver si los independentistas con los que se podr铆a negociar son moderados o radicales, que no es este el problema. Desde Madrid no es cosa de apenarse si las encuestas dicen que el 51 por ciento de los catalanes son independentistas, y de alegrarse si dicen que "s贸lo" son el 49. Tampoco es este el problema.
La cuesti贸n real a resolver es que el marco constitucional actual est谩 obsoleto. Fue dise帽ado para una Espa帽a distinta, en una Europa diferente, en un mundo que ya no existe. La 煤nica alternativa realista y deseable es construir un nuevo marco propiciado desde el federalismo, entendido como forma pol铆tica de la solidaridad, que completa y cristaliza los valores ilustrados de la libertad y la igualdad, de una manera transversal con relaci贸n a las diversas ideolog铆as y los distintos programas partidarios. Esta es la alternativa realista y deseable.