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Honor y horror militar

OPINI脫N de Emilio Cafassi.- El pasado lunes, bajo una inc贸moda y fastidiosa lluvia, el ox铆moron anual uruguayo cobr贸 m谩s potencia a煤n cuando una multitud march贸 por la principal avenida de Montevideo, provocando que el silencio resulte m谩s estrepitoso que los truenos que enunciaban la gravedad de la tormenta. La edici贸n de esta “marcha del silencio” en particular, estuvo precedida por la negativa del Senado a la aprobaci贸n -por mayor铆a calificada- de las venias del Poder Ejecutivo para disponer el pase a retiro obligatorio de los 4 generales que actuaron en el “Tribunal de Honor” del Ej茅rcito. El mismo tribunal que escuch贸 y transcribi贸 confesiones aberrantes de reconocidos genocidas sin ver mancillado honor alguno. Algo que le cost贸 el cargo al excomandante del Ej茅rcito, hoy pol铆tico, y al Ministro de Defensa y su vice. Ya tuve ocasi贸n de expresarme sobre la concepci贸n golpista y criminal de las j贸venes generaciones de las fuerzas armadas que avalaron los fallos de los tribunales de honor y los cr铆menes (con m谩s detalles escabrosos que aquellos a los que accedi贸 la justicia) de 3 monstruos. El flamante nuevo comandante, sostuvo que no repudiar铆a los cr铆menes cometidos en el Terrorismo de Estado porque desconoc铆a si estaban confirmados. Para permanecer en el cargo, hizo luego viscosas rectificaciones.

La totalidad de las fuerzas opositoras con representaci贸n en el senado impidieron lograr la mayor铆a calificada en complicidad con los criminales y el continuismo de unas FFAA moralmente descompuestas e in煤tiles. Al momento de escribir estas l铆neas, el Frente Amplio (FA) hace un llamado a acompa帽ar una nueva ley org谩nica militar. La iniciativa es encomiable, aunque tard铆a y dif铆cilmente pueda replantearse con mayor profundidad el problema de la defensa (dentro del cual, la cuesti贸n militar es clave) hasta el inicio de un cuarto gobierno frentista en un debate amplio y profundo con la ciudadan铆a. Sin duda la sucesi贸n de episodios no s贸lo est谩 reflejando un cierto reempoderamiento de la casta militar producto del ascenso de las derechas a nivel regional (en el caso de Brasil con expl铆cita reivindicaci贸n oficialista de la dictadura) e internacional, sino tambi茅n una crisis en la pol铆tica del FA que debe ser escrupulosamente revisada, sin trasladar todas las responsabilidades a las derechas. Hay una proporci贸n propia de la resultante, que guarda relaci贸n con la pol铆tica de la izquierda y muy particularmente con la fracasada intenci贸n del exministro Fern谩ndez Huidobro de “ganarse” a las FFAA.

Un primer paso en esta direcci贸n lo est谩 dando el actual ministro Bayardi, fundamentalmente con sus instrucciones de bajar el perfil p煤blico de los mandos superiores, aunque esto resulte acotadamente analg茅sico, destinado exclusivamente a tratar el s铆ntoma. M谩s profundamente, Bayardi sostuvo en un reportaje del semanario B煤squeda que la causa de la defensa corporativa intergeneracional de los cr铆menes del horror dictatorial se deb铆an al car谩cter endog谩mico de la profesi贸n militar. Es un avance respecto al silencio precedente. Contar谩 con datos emp铆ricos que permitan mensurar los lazos familiares, aunque intuitivamente es algo muy probable. Sin embargo, si bien se aproxima m谩s a las causas, tropieza con la infinidad de contraejemplos de rebeld铆a y diferenciaci贸n juvenil por fuera del 谩mbito militar. Ejemplos m谩s extendidos que la continuidad ideol贸gica, est茅tica y discursiva. Y no siempre necesariamente en una direcci贸n 茅tica o pol铆ticamente emancipatoria, sino inclusive en contrario, pero cambios insoslayables al fin. En la entrevista sostiene que es “imposible o muy dif铆cil romper con el relato construido sobre los hechos de la dictadura, sin romper a su vez con los v铆nculos de relaci贸n familiares”.

Si efectivamente es as铆, no creo que sean los lazos familiares los que m谩s influyan en la cohesi贸n discursiva, m谩s a煤n cuando 茅sta es criminal. El comportamiento que detentan hasta los j贸venes oficiales es mafioso, es decir basado en la “omert谩” que era el c贸digo de honor siciliano o ley del silencio de prohibici贸n de informar o denunciar actividades delictivas a riesgo de represalia mortal. Hab铆a lazos familiares all铆, pero no exclusivamente ni raz贸n del sostenimiento del “c贸digo de honor”. En el “c贸digo” propio se encuentra la raz贸n de la autosegregaci贸n, superando sin desmentir los v铆nculos de sangre.

La aquiescencia de las izquierdas, no ya con el tribunal de honor, sino con el significante “honor militar” y las implicancias t谩citas sobre su significaci贸n explican mucho m谩s las paradojales deudas para con los derechos humanos y el elemental principio de igualdad ante la ley que las influencias paternas. Si bien Freud, en el texto sobre Mois茅s sostiene que el supery贸 es “sucesor y subrogado” de los “progenitores y educadores” y que “continua las funciones de ellos casi sin alteraci贸n”, la propia din谩mica de la cultura, la historia y la vida pol铆tica con sus mutaciones, desmiente todo mecanicismo. Uruguay avanza lenta pero s贸lidamente en la expansi贸n de derechos, libertades e institucionalidad pero tropieza recurrentemente con este vergonzoso obst谩culo.

Un pu帽ado de ejemplos honorables durante la dictadura, o en la propia fundaci贸n del FA (v.g. Seregni) han tendido la trampa de aceptar tal honor diferenciado, es decir la autosegregaci贸n social de la casta militar. Aquellos fueron honorables porque se opusieron al crimen, al encubrimiento y actuaron decentemente, adem谩s de sus m茅ritos pol铆ticos. Concluyo que debe rechazarse la propia noci贸n de honor militar, separada de la honorabilidad de cualquier ciudadano honesto, es decir, debe civilizarse e igualarse en digna respetabilidad fundada. De lo contrario, lo que autodesignan “honor” es tan s贸lo mafiosa podredumbre.

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