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El costo argentino de la derrota de Macri

OPINI脫N de Emilio Cafassi.- En la segunda semana de este mes, se debieron inscribir (y en varios casos rebautizar) los frentes y alianzas que competir谩n en las primarias obligatorias argentinas. En verdad, no lo har谩n entre s铆 porque la magnitud de votos que obtenga cada fuerza -siempre que supere un umbral elemental sin el cual perder铆an su reconocimiento legalmente pol铆tico- carece de relevancia para las elecciones efectivas que ser谩n en octubre. Se dirimir谩n las candidaturas al interior de cada espacio para lo cual el fin de semana pasado se inscribieron las precandidaturas. En ocasi贸n de esa primera instancia de inscripciones (que en un caso fue antecedido por el anuncio de la importante precandidatura de Alberto Fern谩ndez) escrib铆 en este medio arribando a dos conclusiones que sintetizo ahora telegr谩ficamente. La primera fue que lejos de articularse una alianza sobre la base de acuerdos program谩ticos, consultas a la militancia, desarrollo de congresos o convenciones, se delimitaba en c贸nclaves estrech铆simos, inclusive familiares, de espaldas a toda militancia u organicidad. Conclusi贸n que resulta aplicable a la totalidad de los frentes inscriptos regidos por el secreto y uso del dedo. La segunda fue la constataci贸n paulatina del alt铆simo nivel de vida y estado patrimonial de los que iban resultando ungidos para las postulaciones, aunque a este respecto, con excepci贸n de la izquierda. En la primera de las consideraciones se afirma la existencia de una suerte de oligarqu铆a pol铆tico-partidaria cualquiera sea la inscripci贸n ideol贸gica o la inserci贸n social y las t谩cticas de lucha. En la segunda, que una proporci贸n de tal oligarqu铆a resulta claramente plut贸crata.

El lector seguramente supondr谩 que a煤n as铆 delimitados los espacios pol铆ticos, sus integrantes permanecer谩n en 茅l y dirimir谩n pesos relativos e ideas en su interior. Pero salvo en la izquierda, nada de esto ocurre en la pr谩ctica. Hasta el 煤ltimo momento del s谩bado pasado en que culmin贸 el plazo para la inscripci贸n de precandidaturas, se sucedi贸 un trasiego de dirigentes y referentes de un espacio al otro, de una ret贸rica cr铆tica a su inmediata negaci贸n sin escr煤pulos ni sanciones posteriores de ninguna 铆ndole. O inversamente, desde el elogio laudatorio a la cr铆tica m谩s feroz. Cualquier acercamiento al espacio o candidatura que fuera result贸 bienvenido, tanto como denostado el abandono. Traiciones y lealtades ser谩n momentos de una totalidad dial茅ctica identitaria que las incluye estructuralmente. Todos se han traicionado tanto como se han reconciliado, por una 煤nica raz贸n com煤n: el c谩lculo de la proximidad o de acceso directo al poder.

De la primera conclusi贸n se deduce que las primarias no son tales, cosa que la pr谩ctica demuestra con la sola excepci贸n de algunas pocas candidaturas provinciales. En otros t茅rminos, la casi totalidad de las precandidaturas actuales ser谩n las candidaturas de octubre. En ninguno de los 9 frentes inscriptos habr谩 internas relevantes. La elecci贸n de agosto es un simple simulacro que hasta pretende mistificar una supuesta participaci贸n ciudadana.

Desde los consistorios principales que definen y enuncian las f贸rmulas presidenciales, las 茅lites van adoptando el resto de las decisiones desde el centro a la periferia, es decir desde la naci贸n a las provincias, desde las candidaturas ejecutivas a las legislativas y as铆 sucesivamente. La b煤squeda de pactos consiste en tratar de obtener la mayor sumatoria de apoyos de gobernadores, intendentes, sindicalistas o punteros en general a los que, mediante encuestas o simple especulaci贸n, se les atribuye un determinado caudal electoral que luego se retribuye proporcionalmente con cuotas de poder que perpet煤an su influencia. En consecuencia, la estructura pol铆tica general es una suerte de federalismo de punteros, poseedores de votos pretendidamente cautivos mediante prebendas o concesiones clientelistas que se acomodan en funci贸n de las perspectivas de reproducci贸n simple o ampliada de sus poderes y disposiciones. Por ejemplo con el enorme impacto electoral de los as铆 llamados “barones del conurbano” bonaerense que han sido quienes han inclinado el fiel de la balanza en 煤ltima instancia, mucho m谩s que la capital o las grandes provincias.

Si esta arquitectura olig谩rquico-fiduciaria, este habitus pol铆tico nacional, profundamente despolitizador y expropiador de las potencialidades decisionales de la ciudadan铆a, fue enquist谩ndose de a poco en la historia posdictatorial argentina, la dram谩tica situaci贸n econ贸mico-social con la indispensable necesidad de impedir una reelecci贸n del gobierno de Macri, la profundiza. La tentaci贸n de sumar de cualquier modo, sustituye toda elaboraci贸n program谩tica o consulta a base alguna. Transforma cualquier estrategia en una t谩ctica electoralista de impredecible desembocadura. El espanto motoriza convergencias y divergencias en un escenario cada vez m谩s polar.

En Argentina hasta se acu帽贸 un t茅rmino para describir esta ausencia de principios y transfuguismo pol铆tico conocido como “borocotizaci贸n” por el hecho de que un m茅dico pediatra, conocido por participar de programas televisivos aconsejando a “mam谩s”, fue electo diputado por el macrismo en 2009 y antes de asumir se mud贸 al bloque kirchnerista. Su seud贸nimo televisivo era “borocot贸”. Pero la “borocotizaci贸n” tambi茅n alude a otro aspecto, que reaparece regularmente en la escena pol铆tica argentina: la farandulizaci贸n. La apelaci贸n a personajes medi谩ticamente conocidos, aunque carezcan de trayectoria pol铆tica, refuerza el caudillismo personalista estableciendo una ligaz贸n emocional, carism谩tica y simb贸lica con el elector despolitizado. El lugar de la izquierda merecer谩 un tratamiento aparte.

Hasta octubre s贸lo se aspira a contener los da帽os.

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