OPINI脫N de Emilio Cafassi.- La informaci贸n sobre Uruguay es escas铆sima en la prensa internacional. Tienen que darse circunstancias especiales para que algo de este pa铆s concite la atenci贸n period铆stica. No obstante, hace pocos d铆as toda la prensa de derecha titul贸 en primera plana la ristra de exabruptos que desde Astori hasta Mujica pasando por nuestro candidato presidencial Mart铆nez, lanzaron contra Venezuela. No sostengo que deban censurar el an谩lisis cr铆tico del r茅gimen venezolano, ni el mellado liderazgo de Maduro, pero la utilizaci贸n de la misma etiqueta ideol贸gica con la que los diversos poderes hegem贸nicos pretenden dar un -nuevo- golpe de estado all铆, adem谩s de grotescamente simplista, constituye un involuntario auxilio a la barbarie. Una inversi贸n de sentido, tambi茅n capitalista, como la econ贸mica. Desde el per铆odo de entre guerras en el siglo pasado no asistimos a un ascenso de la ideolog铆a nazi en el mundo entero con semejante distribuci贸n geopol铆tica y poder. Que dirigentes nuestros se yuxtapongan a las excusas intervencionistas y oxigenen a un payaso autoproclamado como Guaid贸 en el caso venezolano, horripila.
Sin embargo, mi preocupaci贸n no se restringe al auxilio que le han brindado a la m谩s extrema derecha mundial sino que alcanza la compleja y hasta indispensable relaci贸n entre las direcciones y sus bases, los liderazgos y la fuerza pol铆tica, especialmente en el Frente Amplio (FA) donde la problematizaci贸n de estos lazos siempre ha tenido alg煤n lugar, aunque decreciente desde el acceso al gobierno y se presenta m谩s acuciante por la diversidad y complejidad de la convergencia unitaria de m煤ltiples tradiciones de izquierda y progresistas. Porque el FA elabora regularmente programas de gobierno con lineamientos que los militantes en general debemos respetar y acompa帽ar pero que las direcciones (y particularmente aquellos que cumplen funciones ejecutivas o legislativas en el Estado) deben implementar obligatoriamente y en caso de dificultad rendir cuentas sobre las dificultades para su ejecuci贸n. Tales programas, no son el fruto de la lucidez de alg煤n l铆der en particular o inclusive de alguna 茅lite formada en las mejores universidades sino de miles de compa帽eros de las m谩s diversas extracciones sociales, cognitivas y de oficios, que convergen en las subcomisiones de programa para elaborar un borrador que luego un congreso de m谩s de mil delegados discute, corrige y precisa. Un primer paso superador de la creciente din谩mica medi谩tica cada vez m谩s dominante en el mundo occidental, donde el votante queda rezagado s贸lo a escoger ofertas de dirigentes. Escoger, porque no s贸lo no eligen, sino que tampoco intervienen en la conformaci贸n de la oferta presentada ni menos a煤n de programas propuestos cuando los hay. Una verdadera obturaci贸n del sistema electoral.
Puntualmente, el programa aprobado en el 煤ltimo congreso hace apenas 8 meses sostiene que la pol铆tica exterior debe basarse en la “independencia; no alineamiento, o sea, autonom铆a respecto a las alianzas pol铆ticas y militares bajo la hegemon铆a de grandes potencias mundiales” y el “apoyo a todas aquellas iniciativas tendientes al fortalecimiento de la paz y el establecimiento de un orden mundial m谩s justo y equitativo”, pero sobre todo “fortalecimiento y consolidaci贸n de los mecanismos que impidan toda injerencia extranjera en los asuntos internos de un pa铆s”. ¿Es coherente con esta estrategia la caracterizaci贸n del r茅gimen venezolano como dictadura (bien conocido su significado en un pa铆s que ha padecido el terrorismo de Estado) o por el contrario lo es la denuncia de los intentos golpistas fallidos o exitosos como los casos de Lugo, Dilma, Evo, Correa y el propio venezolano actual? Temo que entre ciudadan铆a y gobierno, el abismo se profundice a niveles ya generalizados en el mundo, convalidando la expropiaci贸n del poder por parte de la 茅lite gobernante. Sospecho que cada vez menos el FA orienta y exige a su gobierno, que la direcci贸n del FA es cada vez menos dependiente de su militancia y que en consecuencia la ciudadan铆a electora se encuentra divorciada y a merced de las decisiones gubernamentales que la someten.
Sin duda inferir un deterioro semejante del grado o nivel de democraticidad uruguayo y del FA en particular a partir de las repercusiones de la prensa internacional resulta temerario, pero no quiero dejar de vincular este episodio reciente y coyuntural con un anuncio estrat茅gico del gobierno la semana pasada como es la construcci贸n de una tercera planta de pasta celulosa en el centro del pa铆s, con muy variadas expresiones de apoyo de la mayor铆a frentista, adem谩s de gubernamental. En el programa no aparece ni una sola vez la palabra celulosa, ni la palabra pastera, ni el eucalipto. Y sin duda merecer铆a tener fundamento en la elaboraci贸n program谩tica al ser la inversi贸n m谩s importante de la historia, pero tambi茅n deber铆an dialogar con los sucesivos programas la mayor铆a de las medidas adoptadas. En el caso de este tipo de iniciativas el programa recomienda promover el “uso sustentable y ordenado de los recursos naturales, reduciendo las vulnerabilidades derivadas de la estructura productiva actual. En particular, en lo que refiere a la concentraci贸n desmedida de la tierra y su extranjerizaci贸n, especialmente en los casos en que no se refleja en una contrapartida significativa de inversi贸n adicional en capacidad productiva e incremento del valor agregado”.
Sin duda hay una ley forestal del a帽o 87 que el FA no se propuso derogar que estimul贸 el salto de 50.000 a 1.100.000 Ha de implantaci贸n del perenne 谩rbol ex贸tico, sustrato de una materia prima como la pulpa de celulosa. Pero el fundamento de la exultaci贸n requerir铆a la respuesta de varias preguntas por el balance de puestos de trabajo entre creados y desaparecidos, tanto como de riqueza y exportaciones. Pero adem谩s por las consecuencias del estrago que produce en la tierra, sin vuelta atr谩s a la vista.
Ni la democraticidad puede concluirse en blanco y negro, ni las desavenencias entre naturaleza y desarrollo resolverse a espaldas de la sociedad.
Sin embargo, mi preocupaci贸n no se restringe al auxilio que le han brindado a la m谩s extrema derecha mundial sino que alcanza la compleja y hasta indispensable relaci贸n entre las direcciones y sus bases, los liderazgos y la fuerza pol铆tica, especialmente en el Frente Amplio (FA) donde la problematizaci贸n de estos lazos siempre ha tenido alg煤n lugar, aunque decreciente desde el acceso al gobierno y se presenta m谩s acuciante por la diversidad y complejidad de la convergencia unitaria de m煤ltiples tradiciones de izquierda y progresistas. Porque el FA elabora regularmente programas de gobierno con lineamientos que los militantes en general debemos respetar y acompa帽ar pero que las direcciones (y particularmente aquellos que cumplen funciones ejecutivas o legislativas en el Estado) deben implementar obligatoriamente y en caso de dificultad rendir cuentas sobre las dificultades para su ejecuci贸n. Tales programas, no son el fruto de la lucidez de alg煤n l铆der en particular o inclusive de alguna 茅lite formada en las mejores universidades sino de miles de compa帽eros de las m谩s diversas extracciones sociales, cognitivas y de oficios, que convergen en las subcomisiones de programa para elaborar un borrador que luego un congreso de m谩s de mil delegados discute, corrige y precisa. Un primer paso superador de la creciente din谩mica medi谩tica cada vez m谩s dominante en el mundo occidental, donde el votante queda rezagado s贸lo a escoger ofertas de dirigentes. Escoger, porque no s贸lo no eligen, sino que tampoco intervienen en la conformaci贸n de la oferta presentada ni menos a煤n de programas propuestos cuando los hay. Una verdadera obturaci贸n del sistema electoral.
Puntualmente, el programa aprobado en el 煤ltimo congreso hace apenas 8 meses sostiene que la pol铆tica exterior debe basarse en la “independencia; no alineamiento, o sea, autonom铆a respecto a las alianzas pol铆ticas y militares bajo la hegemon铆a de grandes potencias mundiales” y el “apoyo a todas aquellas iniciativas tendientes al fortalecimiento de la paz y el establecimiento de un orden mundial m谩s justo y equitativo”, pero sobre todo “fortalecimiento y consolidaci贸n de los mecanismos que impidan toda injerencia extranjera en los asuntos internos de un pa铆s”. ¿Es coherente con esta estrategia la caracterizaci贸n del r茅gimen venezolano como dictadura (bien conocido su significado en un pa铆s que ha padecido el terrorismo de Estado) o por el contrario lo es la denuncia de los intentos golpistas fallidos o exitosos como los casos de Lugo, Dilma, Evo, Correa y el propio venezolano actual? Temo que entre ciudadan铆a y gobierno, el abismo se profundice a niveles ya generalizados en el mundo, convalidando la expropiaci贸n del poder por parte de la 茅lite gobernante. Sospecho que cada vez menos el FA orienta y exige a su gobierno, que la direcci贸n del FA es cada vez menos dependiente de su militancia y que en consecuencia la ciudadan铆a electora se encuentra divorciada y a merced de las decisiones gubernamentales que la someten.
Sin duda inferir un deterioro semejante del grado o nivel de democraticidad uruguayo y del FA en particular a partir de las repercusiones de la prensa internacional resulta temerario, pero no quiero dejar de vincular este episodio reciente y coyuntural con un anuncio estrat茅gico del gobierno la semana pasada como es la construcci贸n de una tercera planta de pasta celulosa en el centro del pa铆s, con muy variadas expresiones de apoyo de la mayor铆a frentista, adem谩s de gubernamental. En el programa no aparece ni una sola vez la palabra celulosa, ni la palabra pastera, ni el eucalipto. Y sin duda merecer铆a tener fundamento en la elaboraci贸n program谩tica al ser la inversi贸n m谩s importante de la historia, pero tambi茅n deber铆an dialogar con los sucesivos programas la mayor铆a de las medidas adoptadas. En el caso de este tipo de iniciativas el programa recomienda promover el “uso sustentable y ordenado de los recursos naturales, reduciendo las vulnerabilidades derivadas de la estructura productiva actual. En particular, en lo que refiere a la concentraci贸n desmedida de la tierra y su extranjerizaci贸n, especialmente en los casos en que no se refleja en una contrapartida significativa de inversi贸n adicional en capacidad productiva e incremento del valor agregado”.
Sin duda hay una ley forestal del a帽o 87 que el FA no se propuso derogar que estimul贸 el salto de 50.000 a 1.100.000 Ha de implantaci贸n del perenne 谩rbol ex贸tico, sustrato de una materia prima como la pulpa de celulosa. Pero el fundamento de la exultaci贸n requerir铆a la respuesta de varias preguntas por el balance de puestos de trabajo entre creados y desaparecidos, tanto como de riqueza y exportaciones. Pero adem谩s por las consecuencias del estrago que produce en la tierra, sin vuelta atr谩s a la vista.
Ni la democraticidad puede concluirse en blanco y negro, ni las desavenencias entre naturaleza y desarrollo resolverse a espaldas de la sociedad.