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Helic贸ptero para Macri

OPINI脫N de Emilio Cafassi.- El pasado domingo se celebraron elecciones primarias, simult谩neas y obligatorias en Argentina, algo muy similar, casi equivalente, a las primarias que se celebran en Uruguay aunque en el caso occidental con car谩cter compulsivo. La participaci贸n viene decayendo hasta llegar en el 煤ltimo caso al 75% del padr贸n. La introducci贸n en Uruguay fue perge帽ada por la derecha, es decir por los partidos tradicionales e incluido en el chantaje de la profunda reforma electoral ante el avance de la izquierda en los ´90.
En el argentino, por propia iniciativa del kirchnerismo, donde izquierdas y derechas conviven sin otro motivo que el c谩lculo de conveniencias. En ambas orillas con el objeto de disimular la crisis de credibilidad, la descomposici贸n 茅tica y c铆vica de la nada casual convergencia entre las postulaciones y ejercicios de cargos pol铆ticos y el enriquecimiento personal o el usufructo de prebendas y privilegios. Que el Frente Amplio uruguayo (FA) lo rechace no produce institucionalidad.

Dado que izquierdas y progresismos asumen con total liviandad, superficialidad y acriticismo conceptos como los de democracia o participaci贸n, confundiendo (en el mejor de los casos) derechos econ贸micos o sociales con la adopci贸n de decisiones por los afectados directos y los mecanismos electorales para la toma de tales decisiones, es com煤n encontrar que tirios y troyanos converjan en declaratorias sobre la “consolidaci贸n de la democracia”, la “participaci贸n popular” o slogans similares que s贸lo bloquean o neutralizan la iniciativa cr铆tica y la voluntad decisional de los ciudadanos, despreciando hasta el ninguneo a los militantes partidarios que debieran ser quienes decidan las candidaturas. Al contrario, 茅stas son decididas por oligarqu铆as partidarias utilizando ideol贸gicamente luego la supuesta participaci贸n de la totalidad de la ciudadan铆a como se帽uelo. Se desarrollan sobre estrategias de seducci贸n y manipulaci贸n del marketing sustituyendo la intervenci贸n de la ciudadan铆a en los asuntos de su competencia concreta y a la militancia en la elaboraci贸n program谩tica y la elecci贸n de sus ejecutantes. De este modo la capacidad decisional efectiva agoniza asfixiada por la toxicidad de la seudo legitimidad simb贸lica. Ante esto el militante es tan solo un militado, alguien que ha dejado de existir en su protagonismo en pos de ideales y que m谩s temprano que tarde ser谩 sustituido por el empleado precario, flexible y temporal, desideologizado, o hasta por la promotora naturalmente agraciada por lo que el soci贸logo franc茅s Pierre Bourdieu llamaba cuerpo leg铆timo: “la modelito”.

A煤n as铆, en lo que va del siglo, en Am茅rica Latina se desarrollaron dos modos de administrar el capitalismo. En todos los pa铆ses con sus particularidades. Por un lado mediante formas de diversa heterodoxia keynesiana, con expansi贸n de derechos sociales y relativa redistribuci贸n del ingreso y por otro una ortodoxia monetarista, escrita en el recetario del Fondo Monetario Internacional (FMI) con objetivos inversos: transferencia de recursos desde los m谩s desprotegidos hacia los privilegiados, cuestionamiento de las libertades y derechos y libre circulaci贸n del capital. En dos palabras arguyen que las facilidades para el capital luego redundar铆an en crecimiento y derrame de riquezas hacia el conjunto. Si bien al costo de un gran sacrificio y deprivaci贸n del mundo del trabajo, algunas de estas t谩cticas consiguieron los resultados macroecon贸micos perseguidos y el despliegue de una econom铆a estable y de cierto crecimiento.

No es ni fue el caso de Macri a quien en ausencia de programa debemos auscultarlo por sus promesas medi谩ticas. Por ejemplo prometi贸 reducir y hasta eliminar el impuesto a las ganancias pero debi贸 duplicarlo, incrementar el empleo mediante ajustes salariales a la baja a pesar de lo cual se pierden cerca de 10.000 puestos por d铆a. De la espera de una lluvia de inversiones (productivas) se fugan capitales diariamente por valores equivalentes a toda la deuda contra铆da hasta su asunci贸n, que es financiada con endeudamiento r茅cord con el FMI. Para exhibir estabilidad sostuvo que resolver谩 con total facilidad la reducci贸n de la inflaci贸n que durante la 煤ltima etapa kirchnerista lleg贸 al preocupante 铆ndice del 25% anual. La duplic贸 y para intentar sostener el d贸lar en niveles que triplican la liberaci贸n del cepo antecesor sostiene la tasa de inter茅s por encima del 60%. Todas las variables socioecon贸micas vienen en ca铆da y el drama popular se acelera.

Antes de su reciente derrota por paliza en estas in煤tiles primarias culpaba estos resultados a la herencia recibida del kirchnerismo. Al d铆a siguiente de ella el d贸lar creci贸 un 25%, la bolsa cay贸 un 48% y su explicaci贸n es la desconfianza del capital ante su probable derrota. Su tesis es que la 煤nica acumulaci贸n de capital posible consiste en su presidencia a pesar de que sus casi 4 a帽os de mandato produjeron la mayor desacumulaci贸n y destrucci贸n de capital. En 煤ltima instancia, todo el argumento se reduce a la idea de que un amigo del capital, empresario y facilitador de ganancias cortoplacistas y vistas gordas jur铆dicas, garantizar铆a el funcionamiento del capitalismo, a diferencia de sus antecesores.

Es a la inversa. La raz贸n por la que no existe acumulaci贸n de capital (adem谩s del derrumbe de las variables sociales) es la desconfianza del capital sobre la capacidad de un heredero incompetente, hijo de un mafioso coimero que amas贸 su fortuna mediante la obra p煤blica del estado terrorista en el que la justicia no interven铆a. S贸lo ha exhibido supina ignorancia al punto que uno de sus principales sostenes medi谩ticos, el diario olig谩rquico “La Naci贸n” en el editorial de Carlos Pagni lo considera alienado de la realidad.

En los dos meses y medio restantes para las elecciones definitivas y otros tantos para el traspaso del poder, este energ煤meno puede producir un da帽o ya irreversible. Hace m谩s de un a帽o que vengo se帽alando la necesidad de un adelantamiento electoral (como ya hubo antecedentes con Alfons铆n, De la R煤a y Duhalde) y un simb贸lico helic贸ptero que lo auxilie hacia un -siempre- parcial desalienaci贸n.















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