OPINI脫N de Eduardo Madro帽al Pedraza.- Lorca ha vuelto a merodearnos durante el 83 aniversario de su asesinato. Porque Lorca sigue rehuyendo su tumba. Porque s贸lo su duende peregrino podr谩 alimentar el esp铆ritu de todos los que quieran participar en sus quehaceres tan tempranamente cercenados, sangrientamente, por manos heladas de hombres fr铆os. ¡Ay, Federico!, porque “verde, que te quiero verde”.
Con cierta regularidad vuelve a escena la b煤squeda de los restos de Federico Garc铆a Lorca. Se han empleado todo tipo de t茅cnicas, incluyendo el uso de un radar de subsuelo, y llegando de momento a la conclusi贸n de que en las zonas elegidas no se han detectado “anomal铆as” en el terreno que indiquen la posible existencia de restos humanos, y por tanto la posible existencia de una fosa com煤n con los restos de Lorca.
La pol茅mica sobre excavar o no, donde se ha ido considerando que pudiera estar la fosa con los restos de Lorca y de tres personas m谩s asesinadas (el maestro Di贸scoro Galindo y los dos banderilleros Francisco Balad铆 y Joaqu铆n Arcollas), se prolonga hace ya muchos a帽os. En su momento, hubo la oposici贸n a la posibilidad de remover sus restos, expresada por escrito, de la familia Lorca. Tambi茅n coincidieron otras alegaciones, de familiares de alguno de los otros asesinados junto a Lorca, que se opon铆an a la exhumaci贸n porque se convertir铆a en un "circo medi谩tico y una humillaci贸n".
Y esto podr铆a ser verdad. Podr铆a ser una realidad. Porque existe tal peligro, incluso si la propuesta se presentara expresada con palabras de “izquierda” y de “memoria hist贸rica”. Porque podr铆a suponer, en los hechos, silenciar las profundas verdades de Lorca con un “parque tem谩tico”. Supondr铆a excavar la memoria f铆sica para taparla con escaparates de hielo. Nadie debe hacerlo. Porque ya dijo Lorca que “el teatro es poes铆a que se levanta del libro y se hace humana”.
En el caso de encontrarse el lugar donde yacen sus restos, “que se protejan como un cementerio y se trate por igual a todas las v铆ctimas”, como en su momento propuso la familia de Lorca, evitando as铆 que se pudiera dividir a las v铆ctimas en distintas categor铆as. Obviamente, las familias tienen derecho a los restos y a la memoria de sus seres queridos.
Pero deber铆a evitarse que se creara una situaci贸n en la que, en realidad, hubiera “mucho ruido y pocas nueces”, que no tuviera nada, absolutamente nada, que ver con recuperar la verdadera memoria hist贸rica, de la 煤nica manera respetuosa, cultivando la inmensa obra de Federico Garc铆a Lorca, la aut茅ntica y profunda riqueza de su vivo y r铆tmico legado. Lo que hace falta son mil lecturas, mil representaciones, mil celebraciones, cualquier d铆a del a帽o, con cualquier aniversario como excusa, y en cualquier lugar de Espa帽a, de Iberoam茅rica y del resto del mundo.
Porque, en realidad, Federico ya nos habl贸, nos habl贸 y nos habl贸. Porque, en verdad, Federico sigue habl谩ndonos, habl谩ndonos y habl谩ndonos. As铆 que oigamos algunas de sus profundas verdades.
(…)
«¿D贸nde est谩 mi sepultura?»
«En mi cola», dijo el sol.
«En mi garganta», dijo la luna.
Por las ramas del laurel
vi dos palomas desnudas.
La una era la otra
y las dos eran ninguna.
(Del poema Casida de las palomas oscuras)
Federico Garc铆a Lorca
(…)
¿Qu茅 dicen? Un silencio con hedores reposa.
Estamos con un cuerpo presente que se esfuma,
con una forma clara que tuvo ruise帽ores
y la vemos llenarse de agujeros sin fondo.
(…)
Yo quiero ver aqu铆 los hombres de voz dura.
Los que doman caballos y dominan los r铆os:
los hombres que les suena el esqueleto y cantan
con una boca llena de sol y pedernales.
(…)
Yo quiero que me ense帽en un llanto como un r铆o
que tenga dulces nieblas y profundas orillas,
para llevar el cuerpo de Ignacio y que se pierda
sin escuchar el doble resuello de los toros.
(…)
(Del poema Cuerpo presente)
Federico Garc铆a Lorca
(…)
Pero no son los muertos los que bailan, estoy seguro.
Los muertos est谩n embebidos, devorando sus propias manos.
Son los otros los que bailan con el mascar贸n y su vihuela;
son los otros, los borrachos de plata, los hombres fr铆os,
los que crecen en el cruce de los muslos y llamas duras,
los que buscan la lombriz en el paisaje de las escaleras,
los que beben en el banco l谩grimas de ni帽a muerta
o los que comen por las esquinas diminutas pir谩mides del alba.
(…)
(Del poema Danza de la muerte)
Federico Garc铆a Lorca
Con cierta regularidad vuelve a escena la b煤squeda de los restos de Federico Garc铆a Lorca. Se han empleado todo tipo de t茅cnicas, incluyendo el uso de un radar de subsuelo, y llegando de momento a la conclusi贸n de que en las zonas elegidas no se han detectado “anomal铆as” en el terreno que indiquen la posible existencia de restos humanos, y por tanto la posible existencia de una fosa com煤n con los restos de Lorca.
La pol茅mica sobre excavar o no, donde se ha ido considerando que pudiera estar la fosa con los restos de Lorca y de tres personas m谩s asesinadas (el maestro Di贸scoro Galindo y los dos banderilleros Francisco Balad铆 y Joaqu铆n Arcollas), se prolonga hace ya muchos a帽os. En su momento, hubo la oposici贸n a la posibilidad de remover sus restos, expresada por escrito, de la familia Lorca. Tambi茅n coincidieron otras alegaciones, de familiares de alguno de los otros asesinados junto a Lorca, que se opon铆an a la exhumaci贸n porque se convertir铆a en un "circo medi谩tico y una humillaci贸n".
Y esto podr铆a ser verdad. Podr铆a ser una realidad. Porque existe tal peligro, incluso si la propuesta se presentara expresada con palabras de “izquierda” y de “memoria hist贸rica”. Porque podr铆a suponer, en los hechos, silenciar las profundas verdades de Lorca con un “parque tem谩tico”. Supondr铆a excavar la memoria f铆sica para taparla con escaparates de hielo. Nadie debe hacerlo. Porque ya dijo Lorca que “el teatro es poes铆a que se levanta del libro y se hace humana”.
En el caso de encontrarse el lugar donde yacen sus restos, “que se protejan como un cementerio y se trate por igual a todas las v铆ctimas”, como en su momento propuso la familia de Lorca, evitando as铆 que se pudiera dividir a las v铆ctimas en distintas categor铆as. Obviamente, las familias tienen derecho a los restos y a la memoria de sus seres queridos.
Pero deber铆a evitarse que se creara una situaci贸n en la que, en realidad, hubiera “mucho ruido y pocas nueces”, que no tuviera nada, absolutamente nada, que ver con recuperar la verdadera memoria hist贸rica, de la 煤nica manera respetuosa, cultivando la inmensa obra de Federico Garc铆a Lorca, la aut茅ntica y profunda riqueza de su vivo y r铆tmico legado. Lo que hace falta son mil lecturas, mil representaciones, mil celebraciones, cualquier d铆a del a帽o, con cualquier aniversario como excusa, y en cualquier lugar de Espa帽a, de Iberoam茅rica y del resto del mundo.
Porque, en realidad, Federico ya nos habl贸, nos habl贸 y nos habl贸. Porque, en verdad, Federico sigue habl谩ndonos, habl谩ndonos y habl谩ndonos. As铆 que oigamos algunas de sus profundas verdades.
(…)
«¿D贸nde est谩 mi sepultura?»
«En mi cola», dijo el sol.
«En mi garganta», dijo la luna.
Por las ramas del laurel
vi dos palomas desnudas.
La una era la otra
y las dos eran ninguna.
(Del poema Casida de las palomas oscuras)
Federico Garc铆a Lorca
(…)
¿Qu茅 dicen? Un silencio con hedores reposa.
Estamos con un cuerpo presente que se esfuma,
con una forma clara que tuvo ruise帽ores
y la vemos llenarse de agujeros sin fondo.
(…)
Yo quiero ver aqu铆 los hombres de voz dura.
Los que doman caballos y dominan los r铆os:
los hombres que les suena el esqueleto y cantan
con una boca llena de sol y pedernales.
(…)
Yo quiero que me ense帽en un llanto como un r铆o
que tenga dulces nieblas y profundas orillas,
para llevar el cuerpo de Ignacio y que se pierda
sin escuchar el doble resuello de los toros.
(…)
(Del poema Cuerpo presente)
Federico Garc铆a Lorca
(…)
Pero no son los muertos los que bailan, estoy seguro.
Los muertos est谩n embebidos, devorando sus propias manos.
Son los otros los que bailan con el mascar贸n y su vihuela;
son los otros, los borrachos de plata, los hombres fr铆os,
los que crecen en el cruce de los muslos y llamas duras,
los que buscan la lombriz en el paisaje de las escaleras,
los que beben en el banco l谩grimas de ni帽a muerta
o los que comen por las esquinas diminutas pir谩mides del alba.
(…)
(Del poema Danza de la muerte)
Federico Garc铆a Lorca