OPINI脫N de Jes煤s S谩nchez Mart铆n.- Este 20 de septiembre, millones de estudiantes de todo el mundo se echan a la calle en una huelga global por el clima con motivo de la Cumbre sobre la Acci贸n Clim谩tica que tendr谩 lugar el d铆a 23 en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York. El objetivo de los j贸venes es llamar la atenci贸n sobre las consecuencias del cambio clim谩tico y exigir cambios urgentes a los gobiernos.
El movimiento de activismo estudiantil iniciado por Greta Thunberg ha calado tan hondo en la sociedad occidental que hoy logra permear casi todas las causas: Madres por el Clima, Fridays for Future, Alianza por el Clima… Son todas organizaciones que se suman a la lucha por un mundo sostenible.
Voces significativas como la de Thunberg nos recuerdan que no hay futuro fuera de la casa com煤n. Con un mensaje tan sencillo como profundo, esta joven nos dice que de nada vale estudiar si no tenemos planeta que habitar. Que la revoluci贸n pendiente de nuestros d铆as es la que reivindique un mejor mundo para nuestros hijos, una Tierra que pueda sobrevivir y en la que podamos convivir.
Un mundo interconectado
Durante el cambio de siglo aparecieron ideas y teor铆as que casi siempre acababan hablando de un concepto central: el mundo se hace peque帽o. Desde el efecto mariposa hasta la globalizaci贸n, todo indicaba que la vida en este p谩lido punto azul del universo se hac铆a fr谩gil y que los seres que lo habitamos, cada d铆a m谩s interdependientes.
Que el agitar de las alas de un insecto provoque inundaciones en el otro extremo del mundo dej贸 de ser una met谩fora. Hoy sabemos que es la imagen m谩s salvaje de una sociedad donde todos somos mariposa y tormenta, causantes y sufrientes de lo que hace el de al lado.
Lo sabemos en Espa帽a: inundaciones en Levante, una enorme y preocupante p茅rdida de biodiversidad o incluso las modificaciones en los flujos migratorios, se deben al cambio clim谩tico. Un viaje, sin aparente retorno, que hemos iniciado como especie y en el que hemos embarcado al planeta entero. Pero, como tantas cosas, no es un viaje para todos igual: los hay de primera, de segunda y tercera clase y hasta polizones ocultos.
Por eso, las expresiones m谩s virulentas del cambio clim谩tico las est谩n sufriendo las zonas m谩s empobrecidas de la Tierra. El peor rostro de la emergencia clim谩tica toma cuerpo en lugares donde dif铆cilmente se pueden mitigar sus efectos.
El origen, directo o indirecto, de las migraciones que parten de las zonas m谩s castigadas del 脕frica subsahariana se encuentra en el cambio clim谩tico: carest铆as de agua potable, recursos forestales o alimentos. Incluso los motivos de los conflictos armados hay que buscarlos en el clima.
¿Qu茅 dicen los jefes?
Las Naciones Unidas han propuesto los llamados Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), una agenda para el horizonte temporal 2015-2030. Los ODS se estructuran sobre cinco pilares, las llamadas 5P: planeta, personas, prosperidad, paz y alianzas (que en ingl茅s es partnership). Estas dimensiones se dividen en 17 objetivos, con sus correspondientes metas (169 en total) e indicadores que pueden ayudar a evaluar su logro.
La diferencia fundamental en el discurso de los ODS est谩 en que, hasta ahora, siempre se ha cre铆do (y querido) que las soluciones a los problemas de la gente que lo pasa mal deben buscarse precisamente en y con la gente que sufre. Y los ODS superan esta visi贸n.
El plan de las Naciones Unidas est谩 pensado para todas las personas, est茅n o no en pa铆ses en desarrollo. Adem谩s, a diferencia de otras propuestas, no hay objetivos m谩s importantes o relevantes que otros, sino que se consideran un bloque de acci贸n transformadora e indivisible. Los ODS quieren convertir los retos actuales en oportunidades de vida mejor para todos.
ODS en educaci贸n
Existe un ODS dedicado en exclusiva a la educaci贸n de calidad para todos los habitantes del mundo (ODS n潞 4). No obstante, entender que este es el 煤nico v铆nculo entre la propuesta de sostenibilidad de las Naciones Unidas y los procesos educativos es simplista. El papel de la educaci贸n en el cumplimiento de todos los ODS (y, por tanto, del proyecto de cambio) es crucial.
Que la poblaci贸n conozca los ODS y exija su cumplimiento a los gobiernos pasa por que la Escuela los incluya en sus programas y la Universidad hable de ellos a los estudiantes. Pasa por devolver a la sociedad civil el poder de preocuparse de su futuro, de actuar como agente transformador de y en la pol铆tica.
Y estamos lejos de ello. En lo referente a la inclusi贸n de los ODS en el 谩mbito educativo, las cifras del INE muestran un desconocimiento de la Agenda 2030, el instrumento del Gobierno para el cumplimiento de los ODS. Seg煤n el bar贸metro del CIS de enero 2019, el 88,7 % de los encuestados no hab铆an o铆do hablar de ello. Nuestros estudios en poblaci贸n universitaria no son mucho m谩s optimistas.
No podemos seguir en silencio. La amenaza de lo insostenible planea sobre nuestro futuro. Voces humildes lo anuncian, pero las iniciativas que pretenden hacer de este reto (quiz谩 el mayor al que se enfrenta la especie humana en toda su historia) algo relevante en la agenda educativa no consiguen hacerse un hueco. Quiz谩 cabe preguntarse qu茅 escuela, qu茅 universidad construimos si un desaf铆o as铆 queda fuera de nuestro horizonte.
La apuesta debe ser clara: abordar la sostenibilidad de una forma transversal en nuestro trabajo docente diario. Impregnar de alternativas cotidianas nuestro d铆a a d铆a para hacernos leg铆timos acreedores del mundo de ma帽ana. Los ODS, y el compromiso por lograrlos, no son cosa de mariposas sordas, sino de bellos enjambres que bailan en armon铆a.
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El movimiento de activismo estudiantil iniciado por Greta Thunberg ha calado tan hondo en la sociedad occidental que hoy logra permear casi todas las causas: Madres por el Clima, Fridays for Future, Alianza por el Clima… Son todas organizaciones que se suman a la lucha por un mundo sostenible.
Voces significativas como la de Thunberg nos recuerdan que no hay futuro fuera de la casa com煤n. Con un mensaje tan sencillo como profundo, esta joven nos dice que de nada vale estudiar si no tenemos planeta que habitar. Que la revoluci贸n pendiente de nuestros d铆as es la que reivindique un mejor mundo para nuestros hijos, una Tierra que pueda sobrevivir y en la que podamos convivir.
Un mundo interconectado
Durante el cambio de siglo aparecieron ideas y teor铆as que casi siempre acababan hablando de un concepto central: el mundo se hace peque帽o. Desde el efecto mariposa hasta la globalizaci贸n, todo indicaba que la vida en este p谩lido punto azul del universo se hac铆a fr谩gil y que los seres que lo habitamos, cada d铆a m谩s interdependientes.
Que el agitar de las alas de un insecto provoque inundaciones en el otro extremo del mundo dej贸 de ser una met谩fora. Hoy sabemos que es la imagen m谩s salvaje de una sociedad donde todos somos mariposa y tormenta, causantes y sufrientes de lo que hace el de al lado.
Lo sabemos en Espa帽a: inundaciones en Levante, una enorme y preocupante p茅rdida de biodiversidad o incluso las modificaciones en los flujos migratorios, se deben al cambio clim谩tico. Un viaje, sin aparente retorno, que hemos iniciado como especie y en el que hemos embarcado al planeta entero. Pero, como tantas cosas, no es un viaje para todos igual: los hay de primera, de segunda y tercera clase y hasta polizones ocultos.
Por eso, las expresiones m谩s virulentas del cambio clim谩tico las est谩n sufriendo las zonas m谩s empobrecidas de la Tierra. El peor rostro de la emergencia clim谩tica toma cuerpo en lugares donde dif铆cilmente se pueden mitigar sus efectos.
El origen, directo o indirecto, de las migraciones que parten de las zonas m谩s castigadas del 脕frica subsahariana se encuentra en el cambio clim谩tico: carest铆as de agua potable, recursos forestales o alimentos. Incluso los motivos de los conflictos armados hay que buscarlos en el clima.
¿Qu茅 dicen los jefes?
Las Naciones Unidas han propuesto los llamados Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), una agenda para el horizonte temporal 2015-2030. Los ODS se estructuran sobre cinco pilares, las llamadas 5P: planeta, personas, prosperidad, paz y alianzas (que en ingl茅s es partnership). Estas dimensiones se dividen en 17 objetivos, con sus correspondientes metas (169 en total) e indicadores que pueden ayudar a evaluar su logro.
La diferencia fundamental en el discurso de los ODS est谩 en que, hasta ahora, siempre se ha cre铆do (y querido) que las soluciones a los problemas de la gente que lo pasa mal deben buscarse precisamente en y con la gente que sufre. Y los ODS superan esta visi贸n.
El plan de las Naciones Unidas est谩 pensado para todas las personas, est茅n o no en pa铆ses en desarrollo. Adem谩s, a diferencia de otras propuestas, no hay objetivos m谩s importantes o relevantes que otros, sino que se consideran un bloque de acci贸n transformadora e indivisible. Los ODS quieren convertir los retos actuales en oportunidades de vida mejor para todos.
ODS en educaci贸n
Existe un ODS dedicado en exclusiva a la educaci贸n de calidad para todos los habitantes del mundo (ODS n潞 4). No obstante, entender que este es el 煤nico v铆nculo entre la propuesta de sostenibilidad de las Naciones Unidas y los procesos educativos es simplista. El papel de la educaci贸n en el cumplimiento de todos los ODS (y, por tanto, del proyecto de cambio) es crucial.
Que la poblaci贸n conozca los ODS y exija su cumplimiento a los gobiernos pasa por que la Escuela los incluya en sus programas y la Universidad hable de ellos a los estudiantes. Pasa por devolver a la sociedad civil el poder de preocuparse de su futuro, de actuar como agente transformador de y en la pol铆tica.
Y estamos lejos de ello. En lo referente a la inclusi贸n de los ODS en el 谩mbito educativo, las cifras del INE muestran un desconocimiento de la Agenda 2030, el instrumento del Gobierno para el cumplimiento de los ODS. Seg煤n el bar贸metro del CIS de enero 2019, el 88,7 % de los encuestados no hab铆an o铆do hablar de ello. Nuestros estudios en poblaci贸n universitaria no son mucho m谩s optimistas.
No podemos seguir en silencio. La amenaza de lo insostenible planea sobre nuestro futuro. Voces humildes lo anuncian, pero las iniciativas que pretenden hacer de este reto (quiz谩 el mayor al que se enfrenta la especie humana en toda su historia) algo relevante en la agenda educativa no consiguen hacerse un hueco. Quiz谩 cabe preguntarse qu茅 escuela, qu茅 universidad construimos si un desaf铆o as铆 queda fuera de nuestro horizonte.
La apuesta debe ser clara: abordar la sostenibilidad de una forma transversal en nuestro trabajo docente diario. Impregnar de alternativas cotidianas nuestro d铆a a d铆a para hacernos leg铆timos acreedores del mundo de ma帽ana. Los ODS, y el compromiso por lograrlos, no son cosa de mariposas sordas, sino de bellos enjambres que bailan en armon铆a.
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Jes煤s S谩nchez Mart铆n recibe fondos del Ministerio de Educaci贸n y Ciencia del Gobierno de Espa帽a, de la Junta de Extremadura y de la Universidad de Extremadura para la labor investigadora.
Francisco Zamora-Polo recibe fondos de la Universidad de Sevilla (ayudas a grupos de investigaci贸n).
Francisco Zamora-Polo recibe fondos de la Universidad de Sevilla (ayudas a grupos de investigaci贸n).
http://theconversation.com/articles.atom?language=es