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Unas elecciones que pudieron evitarse

OPINIÓN de Xavier Caño Tamayo.- Ya sucedió y Pedro Sánchez se salió con la suya: elecciones generales el 10 de noviembre. Aunque los resultados probablemente sean más o menos los mismos, si se mantiene la tendencia de intención de voto del último año que han expresado casi todas las encuestas. Si Sánchez no ha querido o no ha sido capaz de formar ahora un gobierno con Unidas Podemos, ¿por qué podría hacerlo en noviembre con resultados electorales muy parecidos a los actuales según los sondeos? ¿O tiene otros propósitos?

Volver de nuevo a las urnas es un desenlace que, no por anunciado, deja de ser inquietante. Son cuatro elecciones en cuatro años. Eso suena a inestabilidad? Pero el PSOE, que ha buscado y logrado que haya elecciones, osa decir que es Unidas Podemos quien aporta la inestabilidad.

Uno de los pecados de los creyentes monoteístas es “tomar el nombre de Dios en vano”. Hoy, metafóricamente cabría considerar políticamente “pecado” tomar el nombre del pueblo en vano y, aún más, pretender hablar en su nombre. Lo hizo en rueda de prensa Isabel Celaá, portavoz del gobierno en funciones de Sánchez, al decir que los ciudadanos “entenderán” las razones del PSOE al retirar la oferta de Gobierno de coalición a Podemos. “La ciudadanía -dijo- lo entiende y lo entenderá cada día más, porque a España no le interesa un Gobierno endeble, débil, poco conexo, que no aporta estabilidad”. Una descalificación muy dura del mismo Unidas Podemos del que hace unos meses, por ejemplo, la ministra de Justicia en funciones, Dolores Delgado, afirmaba que “está claro” que Unidas Podemos es el “socio prioritario” del PSOE. ¿En qué quedamos. Todos los males o socio prioritario?

Pablo Iglesias, el coco

Sánchez no quería formar gobierno con Unidas Podemos. Tal parece al repasar los vergonzosos dos últimos meses de actividad política y declaraciones. ¿Se ha acobardado Sánchez ante los dueños de España (Ibex 35 y demás), nada dispuestos a aceptar la menor veleidad de izquierda de verdad? Desde junio de 2018, cuando Sánchez echó a Rajoy del gobierno, el PSOE ha repetido hasta la saciedad que son la izquierda. Sin embargo, no parece que Sánchez esté dispuesto a cambiar nada a fondo, si gobierna. Lo demuestra que no haya derogado la ley nefasta mordaza, ni parece que vaya a hacerlo, como tampoco ha suprimido la no menos nefasta reforma laboral del PP, causa directa documentada de la extensión de la precariedad, hasta ser plaga, del incesante aumento de la desigualdad así como del riesgo de exclusión social. Como tampoco han expresado Sánchez y su entorno voluntad alguna de controlar los abusivos precios de alquiler de viviendas que se han disparado en el último año.

¿Se ha arrugado Sánchez ante el poder económico y financiero patrio como le pasó a Zapatero? Aquel acoquinamiento en 2009 supuso los inaceptables recortes sociales que impusieron la Unión Europea, el FMI y el Banco Central Europeo para reducir el déficit. En realidad en beneficio de los bancos, grupos financieros y grandes empresas que Zapatero aplicó diligente.

Pedro Sánchez dice que PP, Ciudadanos y Unidas Podemos han bloqueado su investidura. Pero pudo ser investido acordando en septiembre con Unidas Podemos la misma oferta que le hizo en julio y que, erróneamente, Pablo Iglesias entonces no aceptó. Ahora, cuando Unidas Podemos propone volver a negociar esa oferta, desde el gobierno dicen que ya no vale. Una propuesta política ¿es como un yogur que excede la fecha de caducidad?

En el cruce de declaraciones, la vicepresidenta Carmen Calvo afirmó que no hubo acuerdo con Unidas Podemos porque querían a Iglesias en el Consejo de Ministros. No es cierto. El país vio en televisión como Iglesias declaraba que, si el problema era él, renunciaba a estar en el gobierno. Sin embargo, dirigiéndose a la bancada de Unidas Podemos, la vicepresidenta en funciones insistió en que “el gobierno de coalición lo rechazaron ustedes, solo ustedes. Ustedes han tenido un problema todo el tiempo: o su líder estaba en el gobierno o se rompía la baraja”. Faltó a la verdad.

Las malas compañías de Unidas Podemos

Tras dimes y diretes e intercambio de declaraciones, Sánchez está donde quería: a punto de meterse en campaña electoral para arañar algunos escaños más pues confía en que los últimos vuelcos erráticos de Ciudadanos den al PSOE votos de centro. Ese mítico lugar, como ironiza Nacho Escolar, donde se forman las grandes mayorías. Parece que los tiros van por ahí porque Sánchez declaró que tras las elecciones formará un Ejecutivo de “inspiración progresista” pero también de “moderación”, “serenidad” y “estabilidad”. Y, cuando en política se habla de “moderación”, se está diciendo que no se molestará a la minoría propietaria del país o muy poco. En lenguaje coloquial, los ricos. Eso es el centro que, en honor a la verdad, es una derecha civilizada, pero que defiende sobre todo los intereses del poder económico.

Sánchez se ha distanciado de Unidas Podemos porque porque la compañía de esos “radicales” impide que se le considere de centro. Pero Sánchez yerra porque Unidas Podemos es un partido socialdemócrata tan poco “comunista” como los laboristas británicos o socialdemócratas suecos. Otra cuestión es que sus propuestas políticas, como las de socialistas suecos o laboristas británicos, busquen mejorar la vida de la gente, que eso sí lo tienen. Pero el sistema no se toca. O sea que de revolución, nada de nada.

Para rematar el festival de desatinos, tras anunciar que habrá elecciones de nuevo, Sánchez pidió a los ciudadanos españoles que el 10 de noviembre al votar digan las cosas más claras, “para que las escuchen el resto de partidos”. Parece que “cosas claras” significa votar más al PSOE.

*https://xacata.wordpress.com/




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