OPINI脫N de Mauricio Casta帽o H., Colombia.- En la manzana y su mordisco encontramos lo propio del hombre: La Desobediencia. Cuestionar todo lo que se nos propone como un posible hacer, por lo dem谩s, donde hay poder hay resistencia. Sabido es que el b铆pedo humano tiene un aparato de confrontaciones llamado cerebro. En aquel primer acto de simbolismo cristiano no s贸lo encontramos la desobediencia sino que 茅sta misma est谩 investida de envidia, de imitaci贸n, se quiere tener el mismo poder o las mismas facultades de aquel otro que se presume como superior, queremos ser como el otro al que admiro, al que quiero imitar. Cuando no se logra emular o superar el objeto de deseo, entonces la envidia frustrada estalla en violencia. Ac谩 el deseo inmediato es el de la imitaci贸n, pero existe el que se corresponde con devenires, con flujos de deseos, con torbellinos que simplemente van copando una existencia, una manera de existir, como Alicia en el Pa铆s de las Maravillas en donde la imaginaci贸n crea mundos posibles por irreales que parezcan.
Tambi茅n compete a la existencia humana no s贸lo el querer imitar sino tambi茅n la angustia, ese miedo hacia el vac铆o espiritual o de sentirnos que tenemos que darle cuerda al reloj de la vida, ha de recordarse que lo propio de lo humano es la consciencia del tiempo, de saberse finito, de saberse que sus pasos avanzan hacia su destino final qu茅 es la muerte, por eso apuramos los pasos queriendo inmortalizarnos en alguna vanidad que puede ser el Poder... acumular poder para hacernos importantes y recordados por esos otros que rodean y celebran a su jefe, el poderoso que se inmortaliza sumando las servidumbres voluntarias de quienes precisan de los amos.
Otras drogas adem谩s del Poder, est谩 el dinero y el trabajo mismo, 茅stas m谩s peligrosas que otras que consideramos inofensivas comparadas con aquellas, las que habitualmente conocemos como drogas: alcohol, tabaco, coca, morfina, marihuana. Decimos inofensivas porque no se puede comparar una matanza de millones de personas del poderoso Hitler con una raponada de una pulsera que pueda hacer un insignificante marihuanero, como tampoco se puede comparar al ladronzuelo hambriento con el opulentto terrateniente que masacra campesinos para quedarse con sus tierras, o la de los grandes capitalistas que usurpan los recursos de la naturaleza y hacen morir de hambre a millones de miserables que nada tienen.
脡ste pre谩mbulo, est谩 antesala para develar la fragilidad de la existencia humana que se soporta en la angustia existencial y en su manera de remediarlo, de darle soluci贸n mediante las drogas. Si tenemos dolor existencial se procura entonces de suministrar anestesia que alivie nuestra angustia, por ello la tesis serresiana de que somos seres drogos o toxic贸manos, vivimos en medio del desespero aliviando el miedo a morirnos y a tratar de que el reloj no se detenga o no vaya demasiado r谩pido y nos arroje en la tumba de la nada o del olvido.
Otra gran proposici贸n ser铆a la manera como la humanidad misma ha dado soluciones a esta condici贸n humana de la gran angustia, de seres temerosos porque se acaba el tiempo y porque la muerte nos espera sin importar qu茅 atajos escojamos. Por ejemplo, remontando la mirada observamos grandes sistemas de organizaci贸n social predominantes y publicitados. Qui茅n no ha escuchado de sistemas esclavistas, hombres due帽os de otros hombres de pies a cabeza, de toda su energ铆a, los pod铆an disponer como cargueros humanos o para lo que fueran, tomarlos o dejarlos, en plaza p煤blica eran exhibidos, ofertados y entregados el mejor postor. Eso en el sistema social esclavista. Luego conocemos el feudalismo, los se帽ores due帽os de la tierra, los peque帽os feudos, la explotaci贸n de la tierra y las manos campesinas que la araban. El otro gran sistema social es el m谩s conocido y el que a煤n tenemos que basa la explotaci贸n no ya en la tierra, en los feudos, sino en el mundo fabril, en las urbes est谩n las f谩bricas con sus ej茅rcitos de obreros, no ya de campesinos, no, all铆 son humanos que no tienen tierra, su mayor riqueza son sus brazos para alquilarlos a la f谩brica.
Esta gran caricatura para mostrar los encuadramientos, las maneras en que los hombres son encuadrados u organizados, todo entroncamiento a la perfecci贸n con lo que venimos sugiriendo: un hombre angustiado y con miedo necesita de un entretenimiento, de un algo con lo que pueda llenar su tiempo, con lo que pueda llenar su existencia, y el trabajo s铆 que ocupa la vida y la llena de esperanza, tal y como lo conocemos en estos sistemas de organizaci贸n social: todo el tiempo se est谩 preparando la vida. Naces y se te dispone una escuela para que te apropies de unas competencias para la vida, tienes que ser 煤til, el trabajo significa la existencia, recibir谩s un salario con el cual vas materializando sue帽os que la cultura tiene en alta estima: te casar谩s, contraer谩s matrimonio, tendr谩s hijos, te sentir谩s realizado, comprar谩s un carro, te endeudar谩 en una casa, en la vivienda ideal que publicitan los grandes constructores de las familias sonrientes de la felicidad plena.
En el capitalismo ser谩 muy importante la propiedad privada, acumular, el progreso es sin贸nimo de mayor acumulaci贸n, no importa lo absurdo que sea, no importa si no alcanzas a gastarte tu fortuna en vida tal y como le sucede al 1% de la poblaci贸n, extremadamente rica, y en el otro extremo el 99% que nada tiene y que por el contrario vive sorteando la miseria, la escasez. Incluso ac谩 una pregunta es pertinente, qu茅 pasa para que 茅sta desproporci贸n, para que 茅sta inequidad se mantenga, qu茅 pasa que ese 99% no de releva contra ese 1%?
Si el deseo de imitar al otro, si la angustia es constante en nuestra existencia humana, nada raro que estos sistemas sean la gran anestesia que nos alivie del sufrimiento, es comprensible que dediquemos todas nuestras existencias a las servidumbres voluntarias, de estar atados, encadenados a todo aquello que se nos presenta como normal y nos ofrece seguridades as铆 s贸lo sean imaginarias, paradigma de la vida, que se nos presenta como grandes logros: tener un trabajo, una familia que nos infla el ego, que nos enorgullece, mi hijo estudia tal o cual profesi贸n, est谩 en aquella empresa, es importante pol铆tico que amas贸 grandiosa fortuna. La mayor铆a so帽adores en que alg煤n d铆a alcanzar谩n un mejor vivir sirviendo a los de arriba de la pir谩mide social. Todos vamos en carrera loca por alcanzar un algo de tener, recordemos que la propiedad privada es el templo del capitalismo, por ella nos batimos a muerte, nos peleamos contra qui茅n de manera ventajosa correo los linderos sobre nuestra propiedad, o salimos de huidas del asesino o paramilitar o terrateniente que nos amenaza de muerte sino nos dejamos robar la propiedad.
La anestesia alivia el miedo que le tenemos a morir, de sabernos que el tiempo se nos acaba, que nos llegar谩 el final, nos llegar谩 la existencia de la nada. La anestesia nos alivia de la angustia de vivir. Pero una cosa s铆 es leg铆tima, y es poder reclamar el tipo de vida que queremos llevar, si preferimos seguir como borregos con las servidumbres voluntarias que nos vuelven simples piezas de m谩quinas bien sea empresariales, de gobierno o de politiqueros baratos de esos antilibros, antiacedemia... Dec铆amos de lo leg铆timo que es seguir como borregos, obedientes sirviendo toda una vida o revelarnos y construir existencias m谩s libres, m谩s 茅ticas, m谩s est茅ticas, m谩s dignas, en fin escoger nuestra propia droga, nuestra propia anestesia.
Tambi茅n compete a la existencia humana no s贸lo el querer imitar sino tambi茅n la angustia, ese miedo hacia el vac铆o espiritual o de sentirnos que tenemos que darle cuerda al reloj de la vida, ha de recordarse que lo propio de lo humano es la consciencia del tiempo, de saberse finito, de saberse que sus pasos avanzan hacia su destino final qu茅 es la muerte, por eso apuramos los pasos queriendo inmortalizarnos en alguna vanidad que puede ser el Poder... acumular poder para hacernos importantes y recordados por esos otros que rodean y celebran a su jefe, el poderoso que se inmortaliza sumando las servidumbres voluntarias de quienes precisan de los amos.
Otras drogas adem谩s del Poder, est谩 el dinero y el trabajo mismo, 茅stas m谩s peligrosas que otras que consideramos inofensivas comparadas con aquellas, las que habitualmente conocemos como drogas: alcohol, tabaco, coca, morfina, marihuana. Decimos inofensivas porque no se puede comparar una matanza de millones de personas del poderoso Hitler con una raponada de una pulsera que pueda hacer un insignificante marihuanero, como tampoco se puede comparar al ladronzuelo hambriento con el opulentto terrateniente que masacra campesinos para quedarse con sus tierras, o la de los grandes capitalistas que usurpan los recursos de la naturaleza y hacen morir de hambre a millones de miserables que nada tienen.
脡ste pre谩mbulo, est谩 antesala para develar la fragilidad de la existencia humana que se soporta en la angustia existencial y en su manera de remediarlo, de darle soluci贸n mediante las drogas. Si tenemos dolor existencial se procura entonces de suministrar anestesia que alivie nuestra angustia, por ello la tesis serresiana de que somos seres drogos o toxic贸manos, vivimos en medio del desespero aliviando el miedo a morirnos y a tratar de que el reloj no se detenga o no vaya demasiado r谩pido y nos arroje en la tumba de la nada o del olvido.
Otra gran proposici贸n ser铆a la manera como la humanidad misma ha dado soluciones a esta condici贸n humana de la gran angustia, de seres temerosos porque se acaba el tiempo y porque la muerte nos espera sin importar qu茅 atajos escojamos. Por ejemplo, remontando la mirada observamos grandes sistemas de organizaci贸n social predominantes y publicitados. Qui茅n no ha escuchado de sistemas esclavistas, hombres due帽os de otros hombres de pies a cabeza, de toda su energ铆a, los pod铆an disponer como cargueros humanos o para lo que fueran, tomarlos o dejarlos, en plaza p煤blica eran exhibidos, ofertados y entregados el mejor postor. Eso en el sistema social esclavista. Luego conocemos el feudalismo, los se帽ores due帽os de la tierra, los peque帽os feudos, la explotaci贸n de la tierra y las manos campesinas que la araban. El otro gran sistema social es el m谩s conocido y el que a煤n tenemos que basa la explotaci贸n no ya en la tierra, en los feudos, sino en el mundo fabril, en las urbes est谩n las f谩bricas con sus ej茅rcitos de obreros, no ya de campesinos, no, all铆 son humanos que no tienen tierra, su mayor riqueza son sus brazos para alquilarlos a la f谩brica.
Esta gran caricatura para mostrar los encuadramientos, las maneras en que los hombres son encuadrados u organizados, todo entroncamiento a la perfecci贸n con lo que venimos sugiriendo: un hombre angustiado y con miedo necesita de un entretenimiento, de un algo con lo que pueda llenar su tiempo, con lo que pueda llenar su existencia, y el trabajo s铆 que ocupa la vida y la llena de esperanza, tal y como lo conocemos en estos sistemas de organizaci贸n social: todo el tiempo se est谩 preparando la vida. Naces y se te dispone una escuela para que te apropies de unas competencias para la vida, tienes que ser 煤til, el trabajo significa la existencia, recibir谩s un salario con el cual vas materializando sue帽os que la cultura tiene en alta estima: te casar谩s, contraer谩s matrimonio, tendr谩s hijos, te sentir谩s realizado, comprar谩s un carro, te endeudar谩 en una casa, en la vivienda ideal que publicitan los grandes constructores de las familias sonrientes de la felicidad plena.
En el capitalismo ser谩 muy importante la propiedad privada, acumular, el progreso es sin贸nimo de mayor acumulaci贸n, no importa lo absurdo que sea, no importa si no alcanzas a gastarte tu fortuna en vida tal y como le sucede al 1% de la poblaci贸n, extremadamente rica, y en el otro extremo el 99% que nada tiene y que por el contrario vive sorteando la miseria, la escasez. Incluso ac谩 una pregunta es pertinente, qu茅 pasa para que 茅sta desproporci贸n, para que 茅sta inequidad se mantenga, qu茅 pasa que ese 99% no de releva contra ese 1%?
Si el deseo de imitar al otro, si la angustia es constante en nuestra existencia humana, nada raro que estos sistemas sean la gran anestesia que nos alivie del sufrimiento, es comprensible que dediquemos todas nuestras existencias a las servidumbres voluntarias, de estar atados, encadenados a todo aquello que se nos presenta como normal y nos ofrece seguridades as铆 s贸lo sean imaginarias, paradigma de la vida, que se nos presenta como grandes logros: tener un trabajo, una familia que nos infla el ego, que nos enorgullece, mi hijo estudia tal o cual profesi贸n, est谩 en aquella empresa, es importante pol铆tico que amas贸 grandiosa fortuna. La mayor铆a so帽adores en que alg煤n d铆a alcanzar谩n un mejor vivir sirviendo a los de arriba de la pir谩mide social. Todos vamos en carrera loca por alcanzar un algo de tener, recordemos que la propiedad privada es el templo del capitalismo, por ella nos batimos a muerte, nos peleamos contra qui茅n de manera ventajosa correo los linderos sobre nuestra propiedad, o salimos de huidas del asesino o paramilitar o terrateniente que nos amenaza de muerte sino nos dejamos robar la propiedad.
La anestesia alivia el miedo que le tenemos a morir, de sabernos que el tiempo se nos acaba, que nos llegar谩 el final, nos llegar谩 la existencia de la nada. La anestesia nos alivia de la angustia de vivir. Pero una cosa s铆 es leg铆tima, y es poder reclamar el tipo de vida que queremos llevar, si preferimos seguir como borregos con las servidumbres voluntarias que nos vuelven simples piezas de m谩quinas bien sea empresariales, de gobierno o de politiqueros baratos de esos antilibros, antiacedemia... Dec铆amos de lo leg铆timo que es seguir como borregos, obedientes sirviendo toda una vida o revelarnos y construir existencias m谩s libres, m谩s 茅ticas, m谩s est茅ticas, m谩s dignas, en fin escoger nuestra propia droga, nuestra propia anestesia.