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Pena ajena, penas propias

OPINI脫N de Carolina V谩squez Araya.- Los curiosos ejemplares de gobernantes impuestos por el imperio en territorio ajeno son fen贸meno de estudio.

No es preciso ser experto en pol铆tica internacional para ver con meridiana claridad la manipulaci贸n obscena del grupo de pa铆ses desarrollados –con Estados Unidos a la cabeza- sobre la vida institucional de las regiones bajo su estricta f茅rula econ贸mica. Desde cuando se quitaron la careta y comenzaron las invasiones, las “guerras de dise帽o” -creadas con objetivos espec铆ficamente corporativos- las dictaduras y los rompimientos de aquellas inc贸modas democracias no afines con sus planes, el mundo ha ca铆do en una espiral de violencia y empobrecimiento imposible de justificar con razones t茅cnicas.






En esta incesante persecuci贸n y eliminaci贸n selectiva de l铆deres independentistas de pa铆ses en desarrollo, ha sido notable el apoyo pol铆tico, financiero y de operativos de inteligencia prestado a individuos dispuestos a traicionar a sus pueblos. Los discursos populistas previos a cada proceso electoral, han repetido una y otra vez las falacias generadas durante la Guerra Fr铆a con el prop贸sito de amedrentar y confundir a una opini贸n p煤blica impedida de ejercer su derecho al acceso irrestricto a fuentes fidedignas de informaci贸n. En esa misma t贸nica, el trabajo de incidencia en los organismos legislativos con el prop贸sito de impedir cambios capaces de afectar su espacio de influencia, as铆 como el control absoluto de los medios de comunicaci贸n, han sido parte de una de las estrategias mejor articuladas, cuya finalidad es conservar a las naciones dependientes en una dependencia a煤n m谩s profunda.

No resulta, entonces, dif铆cil comprender que la elecci贸n de gobernantes para nuestros pa铆ses, apoyada desde la sede del imperio con dinero y otros trucos menos confesables, recaiga en personajes oscuros y decididos a todo con tal de conservar los favores de quienes los han colocado en esa posici贸n de privilegio. En este juego de ajedrez juegan un papel fundamental las c煤pulas empresariales de nuestros pa铆ses, c贸mplices perfectos en los planes para blindar al actual sistema econ贸mico impuesto desde las agencias financieras y otras organizaciones mundiales, y con ello conservar intacta su carta blanca para depredar los recursos y el patrimonio de las naciones sometidas a su voluntad.

Estos gobernantes-aliados se reconocen por el intempestivo cambio de discurso en cuanto logran su elecci贸n. De paladines de la democracia, se transforman de pronto en peque帽os dictadorzuelos comprometidos con las clases dominantes y enemigos declarados de las clases trabajadoras. La pr茅dica religiosa va desde el tono humanista de la campa帽a hacia la sumisi贸n fan谩tica y la obediencia ciega a doctrinas impuestas desde el extranjero con fines de control social. Sus prioridades derivan hacia la protecci贸n de privilegios para los m谩s ricos, con la exigencia de sacrificios para los m谩s pobres. Dados sus compromisos, terminan por demoler estructuras institucionales y caer en un desprestigio cuyo peso tambi茅n arrastra al pa铆s al cual representan.

Ante las acciones de estos gobernantes, la ciudadan铆a suele sentir una verg眉enza inevitable por la torpeza, la falta de nivel y la estulticia de aquellos a quienes ha elegido en un proceso pol铆tico iniciado con esperanza de cambio. Sin embargo, esas penas ajenas son tambi茅n penas propias al comprobar una vez m谩s el enga帽o de un sistema capaz de arrasar con el poder ciudadano y, por ende, con el imperio de la democracia. En esos casos, solo resta ir hacia atr谩s y buscar la falla en los mecanismos de organizaci贸n pol铆tica y los marcos legales para procesos electorales, donde precisamente se han perge帽ado las trampas.

elquintopatio@gmail.com
http://barometrolatinoamericano.blogspot.com/2019/10/pena-ajena-penas-propias.html

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