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Rodeado de aves, el viento sopla y el sol brilla y no hay personas alrededor

En medio del Titicaca, la totora crece y las islas flotan en el agua cristalina.



Hay lugares encantados en el Lago Titicaca. Se siente paz en medio de la naturaleza cuando uno está lago adentro, solo con su balsa, solo con el lago. Rodeado de aves, el viento sopla y el sol brilla y no hay personas alrededor. Leyendas hablan de sirenas y otros espejismos en el reflejo del agua y cómo a veces escuchas cosas que no logras ver. En medio del Titicaca, la totora crece y las islas flotan en el agua cristalina.



Hace dos años que más de 40 personas de la comunidad de Chimu, del Centro Poblado de Ichu, en Puno, Perú, emprendieron el sueño de construir una isla flotante. Pasaron 18 meses que fueron viendo poco progreso en el proyecto. Sin embargo, Enrique Cuno Canqui persistió. Hoy, las familias que quedaron en la isla Balsero Chimu tienen la esperanza de hacer de ella un gran atractivo turístico.

Ahora el sueño se ha vuelto realidad. Los chimú, están construyendo un puente entre su cultura tradicional y los turistas. Con el apoyo técnico del proyecto Qhapaq Ñan, un esfuerzo trinacional implementado en Ecuador, Perú y Bolivia por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), y con financiamiento de la Agencia Italiana de Cooperación para el Desarrollo – AICS, la isla Balsero Chimu y sus integrantes están trabajando para fortalecer el emprendimiento turístico con una buena gestión.



Un cóndor recibe a las visitas desde lo alto de un mirador. Está hecho completamente de totora, como las casas, balsas y el mismo suelo sobre el que caminamos en la isla. “No sé qué hubiera sido de nosotros sin la totora”, remarca Enrique, mientras demuestra cómo fue construido el Balsero Chimu. Se empieza con la raíz de totora que, enmarañada, flota hacia la superficie, luego se enlazan los bloques con alambre y paja y se atan al fondo del lago. Enrique señala un bote y una casa de totora. Atrás de él, se puede ver a su esposa Angélica Panca, tejiendo artesanías hechas con torora sentada afuera de la casa.

Desde que él era un niño, Enrique veía a su padre hacer kesanas (tarimas hechas a base de totora tejida) y Angélica llevaba a pastar al ganado de su familia a la orilla del lago. Ahora manejan la isla y la ven como una oportunidad de salir adelante. Trabajan para dar oportunidades a su familia y a su comunidad, y para poder compartir su cultura y sus tradiciones.



También es una oportunidad para demostrar un turismo sostenible. El lago Titicaca beneficia a más de tres millones de personas que viven a su alrededor, y tiene una biodiversidad única; muchas especies diferentes de aves, peces y anfibios dependen de él para sobrevivir.

Las familias de la isla se turnan para salir en un bote y recoger botellas, plásticos y otra basura que flota en el lago y contamina la zona. “Recogemos la basura del lago, limpiamos, sacamos a tierra firme y entregamos al basurero”, cuenta Angélica, con la esperanza de que el agua cristalina atraerá más turismo a la isla.

Al frente de la isla se encuentra el Centro de Interpretación de la Asociación Eco Artesanía de Totora Titikaka. Los productos hechos por las mujeres de la comunidad Chimu son exhibidos para la venta, junto con una explicación de la historia de la totora y la cultura Chimu. La asociación reúne a 18 personas, en su mayoría mujeres, quienes mantienen viva la practica del tejido y el manejo sostenible de la totora.

Las mujeres de Chimu han ido perfeccionando a lo largo de los años sus habilidades en artesanía: antes solo sabían hacer kesanas tradicionales, ahora su técnica se ha refinado para hacer otros productos más decorativos.

“La más difícil es la gallina”, Angélica ríe cuando preguntamos acerca de los productos. Prefiere hacer paneras de distintos tamaños y colores; cuando vamos al centro de interpretación nos encontramos, para su orgullo, con que todas las que había hecho ya se habían vendido.





La asociación ha logrado mejorar y estandarizar la calidad de su producción y ahora pueden venderlos de manera directa sin intermediarios, lo que significa un mayor ingreso.

“Yo soy una mujer valiosa, fuerte. Puedo lograr las cosas que quiero y lo voy a hacer”, dice Angélica. Enseña a su hija Camila y a sus sobrinas, sobre el tejido de totora. Hace énfasis en la importancia de seguir enseñando sus tradiciones y técnicas. “No se pueden perder”, dice, “si se pierden ¿quién lo va a recordar?”.




Puno es el cuarto destino más visitado del Perú y el lago Titicaca es su mayor atractivo turístico. A través de tradición, cultura y conexión con el conocimiento ancestral y la naturaleza, representa una oportunidad para las comunidades que lo habitan de capitalizar sobre sus historias y compartirlas con el mundo.

Enrique y Angélica esperan ver a la isla como uno de los destinos turísticos imperdibles en Puno, uno que sea diferente de las otras islas flotantes. Quieren hacer de balsero Chimu un lugar donde realmente se aprenda acerca de la cultura y las tradiciones Chimu.

Ni Angélica ni Enrique, pueden imaginar sus vidas fuera de la isla. “Yo no pienso estar en el seco, quiero vivir acá en el lago. Acá me siento más tranquila”, dice Angélica.

Hay lugares encantados en el lago Titicaca, cuando te adentras entre los totorales y dejas atrás a las personas y al seco. Cuando mires a donde mires solo ves agua interminable, y el viento hace olas que cuentan historias con el sonido de su movimiento.

“Tiene muchos recuerdos", dice Enrique, ¿cuántos más habrá por crear?”








Footnotes: Texto: Daniella Toce, PNUD Perú. Fotos: PNUD Perú/Giulianna Camarena


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